4. Plan para enamorar a alguien
TAYLOR
Si has llegado hasta aquí te darás cuenta que las cosas malas siempre me suceden a mí, en estos días he sido un imán para estas desgracias por algún motivo que desconozco. Solo espero que el demonio que ahora parece un perro faldero ya que no ha dejado de seguirme e incluso insistio en acompañarme al trabajo en serio me ayude.
—¿No piensas cambiarte?—le digo cuando planeo echarle seguro a la puerta. Reviso el reloj en mi muñeca algo impaciente por su actitud pasiva.
—¿Qué tiene mi ropa? —Él demonio se cruza de brazos ofendido.
—Pues que estamos en pleno siglo veintiuno, ¿no crees que es raro ver a un hombre en una túnica totalmente negra caminando por la calles?
—¿Y eso a mi que?
Parpadeo varias veces ante su comentario. Por supuesto que a él no le importará pero si va así a mi trabajo haré más el ridículo del que ya hicé, estoy segura. Ceerán que hace parte de una secta o algo así y no pienso aguantar otro rumor que me involucre.
—A mi trabajo no irás así—asevero.
—¿Me amenazas a mí? Soy un demonio.
Trago saliva:—Lo sé. Pero no me importa.
De pronto los centímetros que entre nosotros disminuyen, él solo levanta una ceja desafiante.
—Hablo en serio. No irás así.
Después de un par de segundos en que hacemos una lucha de miradas él por fin cede. Sonrío sabiendo que por fin gané en algo.
—Está bien, me cambiaré. Solo porque estoy harto de ti.
—¡Oye!
Planeo pelear más con él acerca de su comentario pero lo que hace me deja atónita.
Ahora ya no es el demonio que conocí, con un chasqueo de dedos cambio su apariencia. Aparenta unos veinte con esa ropa juvenil que se ha puesto, un camisa blanca simple, un pantalón negro ajustado, una chaqueta de cuero negra y unas botas militares negras también, de hecho tengo que admitirlo luce bien y sabe de moda, sin embargo no pienso halagarlo eso solo subiría su ego.
—Pareces un bad boy, ¿donde tienes tu motocicleta?—bromeo.
—Esta ropa está de moda, admitelo me veo genial.
Me quedo de pie frente a la puerta pues el ya está caminando por el pasillo del edificio donde vivo.
—Claro de moda en las peliculas clichés para adolescentes y en wattpad.
Él solo se me queda viendo, probablemente no entiende las referencias así que solo supiro y ruedo los ojos. Camino hacia el parqueadero del edificio bajo la atenta mirada del demonio, luce despreocupado yo por otro lado al borde de los nervios por tener que ir a mi trabajo después de tremendo show que hicé. Soy una estúpida como voy a emborracharme en un evento como ese, que pena ajena me doy.
—Espero que tengas un lamborghini o un ferrari.
¿Este cree que soy millonaria? Ni siquiera ha visto que trabajo por un mísero sueldo sirviendo a una jefa petulante que nunca me daría un lugar como fotografa.
—Claro...ferrari último modelo—mascullo cuando llego al auto escarabajo verde que me compro mi padre—¿Y bien, qué te parece? Muy bonito, ¿no?—digo orgullosa. En realidad si amo este auto, además es mi color favorito.
—Sin comentarios—pronuncia entrando al auto sin protestar—, no quiero herir tus sentimientos. Y te ves muy susceptible a eso.
Tiene algo de razón pero no lo aceptaré. Enciendo el auto y vuelvo a mirar mi reloj, está bien supongo que si llego en 15 minutos a mi trabajo será un completo milagro.
—Por cierto, ¿cómo debería llamarte? Demonio no queda muy bien
—Demian Black.
—Está bien—asiento ante su comentario tan específico. Parece que hubiera esperado el momento para decirlo.
—Vamos, arranca.
Salgo de mi ensoñación y acelero. Demian es muy exigente, es prepotente y parece leerme como un libro abierto, no se que tan conveniente sea para mi su personalidad pero en fin la mayoría de veces tiendo a seguir la corriente, así que una personalidad centrada y decidida me ayudará. Entonces recuerdo que no sé nada de Tim desde ayer, debe estar enojado, quizá debería llamarlo. Ni siquiera sé si hoy aparecerá en la revista.
Al ver que el tráfico empieza a empeorar me alarmo, muevo el volante de una lado al otro intentando adelantar carros por la autopista, pienso tomar un pequeño atajo para evitar todos esos autos.
—¡Oye, estás loca! Conduce con cuidado, si mueres no podré cumplir con mi misión y será mucho peor para ti que para mi. —El demonio a mi lado se ve estresado, sus cabellos están muy desordenado y mantiene su mano fuertemente al cinturón como si este no fuera suficiente.
Vaya, vaya, el demonio a mi lado no es tan valiente como creía, parece tener miedo.
—Hago esto todo el tiempo.
—Sí creías que eso iba a tranquilizarme estás equivocada.
Doy un giro brusco hacia la derecha para proseguir con mi atajo y esto hace que él se sacuda chocando con la ventana del copiloto.
—¡Oye, mi cabeza!
Ignoro sus llamados constantes de alerta y me centro en seguir mi camino, giro a la izquierda. Me siento como en rápidos y furiosos, sonrío ante la divertida ilusión.
—¡Acabas de pasarte el semáforo en rojo!¡Estás loca, demente y todos los sinónimos que encuentres!
Ups, tiene razón. En fin, como dicen el que tenga miedo a morir que no nazca. Volteo a verlo y solo sonrío.
—No me sonrías, mira al frente.
Quiero reírme a gusto pero no puedo, temo que Demian se le ocurra saltar del auto si llega a verme hacer eso, de hecho ahora mismo parece que va a arrancar el cinturón pues lo sostiene con una fuerza sobrehumana.
Logro llegar a las 8 en punto a la revista lo que significa que es un nuevo récord para mí, camino con entusiasmo hacia la entrada, esa pequeña carrera hacia el trabajo me ha relajado ya que cuando conduzco es cuando más liberada me siento.
A mi lado Demian finge que va a vomitar mientras se agarra el estómago. Yo solo lo ignoro y sigo mi camino, es un exagerado completo, no pensé conocer a nadie así.
Mi sonrisa se borra cuando por poco y choco con mi jefa, trago saliva, de repente siento que voy a desmayarme. Ella me escanea al darse cuenta de mi presencia, hace un gesto de desaprobación mientras bajas su lentes oscuros para verme mejor. Entonces Demian llega a mi lado y le mantiene la mirada a mi jefa, una mirada desafiante. Mis ojos se abren al ver que está siendo demasiado imprudente.
—¿Por qué no entras?—se dirige a mi sin quitar la mirada de ella—. Entra—susurra y me agarra del brazo prácticamente empujandome hacia la entrada. Todo esto ocurriendo ante la atenta mirada de Ginebra.
—¿Qué haces? Es mi jefa, por dios, ella me va a echar lo sé.
—¿Por qué le tienes miedo? Ustedes los humanos son tan estúpidos a veces.
—Porque es mi jefa, tu no entiendes esto de las posiciones pero así es, ella me da órdenes y yo las sigo.
—¿Y solo por eso ella tiene derecho a hacerte sentir menos?
Me quedo pensando que contestar a su pregunta cuando alguien carraspea detrá de nosotros. Es Ginebra.
—Debo hablar contigo ahora mismo, te espero en mi oficina.
Palidezco ante su comentario y solo la sigo, Demian planea ir conmigo pero lo detengo. Es obvio que me despedirá, está bien lo aceptaré. Puedo conseguir trabajo en otro lugar, me tomará más tiempo de lo esperado o quiza Tim me ayude a entrar a POSES . Tengo ahorros, no hay que de que preocuparse...por dios ¿a quién engaño? Estoy preocupada y bastante.
—Entra y cierra la puerta.
Ginebra deja su gabardina beige sobre su silla y se sienta expectante.
Yo entro con las piernas temblorosas y me siento frente a su escritorio.
—¿Quién era ese chico?—pregunta con las manos entrelazadas en su escritorio.
Me quedo en blanco.
—Mi...este, mi primo—suelto—. Demian Black, ¿muy atractivo, no?
¿Qué acabo de decir? De inmediato cierro la boca por mi tremenda imprudencia.
Ella solo se me queda viendo un par de segundos y se recuesta en la silla algo más relajada.
—Sí, podría decirse. Pero ese no es el punto de esta conversación. ¿Por qué está aquí hoy, Taylor?
—Bueno, es que él...está buscando trabajo...aquí. Cualquier trabajo que le ofrezcas está bien, claro si se puede.
—Bien, hay un puesto de mensajero disponible. Pero con una condición.
—Debes ayudarme con Garret Mcneil.
—¿Qué?
—Sí, como lo escuchaste—se levanta y camina por la oficina. Hoy luce muy elegante con ese pantalón de vestir color caqui y la camisa de mangas largas arremangada—. Soy una mujer práctica, odio los romances pero tengo un ligero capricho con ese hombre. Me empieza a molestar la soledad y creo que él es el indicado
—¿Estás diciéndome que quieres que él se enamore de ti, se vuelva tu pareja y no sé se casen?
Yo siempre me anticipo al futuro e imagino vidas que no tengo pero Ginebra, vaya mis respetos, tal como la canción de Taylor Swift, esto es muy mastermind de su parte.
—En resumen sí, si todo sale como lo planeé. Solo necesito tu ayuda y a cambio tu primo trabajará aquí el tiempo que le plazca.
Asiento pensativa, aún estoy confusa sobre como es su plan.
—¿Por qué necesitas mi ayuda?
Ella es bonita, elegante, cualquier cosa que haga a cualquier hombre le atraería. No comprendo.
—Él ya me rechazo una vez, los detalles me los reservo—suspira y vuelve a sentarse—. Esta vez te tengo a ti.
Su mirada me asusta, en serio parece haber pensado en todo pero sigo sin comprender mi participación en todo esto.
—Me llegaron rumores de que conoces al asistente de Vance Mcneil primo de Garret, estoy segura que él tiene información muy jugosa que me servirá.
—Bueno, en realidad solo hablé con él una vez.
—Con eso basta querida, hay mucho tema de conversación después de todo...eres la asistente de la bruja, ¿no?
Trago saliva. ¿Qué carajos?
—Ya sé cómo me llaman, no te asustes. En fin quiero que hagas esto, habla con él no me importa si usas como excusa la revista pero encuentra la información
Asiento repetidas veces, sigo aturdida por su petición.
—Eso es todo. Tu primo empezará a partir de hoy.
—Está bien.
Ella no me ha dejado opción de negarme, y yo no suelo decir no a las personas así que la situación llevó a que me involucrará en un problema amoroso que ni siquiera es mío. Sorprendente.
—Nos vemos después, ten listo todo para la reunión de las 10—dice recogiendo su bolso dispuesta a irse—. Por cierto bonito show el que hiciste anoche—comenta antes de irse.
Palidezco al escuchar su comentario, ella solo ríe y sale dejándome completamente sola.
Cuando vuelvo a la entrada donde se suponía debería estar Demian no lo veo por ningún lado.
—¿Qué carajos, ahora dónde se metió?—espeto mirando el lugar, incluso el sofá de la recepción está vacío. Es posible que...
—¿A quién buscas?
Pego un brinco al escuchar aquella voz conocida.
—N-nadie. No importa.
Tim me da una mirada recelosa, no me cree, es obvio, soy muy mala mintiendo y más si es a personas que me conocen muy bien. Entrelazo mis manos nerviosas detrás de mí espalda esperando a que él diga algo más, al ver que ninguno de los dos piensa dar el primer paso suelto un suspiro.
—Oye, yo quería...
—Déjalo así. Lo de ayer ya no tiene importancia.
Yo solo asiento y bajo la mirada. Sé que no quiere discutir sobre esto.
—De todas maneras debí decírtelo, es solo que no sabía que lo anunciarían ayer.
—Está bien, lo supuse.
Ahora que hemos roto la tensión observo que tiene una caja en sus manos, está empacando sus cosas.
—¿Te vas ya?
—Eh...sí, Vance me dijo que empezará cuánto antes—murmura y mira hacia la caja—. En realidad no son muchas cosas ya que todos los materiales me los darán allá—Sonríe y mira hacia todos lados menos a mi—¿No estás molesta por esto, verdad?
Tiene una mirada suplicante en su rostro, para ser una persona poco expresiva puedo ver en sus ojos que de alguna manera se siente culpable con su decisión
—No, claro que no. Soy tu amiga y te voy a apoyar siempre.
Doy unos cuántos pasos para acercarme más y poner mi mano en su hombro.
—¿Estarás bien sin mi?
—Por supuesto, sé defenderme muy bien. Recuerdas que sé karate.
—Solo fuiste a cinco clases, Tay.
Ambos reímos ante el recuerdo de cuando en la secundaria decidimos ir a esas clases para al final terminar abandonando.
—Estaré bien—prometo—. Pero te extrañaré demasiado.
Extiendo mis brazos y agrandó mi sonrisa dándole a entender que merecemos un abrazo. Pone su típica cara de no querer pero aún así deja la caja en el piso y me abraza.
—Buen chico—susurro.
—Esto es patético. ¿Sabes que no me iré a otra ciudad, cierto?
El abrazo es corto, en cuánto dice esto me separa de él.
—Lo sé, pero no será lo mismo...
—Dijiste que estarías bien
—Lo estaré claro, pero te extrañare. Además ahora seremos competencia.
—Nunca podrías competir conmigo.
—¡Oye!
Le doy un golpe al señor perfecto que siempre me ha ganado en cada juego que hemos intentado. Es un engreído. Volvemos a reír y de repente se pone serio.
—Debo irme.
Mi amigo sale del lugar y se dirige a un auto negro que ya lo espera. Debe ser una especie de bienvenida. Vaya cada vez el trato es mejor en la competencia.
Me voy a hacer mis obligaciones ignorando el hecho de que Demian está suelto por toda la empresa. Paso alrededor de 2 horas organizando la dichosa reunión de Ginebra con la junta directiva, los ejecutivos y en otras palabras los dueños de esta millonaria revista. En todo este tiempo no logro encontrar a Demian, lo que me preocupa mucho.
Ginebra llega a tiempo a la reunión y me indica que no es necesario que entre, lo que significa que lo hablado allí es de suma confidencialidad. Con los nervios de punta por culpa de mi amigo el demonio me dirijo hacia recursos humanos donde por lo menos me dirán si Demian tomo el trabajo de mensajero.
—Claro, lo enviamos hace rato a recoger unos materiales para la sesión fotográfica de la tarde.
—Está bien, gracias.
Este demonio resultó ser más productivo de lo que creí. Desisto de buscarlo y temino por continuar con mi trabajo, debo hacerme cargo de los preparativos de la sesión. El ambiente en el lugar está agitado hoy, gracias al nuevo lanzamiento de POSES hemos perdido compradores y por lo tanto ganancias. Además ahora sin nuestro diseñador estrella los socios están siendo insoportables con el tema de vender la revista. Suspiro agotada, Ginebra me ha enviado con el equipo de edición para asegurarme que la edición de mañana salga en buen estado.
Estoy en una silla a un lado del editor en jefe supervisando los últimos detalles cuando alguien me golpea por la espalda haciendo que mi silla se desplace unos centímetros.
—¡Oye, fíjate!
Siento su mirada en mí nuca, por supuesto, mi fiel amigo el demonio. No le gusta para nada mi tono de voz así que me lo hace saber con su movimiento de cejas.
—Discúlpame un momento.
Voy hacia Demian que lleva una caja en sus manos.
—No me mires así. Te busque todo el día, ¿dónde diablos estuviste?
—Trabajando, duh, tú me conseguiste este trabajo, ¿recuerdas?
Tiene mucha razón pero no contaba con que se lo tomará en serio y más aún sabiendo que esto es cosa de humanos.
—¿Qué no odiabas todo estás cosas de humanos y lo patéticos que somos?—indicó recordando su comportamiento esta mañana ante mi miedo completamente racional por mi jefa.
—Lo hago porque me gusta, al contrario de ti.
Abro los ojos al escucharlo, por supuesto que me gusta mi trabajo...yo lo amo, ¿acaso no se nota?
—En fin, necesito hablar contigo.
—¿De qué?
—Necesitamos firmar un contrato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro