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Capítulo 04

─︎─︎─︎─︎─︎─︎ AMO Y SIRVIENTE ─︎─︎─︎─︎─︎─︎

—Una mañana horrible para cazar....no se que mierda tienes en la cabeza... —Bright frunció los labios en señal de protesta, como un niño pequeño. Pero tenía razón; el intenso frío hacía que su papada temblase bajo el tupido cuello de piel de lobo, y la fina capa de nieve que cubría la tierra tenía a los perros confundidos hacía más de una hora.

Pero Mew sonrió, montado sobre su caballo negro. Estuvo toda la mañana sonriente, festejando un chiste interno que solo él entendía. Gulf se mantenía ocupado siguiendo el rostro de los mastines que husmearon  el terreno helado en búsqueda de alguna presa. Pero por unas cuantas horas, la búsqueda no dio frutos y los dos jóvenes Lords y su súbdito cabalgaron en círculos por los frondosos bosques de Vachirawit.

A Gulf le costaba mirar los ojos grises de Mew luego de las fantasía que había tenido la noche anterior. Además, su presencia hacía que la electricidad recorriera su espina dorsal frenéticamente, Si la polla se le ponía dura delante de él, moriría de vergüenza.

—Esto es una pérdida de tiempo, deberíamos regresar al castillo de una maldita vez....Bright —repitió unas horas después. El hartazgo pintaba el rostro del joven Lord caprichoso. Pero Mew permanecía muy divertido, con los pequeños copos de nieve enredándose en su cabello negro. Gulf ignoraba cuál sería su verdadero propósito.

—Tal vez tendríamos mejores resultados si nos separamos.... —Mew sugirió, y Gulf percibió una extraña intención bajo esas palabras aterciopeladas. Pero por supuesto, no comento nada al respecto; su lugar era el de un mero servidor. —Bright, toma un grupo de perros y ve por la derecha, yo iré por la izquierda junto a Gulf...seguro atraparemos algún venado o faisán....

—¿Por que te llevas a Gulf?— Bright frunció el ceño

—Esta es tu tierra, pero no la mía....necesito un guia ¿no te parece Gulf? —Mew volvió a sonreír y el argumento pareció funcionar para Bright, que asintió con la cabeza pensativo. Pero Gulf sintió una cosquilla recorrer sus muslos y su polla cuando Mew pronunció su nombre.

—De acuerdo, daré un par de vueltas, pero si no encontramos nada volvemos al castillo...no pienso congelarme toda la mañana— Bright refunfuñó una vez más antes de girar con su corcel y alejarse entre los árboles nevados. Una helada brisa suspiró entre las copas y Mew y Gulf quedaron solos.

El joven de las perreras se sintió sobrecogido una vez más ante la presencia del joven Lord; era tan diferente a su hermanastro, tan elegante y amable. Los mismo ojos castaños casi oscuros, el mismo cabello castaño y la misma piel de porcelana, pero un resultado completamente diferente. Y verlo envuelto en su capa de piel y terciopelo, sobre su magnífico corcel, era una visión aún más arrebatadora. Y la manera en la que observaba a Gulf le quitaba el aliento; parecía que la presa deseada no era ningún venado o faisán, sino el muchacho de cabellos castaños. Ese pensamiento le quitaba el aliento.

Cuando la tensión se estaba tornando insoportable; los mastines ladraron a la distancia.

—Me parece que han encontrado algo....— la voz de Gulf tembló. El muchacho giró con su caballo y se acercó a toda velocidad a un claro, desde donde provenían los ladridos. Realmente necesitaba una excusa para alejarse de Mew y su presencia hipnotizante.

Pero cuando llegó al claro, descendió de su caballo y se encontró con los perros husmeando y ladrando sin ninguna presa a la vista. Descendió de su caballo y tomó una exhalación profunda. ¿Por que Mew tenía ese efecto sobre él? Había follado con Bright varias veces y era divertido, pero nunca antes Gulf había sentido esa urgencia por otro hombre. Respiro hondo, pensando que era necesario calmarse. Los perros seguían husmeando los árboles y meneando sus colas.

De pronto, Gulf escuchó unas pisadas aproximarse. No se trataba de ningún animal; sino de Mew que se acercaba a Gulf con pasos cautelosos pero intimidantes. Sus ojos eran igual de intimidantes, y Gulf sintió otro escalofrío entre sus muslos.

—M-Mi Lord.... —el muchacho musitó —Me temo que los perros no han encontrado nada....

Pero Mew no respondió; solo se acercó a Gulf con una media sonrisa y los ojos encendidos. Parecía que el depredador era él y la presa era Gulf.

—T-tal vez sería prudente regresar al castillo....— Gulf musito una vez más, pero Mew seguía sin responder. Seguía acercándose hasta que la distancia entre ambos era tan mínima como incómoda. A Gulf le tembló el labio inferior cuando la esencia a cedro de la piel de Mew acarició su nariz. Su polla estaba poniendo dura como una roca y era imposible de frenar.

—Ya volveremos...—. Mew suspiró, y su voz hizo que la polla de Gulf se retorciera con necesidad. Sus labios estaban casi tocándose.— Pero la presa que y o deseaba está frente a mis ojos....

El Lord dirigió su mirada hacia abajo por un segundo, y sonrió complacido cuando descubrió la enorme erección de Gulf. El muchacho, avergonzado, sintió como su piel ardía, aún rodeados de nieve y hielo. Cuando su polla estaba a punto de explotar, sintió los dedos de Mew hurgando entre sus pantalones. El pulso se le aceleró cuando sintió los guantes de cuero envolviendo su polla pulsante.

Mew le mordió el cuello mientras comenzó a subir y bajar su mano, masturbandolo. Gulf sintió una ola de placer , tan inesperada como intensa, golpeándolo sin piedad. La mano de Mew, envuelta en la textura del cuero, subía y bajaba a toda velocidad y Gulf se estaba quedando sin aire para respirar. Su polla pulsaba con placer y su corazón parecía a punto de explotar. Un gemido placentero escapó de su garganta, y eso complació a Mew, que lo masturbaba cada vez más rápido. Le gustaba tener ese control sobre el muchacho, saber que podía hacerlo gemir y temblar con solo un movimiento de su muñeca. Y a Gulf le estremecía estar bajo el control del Lord de cabellos negros. Las rodillas le temblaban de placer y tuvo que aferrarse a los hombros de Mew con los dos brazos. Su respuesta fue masturbarlo aun mas rapido, haciendo que el orgasmo se precipitara sin freno posible. Pero cuando Gulf echó su cabeza hacia atrás y gimió, esperando el alivio inminente de su orgasmo, Mew se detuvo. Retiró su mano dejando a Gulf confundido, frustrado y dolorido.

—Es hora de volver al castillo....— Mew ordenó mientras se alejaba, con la frialdad y autoridad tan propia de los nobles.

A pesar de que se había masturbado frenéticamente apenas estuvo solo en las perreras, la frustración no abandonó a Gulf por el resto del día. No podía quitarse de la cabeza el recuerdo de Mew frotando su polla, del calor de su mano a través de la textura del cuero, de la esencia de su piel tan intoxicante y masculina. Su orgasmo solitario no había sido ni un décimo de satisfactorio como Gulf necesitaba. Fue apenas un alivio físico, un placer vacío; sin los ojos negros de Mew observando cómo se retorcía de placer. Gulf necesitaba más, mucho más.

Esa noche, a la hora de la cena, Bright mandó llamar por Gulf. Un poco sorprendido, el muchacho de las perreras obedeció. No era que tenía otra opción tampoco; Bright era su amo. Pero le pareció extraño ser convocado tan temprano. Recorrió los laberínticos pasillos del castillo hasta llegar al Salón principal, donde tanto Bright como su hermanastro estaban cenando en la larga mesa de madera. La chimenea está encendida, iluminando la sala con una calidez reconfortante, tan diferente a donde Gulf solía cenar y dormir todas las noches.

Sus rodillas temblaron un poco cuando sus ojos se posaron en Mew. Estaba sentado a la derecha de su hermanastro, con su cabello castaño húmedo y peinado hacia tras, y su sonrisa tan misteriosa como siempre. Sus ojos marrones centellearon al posarse sobre el muchacho de las perreras. Gulf trató de mantenerse calmado, pero era una tarea casi imposible.

—¿M-mandó llamar por mi, Mi Lord?— Gulf le preguntó a Bright, quien estaba bastante ocupado masticando su comida.

—Si...Gulf...— el Lord regordete hizo una pausa para beber vino tinto de su copón —Esta noche estás al servicio de mi hermanastro....

No supo cómo reaccionar ante tales palabras, Por un lado, era lo que más deseaba oír desde que Mew arribó a Vachirawit, por otro lado, no podía quitarse de la mente la furia de cómo había jugado con él, dejándolo al borde del clímax y sin resolución. Pero no podía negarse. El orgullo herido de un súbdito valía muy poco.

— ¿A que se refiere?— Gulf consultó, con sus rodillas temblando.

—Necesito alguien bajo mi servicio durante mi estadía aquí... —Mew dijo con su voz aterciopelada, que hizo que la polla dolida de Gulf despierte.

—¿Q-qué tipo de servicios?— inquirió el joven. —Yo soy solo el encargado de las perreras, tal vez algún criado seria mejor para sus necesidades, Mi Lord...

—Eso mismo dije yo....pero mi hermanastro es más terco que una mula....Bright —refunfuñó mientras masticaba su carne, pero Mew lo ignoró.

—Tonterías.. tu eres perfecto para lo que tengo en mente...Gulf —Mew sonrió maliciosamente una vez más, y la manera tan musical y excitante en la que pronunciaba su nombre hizo que Gulf temiese enloquecer. Le dirigió una última mirada, recorriendo su cuerpo de arriba a abajo, luego de lamió los labios y dijo —Te espero en mi recamara a medianoche ... .y esa es una orden....

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