GEA POV
Pocas cosas son importantes para un lobo solitario.
Cuando estas fuera de casa, en un lugar olvidado de la mano de Dios y con tantos buitres esperando a que te descuides para casarte y devorarte, aprendes a desprenderte de muchas cosas y aferrarte desesperadamente a la vida o la importancia de una familia.
El capitán Devgan siempre repetía que no existe nada más importante que la vida, después la familia y por último tu patria.
Y que todo junto era un solo conjunto.
El valor de la vida, que se jugaba en cada misión; por cada bala que disparabamos o cada infiltración. La vida es la felicidad de la familia, no hay nada mejor que permanecer con vida para que un ser amado pueda sonreír, y la seguridad de tu patria, ellos te prefieren vivo, entonces tu vida tiene un valor.
Aparco el auto enfrente del edificio abandonado, justo donde pensé que tendrían al traidor. Suspiro y tuerso una sonrisa, Jorge no puede ser mas predecible.
Custodiando el lugar los hombres de Jorge se encuentra repartidos en la puerta y sobre el techo. Logro reconocer a Owen y Oyola, ambos se mantienen de extremo a extremo en la entrada. Me bajo del coche y camino hacia ellos sin ninguna intención de detenerme, Owen y Oyola me saludan con un asentimiento de cabeza dejándome pasar.
Ya dentro, el olor a humedad invade mis fosas nasales. Todo esta oscuro, lleno de polvo pero no esta vacío en casa espacio se encuentran cajas, amontonadas uno encima de la otro. Avanzo por el camino dando largos pasos, sin hacer ruido hasta que el ruido de golpes es hace cada vez intenso. La ansiedad recorre mi cuerpo, deseo observar con mis propios ojos a la persona que provocó la explosión.
—¡Contesta bastardo! —grita Kei, furioso. Me detengo. Este me está dando la espalda tapándome la vista del individuo.— ¡¿para quién trabajas? ¡¿tienes algún complice?! —pregunta y vuelve a propinarle otro golpe en la cara.
Él chico escupe sangre echándose la encima. Kei retrocede.
El ruido por el contacto es seco y hace eco por el lugar. Aún así, mada sale de la boca del torturado. Sinceramente me parece una gran perdida de tiempo y energía aplicar la vieja técnica de golpes para hacer hablar a un soplón, sin embargo no puedo cuestionar a Kei, pero yo lo haría hablar en menos de un minuto y sin gastar tantas palabras.
—Un chico difícil, ¿eh? —comento en coreano. Kei se gira y me mira, después se encoje de hombros en respuesta.
—¿Qué...? —se interrumpe. Traga saliva. Le sonrío inocente, mostrándole los diente. Kei endurece su expresión.—E tenido peores —vocifera arrastrándo las palabras. Me acerco a ellos.
El hombre sentado nos mira asustado. Su mirada pasa de mi hasta Kei pero rápidamente regresa a mi, su pecho empieza a subir y a bajar desenfrenado. Lo miro con desinterés y tuerzo una sonrisa.
—Te has estado divirtiendo mucho últimamente —comento llamando su atención, este salta de su asiento y me mira, abriendo mucho los ojos.—Es una pena que hasta aquí te haya llegado la llegado la diversión. ¿Por qué no eres bueno y nos dices para quién estas trabajando?.
No contesta. En cambio, pasa saliva. Me inclino hacia él quedando frente a frente, el hombre parece tan asustado, como si hubiera vista un fantasma.
—Te han entrenado muy bien —le digo sin deja de sonreír.—¿pero sabes qué? Hablaras —dejo de sonreír.— ¿cual es el nombre del... traidor?—preguntó.
—Marc Abud —me responde Kei.
Le muestro mis dientes y pongo mis manos en el esplendor de la silla. El traidor da un brinco asustado y mira a mis manos viéndolas con terror.
—Vamos a iniciar... traidor—digo dejando de y aplico un poco de fuerza, empujó la silla hacia atrás.
El hombre grita y se agita callendo de espaldas. El eco del estrépito llega a mis oídos. Los dos guardas espaldas que acompañan a Kei se remueven inquietos. Lo rodeo tratando de jugar un poco con él, mientras me deshago de la chaqueta y se la entrego a uno de los hombres de Kei.
—Se me ocurren tantas maneras de hacerte hablar... mi cabeza —digo señalandola y continuo.—no deja de darme ideas. Me encantaría verte sufrir, retorcerte entre mis manos pero... seré benévolo y no te tocaré, a ti. ¿Familia? —le pregunto a Kei.
Los ojos se le abren (aún más) y empieza a transpirar.
En lo personal involucrar a los familiares de mis enemigos nunca había sido una idea tan tentadora como ahora. Si, es un acto ruín y déspota, pero ante actos salvajes medidas salvajes.
—Madre e hija —responde éste de inmediato, pero sus voz suena dudosa.
—¡No, no por favor! Ellas no... ellas no —pide y tose, rompiendo en llanto.—a mi, a mi mátenme pero... ellas no —solloza.
—¡HABLA! —le ordeno.
El chico duda. En una rápida maniobra me agacho y golpeo su cachete, llamando su atención.
—Dirección —presiono. Este pez no lo voy a dejar escapar.
—Avenida...
—¡Jeremías Dead! ¡Jeremías Dead! ¡No le hagan nada a mi madre y a mi hija por favor! —grito a todo pulmón. Se creo un silencio. Nuestras miradas no dejaron de mirarse.—Jeremías Dead... él me contacto y amenazó en matarlas si no hacia lo que él me ordenaba.
—¿Desde cuando estas trabajando para ese tal Jeremías? —le pregunta Kei.
El hombre pasa saliva. Suspiro impaciente, palmée su cachete con un poco menos de fuerza, obtengo su atención.
—De-desde... hace ocho meses —contesta nervioso. Vaya... —¿qué me van hacer?.
Aparto mi mano de su rostro y lo miro con asco. Por mi, te matara ahora mismo. Calló. Me levanto y agarro el saco que me entrega uno de los hombres, camino en busca de la salida.
—Un poco de rudeza no te haría nada mal —le aconsejo deteniéndome, palmo su espalda y camino lejos de ellos.—te espero en el auto.
Jeremías Dead
Jeremías Dead
Jeremías Dead...
Voy a encontrarte.
Esperé pasientemente a escuchar algun disparo pero nada salio de la bodega. Al parecer Lennox sigue siendo muy aburrido.
Kei me alcanza afuera.
—¿Por qué estas aquí? ¿quién te reveló la ubicación de ésta bodega?.
Alzo una ceja lentamente.
—¿No es obvio del por qué me encuentro aquí? Y con respecto a lo segundo, tengo mis mañas. Lennox puede ser muy predecible a veces —me encojo de hombros.—ahora, ¿por qué no escuché ninguna detonación?.
—Lennox nos ordenó tenerlo con vida. Al parecer se van a volver a comunicar con él, créemos que es para rendir cuentas sobre el trabajo...
—O para que se encuentren —añado. Le doy una última mirada al edificio y me subo al coche.
—¿A dónde vas? —pregunta Kei, recargandose en la ventanilla.
—Hacer el trabajo difícil —contesto, hago un gesto de despido con la mano, enciendo el coche y salgo del terreno.
Cuando estoy lejos enciendo la radio a todo volumen, una extraña música esta sonando pero como es lo suficiente ruidosa la dejo. Agarro mi teléfono, los auriculares y los conecto.
—Señor —escuchó. Pero la señal no es muy buena.—el transmisor funciona.
Sonrío.
Vaya, Kei es interesante.
Anie 'pov
¿Por qué todas las cosas malas le tienen que suceder a la gente buena?
Richie no se merece lo que está viviendo, ni él ni su familia.
Verlo de ese modo, tan vulnerable y postrado en una cama con cientos de aparatos conectados a su cuerpo y las cicatrices me han hecho doler el pecho. Un dolor tan profundo como desgarrador.
Desde la primera vez que me invitó al club de box no me había permitido faltar ni un día a su entrenamiento. El entrenaba, y yo lo admiraba, y de paso realizaba tareas. Esa tarde no era la excepción, como no había querido llegar a casa nos fuimos directo al club, entonces éste empezó su rutina con el entrenador, ambos estaban super concentrados en lo que estaban haciendo y lo hacian tan bien que empezaron a llamar la atención de los demás boxeadores, pero incluso continuo después que la rutina se acabara y todos se hubieran ido, dejándonos solos.
Pero a mi no me importaba, yo me sentía segura estando con él y verlo entrenar era realmente una fascinación. Cada día más nos íbamos uniendo el uno con el otro, íbamos descubriendo lo que nos gustaba o lo que no. Nos había hecho más íntimos.
—¿Tardarás mucho? —le preguntó entregándole la toalla. Richie suspira y me sonríe, agarra la toalla, hunde su rostro en ella hasta secó su cuello, después me la entrega.
—Gracias. Aún me falta media hora —me comenta. Su respiración es un poco costosa, pero después de dos horas de pegarle a la bolsa cualquiera estaría fatigado.
—Vale...
—Pero si estas aburrida nos podemos ir ya —propone rápidamente y su mirada se desplaza por el lugar. Creo que por fin se dio cuenta que estamos solos, ni Freddy se quedó esta vez.
Su mirada regresa a mi, le sonrío y niego, arrugando la nariz.
—No, tu continua ¿vale?. Me avisas cuando termines, ¿okay?.
—Ujum.
Me alejé de él, pero sabía que me estaba mirando. Podía sentir su mirada sobre mi, es más, cuando llegué a la banca y me senté, nuestras miradas se conectaron. Ambos nos sonreímos. Desde donde estaba podía ver mejor su perfil, su piel bronceada había adquirido un tono rojizo, también tenía más musculatura y tanto su rostro como cuello y torso estaban bañados de sudor.
Richie es hermoso y la forma tan responsable en que asume todos sus retos es sencillamente admirable. Éste volvio a lo que estaba haciendo dándome una vista mucho más hermosa de él.
Si ese día me hubieran dicho que sucedería esta trajedia, seguramente me hubiera puesto paranóica, pero ¿quién estaría preparado para semejante golpe?.
Las horas pasan demasiado lentas a mi parecer, la desesperación me está matando lentamente. Estoy impaciente por ver nuevamente a Richie. Desde que salió de cirugía los doctores no nos han dado noticias sobre su estado de salud y tampoco hemos podido verlo.
Sé que esta bien, algo en mi corazón se agita cada que pienso en él, pero el sentimiento de ahogo en mi pecho no me deja estar del todo tranquila. Verlo conectado a tantos de aparatos, tan tranquilo pero a la vez adolorido es perturbador y doloroso de recordar, pero ¿quién puede impedir que tu mente recuerde solo lo malo de esta situación?.
De solo imaginar perderlo el pecho empieza a doler y el sentimiento de ahogo aprime mi pecho.
Como es de irónica la vida cuando se tiene a la persona amada cerca no somos capaces de reconocer que es amor y apenas ésta cae en desgracia o estamos a punto de perderla sufrimos porque tal vez sea la última vez que las veremos.
¿Qué me esta pasando? ¿por qué siento que me falta el aire? No es un sentimiento nuevo, pero extrañamente es parecido a la descripción que una vez me dio Potrick ¿es posible que esto sea amor? ¿amor verdadero?.
Pero, ¿qué es el amor?.
—Amor... ¿qué es? —susurro para mi.
—¿Qué? ¿dijiste algo? —me pregunta Mora muy bajito, alcanzó a escucharme.
Alzo la mirada y la miro. Dos grandes ojos de iris verdozos chillon me observa espectantes, y a la vez, curiosa.
—Creo que amo Richie, Mora —mi amiga se ve sorprendida.—no sé cuándo pasó o por qué, pero amo a Richie y él... él tiene que estar bien,¿me entiendes? tiene que estar bien —repito sin poder ocultar las lágrimas. Mora hace un puchero y envuelve sus brazos sobre mis hombros, descanso mi cabeza en su hombro y sollozo.— él tiene que estar bien.
—Anie, amiga, no sabes la felicidad tan grande que siento al oírte decir esas palabras. Tu más que nadie mereces ser feliz, amar y ser amada, estoy tan contenta por ti —me consuela Mora y su voz se quiebra.
De las dos, Mora es mucho más madura, de carácter fuerte y resistente. En todos estos años de conocernos jamás habia visto a mi amiga flaquear al momento de hablar, por eso me sorprendio escucharla. Sin embargo, lo dejó pasar y disfruto de sus consuelos.
El pequeño pasillo estaba muy silencioso aunque los pasos del padre de Richie es lo único que rompe el silencio. Al cabo de un tiempo las puertas del ascensor se abrieron revelando a una mujer muy linda, elegante y refinada. Ésta mantiene la vista enfrente, se acercaba al señor Jorge, lo abraza y le da un casto beso en los labios por lo que me hace suponer que es la madrastra de Richie.
La mujer es castaña, alta, de contextura delgada, ojos café oscuros y un poco grandes, su ropa está sucia y viene escoltada por tres hombres más. Le susurra algo al oído a su marido que es confirmado por los escoltas. El señor Jorge les da unas especie de orden y se retiran no sin antes darnos una mirada confusa a nosotras.
—Anie voy por algo de café, ¿quieres uno? —me pregunta Mora, llamando mi atención. Niego en respuesta y me aparto de ella. Mora de levanta y estira suspirando en el proceso. La madrastra de Richie abandona el lugar. Le sonrío a Mora y niego.
—No gracias, pero buen provecho. Aunque ¿podés ir por favor a saber el estado de Potrick y después me dices cómo lo encontraste? —le pregunto, Mora asiente con la cabeza, me sonríe ampliamente y rápidamente se retira.
Suspiro viendo a mi amiga marcharse, me acomodo en el asiento mientras cierro los ojos recordando todos los momento que viví con Richie. Cada palabra, mirada, sonrisa y beso que hemos compartido y los que nos faltan por vivir.
De solo pensar perderlo...
Cuando todo esto pasé no desperdiciaré ni un solo momento a su lado, viviré mi amor por él tan intensamente que sentiremos que pasaron años cuando en realidad fueron solo segundos.
—Tu eres Anie, ¿verdad? — mis pensamientos fueron interrumpidos por una dulce voz.
Abro mis ojos desorientada, pestañeo tratándo de ubicarme, levantó mi vista y mi mirada recae en un ángelical rostro. La chica de ojos azules y rubia, de rasgos finos y de un muy pronunciado cuerpo me observa intensamente. Sus ojos reflejan una profunda aflicción. Un aire frío recorre toda mi columna vertebral.
Me pregunto... ¿qué es lo que la une a Richie?.
Asiento en respuesta recordando que una persona estaba esperando mi respuesta.
—¿Puedo sentarme? —me pregunta.
—Si —le respondo mientras me acomodó para darle espacio.
—Gracias —se sienta y suspira pesado. La incomodidad. —¿puedo preguntar... desde cuándo conoces a Richie?.
Su pregunta me desconcierta un poco y me ponen a pensar sobre la respuesta. Richie y yo no llevamos realmente mucho de conocernos, entonce... ¿cómo puedo decir que estoy enamorada de él cuándo apenas y lo conozco? ¿el tiempo juega mucho para que una persona esté realmente enamorada de otro?.
—Hace poco más de...¿tres meses?—respondo confundida. Arrastrando las palabras, tratando de aclarar mis ideas y mitigar las preguntas.
La joven asiente derramando algunas lágrimas en el proceso.
Frunzo el ceño viendola y una sensación amarga se instala en la boca del estómago.
—¿Y tu eres...? —le pregunto de vuelta, curiosa por su respuesta.
—Soy Carolina, Carolina Gravier —se presenta.—¿tu?.
—Anie Thomas —me presento.—¿tu qué...? Perdona que sea tan directa pero, ¿tu qué eres de Richie?.
Carolina suspira frustrada apretando el puño en la pequeña falda mientras frunce en ceño, pensativa.
—Soy...—se queda en silencio, suspira y continua.— bueno era su prometida —susurró al fin después de un largo silencio.
La miro sorprendida. ¿Erá su prometida? ¿Erá?.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ¡ Estoy hablando con la prometida de Richie!. Quiero gritar y también que la tierra se abra y me trague.
Abro mi boca dispuesta a hablar, pero pareciera que las palabras no quieren abandonar mi garganta.
—Yo... —balbuceo incómoda. Carolina vuelca su mirada al frente, pasea la mirada por el lugar hasta detenerla en la puerta de la habitación de Richie. Mi corazón empieza a doler y siento mis labios resecos.
—Tranquila, no tienes que explicarme nada —me interrumpe tratando de sonar neutra, pero a punto de romper en llanto.— al menos ya sé quien es la chica de la que mi Rich está enamorado —la rubia se coloca ambas manos en su vientre y reprime un sollozo. Sus declaraciones me sorprenden y toman por sorpresa.
Sin esperar una respuesta de mi parte, Carolina se levanta y une al padre de Richie que al verla le dedicó una rápida mirada y una fugaz sonrisa antes de extender sus manos y abrazarla, la rubia se deja consolar llorando.
Aparto la mirada sintiendome culpable, me acomodo sentándome derecha en la silla y muerdo mi labio, ¿Eso quiere decir que Richie esta soltero? ¿por qué me siento en paz? Y lo más probable es que sea yo la culpable de esto, osea que esto me convierte en una quita novios.
En todo lo que alguna vez confíe.
No, no, es mejor dejar aún lado esos pensamientos y centrarme en Richie.
Mora se une a mí media hora después de mi encuentro con Carolina. No le comenté nada de lo que habia pasado pese a que me preguntó por Carolina.
—Es una amiga de la familia —le respondí.—mejor cuéntame, ¿cómo encontraste a Potrick? —le pregunto, tratando de desviar el tema de conversación. Mora frunce el ceño.
—Potrick se encontra de maravilla solo fueron dos puntos —responde viendome inquisitivamente.
No quiso entrar en detalle pero lo que si me contó fue que mi amigo lloró y pataleo cuándo lo iban a curar pero como Lia estaba con él lo curaron a regañadientes y solo si le ponían anestesia.
Vuelvo a levantarme e ignorando el dolor en la espalda, camino de un lado a otro. Aun Carolina no se va y para mí era realmente incómodo estar en el mismo lugar con ella pero tampoco podia echarla ¿con qué derecho iba hecharla?. Suspiro frustrada.
Hemos cruzado miradas de vez en cuándo pero siempre soy yo quién la apartó. El rechinar de la puerta me despistó de mis divagües, el doctor que atiende a Richie sale de la habitación. Suspira, desplaza la mirada por cada uno de nosotros que nos mantenemos espectantes a lo que va a decir.
Mi móvil suena pero lo ignoro.
—¿Doctor? ¿cómo se encuentra mi hijo? ¿ya puedo verlo?.
Mi corazón empezó a palpitar con fuerza y me muerdo el labio conteniendo la impaciencia. El doctor le lanza una mirada indecifrable bajo sus ojos cansados.
—Les sere franco —dice.— Por el momento se encuentra estable. Estamos esperando a que su cuerpo descanse antes de proceder con la otra cirujia, esta es menos compleja que la anterior pero debido a la gravedad de sus heridas es importante hacerla —expulsa el aire.— Lo que si necesitamos y con carácter urgente es un donante de sangre...
—¡Nosotros somos del mismo tipo de sangre! ¿ese podría servir? —exclama Carolina.
Todas las miradas se centran en la rubia, incluso la mia. Nuestras miradas se encuentran, pero rápidamente Carolina la aparta regresando su mirada al doctor.
Un sentimiento amargo invade mi pecho. Jamás habia sentido tanta incomodida como lo es oírla hablar; saber que ella puede ayudar a Richie mientras yo solo puedo esperar a que mejore, que van a compartir algo tan sagrado como la sangre. A mi izquierda escucho a Mora murmurar y alejarse pero mi atención estaba en frente de mi. Carolina y el doctor habian desaparecido despues de que ésta habló, el señor Jorge tampoco se movió de donde estaba y mi incomodidad aumentaba conforme pasaban los minutos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro