Capítulo 14
ANIE 'POV
Mi mente está confundida y alterada, de tan solo imaginarme por todo lo que debió haber pasado Richie en su corta vida causa que me invada unas tremendas ganas de vomitar.
Un secuestro.
El infierno por el que pasó, el asesinato de su madre, el nuevo casamiento de su padre y el asedio publico. Todo aquello debió ser traumático, soportar tantos golpes a la vez y sin poder repararse de uno como para soportar otro.
De cierta manera lo entiendo, perder a un ser amado es muy difícil. Es como si te quitaran media vida más si se vive lo que él tuvo que vivir.
Justo en esas situaciones es cuando extrañas cada momento vivido con esa persona, y lo peor de todo es que hay veces en el que debes ocultar el dolor y ser fuerte para no derrumbarse y dejar que el dolor te consuma por completo.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando sentí unos ligeros golpes en mi puerta frunzo levemente el ceño apartando el portátil.
—¿Quién? —pregunto extrañada.
—Yo hija ya me voy —me informa mi madre.
—Que te vaya bonito —digo sin poder ocultar mi fastidio.
—Okay cariño, cuídate —susurra mi madre detrás de la puerta.
La escuchí alejarse, bajar las escaleras y salir de casa. También escuchó el motor de su carro y después, nada. Me había dejado sola. Resopló y decido que es mejor no pensar en como sentirme, descanso la cabeza sobre la almohada.
Todo a quedado tan nítido en mi cabeza que no dudaria en asegurar que Richie es capaz de soportar nuevamente un secuestro, el nuevo casamiento de su padre, las especulaciones de las personas ajenas a él, pero la muerte de su madre no, aquello destruiría a cualquiera, ya que una madre es irremplazable y en las condiciones en las cuales ocurrieron los hechos, sólo me quedan más preguntas ¿cómo murió? ¿Richie estaría presente cuando ella murió? ¿se despidió de ella?.
Mis ojos se centraron en las dos personas que aparecen en la pantalla. Madre e hijo abrazados, se veían tan felices, unidos.
En otra aparecen otras dos personas al final de la fotografía pude ver sus nombres en letra pequeña Jorge Wasley y Peter Casasblancas 1997.
El primer hombre era un poco más bajito que el segundo, de pelo negro, ojos azules celestes, piel blanca como una porcelana de contextura gruesa y musculoso muy parecido a Richie solo que mas adulto y con traje. Al de al lado era aún más guapo, su piel era algo pálida, cabello completamente negros, de nariz fileña, jugando con el contorno de su cuadrada mandíbula y sus labios eran pequeños. Sin embargo, lo que más resaltaban eran sus ojos, escondidos bajo gruesas y largas pestañas pero resaltaban a causa de su iris, tan colorida pero oscura, como vacía dejan en claro que no se podía confiara en él.
De entrada el tipo era de aquellos que eran un demonio disfrazados de angeles.
Esa mirada me causó escalofríos así que decidí apagar el portátil. No quiero tener esa mirada mucho tiempo vagando en mi memoria.
Con pereza me levanto de la cama y voy hacia el closed, rebusco entre mis ropas hasta que encuentro unos shorts de flores y una camisilla negra, las coloco en la cama y entro al baño. Quince minutos despues salgo del baño envuelta en una toalla, esparso crema hidratante sobre mi cuerpo y me visto. Al encender mi móvil me fijó que tengo tres llamadas perdidas de mi padre empiezó a marcarle mientras salgo del cuarto. Sonó una vez, bajo las escaleras, dos vecez, cruzando la sala para llegara a la cocina, sonó tres veces y nada nadie contesta.
—¡Perfecto! una me abandona a mis suerte y el otro ni me contesta. ¡Que linda familia tengo! —murmuro refunfuñando para mi. Colocó mi móvil en el mesón. Me sirvo un vaso de jugo de naranja.
Salgo de la cocina, me dirijo a la sala prendo el televisor, me hecho en el sillón pero en realidad ni siquiera estoy mirando lo que estan pasando.
Quién diria que un adolescente tuviera tantos problemas, cierro un poco mis ojos sin pensar en nada ni nadien.
No sé por cuanto tiempo me quede en esa posicion hasta que siento que tocan la puerta, frunzo el ceño sintiendo una pequeña molestia en mi nunca. Cada que mi padre duerma aquí se levanta con el mismo malestar. La próxima vez lo invitaré a mi habitación, creo que la silla de mi tocador es más comoda.
—¡Voy! —aviso.
Me levantó pesadamente y abro la puerta, me paralizo al ver a Richie en frente de mi. Este parpadea.
No puedo creer lo extremada guapo que se a puesto en tan poco tiempo. Verlo fue como traer a mi el recuerdo del beso que nos dimos, fue un momento tan lindo como desgarrador y doloroso, aunque también confuso. Pero sin duda placentero
—Perdona la tardanza. Pero los autos definitivamente son una porqueria —se disculpa Richie conteniendo su rostros. Niego en forma de respuesta sintiendo mi cara estallar de lo acalorada que me siento.
—N-no importa —finjo un bostezo para disimular mis nervios y lo dejo pasar. Antes de cerrar la puerta, notó las camionetas fuera de casa y los hombres esparcirse alrededor de mi casa. Cierro la puerta cuando mi mirada se cruza con uno de ellos.— Voy por mi compu —digo y sin espera su contestación salgo corriendo directo a la escalera, al entrar a mi cuarto tomo mi portatil y bajo a la sala encontrándome con Richie observando mis fotos familiares.
—Ese es mi hermano —le informo y dejo la computadora en la mesa de estar.
—Se parece mucho a ti —me dice dejando la fotografía donde estaba.
—No es cierto —niego divertida.— yo me parezco a mamá, él que es quién se parece a papá —rio.— que mal observador eres.
—Ah... —murmuró Richie y me acompañándome en el suelo, disimuladamente pasa su brazo derecho en el muebles.
Suspiro.
—Bueno pues ya solo falta algunas páginas y acabamos —le informo sin mirarlo lo más tranquila que puedo aparentar.
Richie no vuelve a hablar y le agradezco ya que si el habla seguramente le terminaria preguntando por su secuestro. Mi mal hábito de morderme el labio empieza a aparecer, esto me ocurre siempre que quiero preguntar algo pero no me atrevo.
Aunque debo de confesar que me intriga muchísimo la vida de este hombre y como no puedo confiar mucho en la prensa porque vamos, la prensa no es Dios para saberlo todo, son solo especulaciones de gente que busca ganar dinero sin importar el dolor ajeno, yo quiero enterarme de una fuente confiable y quien más que el que vivió en carne propia la historia pero tampoco quiero herirlo, más de lo que está. Debo ser precavida al hablar o al menos intentarlo.
—¿Qué te pasa? —mis pensamiento fueron interrumpidos cuando la fuerte voz de Richie resuena por toda la estancia. Doy un saltito y lo miro, pero me arrepiento al verlo tan cerquita de mi, tan cerquita que si.
Me alejo y le sonrío.
—¡¿Eh?! —me aparto rápidamente, no quiero caer en tentación. No con él, no con... frunzo el ceño. Richie esta prohibido.
Lo veo tambien fruncir el ceño.
—¿Qué si te pasa algo?—vuelve a preguntar.— te has mordido el labio desde que estoy aquí —eleva una de sus cejas.— ¿En qué estas pensando?.
—¿Yo ? —balbuceo, pero mas bien me sale como una pregunta. Muerdo nuevamente mi labio.— eh... eh, nada, nada —niego y le sonrío.— Es que yo me preguntaba sobre tu... tu... tu niñez.
Casi al instante Richie se tensa, mientras yo me doy golpes mentales ante mi estupidez. ¿Por qué no puedo mantener la boquita cálladita?. Hago un puchero. Pero necesito saber, muero de la curiosidad y sé que si él no me lo dice es probable que mi curiosidad aumenta más y más y más y créanme cuando les digo que ustedes no me conocen cuando soy realmente una gatita curiosas.
—¿No has buscado por internet?—me pregunta aunque a mi parecer eso suena a una advertencia que de una simple pregunta. Niego. No sé porque le e mentido pero algo me dice que debia hacerlo.
Pero, ¿por qué él me habrá preguntado aquello?.
Cuando habla, estoy preparada para saciarme mi curiosidad.
Richie 'pov
No quiero hablar sobre mi tormentoso pasado, aún me duele un poco todo lo que viví en esa época aunque últimamente no lo e tenido muy presente.
Tampoco quiero que se enteré por todo lo que e tenido que padecer. Es doloroso recordar mis alcances por anhelar la libertad, por desear paz. Tanto así que interpuse la vida de mi madre por sobre la mia.
Yo la asesine, sé que fui yo pero sigo sintiendo la necesidad de culpa a otros.
Si tan solo yo hubiese corrido.
Resopló y trato de calmar mis nervios a tal punto que tuve que cerrar mis manos en puño cuando mi cuerpo empezo a temblar.
Sin embargo, siento que debo hacerlo. No me pregunten el motivo ya que ni yo mismo sé la respuesta; simplemente siento la necesidad de que ella se entere de lo que paso... aunque después no sé si querra verme. Lo más probable es que se espante y aparte de mi lado.
Centro mis ojos en los dulces ojos mieles de Anie, estos me observan con mucha curiosidad plazmados en ellos.
¿Por qué simplemente no me dijo: si Richie he buscado en Internet.?
Para así yo poder responder: entonces quedate con esa información de seguro es mas linda que la verdadera.
Todo hubiera sido más fácil para mi, para ella. Pero no, tenía que ser al revés, tengo miedo ¿cámo reaccionará Anie al saber la verdad?.
Suspiro y me muerdo el labio, lo que estoy apunto de revelar no lo e compratido con nadie.
—No sé como empezó todo, solo yo sé lo que viví... Desde que tengo uso de razón la única persona que me a querido a sido mi madre, pese a que mi padre estuvo siempre para mi, no fue lo mismo —cuando menos lo pensé ya mis labios hablaban por mi, contando con cierta amargura al aceptar la participación inactiva de mi padre.— cualquier hombre te puede decir que su padres es su héroe, pero ese no es mi caso. Mi verdadera heroína es mi madre, ella tuvo el-el valor de casarse con un hombre que no quería aceptando su infidelidad por amor a mi, siendo la esposa perfecta ante el mundo —cuento con profundo dolor, sintiendo como mis ojos empiezan a arder y humedecerse. Tuve que tragar saliva para poder continuar o iba a estallar en lágrimas.— Todos los años desde que tenía cuatro mi madre pasaba a recoger a mi entrenamiento de laccros, como era habitual en ella me llevaba después a comer mi helado favorito. Ese día no fue la ecepcion pero jamás volvimos a casa, no juntos —absorbí la nariz.— A-aun recuerdo el día en que mi padre me presento a Cristín, ese día lo odie y de cierta manera también la odie a ella.
Hice una pausa cuando los recuerdos del día de nuestra secuestro invaden mi mente, haciendo que mis lágrimas se escapen de mis ojos sin permiso alguno y rodaran sobre mis cachetes.
El grito de mi madre desesperada hacen ecos en mis oidos.
<<¡NO...! ¡SUÉLTENLO! ¡RICHIE! >> <<¡RICHIE! >>.
Pongo mis manos sobre mi cabeza donde un contundente puntazo de dolor se hace presente provocando un ligero mareo, sin embargo, esta vez es diferente. Ya no estoy solo, ni siento frío porque los brazos de Anie estan sobre mi al igual que su cuerpo, brindándome el abrazo que mi madre no me pudo dar y que siempre le e negado a mi padre.
—Ya shu... siento hacerte recordar tantas cosas horribles. Soy una horrible persona —Anie me consuela y en su voz puedo escuchar la desesperación pero también notó algo más, algo que me hace recordar la voz de mi madre.— Ya, todo estará bien, shu...
Mis rebeldes lágrimas ahora si salen fluidas, una siguiendo a la otra. Me aferrando a su cintura aceptando con gusto su abrazo, escondo mi rostro en su cuello, cierro los ojos e inhalo el perfume que trae puesto Anie y que tiene impregnado en su piel, entonces como si de un niño se tratase lloriqueo al recordar que este perfume tan peculiar es el mismo que mi madre usaba.
Me debo ver tan patético llorando, y de hecho lo soy. Tras respirar varias veces trato de calmarme pero me fue imposible, pensé que lo ocurrido hace diez años no me afectaba tanto pero me equivoque.
—Richie —me llama Anie separandose un poco de mi pero sin romper el abrazo. Entonces observo atónito sus bellos ojos, ahora inyectados en sangre. La veo morderse nuevamente el labio, dudando.— ¿pu-puedo preguntarte algo más? —me pregunta algo avergonzada.
Apesar de no querer seguir hablando sobre el asunto, asiento temeroso después de un rato de pensarlo, aún faltaba muchas cosas que contarle. La veo dudar, como si se estuviese debatiendo sobre si preguntar o no. Veo que sus pupilas se dilatan y su agarre ya no es tan fuerte como hace unos segundos. Aquella pregunta definirá todo.
—¿Tú-tú vistes a tu madre morir?.
Mi corazón que golpeaba fuerte contra mi pecho se detiende, y entonces, otro recuerdo perturbador invade mi mente.
Otra vez no.
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