XXV
Me desperté, con un peso en el cuerpo, mire despacio y la vi a ella, todo el cabello esparcido en la almohada y la cabeza sobre mi pecho, una de sus pequeños brazos estaba sobre mi abdomen y el otro bajo su cuerpo, la sábana solo nos tapaba la cadera, la moví despacio, para no despertarla, cuando me levante lo primero que vi fue un cuadro erótico, digno de un museo, estaba boca abajo en la cama, la sábana tenía una mancha de sangre y solo le tapaba la zona baja de la espalda, una piernas largas y blancas completamente desnudas, me quedé como idiota unos 10 minutos viéndola, hasta que me di cuenta que estaba mal, y que si no me quitaba de allí iba a hacer algo incorrecto, ya que tenía otra erección completamente lista.
Salí de allí, para dejarla descansar, fui hasta la cocina y le hice el desayuno, se lo lleve hasta la cama, constaba de unos huevos, un jugo, algo de fruta, café y como último detalle una rosa.
Cuando llegue hasta la habitación, la vi despierta pero desorientada, como buscando algo.
—Buenos días mi estimada señorita, cómo amaneciste?
Se sobre salto, pero de inmediato me volvió a ver y se sonrojo, tapándose con la sábana los senos.
—Hola, pensé que te habías ido o algo por el estilo.
Solo me reí y caminé hasta la cama, le puse la bandeja sobre las piernas y le di un beso en la frente.
—Y tú a donde crees que me iria?, si vivo aquí y mi ropa está aquí.
Ella esbozo una tímida sonrisa y comenzó a comer, cosa que me lleno de alegría, me levanté y arregle el desorden de la noche anterior, la ropa por todos lados, la cama aún a esa hora sin arreglar y la sábana blanca con una pequeña mancha roja, testigo de que esa mujer que se encontraba sobre ella comiendo, ya no era una niña, sino que la noche anterior se había convertido en una mujer.
Recogí y doble prolijamente la ropa, la dejé sobre una silla que había en mi habitación, en cuanto termine recogí la bandeja y antes de salir le dije.
—Te puedes bañar, las toallas limpias están colgadas, no tienes porqué afanarte esta es tu casa o bueno te puedes sentir cómoda en mi habitación.
Salí de allí rápido y me quedé sentado en una banca, deje que ella se bañara y arreglará, sin apuros, en cuánto salió se acercó y me beso.
—Erick, me tengo que ir, gracias por todo, y además nos vemos después si.
Asentí y nos besamos por un rato, cuando me di cuánta que era hora la acompañe hasta la puerta y se la abrí, le di un beso casto en la boca y ella salió corriendo.
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Me siento feliz, por la cantidad de lecturas, y vuelvo y repito los que quieran entrar al grupo de WhatsApp de la historia escriban por privado y les doy el enlace.
Hasta aqui, feliz día a todos.
😊😊😊😊😊😊
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