XVIII
Pasados los días, desde ese encuentro, nos vimos dos o tres veces, pero no pasaba de unos cuantos besos, ya que ella iba antes de clases o antes de que yo empezará a dar misa.
Desde ese día, me habían llamado del obispado ya que los sacerdotes de la región teníamos que ir a hacer cosas en la capital, no quería viajar, pero era nuestra obligación, ese día que ya había alistado las maletas para irme al otro día, estaba cerrando la capilla, era ya como las 10 de la noche y vi una sombra por el medio del parque corriendo, no le puse atención, cuando ya había cerrado el portón y solo me quedaba la puerta pequeña, la vi, ella era esa sombra iba corriendo en dirección del templo, me pareció chistoso, pero aún así disimule y hice como si cerrará la puerta, cuando ella ya había entrado cerré con llave y me di la vuelta.
—Hola
—Ho... hola —dijo tratando de recuperar el aliento.
Me acerqué a ella y le di un beso en la frente.
—Ven, vamos por algo de agua para ti, si?
Ella asintió y me cogió la mano para empezar a caminar a la cocina, le pase un vaso de agua y se lo tomó todo, todo el tiempo me quedé viéndola.
—Oye, tenía algo que proponerte —me dijo ya más calmada, me quedé viéndola en silencio para que continuará —que te parece si mañana vengo a pasar la noche contigo y completamos lo que dejamos que día en espera?
Trague saliva y tome aire —Ale, pequeña, lo siento tengo que salir de viaje mañana, ya tengo las maletas listas y mañana a primer hora viajo, perdón hermosa, perdón si, no es mi culpa.
Ya no sabía que decir solo me quedé callado viendo como se le escurrían las lágrimas.
No sé en qué momento, ella se había parado y se había ido corriendo, solo sentí como cerraban la puerta principal, me quedé allí sentado viendo a la nada.
Bien Erick!!, no llevan ni un mes y ya la lastimaste, eso está bien idiota.
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