Capítulo 48 (parte 1)
Esta es un obra de ficción por lo que los personajes e instalaciones son productos de mi imaginación. No se apega a lo que sería un cárcel en realidad, ni narra un suceso. Cualquier parecido es pura coincidecia.
Primera parte del juicio.
Día del juicio.
Narra Vincent.
Estaba en un estado de shock o depresión vete tú a saber. La verdad, no me importaba nada. Cuando me fueron a abrir la celda para llevarme al juicio no emití ningún sonido, caminé meramente por inercia.
Haciendo las cosas sin ni siquiera ser consciente de ellos. No puedo caer más abajo en el pozo.
Las esposas, el metal casi cortando mi muñeca era la razón de recordar mi ubicación, mi mente y alma yacían vagando por algún lugar desconectada de mi ser.
En el lugar del juicio me bajaron. Era un lugar claro, con mucha luz y de paredes grises. Más no me pregunten.
Me entraron a la sala y estando junto a mi abogada me quitaron las esposas.
Mi abogada era de piel muy muy bronceada y larga cabellera oscura. Vestía un traje de pantalón y saco de mujer en rosa palo muy claro.
El color favorito de mi esposa.
Me senté de un sonoro golpe en la silla de madera.
La sala era simple. El auditorio con sillas de madera barnizada y brillosa. En frente una pequeña tarima. El lugar del juez y a su lado una silla rodeada por una baranda de madera oscura para los testigos.
El local estaba iluminado y del techo colgaban varias lámparas.
-¿Preparado? -dijo Ana con una seguridad que daba miedo.
-¿La verdad?
-Claro. Te puedo dar algunos consejos.
-No.
-Finge. Me dijo bajito. Si no sabes cómo sentirte. Finge seguridad hasta que tú mismo te lo creas -levantó su mentón.
-Es el primer paso. Primero tienes que sentirte seguro tú aunque sea de mentira para darle esa impresión a los demás.
Su serenidad era impresionante. Solo podía pensar en mis hijos y mi esposa.
Ella tenía razón << finge>>
-A quién tenemos aquí -entró hablando con voz insoportable el fiscal.
-Anita. Debiste hacer un trato con la fiscalía. Solo vas a pasar pena en este jurado a pesar de ser a puertas cerradas. No estás a mi nivel -terminó el cara de papa frita en voz baja.
Las ganas de borrarle la sonrisa me subieron. Pero estaba en un tribunal. Calma.
Mi abogada se paró. Sus tacones de unos 15 centímetros sonaron por todo el pulido piso de mármol hasta llegar al fiscal.
-Sabes que estoy cerca de ser socia del bufete. La envidia no mata pero es una hija de puta que te carcome por dentro, ¿verdad? -habló muy despacio enmarcando cada palabra.
-Soy el fiscal Travis Palmer. Vuelve a insultar y te pongo tras las rejas.
-Siempre vas a ser una zorra Palmer -dijo haciendo caso nulo de las amenazas.
El fiscal quería responder pero un joven entró avisando la llegada del juez y el pequeño jurado de cuatro personas. Todos nos pusimos de pie.
Atrás solo estaba sentado Gonzalo. Cómo mencionó cara de papa frita conseguimos que fuera un caso a puertas cerradas.
-Bien, demos inicio a este caso de la fiscalía general contra Vincent D'Angelo Fiore por asesinato, obstrucción a la justicia y malversación de fondos -dijo el juez dando un golpe con su martillo -. Por favor señor Palmer haga la introducción del caso -nos sentamos y Travis inició.
Después de quince minutos de cháchara de Travis me estaba hartando. No hacía más que mentir y eso me tenía en mis lineas rojas a muy poco del color sangre. Pero sangre del fiscal y de Levia.
Mi familia y yo, pasando tanto dolor injustamente. La impotencia me envenenaba por dentro.
-Y por eso su señoría piso de 25 a 30 años de privación de libertad. Hay que tener en cuanta que el señor D'Angelo es un activo de una banda de crimen organizado bajo el mando de Andrés Vieri, su primo prófugo de la justicia con una orden de búsqueda y captura.
-Objeción su señoría -interrumpió mi abogada las sandeces de Travis-. Teniendo en cuenta que Andrés Vieri no está presente y no puede defenderse cosa que es su derecho, me parece absurdo que hagan cómplice a mí cliente cuando no hay pruebas contundentes que sostengan que el Señor D'Angelo forme parte de tal grupo.
-Aprobado. Le doy la palabra abogada.
Ana se aclaró la garganta. Juntó sus dedos y separó un poco las piernas en una pose de autoconfianza.
-Mi cliente se declara inocente. Las pruebas son totalmente circunstanciales. Un reloj que se le perdió y un terreno al que cualquiera puede entrar forzando la cerradura. Adjunto su señoría el informe del caso donde se especifica que la reja del terreno de mi cliente fue profanada -acercó el informe al jurado y juez.
-No se engañen. No es casualidad. Todo ha sido una treta muy bien montada Lara inculpar a mi cliente. Señor que recordemos, estaba bajo mensajes de amenazas durante ese tiempo. Amenazaban con destrozar su vida ¡Cortaron los frenos de su coche! Esas sus señorías son pruebas firmes de que alguien va tras las desgracias del señor Vincent D'Angelo, teniéndolo estos meses apartado de su familia y la vida como la conoce por injusticias de alguien mezquino que con acciones premeditada los quiere hacer desconfiar de un ciudadano de bien.
Fue un buen argumento. Sentí como mi alma regresaba de a poco en esperanza.
-Procedamos con los testigos. Llamamos al oficial Svenson.
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