XIX
—¡Sofía, ya baja de una buena vez!—abrí los ojos y miré fijamente al techo.
Me fijé en el reloj y marcaba las 6:00AM. Dios, llévame contigo, soy una buena persona.
Me levanté diez minutos después. Más otros cinco minutos que me quedé sentada en la cama sin saber que hacer. Cuando decidí pararme mí madre entró azotando la puerta de mí habitación.
Esperen, ¿Mí madre? ¿Están confundidos no?
Resulta que mamá no duro ni medio día fuera de casa, y decidió volver a la mañana siguiente justo cuando llegaba Beni para ir al registro civil.
Claro, armó un mini escándalo, papá la tranquilizó y ella accedió a intentar vivir los seis, tranquilos y pacíficos.
—¿Qué te hice para que me despiertes de esa forma?—. Lloriqueo mientras me estiraba.
—Deja el melodrama. Baja a desayunar estamos todos esperándote.
Y salió de mí cuarto azotando todo.
¡Dios! Fui al baño y me lave la cara. Parecía un mapache con poca gracia. Salí del baño y me coloque un shorts con una remera básica y una remera holgada arriba, mis zapatillas y lista.
Bajé mis bolsos y los dejé en la entrada.
—Buen día, familia. —dije saludando a cada uno, y si, eso incluía a mí nuevo hermano que traía un shorts y una remera negra. Mis hermanas estaban aún en pijama.
—Buen día. —dijeron a la vez.
—¿Tenés todo, hija? —pregunto papá.
—Si, pa. Tengo todo.
El día del campamento había llegado. Ayer fue un día caótico. Luego de estar paz, agarre mí celular y vi el correo de la institución que decía así:
Estimada familia y estudiante:
Por este medio, se requiere informar que el día martes la institución está afectada por actividades extra áulica, las cuales consisten en un campamento de duración una semana. El campamento será cubierto con las cuotas que lo alumnos abonan a principio de cada mes, y solo deberán aportar quinientos pesos para cubrir los gastos de alimentación y refresco. Los materiales que deberán llevar.
*Carpa
*Cambio de ropa
*Instrumentos de higiene
*Protección solar
Estaba revisando la lista asegurandome de no haberme olvidado nada. Tenía todo a excepción de la carpa, Lau dijo que tenía dos carpas de tres personas por lo que me dijo que nos prestaba una a las chicas y a mí.
—¿Sofi, vamos? —pregunto mí hermano por décima vez
—Si, Beni. Vamos.
Saludé a todos por último vez y salimos con mí hermano. Él era el encargado de llevarme hasta la escuela en donde se supone que salíamos todos.
Éramos dos cursos los que íbamos a ir, aunque no muchos podrían ir ya que la institución aviso tan solo tres días antes, cosa que muchos se quejaron ya que no daba el tiempo de juntar plata y demás pero no era mucho lo que debíamos poner, ya que la mayoría estaba cubierta por nuestra cuota.
Llegamos a la escuela y me despedí de mí hermano.
—Buena suerte, enana, nos vemos en una semana.
—Chao Beni, suerte en casa, nos vemos.
Me ayudó a bajar el equipaje y me fui a reunir con mis amigos.
Mis amigas ya estaban y solo faltaban algunos de 5to.
—Buen día, chicas. —saludé sentándome a su lado.
—Buenas madrugadas, querrás decir amiga. —dijo Ro, bostezando. —Dios, ¿Cuánto falta para irnos?
—Faltaban algunos chicos de 5to, una vez que estemos todos podemos irnos —dijo Shei.
Vi que habían llegado Lau y sus amigos. Les hice señas para que vieran a dónde estábamos.
—¿Qué haces? —preguntó Ro.
—Les hacia seña a los chicos. —dije señalando con mi dedo.
Se acercaron los tres y dejaron sus cosas al lado de las muestras. Me acerque a Lau y le di un suave beso en su mejilla.
—Buen día, Rubio. —dije mirándolo fijo.
—Hola princesa. —dijo abrazándome por los hombros y dejando su brazo ahí.
—¡No deberían existir los campamentos a esta hora! —opinó Alex bostezando.
—Confirmo —dijimos todos al mismo tiempo.
—¡Es hora de irnos, andando! —gritó el profe.
—Es hora, princesa. Vamos. —dijo Lau cargando sus maletas y también las mías.
—Yo puedo cargarlas, Rubio. —dije viendo que llevaba mucho peso.
—Yo puedo, no te preocupes. —dijo dejando el equipaje en donde le indicaba el profesor.
Subimos al colectivo y por suerte había asientos de tres, por lo que la distribución fue así: Lau, Brandon y Alex; y Ro, Shei, y yo. Ellos estaban adelante de nosotras.
Como era un viaje largo, decidí apoyar mí cabeza en el hombro de Ro y dormir.
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—Sofi... ¡Sofi! —escuchaba y sentía que alguien me hablaba y tocaba, pero el sueño me ganaba. —¡Princesa!
Ahí fue cuando abrí los ojos y me encontré con el rostro de Laureano cerca del mio.
—Que alivio, despertaste. —dijo sonriendo.
—¿Ya llegamos? —dije fregando mí ojo y bostezando.
El asintió con la cabeza y me ayudó a pararme. Me di cuenta que éramos los únicos en el colectivo y que el chófer nos miraba con cara de pocos amigos.
Saqué rápido mis cosas y me aseguré de no olvidarme de nada. Ya lista, bajamos los dos del colectivo y este salió a todos velocidad. Vaya, que intensidad.
—¡Al fin! —dijo Ro.
Todos estaban con sus respectivos grupos y ni rastros de los profesores.
—Lo siento, tengo el sueño pesado. —dije sonrojada.
Todos soltaron una carcajada.
—¿En donde están los profes?
—Matilda está por allá con los de quinto. :—Matilda; la profesora más buena onda de artes que puede haber, una mujer de treinta y pico de años, —Y los profes fueron a buscar algo con el coordinador.
—¿Coordinador? ¿Quien es? —pregunté curiosa.
—Ya lo verás. Ahí vienen.
Observe como Armando, Beatriz y Javier —profesores de Educación Física, Música e Historia—, venían con un hombre que se veía de treinta años, junto a dos chicos y una chica.
—¿Y esos? —pregunté señalando a los chicos.
—Ni idea, esos no estaban cuando se presentó el coordinador. —Dijo Lau mirando con el seño fruncido.
—Bueno chicos, vengan por favor. —dijo el hombre. Todos nos acercamos y el profe Javier habló. —Bueno mocosos malcriados. —Todo reímos, ya estábamos acostumbrados al carácter burlesco del profe y se nos hacía gracioso escucharlo. —Dejen de reírse, no soy payaso, en fin, como ya saben, aquí mí amigo Raúl nos dará un pequeño recorrido, y les explicará las fabulosas cosas que haremos en este viaje tan improvisado como mí vida, así que, no se quejen si no tienen señal o no pueden follar durante el fin de semana, no nos interesa, ¿Estamos? —Todos nos aguantamos la carcajada.
—Ya déjalos, Javier. —Dijo Beatríz. —No nos interesa escuchar tu mala suerte, ahora dejemos hablar a Raúl.
¡Eso Beatriz! Enséñales quien manda.
—Gracias profes. Bueno, como saben, mí nombre es Raúl, soy el dueño y coordinador del lugar. Tenemos cabañas para todos y muchos juegos preparados para que todos puedan pasar una semana increíble. Ellos aquí a mí lado—señalo a los tres chicos—, son mis sobrinos. Erick—señalo a un chico de pelo castaño—, Georgina—la chica de pelo negro con pecas—y Beck —El último chico, quien tenía su cabello rosado y un aro en la nariz. —Ellos me estarán ayudando con las cosas por acá, así que espero que se lleven bien.
Todas las chicas comenzaron a murmurar lo guapo que son los chicos, en cambio los varones se fijaban en la pobre chica que estaba con ellos.
—¿Qué le ven a esos? —escuché que decía Alex.
Nosotras nos encogimos de hombros. Es que la verdad, a ninguna nos interesaban los chicos.
—¿Y ustedes que le ven a esa pobre chica? —dijo Ro mirando a Alex que desvió su vista hasta Georgina.
—¡Nada! —dijeron los tres a la misma vez.
Negamos con la cabeza divertidas.
—Vamos, que nos están por decir en donde dejar el equipaje.
Comenzamos a caminar siguiendo a Raúl. Nos llevó hasta las cabañas de las chicas en donde quedamos con las profesoras. Beatriz nos dijo con quién nos tocaba dormir y por suerte nos tocó a las tres juntas.
Salimos todas a reunirnos con los chicos para luego decidir los grupos de limpieza, juegos y demás.
—Bien, a continuación les entregaré unas pulseras de color que con eso se diferencian de los demás grupos. —Nos entrego unas pulseritas y a las chicas y a mí nos había tocado del mismo color ¡Bien! Nos había tocado juntas. —Recuerden que estamos diciendo los grupos para los juegos y quehaceres. Estos grupos son permanentes, es decir, no se pueden cambiar.
Busque con la mirada a Lau que estaba más adelante y me acerque hasta él.
—¿Qué color te tocó? —dije despacio provocando que se sobresaltara.
El alzó su muñeca y me mostró una pulserita de color amarillo, igual a la que teníamos las chicas y yo. Sonreí sin poder evitarlo. Al mirar detrás de Lau observé a Brandon y Alex y note que llevaban las mismas pulseras.
—Genial, estamos en el mismo grupo. —dije mostrándole mí pulsera.
Él me sonrió y dió un pequeño abrazo.
—Este fin de semana será genial. —dije sonriendo.
—Claro que si, muchachos. —dijo otra voz que no era la de Laureano. —Va a estar de puta madre.
Logan estaba a lado de Laureano sonriendo.
Lau frunció el seño mientras que yo sonreí nerviosa.
Sin dudas, sería un fin de semana interesante.
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