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capitulo 9: acciones y palabras

aviso aqui hay lemmon asi que si no te gusta no lo leas ok ahora si al capitulo

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Es cierto que pueden existir

muchas verdades, pero también

que es difícil expresarlas en

palabras.

Eso es lo que estaba pasando con

cierto dragón, que había

descubierto una de las grandes

verdades que enfrentaría en su

vida, y que maravillosa verdad,

pero se dio con ello que existía

un predicamento que lo hacia

preguntarse, ¿los humanos son

capaces de comprender esa

verdad?

Él lo sabía porque lo sentía, era

un instinto primario que había

despertado en el momento que en

su interior identifico a aquel otro

ser vivo que le daba sentido a su

existencia, era tan increíble que

le era difícil explicar con

palabras, o razonarlo teniendo a

tu razón acariciando tú cabeza en

esos momentos.

-Realmente estas algo extraño- le

dijo Hiccup rascándole un poco

las escamas de su cabeza,

recibiendo a cambio unos suaves

ronroneos del dragón.

Simplemente no podía no desear

algún contacto con él, por tan

simple que fuera. No podía poner

en orden las prioridades, aun

estaba tan lleno de tantas cosas,

lo único que estaba seguro por

completo es que no se estaba

engañando, Hiccup era la razón

de su vivir, esa era la verdad.

+*+*+

Mientras el dragón de escamas

negras como la noche se

encontraba disfrutando de los

mimos de su humano, cierto

grupo de jóvenes vikingos se

encontraban aburridos, por fin

les daban un descanso de sus

castigos, y no sabían que hacer

que el repentino tiempo libre.

-¿Y… alguien sugiere algo?-

-Dormir, acostarse en el pasto o

en un monte de paja, o quizás

sobre una oveja-

-¡Oh vamos!, hemos trabajado y

trabajado, debemos hacer al

menos una cosa divertida para

variar-

-¿Lanzar rocas en la bahía?-

-Aburrido-

-¿Luchar?-

-Muy agotado… además aun no

me recupero del todo de los

golpes que me dio Astrid en la

última práctica-

-Tampoco yo-

-¿Dormir?-

-¡Qué ya te dijimos que no!-

-Esta bien, esta bien, no te tienes

que poner así-

-Que exigente estas Snotlout, ya

decídete por algo-

-Es que me la he pasado con mi

padre todos estos días atendiendo

a cuanto enfermo solicite sus

servicios, y el otro día vino una

curandera del otro lado de la

aldea a reclamarle a mi padre por

“quitarle” a su paciente, Hiccup

precisamente, esa mujer esta

loca- recordar la tonta discusión,

según él, de la mujer curandera y

su padre de quien debería atender

al muchacho herido no ayudaba

con su mal humor.

-Creo que se a quien te refieres, y

a mi me toco con ella- dijo uno

de los jóvenes, su semblante no

era nada alegre al recordarla, era

una mujer de carácter fuerte y

estricta, cada vez que se distraía

o se equivocaba le daba un buen

golpe en la nuca, argumentando

que jóvenes como el tenían la

cabeza tan dura como para

aprender cosas tan sencillas como

las que ella pedía y una buena

forma para que se le grabara algo

era ablandar un poco esa cabeza

suya –no es muy agradable- se

sobo suavemente la nuca, un

reflejo de tan solo recordarla.

-Sí, me di cuenta de ello-

-Y… ¿entonces que haremos para

entretenernos hoy?-

En ese preciso momento un grupo

de jóvenes vikingas pasaron

delante de ellos, y entre el grupo

de estas se encontraba la bella

Astrid, y como ovejas siguiendo al

líder fueron tras ella, ya habían

encontrado algo que

hacer.

+*+*+

A las orillas del mar, en una

formación rocosa sobresaliente

que rodeaba una isla volcánica

escondida entre la neblina,

desconocida su ubicación para

cualquier humano, varios de los

dragones que se encontraban en

esos momentos aprovechaban que

algunos rayos del sol se habían

filtrado a través de la constante

neblina para calentar sus

cuerpos, podrían quedarse en las

innumerables chimeneas del

volcán, el cual era cálido y seco,

pero la presencia de él en el

mismo jamás lo volvería

completamente confortable.

Cada quien trataba de disfrutar

este momento de relativa paz

según sus gustos, algunos

comiendo alguna presa,

principalmente pescados, tomar

una pequeña siesta, o platicar,

cosa que estaban haciendo muy

animosamente un grupo de

terribles terror, y que mejor tema

del cual hablar que la grandiosa

novedad que se habían

encontrado.

~…y es amable~

~Y huele bien rico~

~Lo único malo es que le agrada

mucho la lagartija negra~

~Ustedes ¿de que rayos hablan?~

interrumpió una Naber, esas

pequeñas sabandijas no paraban

de hablar de manera tan

escandalosa que era inevitables

no escucharlos.

~Del humano que nos dio

pescado~

~Ustedes están locos, ningún

humano se comportaría así con

uno de nosotros~ si alguna vez

creyó que esas sabandijas no

podían ser mas estúpidas ahora

daba por hecho que se había

equivocado.

~Pues este humano si se porto

bien~ defendió lo dicho antes, él

por supuesto que no mentía.

~¿Y que es eso que la lagartija

negra le agrada?, ese es mas

solitario que una isla desierta,

además… ¿no estaba muerto?~

comento un tercer dragón

uniéndose a la platica.

~Pues yo lo vi muy vivo~

~¿Hablan del de escamas negras?,

hace días que no aparece por

estos lados~ la Naber aun no

creía ese cuento, era tan

absurdo.

~Yo creía que ya se hallaba

muerto por algún humano~

~Ese no moriría tan fácil en

manos de esos~

~Pero es muy poco probable que

encuentre un lugar seguro fuera

del nido por mucho tiempo, por

eso creía que ya se había reunido

con sus ancestros~

~Si, los humanos nos atacan

siempre que nos ven, son todos

unas salvajes bestias~

~Pues ese humano no~

Les alegraba hablar del amable

humano que conocieron, se

sentían orgullosos de decir que le

conocían, pero esas pequeñas

creaturas no pensaban muy bien

las consecuencias de difundir esa

nueva noticia, especialmente si en

el nido, tarde o temprano esta

novedad, aunque aun muy irreal y

absurda para muchos, llegara a

los oídos de el terror de todos los

dragones, ÉL.

+*+*+

Había sido un poco difícil

convencer a su amigo escamoso

salir de su cuarto por la ventana,

este se había empeñado en

quedarse a su lado, ya no lo veía

preocupado o ansioso, podría

incluso afirmar que lo veía feliz,

por muy diferentes que fueran las

expresiones faciales en un dragón

podía asegurarlo.

Recordar como parecía quejarse

con gruñidos suaves al salir por la

ventana le pareció

particularmente gracioso, aunque

también le dio a entender que no

se iría muy lejos, por lo que se

apresuró a desayunar algo rápido

y salir por la puerta trasera de su

casa, dudo un poco en voltear o

no a ver las paredes de su hogar,

pero decidió hacerlo, eso no

cambiaria el hecho de que los

arañazos estuvieran ahí.

-Oh Prax… tendré que arreglar

esto más tarde, es bueno que Gob

casi nunca salga por este lado- la

pared se encontraba arañada con

largas marcas, casi todas en

dirección a su ventana formando

un camino astillado, un poco, no,

mucha sabia, pero mucha sabia

tal vez podría arreglarlo un poco

esas imperfecciones.

Pero eso tendría que esperar,

ahora tendría que asegurarse de

que ese problemático dragón

fuera al escondite, y por fin tal

vez le diría que era lo que le

estaba sucediendo con ese

comportamiento suyo.

Como supuso, el dragón no estaba

lejos, ni cinco minutos estuvo

avanzando por el bosque cuando

este salió a su encuentro.

Ahora que sabía que Hiccup era

todo lo que su ser había estado

buscando a pesar de que ni el

mismo hubiera estado consiente

al cien porciento de ello hasta

que se dio cuenta, y

definitivamente lo último que

pasaba por su mente era

apartarse de su lado, pero al

parecer Hiccup no pensaba del

mismo modo.

Tuvo que salir del nido en que

vivía Hiccup muy a su pesar a

petición de este, le había dicho

que era para que regresaran al

escondite, que estaba preocupado

de que algún otro humano lo

pudiera ver, cierta parte le decía

que tenia razón, otra se

empeñaba tercamente a querer

estar a su lado, jamás imagino

que este sentimiento fuera tan

fuerte y abrumador, sabia que iba

a ser algo nuevo y jamás sentido

antes, pero no tan indescriptible.

Había visto a lo largo de su vida

en la isla volcánica en la que los

de su especie se refugiaban a

muchos que habían encontrado a

ese otro ser que se volvía su

todo, se veían plenos y felices,

jamás los envidio o les daba

importancia, era joven, sabia que

tarde o temprano tal vez

encontraría a su todo, oh, ahora

parecía que todo ese tiempo

hubiera estado adormecido por la

soledad.

Pero ahora estaba mas despierto

que nunca, se daba cuenta de

muchas cosas y a la vez se

confundía con muchas otras,

como haber visto a Hiccup sin las

pieles y telas que normalmente

cubrían su cuerpo, como había

dicho antes, sentía que estaba

despertando, de muchas maneras,

ver su piel, su figura tan diferente

a la suya, delgado, pequeño,

frágil, jamás había sentido ese

extraño cosquilleo que le provoco

al verle de esa forma, bien, hacia

mucho tiempo su progenitor le

había explicado ese cambio que

sufriría en su ser llegado el

momento, momento en que

encontraría al ser que lo hacia

sentir tan pleno y lleno como la

primera vez que había surcado

los cielos, momento el cual ya

había llegado.

Una plática incomoda y que le

dio poca importancia cuando

joven se la dio, ahora trataba de

recordarla lo mejor que podía,

según le había dicho el momento

que encontrara a su todo,

adquiriría nuevas

responsabilidades y otras cosas,

oh, y deseo por el cuerpo

contrario, cosa que no logro

entender en ese momento hasta

ahora.

Las primeras veces que sintió su

pequeño cuerpo entre sus brazos

y alas fue muy agradable, sus

simples mimos o caricias eran

como un consuelo, platicar con él

y sentir su presencia lo hacía

pensar solo en Hiccup, pero

estaba consiente que su ser ya

dándose cuenta que Hiccup era

SU Hiccup, no se conformaría con

esos simples gestos que lo hacían

sentir tan bien.

Quería volverse uno con Hiccup.

Su ser, su cuerpo, su fuego

querían reclamar ese cuerpo así

como este lo reclamara a él en

ese acto tan intimo, pero,

¿Cómo?, todo estaba pasando

demasiado rápido y apenas se

ponía a pensar en esos pequeños

detalles.

Humano o macho no le

importaba, era joven, más que el,

quizás un poco demasiado, aun

no estaba desarrollado por

completo como para considerarlo

un adulto, pero no era por

completo un cachorro, y

volviendo a lo frágil que le

parecía a veces, el acto en el que

estaba pensando realizar con él

era algo, por decirlo de alguna

manera, intenso, quizás

demasiado intenso.

Estaba consiente que su fuerza

era mayor a la que un humano

normal, incluso en su forma

semejante a la de ellos, y en el

“acto”, tal vez no se podría

contenerse para no dañarlo,

además ya se encontraba herido

en su espalda, esos eran detalles

en los que no se había puesto a

pensar antes. Claro, también

estaba el hecho que antes no se

había dado cuenta de que él era

su todo.

De nuevo, todo pasaba demasiado

rápido, y hablando de su todo,

este se encontraba ya fuera del

nido en que dormía.

-Ya sabía yo que no irías lejos-

Y ahí estaba, con su solo

presencia devolviendo la calma a

su ser.

-Bien Praxedes, vamos al

escondite, ahí me vas a decir que

te pasa- dijo mientras le

acariciaba la cabeza al haberse

acercado a él.

Mientras comenzaban a caminar

adentrándose en el bosque,

Hiccup sintió un ligero

presentimiento, curiosamente

similar al que tuvo antes de

diseñar aquella arma que logro

herir por primera vez en la

historia a un Furia Nocturna, y

por consecuente conocer a

Praxedes, tal vez algo pasaría.

Tal vez algo cambiaria

nuevamente.

+*+*+

Dragón y muchacho no eran los

únicos en ese momento en los

bosques de esa isla, otro grupo

de jóvenes vikingos se habían

adentrado en el, las jóvenes ahora

rodaban los ojos y reían entre

ellas al ver el tonto intento de

cortejo hacia la joven mas

popular de su generación en la

isla, Astrid, por parte del grupo

de adolescentes que se habían

unido a ellas tratando de llamar

la atención de la joven vikinga.

-Astrid, el otro día rompí una

piedra con solo mis manos-

-Hey, ¿te hiciste algo nuevo en el

cabello?, no es que no lo tuvieras

bien antes, digo, ahora te vez,

digo, siempre te vez bien-

-Soy muy bueno puliendo hachas,

si quieres te la pulo-

-No, yo soy mejor-

-Ajajaja esos chicos si que son

patéticos, ¿no Ruff?- pregunto

una pelinegra a una de los

gemelos rubios de la isla, quien

también los estaba acompañando

al igual que su hermano.

-Si, y mi hermano no se queda

atrás- si, su hermano no se

quedaba atrás, uniéndose a ese

grupo hormonal que seguía con

peculiar terquedad a su amiga

que los ignoraba con total

tranquilidad.

Se suponía que las jóvenes,

después de convencer a Astrid de

que las ayudara con su puntería

con las armas, irían a entrenar a

un lugar del bosque, no contaban

con que los muchachos se

unirían, aunque daba cierto toque

divertido a su día.

-Chicas, ya casi llegamos- dijo la

rubia ignorando olímpicamente a

los muchachos que aun

intentaban llamar su atención.

Pero estos no se ofendían, solo

continuaban intentando llamar

aunque sea un poco la atención

de la rubia, una mirada o tan si

quiera un simple comentario les

bastaría, ya que eso era como un

gran logro para ellos.

Mientras seguían caminando Ruff

dejo pasear su vista a los

alrededores, verde, madera y más

verde, algunas aves que volaban

al sentir la presencia del grupo de

vikingos, y algo café que se

movía, algo familiar.

-¿Ese no es Hiccup?-

-¿Quién?- prestándole un poco de

atención uno de los muchachos le

voltio a preguntar.

-Hiccup, lo vi caminando por ahí-

señalo cerca de una gran roca,

que cubría seguramente el camino

que había tomado el vikingo

inadaptado de la aldea.

-Que importa-

-Si, tienes razón, que importa-

Si tan solo se hubieran interesado

un poco más, solo un poco más,

verían que esa pequeñez los

hubiera dirigido a algo muy

importante.

Sucesos que cambiarían la

historia de los vikingos y

dragones tal como la conocían.

+*+*+

-Entonces Praxedes, ¿Qué te

ocurre?-

Las peculiares llamas que siempre

lo envolvían en su singular

transformación volvieron a cubrir

el cuerpo escamoso del dragón

dejando el cuerpo desnudo de un

hombre joven conservando

algunos apéndices de dragón, lo

que causo que apartara la mirada

al lago de aguas  calientes, que se

encontraba justo a su lado,

esperaba que algún día dejara de

sentirse incomodo al ver desnudo

a ese dragón tan singular.

En medio del pequeño lago pudo

ver los barquitos que le había

fabricado a Praxedes, flotaban

juntos uno al lado del otro en

esas cálidas aguas.

-Hiccup-

El joven volteo, algo

impresionado de que el dragón se

hubiera colocado los pantalones

más rápido de costumbre.

-Valla te tardaste poco en ponerte

los….- no, no se los había puesto,

seguía tan desnudo como hace

unos segundos, y si, nuevamente

sentía como el calor iba a su

rostro en un inevitable sonrojo.

Praxedes en el camino a su

escondite había pensado

nuevamente en aquellos detalles

que debía atender, entre ellos,

responder aquellas preguntas

sobre su reciente

comportamiento, por

consecuente, comunicarle a su

Hiccup que su ser lo identificaba

como su todo, se supone que

entre dragones normalmente era

una experiencia mutua,

simultanea, otras veces era

necesario un cortejo para

convencer a la pareja que iban en

serio, a él no le importaría

esforzarse todo lo necesario para

hacerle saber que haría cualquier

cosa por estar a su lado, su

Hiccup lo valía, ya que sin el

sabia que realmente moriría de la

mas dolorosa tristeza y la mas

profunda soledad.

-Prax…- esa mirada tan intensa,

esa mirada tan penetrante que le

estaba dirigiendo en esos

momentos el dragón de alas

negras le ponían la piel de gallina,

poniéndolo nervioso, y que se

estuviera acercando lentamente

hacia él sin decir nada no

ayudaba para nada.

Mientras que el joven humano se

sentía intimidado con su mirada,

el dragón se estaba perdiendo en

la suya, atraído a su ser se fue

acercando poco a poco, Hiccup

era tan Hiccup, pequeño y joven

humano, con los ojos verdes mas

maravillosos que hubiera visto

jamás, de aspecto delgado, frágil,

incluso a veces…

SPLASH

Un poco torpe.

-¡Hiccup!-

No pudo evitar retroceder al

sentir aquellos ojos tan intensos

cada vez más cerca, intimidado

por estos y la desnudes del otro,

había estado cerca de el desnudo

con anterioridad, muchas veces al

decir verdad, pero esa mirada era

algo nuevo, pudo ver ese algo

que no pudo identificar esa

noche, pero mucho más intenso,

parecía como si… ¿lo quisiera

devorar?, le recordaba

ligeramente a cuando su tío o

padre tenían uno de sus mejores

platillos frente a sus rostros, lo

cual siempre era todo un evento.

Un paso hacia atrás, tratándose

de alejar y ya se encontraba

resbalándose al borde de ese

pequeño lago a sus espaldas, el

cual se había olvidado de su

existencia precisamente por esa

mirada, justo cuando sintió el

tibio liquido sobre todo su cuerpo

se dio había acordado de su

existencia.

-¡Hiccup!, ¿estas bien?, ¿te duele

algo?, ¿te golpeaste?- metiéndose

inmediatamente al lago agarro al

joven vikingo de las axilas y lo

saco del agua al segundo, por un

momento pensó que su corazón

había dejado de latir al verlo caer

al agua.

Algo confundido y desorientado,

pero al fin fuera del agua, trato

de comprender lo que le decía el

preocupado dragón, cosa un poco

difícil ya que lo decía muy rápido

y sin ninguna pausa, cuando por

fin pudo comprender ahora que

estaba pasando, se encontraba

completamente empapado y

abrazado al cuerpo del más

grande.

-Eh…-

-¿Estas bien?-

-Yo… si, estoy bien Praxedes, no

paso nada… ya me puedes soltar-

Pero Praxedes no lo hiso, al

menos no al instante, tener el

calor del otro contra su cuerpo

era tan bueno.

-Praxedes-

-¿Ah?... si- deposito el ligero

cuerpo a la orilla del lago.

-Achup… genial, lo que faltaba,

un resfriado, será mejor que

seque esta ropa antes de que en

realidad me de- una briza fresca

empezaba a correr por ese lugar,

y estar mojado en esos momentos

no era la mejor opción, lo menos

que quería era enfermarse –

emmm Prax me ayudas a prender

una fogata-

-Claro-

Moviéndose rápido, y aun

desnudo, cosa que no le

importaba en absoluto, salió del

agua, tomo unos leños y escupió

una pequeña bola de fuego, y

listo, cuando volteo nuevamente

a Hiccup, este ya se estaba

quitando esa tela verde que

utilizaba en la parte superior de

su cuerpo, encontrándose con la

peculiar figura del humano

semidesnudo, de nuevo sintió que

su corazón se detenía.

Aun no hacia el frio típico de

invierno, pero se le acercaba, así

que como le enseñaron alguna

vez en alguna platica de su tío o

padre de como debía cuidarse del

frio y cruel clima que se enfrenta

cualquier vikingo en esas

regiones, especialmente en esas

épocas del año y en ese tipo de

situaciones, debía quitarse la ropa

mojada y buscar calor para evitar

enfermarse, para lograrlo tal vez

podría cubrirse con las pieles que

le servían de lecho a Praxedes o

permanecer cerca de la fogata,

incluso las dos, mientras se

acercaba a la fogata y colgaba su

ropa en un árbol cercano para

que se escurriera y secara, se

percato que nuevamente Praxedes

no le dejaba de mirar.

-Tienes frio- no era pregunta, era

una afirmación por parte del

dragón.

-Si, un poco, solo me quito lo

mojado y ya-

-¿Eso también?-

-¿Qué?-

-Eso- el dragón señalo los

vendajes que rodeaban su torso,

los cuales como toda su ropa

estaban mojados, pegándose a su

silueta como segunda piel.

-Quizás sea lo mejor- comenzó a

tomar un extremo de la larga

venda y trato de darle vuelta,

cosa un poco difícil, eso tomaría

algo de tiempo y la briza fría aun

corría golpeando su cuerpo

descubierto, seria una tarea algo

laboriosa para solo una persona.

Si no se los quitaba pronto el

agua se enfriaría y congelaría su

torso, lo cual definitivamente si

lo llevaría a terminar enfermo, su

mala suerte ataca de nuevo.

-Deja te ayudo- escucho la voz

del dragón a sus espaldas,

¿Cuándo se había movido?

Praxedes empezó a ayudar al de

pelos castaños con ese largo

pedazo de tela que cubría su

delgado cuerpo, con cada tramo

que ayudaba a mover, podía ver

cada vez más de esa piel que

ocultaba, esa mancillada piel

teñida de diversos colores y

tonos, colores que no deberían

estar pintándola y el desagradable

recuerdo de que lo hubieran

lastimado hiso que un seño

fruncido se dibujara en su rostro.

-No es justo-

-¿Prax…?-

-Esto- pasó sus dedos suavemente

sobre la espalda completamente

desnuda de Hiccup, la piel era

suave al simple contacto, pero

manchones y caminos de colores

purpuras, rojos e incluso verdes

recorrían lo que debería ser una

piel clara como lo debería ser

todo su cuerpo.

-Esta bien Praxedes, ya no me

duele- era un toque agradable,

era suave, era amable, era

sinceró, no como el de los

curanderos, que sentía que lo

hacían solo por compromiso, este

se sentía bien, reconfortante.

Paso nuevamente su mano por

aquellos caminos confundibles

entre si en ese lienzo de piel, era

un hecho y una promesa

silenciosa, que ahora en adelante

lo cuidaría ya que era la cosa más

valiosa del mundo.

-Gracias Praxedes- terminado de

quitarse ese largo pedazo de tela

se volteo a verlo mostrándole una

sonrisa de agradecimiento.

Oh, esa sonrisa, esa increíble

mirada, incluso ese color rojizo

en su rostro, se daba cuenta de

que la idea de pasar toda su

existencia observándole, o

simplemente estando a su lado

seria uno de los mejores placeres

que podría tener.

Hiccup se apartó de Praxedes

para colgar las vendas, sentía que

las gotas de agua que aun

recorrían su cuerpo ya estaban

frías, haciendo docenas de

caminos por su piel, y no

ayudaba mucho que tuviera todo

el cabello mojado y este siguiera

escurriéndose por su frente y

cuello, mojando toda su espalda y

pecho, tal vez el único lado

positivo era que eso podría

contarse como un baño; desde

que se había herido en la espalda

la tarea de acarrear agua,

calentarla y depositar el liquido

caliente en la bañera de madera,

la cual era nada ligera y tenia que

acomodarla el solo, ese tipo de

trabajo se volvía el doble o quizás

el triple de difícil con su

condición, su tío era esa especie

de hombre que no se preocupaba

mucho por la higiene personal,

como muchos de los demás

guerreros, especialmente en la

época de invierno, por lo que le

decía que no debía preocuparse

por esas cosas.

Pero como siempre, él tenía que

ser diferente, preocupándose por

esos detalles insignificantes para

los demás vikingos, como era la

higiene personal.

Praxedes también había notado

aquellas gotas rebeldes que

seguían recorriendo la singular

figura de Hiccup, dando un brillo

especial a esa joven piel, se veía,

se veía… tan bien, y de nuevo

esas reacciones que estaba

empezando a descubrir le estaban

afectando, su fuego se removía

mas violento que nunca, y en

contraparte extrañamente de

repente se sentía “controlado”,

relajado, era el instinto

guiándolo, todo estaba

confusamente más claro.

Las dudas desaparecían, y una

poderosa decisión se apoderaba

de él, cada instante pasaba rápido

y a la vez muy lento, tener el

cuerpo ajeno se volvía una

necesidad casi asfixiante, estaba

consiente que estaba muy cerca y

a la vez tan lejos, solo era

cuestión de estirar sus brazos, un

simple movimiento y sentiría sus

calores mezclarse, pero no debía

apresurarse, estaba consiente de

que si actuaba de manera brusca

le podría producir miedo y

rechazo al otro.

Hiccup, su Hiccup, siempre tan

amable, tan gentil y cálido, se

merecía un trato igual, aunque

aun no estaba por completo

seguro de que era lo que se

proponía hacer, o que era lo que

estaba haciendo, ya que se sentía

como en un trance, pero

presentía, no, estaba seguro que

todo saldría bien, jamás había

estado tan seguro de algo como

hasta ahora.

Terminando de colgar el largo

pedazo de tela que le servía como

venda, sintió por enésima vez la

mirada del dragón sobre él,

voltio para encararlo pero para

su sorpresa se encontró con el

pecho fornido del otro delante de

su rostro, ¿Qué tan silencioso y

rápido podía ser ese dragón?, o

estaba muy distraído o ese

dragón había adquirido las

habilidades de la noche misma,

llegaba silenciosa, sin aviso y

cuando menos se lo esperaba ya

le tenias delante de ti, ahora

entendía mejor el porque los

vikingos le llamaban furia

nocturna, no solo se referían a

sus escamas negras como la

misma noche con su nombre o la

fuerza de sus ataques.

Alzo un poco su rostro y se

quedo helado.

-Prax…- Hiccup se quedo

petrificado con esa mirada, era

demasiado intensa, mucho mayor

a las que alguna vez Praxedes le

hubiera dedicado desde que le

conoció, nadie jamás le había

visto de esa manera, animal,

creatura, dragón o humano,

curiosamente no le provocaba

miedo, pero sentía que algo se le

removía dentro… ¿Qué era?

La distancia empezó a escasear

entre ellos, mas por la naciente

insistencia de Praxedes que se

acercaba cada vez más al joven

vikingo que se había quedado

petrificado lidiando con su propio

torbellino interno que por otra

cosa.

Podía sentir el tibio aliento del

otro sobre su rostro mezclándose

con el suyo, ambos perdidos en la

mirada del contrario, ambas de

color verde, pero muy diferentes

entre si como sus dueños, entre

más se inclinaba el de melena

negra, más se acercaban, sus alas

se extendieron suavemente, pero

el joven humano no lo noto, se

encontraba como él otro perdido

en la mirada tan hipnotizante del

de escamas negras.

Fue tan suave que no noto los

brazos y alas que lo empezaron a

rodear hasta que estos ya se

encontraban cerrados sobre él,

tan suave y gentil como siempre

que no le dolió la espalda cuando

aquellos fuertes y largos brazos

que le rodeaban lo atrajeron al

cuerpo del mayor eliminando el

ultimo tramo que separaba sus

cuerpos, estaba seguro que ese

agarre, aunque lo sentía suave y

gentil, era tan fuerte como el de

cualquier vikingo o quizás más.

Fue como si un rayo los hubiera

tocado al mismo tiempo cuando

ambos cuerpos se tocaron,

erizando sus pieles al instante y

soltando la chispa de un próximo

incendio que amenazaba ser muy

intenso.

Sentía como su corazón palpita

tan rápido y fuerte que podía

escuchar un silbido en sus oídos,

ya ni sabia si el calor de su rostro

era por que estaba sonrojado, se

había enfermado al instante de

empaparse en el lago, eso podría

explicar que de repente su

estomago se sintiera como un

mar picado por la tormenta, o

simplemente era por el aliento

del de cabellos negros chocando

con su cara y mezclándose con el

propio, todo era tan irreal.

Muchas veces había estado cerca

de Praxedes, en realidad, era el

ser vivo con el que más había

pasado tiempo y tenido un

contacto amistoso desde la

muerte de su madre, a veces era

un poco confuso, algunas un

poco incomodo ya que no sabia

como reaccionar en algunas de

sus actitudes, como el hecho de

que la primera vez que le vio

desnudo y consiente hubiera

reaccionado como si nunca

hubiera visto a algún otro

hombre desnudo en su vida, y

ahora estaba de nuevo cerca,

demasiado cerca, sentir el calor

de su piel contra la suya no era

nada comparado a las veces que

le había abrazado en los riscos

para protegerlo de las ventiscas

de las tardes heladas, el calor que

desprendía el cuerpo contrario

¿había sido siempre tan intenso?

Pero esto no era como aquellas

veces, no estaban en los riscos,

no hacia tanta frio, no tenia sus

ropas que impedían un contacto

directo contra el pecho del otro,

y esa mirada que siempre

considero que le traspasaba era

más intensa que nunca, algo

estaba cambiando, como había

presentido hace rato.

Y por increíble que le pareciera a

él mismo, no le desagradaba.

Estaba casi jadeando cuando

choco su frente con la del más

bajo, apenas y no chocaban sus

narices, estaban a la distancia de

un roce, mantenía la vista fija en

la mirada de su todo, que tenia

un brillo especial en ese

momento intensificando lo

increíbles que era ese verde

fulgurante de vida.

Sentir el calor del otro, perdido

en su mirada, podría estar así

hasta el fin de sus días y de todo

lo conocido, y aun así quería

más.

Lo sabia, esto apenas era el

comienzo, ¿pero de qué?

Sentía como su fuego calentaba

su cuerpo, reaccionando y

combinándose con el calor del

otro, que traspasaba su piel, casi

parecía que las llamas en su

interior querían salir de su centro

para tocar a Hiccup, que increíble

sensación, inhalo profundamente,

aspirando y embriagándose de la

fragancia de Hiccup, y con una de

sus manos empezó a recorrer

suavemente la piel que tenia a su

alcance, sintiendo con el ligero

roce de sus dedos como el cuerpo

mas pequeño temblaba

brevemente aun en su agarre.

No decía nada, no se le ocurría

nada, tenia la mente en blanco

como para poder razonar todo

aquello, solo podía pensar en la

mirada tan cerca y penetrante, en

que esa caricia suave y gentil

como anteriormente mientras le

quitaba las vendas se sentían

agradables, no podía pensar que

todo eso fuera algo malo,

Praxedes jamás le haría algo

malo, estaba tan seguro de ello

como que el cielo es azul, la

tierra café y las plantas verdes,

así como que esa suave caricia

que le recorría le provocaba una

vibración por todo su cuerpo

única en su vida, eso era algo

completamente nuevo para él.

Pero ese simple y cálido contacto

aunque intenso comenzaba a ser

insuficiente.

Necesitaba más de ese roce, más

de ese aroma, más de ese calor.

Acerco más su rostro hasta que

sus labios rosaban suavemente

los del menor, pero no lo beso,

empezó a recorrer rosando con

sus labios su rostro, desde el

comienzo de sus cabellos en la

frente, mentón, mejillas, nariz y

hasta las orejas provocando un

nuevo escalofrió en el cuerpo

entre sus brazos.

Eso era demasiado, demasiado…

intenso, ¿increíble?, ¿loco?, ¿y si

en realidad se estaba volviendo

loco y todo era un delirio…

cruel?, ¿Por qué pensar en esa

posibilidad hacia que se le

oprimiera algo en el pecho hasta

casi doler?, simplemente todo era

tan confuso.

Y el mar picado en su estomago

se volvió tifón al momento en que

sintió los labios y aliento de

Praxedes en su cuello.

El tifón soltaba en su tempestad

rayos que hacían hormiguear

todo su cuerpo, descubriendo

sensaciones jamás sentidas, o

solo semejantes en algún sueño

controlado por las hormonas de

la reciente pubertad pocas veces

recordado, especialmente aquella

parte en que gran parte de su

hormigueo se concentraba en su

bajo vientre, en una zona

característica en la anatomía

masculina.

Aunque no era el único con esa

reacción.

Su fuego se esparcía por todo su

cuerpo, aun así había partes en

las que se concentraba con más

intensidad, más abajo del

estomago, en la parte en que

comenzaban sus extremidades

inferiores, sentía como cierta

parte de su anatomía ardía, casi

causándole dolor, pero ¿Cómo

aliviarlo?

Cuando llego al hombro se topo

con la piel pintada de colores, su

lengua saco para sustituir sus

caricias con sus labios con la de

su lengua en aquella zona

colorida, haciendo caso a su

instinto, como cuando estaba

herido se lamia las heridas para

curarse y sentirse mejor, haría lo

mismo con Hiccup, oh, era la

primera vez que saboreaba de

manera tan directa la esencia del

humano, una cosa era

embriagarse con su aroma y otra

saborearlo de lleno con su

lengua.

Este sabor le provocaba un nuevo

tipo de hambre, un hueco que

con su ahora presente necesidad

le gritaba que debía ser saciada,

herido o no, podría lamer todo el

cuerpo de su todo para

saborearlo todo el día.

-Aah- no pudo evitar soltar un

jadeo de sorpresa al sentir la tibia

y húmeda caricia en su piel,

temblando en un nuevo

escalofrió, ahora si estaba seguro

que su corazón era perfectamente

escuchado como los cascos de un

caballo desbocado y saldría en

cualquier momento por su boca o

pecho debido a el fuerte tifón en

su interior.

Ese suave sonido llego

perfectamente a sus oídos,

haciéndole vibrar sus orejas y

demás apéndices auditivos, ese

sonido tan simple, repentino y

con un tono ligeramente ronco, le

había gustado, ¿si seguía

lamiendo mas de esos sonidos

saldrían de la boca del castaño?,

le gustaría descubrirlo.

Siguió lamiendo y degustando ese

adictivo sabor, ya no yendo solo

por el hombro o la parte de la

espalda que podía alcanzar en esa

posición, sino también en el

cuello, recorriendo también ese

hueso debajo de este, la pequeña

clavícula de extremo a extremo.

Podía saborear la esencia de

Hiccup, sentir su corazón palpitar

y la ligeramente alterada

respiración del otro con cada

acto que hacia, prácticamente

podía sentir las venas del otro

palpitar bajo su lengua con cada

roce que daba, y no podía evitar

ronronear de lo bien que se

sentía.

Quizás fue Hiccup, quizá

Praxedes, quizás los dos al mismo

tiempo, pero en un movimiento

inconsciente, en un roce nuevo

de piel, ambas pelvis tuvieron un

choque mandando otro rayo por

sus cuerpos.

Hiccup prácticamente salto en su

lugar por aquella extraña

sensación, lo admitía, no era

desagradable, pero le confundía,

además ¿Qué era eso que había

sentido hace un momento?

Había sido algo suave y blando a

la vez, y sabia que no tenia

ninguna herramienta encima,

tampoco fueron sus brazos, estos

permanecían colgado a sus lados,

ni los de Praxedes, estos estaba

ocupados abrazándolo y

acariciando su espalda y

costados, así que… oh, ¡Oh!, no,

no miraría, no quería saber, no

podía ser eso, ¿o si?

Y de nuevo sus caderas se

rozaron, esta vez por la acción

consiente de Praxedes, le había

agradado esa sensación, por lo

que no le vio nada de malo tratar

de repetirla.

-Ah- de nuevo lo había sentido, y

no era una cosa pequeña.

Aun dudando, con cierto temor y

curiosidad, inclino su cabeza

ligeramente, mirando a través de

los cabellos negros de Praxedes, y

lo vio, pero, ¿Cómo era eso

posible?

Abrió los ojos impactado, casi

desorbitados, algo se erguía abajo

entre sus cuerpos, mucho más

grande de lo que se había fijado,

quizás por que ahora estaba

extendido por completo,

“despierto”, por decirlo de alguna

manera.

Praxedes noto la repentina

tensión en el cuerpo contrario,

algo no estaba yendo bien del

todo.

-Hiccup-

Escucho la voz de Praxedes ronca,

casi áspera y un poco jadeante,

ahora todo cobraba un sentido un

tanto peligroso.

Un pequeño atisbo de razón le

ataco, trayendo con él tantas

dudas, incertidumbres, miedos y

preocupaciones que hasta tenia

ganas de gritar y salir corriendo,

este acto, sea lo que estaban

haciendo, no era “normal”, se

supone que tampoco “bueno” o

“correcto”, esas caricias aunque

cálidas y agradables no debían

ser proporcionadas entre dos

varones, machos o lo que sea,

debían de ser dedicados entre

hombre y mujer, y él ni calificaba

aun como todo un hombre.

¿Por qué con él?, ¿Por qué

ahora?, ¿Por qué no lo empujaba

y salía corriendo ahora mismo?,

docenas de preguntas rondaban

su mente torturando su recién

recuperada conciencia perdida en

algún momento en que cruzo

miradas con Praxedes y el que

hubiera considerado agradables

las caricias del dragón.

-¿Por qué…?- dijo con un hilo de

voz, en un susurro casi

estrangulado, no sabia que hacer,

estaba tan confundido.

Y Praxedes lo noto y no le gusto

verlo así, pareciéndole más frágil

que nunca, eso era tan nuevo

para Hiccup como para él, quizás

su seguridad y su confianza lo

habían segado tanto que de

alguna forma le había provocado

algún daño, y eso era lo último

que quisiera hacer en este

mundo.

-Tú… eres mi todo- respondió

mientras recargaba nuevamente

su frente contra la del más joven,

volviendo sus miradas a fijarse

una en la otra, por fin lo había

dicho, lo dijo con total

sinceridad, sin miedo a

equivocarse, esperando que

fueran lo suficientemente

comprensibles en esa lenguaje

humano para Hiccup.

Simples palabras, cuatro en total,

pero que le llegaron tan profundo

en su pecho que casi dolían, pero

también provocaban que el tifón

se calmara y todo se viera más

claro.

Y se dio cuenta, o lo aceptaba por

primera vez, que necesitaba tanto

de Praxedes como él de su

persona, o quizás más.

Le quería, le tenía un gran cariño,

quizás hasta… amarlo.

Amar… amor… a veces se toma

tan a la ligera esas palabras, o las

confundías con otras que no eran

lo mismo, podía decir que amaba

a su pueblo, pero siempre se

había sentido fuera de lugar,

ignorado y repelido por toda la

demás gente, solo por ser

diferente, tal vez era más

fidelidad que otra cosa lo que lo

unía a su gente, aunque también

tenia que ver su pequeña familia,

la cual podía ser tan distante

como los demás aldeanos con él.

Muchas veces busco la

aprobación de su gente, de su

familia, de su padre… pero no era

tan fuerte como los demás,

diestro en las armas o violento,

en realidad era más conocido por

ser el más diferente del pueblo,

por ser tan poco “vikingo”.

Vivió mucho tiempo así, quizás

desde que podía recordar, y

estaba resignado que su vida

siguiera de esta manera, pero un

día tuvo que conocerlo, si fue su

mala suerte o gracias a los dioses

que esa noche lograra derribar a

su primer dragón, agradecía a

quien fuera el poder conocerle.

Era diferente, le había

demostrado con su sola forma de

ser que el enemigo de su pueblo

no tenia que serlo, que las cosas

enseñadas generación tras

generación eran incorrectas en su

mayoría, y que había alguien que

lo aceptaba tal como era, lo hacia

sentir que no era malo ser como

era, por primera vez en mucho,

mucho tiempo se sentía a gusto

con alguien.

Y mirando esos ojos tan intensos,

tan penetrantes, las inseguridades

desaparecían, los miedos

empezaban a perder importancia.

Solo importaba Praxedes.

-Hiccup…- le llamo nuevamente,

si Hiccup tenia miedo o

incomodo se detendría ahora

mismo, no importaba que tan

necesitado de su contacto y ser

estaba, Hiccup era especial y se

merecía todo el trato amable que

se le podría dar, así como un

poco de paciencia.

Pero lo que tubo como respuesta

lo sorprendió, no se esperaba

eso.

Hiccup había alzado sus brazos

hasta colocar sus manos en las

mejillas del mayor, saboreo

lentamente el aliento del otro,

tan cálido como el fuego de una

vela y suave como una caricia, y

unió sus labios, no como el día

anterior que fue mas un choque

torpe y algo agresivo entre sus

bocas, sino en algo mas suave,

tímido e intimo.

Ahora era Hiccup quien le

acariciaba sus labios con los

propios, realmente se sentía muy

bien, además, haciendo que

sintiera que no le rechazaba, su

fuego se removió con más

intensidad al darse cuenta de ello.

No sabía si lo estaba haciendo

bien o mal, o que si la reacción

de Praxedes era positiva o

negativa, había cerrado sus ojos

al unir sus labios por lo que no

vio la mirada algo sorprendida

que dio el dragón por la repentina

reacción de su todo, para luego

relajarse con esa suave caricia,

esa dulce conexión de sus labios

y cerrar sus ojos tratando de

sentir a plenitud ese beso y

apretarlo ligeramente un poco

más contra su cuerpo.

Y de nuevo sintió esa parte del

mayor despierta, chocando

contra su cuerpo, no solo cerca

de su ingle, sino también cerca de

su ombligo, en su vientre ahora

que se percataba, debido a la

diferencia de estatura, la sentía

caliente, casi ardiendo como

carbón incandescente de una

fogata… no era el único, podía

sentir la presión de su propio

miembro “despertando” bajo la

tela de sus pantalones, todo

gracias al simple y ardiente

contacto del otro.

Praxedes era como fuego vivo, y

él corría el riesgo de quemarse, si

no fuera que ya lo estaba

haciendo, tal vez acabaría como

cenizas o con quemaduras grabes,

pero en esos momentos no le

importaba las consecuencias,

ahora se dejaría llevar por sus

instintos como el dragón.

Como ya había dicho antes, se

daba cuenta que necesitaba al

dragón tanto como este a él.

¿Cómo seria saborear los labios

de Hiccup?, ¿sabrían tan bien

como el resto de su piel?, curioso

abrió un poco su boca y saco su

lengua para degustar de nuevo a

Hiccup, esta vez para recorrer

aquellos pedazos rosados que

eran sus labios, eran muy blandos

y tibios, y tenían un sabor

ligeramente más concentrado,

¿adentro de esa húmeda cavidad

que podría encontrar?

Sentir de nuevo la tibia y húmeda

lengua sobre él le hiso temblar,

aun más cuando esa caricia

estaba sobre sus labios, no pudo

evitar jadear y saltar sobre su

mismo lugar cuando en ese

descuido la lengua del dragón

entro dentro de su boca,

recorriendo con curiosidad y sin

pudor la pequeña cueva que era

su boca.

Abrió sus ojos, sintiendo los

parpados ligeramente pesados, su

cuerpo se sentía ardiente y a la

vez adormecido gracias a como

ahora Praxedes acariciaba el

interior de su boca, era una

sensación única, no sabia que los

besos fueran de esa manera.

La pequeña cueva que era la boca

de Hiccup lo hacia sentir alucinar,

si se embriagaba con el aroma y

se deleitaba con lamer su piel,

ahora podría decir que se estaba

intoxicando por ese concentrado

sabor tan, tan… Hiccup.

Era como beber directamente

desde la fuente de un manantial

después de haber tenido una

enorme sed, y a la vez, quemaba

como si el manantial estuviera

hecho de lava incandescente.

Necesitaba explorar más de esa

exquisita fuente, todo lo de

Hiccup era lo más exquisito que

había probado en su vida.

En su exploración encontró a la

inquilina de esa cavidad que

retrocedió con su mero contacto,

aun así insistió en conocerla

curioso de todas esas nuevas

sensaciones, la inquilina ya no

pudo retroceder aunque quisiera,

por lo que también se empezó a

frotar contra la otra deseando

saber como era que sentir una

lengua ajena se sintiera tan bien.

Pero el oxigeno es necesario para

cualquier ser vivo, no importa lo

mucho que puedas aguantar la

respiración, es necesario volver a

tomar esa bocanada vital de aire,

por lo que Hiccup colocando sus

manos en los hombros del mas

alto tratándolo de empujar, aun

sabiendo que sus intentos de

querer mover ese cuerpo serian

en vano, esperaba que Praxedes

comprendiera el mensaje, ese

mareo que empezaba a sentir no

solo era por lo increíble que se

sentía ese beso.

Apenas y noto el ligero agarre de

Hiccup, pero se percato que algo

no estaba del todo bien cuando

dejo de responder tanto en el

beso como hace unos momentos.

-Ah ha ah ha…- las bocas se

separaron y las lenguas se

despedían por el momento,

esperando que fuera pronto su

próximo encuentro, aun unidas

por un delgado hilo de saliva de

las dos esencias combinadas.

Ambos jadeaban tratando de

recuperar el aliento, Hiccup

notaba como todo su cuerpo

temblaba y estaba casi seguro que

si Praxedes no le estuviera

sosteniendo en esos momentos

con su abrazo acabaría cayendo

en el suelo ya que las piernas no

lograrían mantenerse firmes ni un

segundo, por otro lado Praxedes

después de ese, ese… lo que sea,

¿beso?, así creía recordar que se

llamaba según Hiccup le había

dicho al contacto de labios,

aunque ese no creía que se podía

clasificar como un simple

contacto de labios, se encontraba

observando a su Hiccup,

sintiéndolo mas suyo, no

pudiendo percibir el suelo bajo

sus pies sintiéndose en pleno

vuelo por las emociones tan

intensas que cruzaban por todo

su ser, hasta creía que podría

estallar, mas teniendo la visión de

su todo frente a él.

Su piel al rojo vivo, respirando

agitadamente por la boca abierta,

los labios algo hinchados y un

brillo singular en los hermosos

ojos de verde vida, tanta increíble

armonía en un solo ser era difícil

de creer real, y ese ser por

momentos tan irreal se

encontraba entre sus brazos

ahora, su todo.

Ya no existía nada más, solo ellos

dos, no como dragón o vikingo,

no como dos miembros de razas

enemigas, muchacho y hombre,

Hiccup y Praxedes, entregándose

a el incendio que amenazaba

consumir sus cuerpos y almas.

Sintió nuevamente la lengua del

mayor recorrer sus labios

sintiendo como estos temblaban a

la expectativa de que entrara o no

dentro de su boca como

anteriormente, pero para su

desesperación no lo hizo, a penas

unos segundos había probado la

lengua del otro y se sentía tan

necesitado de ello, en lugar de

entrar lamia sus labios rapasando

su figura hasta llegar a la

comisura de ellos y recorrer un

camino de traviesa saliva que

había caído por su mentón.

Sus manos empezaron a viajar

nuevamente por la figura del

menor esta vez con un poco mas

de libertad, a veces enredando

sus dedos con los cabellos

castaño rojizos de Hiccup o

topándose con la carne blanda y

suave bajo su tacto debajo de la

única prenda que aun cubría su

cuerpo, aun mojada y molesta en

esos momentos en su opinión.

Otro de esos pequeños detalles, el

cual tenia que arreglarlo ahora.

-¡Ah!- casi grita cuando sintió una

de las manos del de melena negra

forcejear en la parte delantera de

su pantalón al parecer en un

intento frustrante de despojarlo

de su prenda mojada.

Esa prenda siempre le causaba

dificultades, y si no se desasía de

ella pronto se encargaría de

destruirla hasta hacerla tirones.

-Espera, espera Praxedes yo…-

Las manos de Hiccup se posaron

sobre la de Praxedes haciéndolo

que se detuviera, podía sentir un

ligero temblor en ellas, y vio en

el rostro del otro sus ojos

fuertemente cerrados, ahora si

definitivamente había cometido

un error y molestado a Hiccup.

Tragando duro y abriendo los

ojos nuevamente, Hiccup alejo un

poco la mano de Praxedes de su

pantalón, su corazón acelerado a

más no poder, el tifón había

regresado y amenazaba con

arrasar con todo junto a un

incendio incontrolable, pero no

dudaría, estaba seguro.

-… Yo, yo lo hago- su voz

temblaba un poco, sus manos

también, pero estaba totalmente

decidido, aunque no le evitaba

tener algo de vergüenza.

Él también sentía que la tela

empezaba a estorbar, y a pesar

de que le fascinaba la sensación

de la piel del otro contra la suya

tuvo que separarse, al menos

unos segundos para poder

deshacerse de las últimas prendas

que le cubrían así como sus botas

de piel, las cuales se quito casi

tratándoselas de arrancar

mientras se tambaleaba en la

posición en la que lo hacia

mientras se mantenía parado, así

lo mismo con el pantalón, este un

poco más lento, costándole un

poco a pesar de lo decidido que

estaba, como ya había dicho

antes, esto no le evitaba tener

vergüenza.

Necesitaba sentir de nuevo ese

calor que emanaba del cuerpo del

otro, desesperaba no poderlo

tenerlo entre sus brazos, pero

verlo así, por fin completamente

desnudo era algo que no se podía

perder, tal vez Hiccup nunca se

había sentido muy a gusto con su

cuerpo “débil” para los demás

vikingos, pero para él expedía

todo lo que podría haber deseado

en su todo, y de nuevo sentía

como la mayor parte de su fuego

se concentraba como un volcán

antes de una erupción en la parte

baja de su cuerpo.

Antes de que de que pensara

dejar la última prenda que se

había quitado en alguna rama

sintió nuevamente los brazos de

Praxedes con tanta necesidad que

no pudo evitar soltar sus

pantalones y dejar que cayeran al

suelo no muy lejos de sus botas,

la tierra fría bajo sus pies ya no

se sentía, en parte por que lo

único en que se podía concentrar

era en el calor que el otro cuerpo

emanaba contra su piel al

completo expuesta y en otra por

que en ese abrazo tan necesitado

de alguna forma había logrado

cargado y pegado hasta casi

querer fundir sus cuerpos con

ese abrazo.

Un brazo pasando bajo su propio

brazo mientras rodeaba su

espalda, otro, más atrevido,

agarraba con su mano su pequeño

trasero, se sentía un poco

incomodo e intimidado por ese

tipo de agarre, pero tampoco iba

a negar que estar a si de cerca

del dragón le gustaba.

Nuevamente estaban cara a cara,

sin la necesidad de que el mayor

se inclinara ya que tenia cargando

al menor, sus alientos se

mesclaban jadeantes, cada parte

que estaba en contacto con

Hiccup quemaba, especialmente el

volcán que se formaba en la parte

baja de su abdomen, ahora más al

chocar esa parte contra la casi

tan caliente como la suya.

Era una sensación extraña y

placentera, única que le hacia

jadear de momentos como

también perder el aliento, todo

su cuerpo vibraba al completo

mientras percibía los ligeros

roces y movimientos del otro.

El instinto y el hambre por el otro

le pedía a gritos continuar

probando y rozando su cuerpo

contra el de Hiccup de diversas

maneras, por lo que se dedico

con devoción a regresar a su

labor de lamer y besar la fuente

de aquel delicioso sabor de su

todo, aquella pequeña cueva

húmeda a encontrarse

nuevamente con su inquilina y

jugar en una danza de mutuo

reconocimiento, mientras que se

dedicaba a sentir con todo su

cuerpo el calor que emanaba su

todo mezclándolo con el propio,

y como un instinto primitivo se

empezó a mover

inconscientemente, prácticamente

restregándose con el otro.

Esto cada vez se volvía más y más

intenso, volvía a sentir, que si no

fuera por que el otro le estuviera

sujetando, ya se encontraría

tirado en el suelo, todas esas

sensaciones eran demasiado

intensas, como ya había dicho

antes, no le permitían ya razonar

o pensar a futuro, él también

empezaba a guiarse por sus

instintos.

Coloco sus brazos alrededor del

cuello de Praxedes mientras este

lo volvía a besar, y cuando este

empezó a moverse contra él,

sintiendo como claramente sus

abdómenes y miembros se

rozaban, no pudo evitar temblar

y aferrarse más fuerte al cuello

del mayor, corriente tras

corriente recorrían todo su

cuerpo dejando su mente en

blanco, por lo que ni él se

percato cuando acomodo sus

piernas alrededor de la cintura

del mayor para evitar resbalar de

aquella placentera posición,

mientras que las dos manos del

de melena negra se agarraban a

sus glúteos apretándolos de

manera algo brusca buscando una

mayor fricción.

Podían sentir como sus dos

miembros, pedazos de carne

ardientes en esos momentos,

palpitaban con cada roce que se

daban, ambos cuerpos se movían

en un vaivén buscando la mayor

fricción y que esa sensación

conocida como placer los

embargara con cada roce.

Las caderas se movían

inconscientemente para este

proceso, las alas negras los

envolvían dándoles privacidad,

aunque no lo necesitaran o

importara en esos momentos, ni

siquiera un pájaro estaba por

esos lados para presenciar dicha

explosión de sensaciones,

sentimientos y entrega, la larga

cola se balanceaba de un lado a

otro, también a veces golpeaba

contra el piso siendo un reflejo

de lo que el mayor sentía, total

excitación.

Nuevamente ambas bocas

tuvieron que separarse por la

falta de oxigeno, jadeantes,

sudorosos, cada roce los volvía

locos, y aun así no era suficiente.

Para Hiccup, que jamás había

experimentado esa clase de

caricias que le nublaban la mente,

se sentía muy, pero muy lleno de

ellas, demasiado, cada frote

contra el miembro del mayor

hacia que su calor y todo lo que

sentía se concentrara en esa parte

especifica de su cuerpo, un

vaivén más, y otro, y otro, y ya

no creía que podría aguantar más

sea lo que sea que estaba por

explotar.

-Ah ha ah ha Prax… yo creo ahg-

Oírlo jadear y decir su nombre en

ese tono suave y ronco era

simplemente maravilloso, aunque

algo le decía que su todo no

aguantaría tanto como él para

llegar a la cumbre de esas

sensaciones, y deseaba que

ambos completaran la armonía de

este momento que se estaba

volviendo perfecto.

Pero primero necesitaban un

lugar más cómodo.

Muy a pesar para ambos se

detuvo repentinamente en las

caricias, lamidas y movimientos

lascivos entre ambos cuerpos,

esto dejo descolo al de mirada

verde vida, pero antes que

pudiera coordinara su cerebro

con su boca o que recuperara

algo de aliento para hablar, sintió

como el mayor empezó a caminar

aun cargándolo impidiendo que se

despegaran sus cuerpos aunque

fuera un centímetro.

Lo siguiente que supo es que

estaban en la pequeña cueva

hecha hace poco por el dragón

negro sentados en el lecho de

pieles, o más bien, él sentado

sobre el regazo del mayor,

abrazados entre si, nuevamente

perdidos en las miradas del

contrario.

Esto apenas llegaba a la mejor

parte.

Ambos lo presentían, ambos lo

sabían.

Y nuevamente la danza entre los

dos cuerpos, aquellos vaivenes

que buscaban el mejor roce entre

ambos volvió a empezar.

En un desliz, entre accidentado e

instintivo, Praxedes levanto un

poco más el cuerpo del menor,

que como hace rato, no le causo

ninguna dificultad para su fuerza,

y se volvió a restregar, esta vez

no miembro con miembro, sino

entre esos dos suaves y calientes

pedazos de carne que

conformaban el trasero de

Hiccup.

-Ha ha Praxedes- ese nuevo

cambio le agarro de sorpresa,

pero como los otros, no les

encontró desagrado alguno.

Era extraño, diferente, sentir

ahora en esa parte de su ser el

miembro caliente y algo húmedo,

no sabría si por sudor o por las

gotas de agua de su cabello

húmedo, pero colaboro con sus

movimientos de caderas cuando

noto que esto no afectaba en

gran medida en su placer de

restregar su cuerpo y miembro

propio contra el abdomen fornido

del mayor.

Entre esos dos pequeños montes

de carne encontrarían la puerta al

placer, aunque aun ninguno

estaba consiente de ello, solo lo

presentían.

Su miembro se restregaba cada

vez de manera más brusca

rosando toda esa área mientras

apretaba los glúteos del menor

ayudándolo en ese movimiento

tan placentero de caderas, su

miembro caliente, palpitante y

húmedo dentro de podo

encontró una apertura mas suave,

mas caliente que le invitaba a

entrar, debía entrar.

-HARG… haa ah- y ambos

gritaron, perdiendo el aliento,

perdiendo la cordura, ganando y

perdiendo.

Era tan estrecho, le estrangulaba

de una manera dolorosa y a la vez

increíblemente placentera, y eso

que sentía que apenas había

entrado la mitad de su miembro,

estar por completo adentro tal

vez superaría la sensación de la

primera vez que había surcado

los cielos, eso era casi tan bueno

como volar… no, era volar de

otra forma.

Para Hiccup fue doloroso,

desgarrador, le estaba costando

más trabajo que a Praxedes

recuperar el aliento, no pudiendo

terminar de creer, por que si

dolía debía ser verdad, que este

hubiera metido ese enorme

pedazo de carne dentro de sus

entrañas, incluso lo podía sentir

palpitar.

Se aferro más en su abrazo,

ambos lo hicieron, escondiendo

sus rostros en el cuello del otro,

jadeantes, ronroneantes, sabiendo

muy dentro de si que esto era lo

que habían estado buscando.

Hiccup no pudo evitar soltar una

lagrima de dolor cuando sintió

que volvía avanzar esa carne

entre sus entrañas, demasiado

despacio para su gusto,

demasiado ardiente, demasiado

doloroso, pero no se quejo, lo

sabia, lo necesitaba tanto como

Praxedes en aquellos momentos.

Ahora ya se estaban fundiendo en

uno solo.

Era tan asfixiante, y a la vez lo

hacia sentir tan completo, ¿Cómo

había podido vivir todo este

tiempo sin él?, de esta manera,

unidos era como debía de ser.

Los movimientos no tardaron en

comenzar nuevamente en

segundos tan cortos y eternos a

la vez, en un vaivén en que esta

vez implicaba salir y entrar una y

otra vez de esa íntima cavidad

tan cálida, tan estrecha, una

cueva de placer sin lugar a dudas.

Podía sentir la suave salida y

nueva intromisión de ese enorme

miembro dentro de su ser una y

otra vez en un ritmo lento, no

costándole acostumbrarse

después de un rato, así como los

roncos gemidos que salían de la

garganta de Praxedes

acompañado de un ronroneo

típico de él cuando algo le

gustaba mucho, sintiendo las

suaves vibraciones

transmitiéndole lo placentero que

era para el otro, no dejaba de ser

extraño y algo incomodo, pero

también única esa sensación,

incluso podía empezar a sentir

cierto gusto por esa nueva

experiencia.

Estaba siendo paciente,

demasiado paciente,

sorprendiéndose así mismo,

quería aumentar el ritmo, quería

sentir más rápido esa sensación

tan asfixiante y placentera, pero

debía esperar, una simple señal,

algo le decía que no podía

aumentar sin que Hiccup lo

permitiera.

Fue suave, pero a la vez certero,

cuando en una de esas suaves

estocadas algo le provoco ver

puntitos blancos y temblar por

completo, ¿Qué había sido eso

tan… tan placentero?, debía

sentirlo nuevamente.

-Hi… Hiccup- fue esta vez el de

mirada verde vida quien hiso el

movimiento con sus caderas, más

rápido y fuerte, mucho mas

placentero.

Esa era la señal que había estado

esperando.

Más, más, necesitaban

desesperadamente más del uno

como del otro.

Más rápido, más fuerte, el dolor

desaparecía para dar paso a un

alucinante placer, con

movimientos frenéticos las

embestidas, el mayor ayudaba a

el sube y baja de las caderas del

menor agarrándoselas firmemente

mientras que el hacia lo propio

con las suyas, el placer que los

embargaba hacia sentir hervir su

sangre, hasta casi parecer que

podría fundir sus cuerpos y almas

en uno solo, lo cual gustosos

aceptarían en ese momento de

total entrega.

Era como ir más haya de las

nubes y luego dejarse caer en una

caída libre, totalmente riesgoso y

excitante, totalmente único y

placentero, la suma de todo en

uno.

Pero tanto placer y fuego no

puede seguir aumentando para

siempre, tiende a explotar, es lo

que debe ocurrir.

Sentía como ese volcán en sus

entrañas llegaba a su limite, ese

fuego que se acumulaba y ardía

explotaría dentro de poco, pero

antes que eso quería verlo, mirar

esa mirada verde vida, perderse

en ella y sentirse en un vuelo

eterno.

Una de sus manos logro agarrar

una de las mejillas del joven

humano e hiso que sus miradas

se volvieran a encontrar,

encontrándose con algo

inesperado.

Agua cristalina recorrían esa

mirada, eran lágrimas, no eran

las gotas de agua que habían

escurrido por sus cabellos

mojados, estos ya se encontraban

semisecos por su caliente aliento,

las conocía bien, y las veces que

laguna vez las sintió en carne

propio fue acompañadas por un

profundo dolor.

-Hiccup…- le llamo con voz

ronca, deteniéndose en sus

estocadas, temiendo nuevamente

por el bienestar del otro.

Pero esas lágrimas no eran de

dolor, era la representación de

una fuerte explosión en su

interior, era la primera vez que

sentía tanta felicidad, tanta

confusión y pasión al mismo

tiempo, no, que no se detuviera,

el también quería continuar con

esto, esta adictiva sensación que

lo hacia sentir tan unido, tan

pleno.

Él también tomo una de las

mejillas del contrario, y antes de

que pudiera hablar de nuevo lo

beso, esta vez no tan tímidamente

tomando la iniciativa, colando su

lengua en la boca del mayor

incitando a la otra a jugar

nuevamente a esa dulce danza

que imitaba sus cuerpos.

Esa pequeña danza en sus bocas

incitaba a que sus cuerpos la

siguieran, y ninguno se opuso, no

había razón, ambos lo

necesitaban, ambos lo deseaban,

ambos debían entregarse en ese

acto tan íntimo que los llevaba a

límites inimaginables.

Las estocadas continuaron, las

pieles quemaban, y las almas

ardían junto a los cuerpos y

mente, pero nada es eterno, y

ambos lo sabían, esas últimas

embestidas fueron tan fuertes y

profundas que sobrepasaban los

límites insoportables de sus

cuerpos y almas.

Y el volcán exploto, volviéndolos

fuego puro.

Sintió como vertía ese fuego

concentrado en el interior de

Hiccup, sintiendo como su fuego

por fin había tocado a su Hiccup

con total plenitud, quien tampoco

pudo aguantar más a esa

sensación y vertió su líquido

caliente entre sus vientres y

apretaba todas sus entrañas en un

tortuoso y placentero abrazo que

marcaba el final de la entrega de

ambos, habían volado, habían

caído, y por un momento fueron

fuego puro.

Fue lo mas hermoso y pleno que

alguna vez hubieron sentido

ambos.

Se sentían por primera vez en su

vida completos.

Ambos cuerpos seguían

temblando y se abrazaban como

si temieran que el otro

desapareciera después de tan

increíble experiencia, el beso se

había roto para estar ambos

jadeando de nuevo apoyados en la

frente del otro.

Nada podía ser tan… perfecto.

Se sentían agotados, demasiado

agotados, esa había sido una

entrega total y agotadora, el acto

carnal de dos seres tan diferentes

y complementarios, aun unidos,

aun abrazados, disfrutando el

calor del otro.

Demasiado agotador.

Vio como los ojos de su todo se

empezaban a cerrar suavemente,

ambos estaban agotados pero al

parecer su todo ya no aguantaría

más consiente.

Una ultima lamida a sus labios y

se recostó aun aferrado al otro

notando que también se sentía

demasiado cansado, aun

envueltos en sus alas, se

entregaron a un merecido

descanso.

+*+*+

No hay nada mejor para el viajero

cansado que saber que se esta

cerca de su hogar después de

tanto tiempo de viajar.

-¡Si señor!, no hay nada como ver

nuestras tierras nuevamente-

A lo lejos se podía ver una

pequeña mancha en el

firmamento, casi como un grano

de arena, quizás confundible

incluso con una basura en el ojo,

pero para el ojo experto era la

vista reconfortante de las tierras

del hogar no vistas en mucho

tiempo, era la isla de Berk y

pronto llegarían a ella.

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