Capítulo 36
Bianca.
Me estaban obligando a comer una tortilla con vegetales en el desayuno.
—Un poco más. Solo comiste dos trocitos —reclamó Vincent.
—No tengo hambre y si tengo náuseas —crucé sus brazos frente a mi pecho e hice un gesto de enojo.
—¿Esto es un ensayo para el bebé?¿Hago el avioncito?
De mi boca salió un sonido ahogado de indignación. Si, el cambio de humos era uno de los síntomas que más nos afectaban.
—Déjame —sentencié brava con una seña despectiva con la mano.
—¿Todo listo jefe? —entró Gonzalo a la cocina en dirección a mi esposo.
Hoy teníamos la consulta con la doctora Hope de los 6 meses.
—Si. Gracias Gonza —prácticamente salté la silla y escapando.
Era consciente de la importancia de alimentarme y nutrirme bien, sobre todo siendo cocinera. Religiosamente tomaba mis pastillas prenatales. Solo que en estos momentos la comida no era mi mejor aliada.
Seguí por el jardín y sentí a Vincent suspirar a mí lado.
En unos 35 minutos llegamos a la clínica. La recepcionista nos atendió amablemente y pidió esperar a que nos llamaran. Gonzalo y los otros chicos quedaron afuera. El pelinegro y yo nos sentamos en la sala de espera.
Comencé a palmarme la barriguita con cariño. Tenía comesón por todo el cuerpo por conocer a mi bebé. Arrullarlo, cuidarlo, olerlo. Mi deseo más grande era abrazar a mi hijo o hija con mucha salud entre mis brazos.
La habitación junto a la nuestra desde el mes pasado estaba sufriendo una transformación para ser la habitación del bebé, pintada de un amarillo muy claro, llena de dibujos de animales. Compramos cuna grandísima de madera de pino preciosa. Juguetitos, biberones, pañales, sabanas, pañuelos de tela. Manta. Sillita para el carro. Faltaban algunos muebles como la bañera especial para bebé. Una cómoda para sus cositas.
Hoy sabríamos finalmente el sexo y el ganador de la apuesta. Recordando a mi esposo, lo miré. Estaba a mi lado muy callado. Me sentí mal por ponérselo tan difícil. Recosté mi cabeza en su pecho. En segundos, pasó su mano por sobre mis hombros besando mi coronilla.
—¿Estás enfadado?
—No. Entiendo que es difícil para tí. Solo me preocupo por tu bienestar. Casi no comes eso no es bueno.
—Prometo hacer un esfuerzo.
—Y yo te lo agradezco. Si tienes algún antojo me lo dices y yo lo busco donde sea, ¿estamos? —habló suave en mi oido.
Su celular notificó un mensaje y lo sacó. Observó brevemente la pantalla y juro que es como si hubiera visto un fantasma de lo pálido que se puso.
—Vincent —llamé su atención—. ¿Pasa algo amor? ¿Por qué pones esa cara?
—Nada importante —besó mi frente.
Iba a volver a preguntar e inistor pero una enfermera nos llamó a la sala dentro del consultorio. Vi a algunas parejas, conté unas diez embarazadas en diferentes trimestres.
—Buenos días Doc —saludé a mi doctora dentro de su consulta.
—Es un placer volver a verlos. Ya saben la rutina.
La doctora Hope poseía una piel de porcelana y cabellos largos de color azabache. Tenía un aura espiritual impresionante. Parecía un ángel
Me acosté en la camilla levantando mi vestido. Vincent tomó lugar en una silla a mi lado, jutando nuetras manos. Si algo tengo que agradecer y reconocer es que en todo estos meses nunca ha soltado mi mano.
Convirtiéndose en un sostén indispensable e incondicional en cada aspecto.
El gel frío en mi abultado abdomen me devolvió fuera de mis ideas. La doctora posicionó el aparto moviéndolo al lugar correcto, sus ojos verdes fijos en el monitor.
—Um — la observé pero su expresión fue indescifrable.
—¿Pasa algo doctora? — cuestionó Vincent por los dos.
— Si.
Asustada por si pasaba algo malo con mi bebé. Solo lo quería sano y salvo.Me giré rápidamente a mí pelinegro quien me apretó la mano y besó mi rostro.
— Tranquilos. El embarazo está bien. No aumentó mucho de peso pero tiene las edidas correctas,para los dos sacos gestacionales.
—¡¿Dos?! — expresamos en un grito Vincent y yo al mismo tiempo.
—Si papás. ¡ Felicidades! Es un embarazo múltiple. Mellizos.
—Pe.. pero como —la lengua se me enreda y no sé qué sentir —. Hemos venido a muchas consultas y nunca supimos.
—Eso pasa cuando un bebé tapa al otro. Puede pasar un tiempo para que esté en una posición que se deje ver era tímido.
—Dos bebés —escucho a Vincent a penas analizando la noticia y suelta aire pesadamente.
¿Yo? Yo quiero desmayarme.
—¿Todo bien Papá?
—Si, si ¿Podemos saber el sexo?
—Lo estoy viendo. ¿ Quieren saberlo ya?
Ambos damos una respuesta afirmativa.
—El primero es una niña y el escondidito un varoncito —nos informa alegre y con la mayor de las sonrisas —. Las niñas suelen tener un ritmo cardiaco un poco más alto que los niños, eso explicaría el que no escucháramos. ¿Está contenta mamá?
— Si. Un bebé nos iba a cambiar dos es el doble de responsabilidad y esfuerzo. Pero ya los amo y espero hacerlo bien —me sinceré complemente ganándome un beso de mi esposo.
—Es un sentimiento muy bonito el que describes. Asegúrate de cuidarte mucho. Los embarzos múltiples pueden ser de riesgo. Toma tus vitaminas. Come a tu hora y pocas cantidades. En lugar de hacer tres comidas exageradas, has seis en pequeñas porciones — aconsejó la doctora por último.
Salimos de la consulta y Vincent miraba la ecografía con su mano libre absorto.
—¿Qué piensas?
—En lo feliz que soy. En qué espero estar a la altura, no cargarla. Ser un buen padre —besé su mejilla.
Mi celular anunció una llamada. El nombre mamá resplandeció en mi pantalla.
—Hola.
—Hola mami.
—¿Y bien? Abuela de niño o niña.
—Estoy bien mamá. Gracias por preguntar.
— Hablamos cada día tesoro. No seas celosa y dejame ser una abuela consentidora.
Me reí.
—Anda no me dejes esperando bebé.
— De ambos mamá.
—¿Cómo?
—Tendremos gemelos.
—¡AAA!. Antonio ¡Mellizos! — gritó eufórica mi madre.
— Felicidad mi niña hermosa. Serás un agran madre de eso estoy segura.
¿Recuerdan que hace unos segundos reí? Ahora soy un mar de lágrimas por emoción y orgullo. Mi madre es un ejemplo, viniendo de ella es un alago extraordinario.
—Solecito, es papá. Felicidades. Me haces muy feliz.
— Gracias papi —mi voz estaba estrangulada por las lágrimas y el mar de sentimientos. Apreté la mano de mi esposo que me miraba con una sonrisa. Llevó nuestras manos entrelazadas a su boca, depositando un tierno beso.
— Déjame hablar con ella —interrumpió mamá—. ¿Cómo te llevan los malestares?
— Más o menos.
Así inicio una charla de mi mamá aconsejándole sobre como sobrellevar los malestares en el último trimestre.
NOTA
Se imaginaron el premio doble?? 🤣🤣
❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro