Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XLIX

Ya habían pasado los meses, hoy era el día de mi salida, no sabía que podía esperar de la vida, pero sabía que no podía pedir mucho.

No tenía a donde llegar, no tenía familia, mi nombre estaba manchado por mi propia mano, encontrar trabajo como, si era un ex-sacerdote, ex-convicto, sin contar con que tenía que responder por mis hijos.

Aún Miguel no me decía como le han puesto a los niños, pero sabia que no tenía derecho a pedir nada, no era nadie para ellos.

Las últimas citas con el psicólogo de la cárcel me había hecho entender que no valía nada en el mundo, así que no iba a pedir nada, tan solo con poder estar solo o vivir como un despojo humano era feliz, solo pedía a los cielos, soledad, que Mateo, los niños y ellas estuvieran bien.

Sabía que en cuanto tuviera la oportunidad iba a lograr lo que no pude en la cárcel, era más fácil como un civil, y le haría un favor al mundo.

Estaba parado esperando que me entregaran las pocas pertenencias que me habían quitado cuando me arrestaron, Miguel me había traído algo de ropa días antes, me quedaba grande, por lo que podía determinar que me había adelgazado, hacía tiempo me había quitado la barba y sabía que mi semblante no era el de antes, así que me daba igual lo que dijeran.

En cuanto termine de firmar unos papeles, me guiaron hasta la puerta y salí, por fin libre, aunque con dos objetivos en la vida, uno acabar con ella y dos ver desde la sobra a mi familia, por lo menos mientras podía tener el momento adecuado para suicidarme.

En la parte de afuera estaba Miguel, Víctor y el sacerdote que últimamente venía con ellos dos a visitarme, no dije nada y ellos lo entendieron, me subí a un auto y este emprendió camino no sé a dónde pero bueno.

Ellos iban hablando de alguna cosa que no puse atención, solo podía ver el paisaje, ya que ver por diez meses las mismas paredes era aburridor.

—Erick? —hablo Víctor desde el asiento de piloto.

—Uhmm?.

—Erick, que si quieres comer algo en especial? —preguntó el otro sacerdote de quién solo sabía se llamaba Francisco.

—No.

—Erick, mirate estas más delgado, por favor, necesito que subas de peso por tu salud, ahora tienes tres niños por los que vivir —Miguel, que iba a mi lado trataba de servir de mediador.

—Ya dije que no, déjame en paz, solo quiero estar en paz, es mucho pedir?, No, verdad, Así que por favor, por lo que más quieran, déjemen como estoy —dije ya alterado de oír a esos tres como si fueran mis hermanos mayores.

—Erick, por favor tienes tres niños que te esperan.

—Si?, Déjame decirte que no lo sabía Víctor, hasta donde sabía un juez me prohibió estar cerca de ellos, así que no tengo nada, entienden ¡Nada!.

—Vale Erick, ya no decimos más, cálmate por favor —dijo Miguel con una mano sobre mi hombro.

Solo asentí y volví mi atención a la ventana.

*****

Después de ese pequeño incidente, no volvieron a decir nada, salió seguía el camino, no se para donde íbamos, pero tenía sueño, así que solo cerré los ojos, y trate de buscar paz en mi interior.

*****

Cuando desperté me di cuenta que había oscurecido y aún seguimos en carretera, ya estaba desesperado de estar aquí.

—Victor?.

—Dime Erick.

—A donde vamos?, Tengo que orinar, además tengo hambre.

—Erick, ya vamos a llegar, si quieres paramos por aquí y puedes orinar.

—Victor, es mejor parar, Erick está pálido —Miguel pone una mano sobre el hombro de Víctor y me entrega una pañuelo —Seca el sudor de tu frente Erick, y ya ves porque te dijimos que comieras algo.

Solo asentí y empecé a secarme el sudor, tal vez ellos tenían la razón.

En auto empezó a desacelerar, hasta que paramos a un costado de la carretera, no espere nada y baje, necesitaba vomitar y orinar.

Cuando me incline y las arcadas empezaron sentí una mano en la espalda tratando de darme consuelo, tal vez debí haber comido algo, o tal vez debí haber dormido más.

—Vamos Erick, bota todo, no tenemos afán.

—Francisco, nos podrías pasar uno de los abrigos, se le bajo la tención.

—Si ya voy.

—Miguel?

—Si.

—Francisco y yo vamos a buscar algo de comer a unos metros, por allá en la estación de servicio.

—Si.

Después de ponerme el abrigo, Francisco y Víctor se fueron, Miguel seguía con la mano en mi espalda.

Cuando termine de desocupar mi estómago, Miguel me ayudó a sentarme al lado del carro, no aguante más y empecé a llorar, esto era la mierda, vivía en la mierda y mi vida era una mierda.

—Erick, mírame.

Solo lo hice, las lágrimas seguían bajando por mi rostro.

»Se que las cosas no están bien, pero vas a ver qué van a cambiar, más de un reo hablo con el director de la cárcel, y dijo que el psicólogo los llevaba a un estado de auto-desprecio, que no eres el primero ni el último que ha tomado después de salir de la cárcel la desicion de acabar con su vida, por eso Francisco desde la vez del intento está con nosotros, el es un psicólogo enviado del arzobispado en donde estoy, Erick, entiende que tienes dos hijos y un sobrino que te necesitan, Alejandra está bien, me pidió que no te dijera nada de los niños, hasta saber que estabas bien.

Miguel trataba de calmarme y hacerme poner de pie, pero las fuerzas ya no me daban para más.

»Vamos Erick, un poco más y vas a ver que Dios si existe y que la fe lo puede todo.

Solo asentí y me impulse para ponerme en pie, en eso llegaron ellos.

Me dieron unas galletas y un café, no era mucho pero tampoco tenía ganas de nada más.

Me subí al auto y ellos se quedaron a fuera hablando de algo.

Luego de un rato, Víctor se subió pero en el asiento del copiloto, Francisco a mi lado y Miguel cómo piloto.

—Erick, quieres dormir.

Me preguntó Francisco, solo asentí y volví a cerrar los ojos, en menos de nada me había invadido la oscuridad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro