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capitulo 7: tu eres...

-Oh, te quedo increíble-

El invierno con cada día se sentía

mas cerca, dentro de lo que

menos se imaginaban pronto

caerían los primeros copos de

nieve, es más, la tarde pasada una

llovizna callo sobre la isla, o más

bien callo agua nieve, helada e

inesperada, lo que hiso que

muchos se apresuraran para tener

sus preparativos finalizados para

el invierno, y en el caso de

Hiccup no fue la excepción, pero

no solo tenia que pensar en los

preparativos de su hogar, sino

también de cierto amigo de

escamas negras.

Por eso la noche después de la

ligera llovizna de agua nieve, se

propuso comenzar a idear una

casita para Praxedes, un techo y

algunas paredes para que lo

protegieran del frio.

Tomo un morral y lo lleno de

clavos y varias de sus

herramientas y algunas de la

herrería, como martillos y

algunas cierras, la madera la

encontraría en el bosque; pero

que grande fue su sorpresa que al

parecer no fue el único en pensar

en un refugio para pasar el

invierno, al parecer el dragón se

había tomado un rato en la noche

para crear uno.

Al llegar no lo recibió como

siempre, pero no tardo en

encontrarlo, y más cuando hay un

gran montículo de tierra cerca de

una las paredes de ese escondite

en medio del bosque, uno muy

grande.

Era un enorme hoyo, por el cual

en menos de cinco segundos se

asomo la cabeza negra del

dragón, quien al verlo salió a

recibirlo pareciendo realmente

animado.

Acercándose al joven vikingo lo

rodeo y estando atrás de él le dio

unos empujoncito en sus piernas

para que avanzara, ese gran hoyo,

madriguera o cueva artificial,

según la forma como se le viera,

era grande, como ya se dijo

antes, pero no solo como para

poder tener el cuerpo de un

dragón como un furia nocturna

dentro, sino que hasta le sobraba

espacio.

-Te sientes orgulloso ¿no?-

pregunto Hiccup cuando pareció

como si el dragón se hinchara de

pecho al mostrar su creación,

este pareció asentir y entro al

hoyo para luego sacar la cabeza

de nuevo y hacerle señales a

Hiccup para que se acercara.

Como la noche pasada había sido

mas fría de lo habitual su

descanso no había sido del todo

agradable, tal vez había llovido,

por que las cálidas y cómodas

pieles se habían mojado,

volviéndose realmente

incomodas.

Despertándose en medio de la

noche trato de buscar un nuevo

lugar donde acostarse y

descansar, pero al igual que las

pieles el suelo estaba húmedo y

frio, ¿entonces que hacer?,

sencillo, crear un lugar donde

descansar, trato de quemar el

suelo, pero estaba lodoso, enzima

de una roca, la marotia de las de

ahí eran pequeñas como

acostarse y no eran cómodas,

colgarse, tal vez, pero al parecer

las ramas húmedas he hinchadas

con las que normalmente se

colgaba no parecían estar muy

resistentes en esos momentos

debido a la humedad absorbida.

Y como un pequeño destello de

inspiración se le ocurrió escavar,

que genial idea; escogió una

pared de tierra, donde la

superficie estaba suave por la

llovía, por lo que los primeros

arañazos con sus garras fueron

sencillos, cosa que no duro

mucho cuando llego a una capa

de piedras y tierra seca y dura,

pero eso no importaba para sus

fuertes músculos, y el hecho de

que se encontraba muy

entretenido con su nueva tarea.

Al final había hecho una

madriguera con mucho espacio,

cómoda, seca, pero faltaba algo,

así que salió a donde estaban las

pieles y hurgo entre ellas hasta

encontrarlo, el saco de Hiccup,

que no se encontraba tan húmedo

como las demás pieles y lo llevo a

su nuevo escondite.

Ahora mostrándolo a Hiccup se

sentía plenamente satisfecho, y

más con los halagos que le había

dicho al ver su creación.

-¿Lo hiciste anoche tu solo?,

realmente eres asombroso- le dio

unas palmaditas en la cabeza, ese

dragón siempre encontraba una

forma para sorprenderlo.

*+~*~+*

El ruido del metal y madera crujir

hacían eco en el campo de

entrenamiento de los jóvenes

vikingos, hoy era día de prueba y

se enfrentaban de dos en dos, una

pareja a la vez, por eso en esos

momentos todos los jóvenes

vikingos que ya tuvieron su turno

o esperaban el suyo hacían una

rueda alrededor del par de

vikingo que batallaban en turno,

echándole porras a su favorito o

favorita.

Este era el turno de Astrid, y un

pobre infeliz que poco o nada

importaba recordar su nombre en

ese momento para la mayoría que

gritaba ya de anticipado la

victoria segura de la rubia

guerrera.

Atentos, en lugares estratégicos

observando todo aquello, estaban

los entrenadores, observando los

fallos y mejoras de los futuros

guerreros de la aldea, ¿y por qué

no?, también divirtiéndose viendo

estos entretenidos duelos.

Esa Astrid si que era buena, sin

duda era la primera de la clase,

de esa generación, con un par de

golpes y su contrincante ya

estaba en grandes aprietos.

De estatura promedio para una

joven de su edad, delgada pero de

músculos fibrosos, su arma

favorita, el hacha, la cual decía

que utilizaría cuando matara a un

dragón, su primer dragón,

objetivo que todos los jóvenes de

su edad ansiaban cumplir, bueno,

casi todos si contabas a cierto

castaño que no se encontraba en

esos momentos, y de todos los

jóvenes discípulos, para los

maestros ella era la que tenia mas

posibilidades de cumplir su

objetivo.

Pero aun así, a pesar de que era

una excelente y feroz guerrera, le

faltaba algo, como a la mayoría

de los alumnos ahí presentes,

aunque para ella como para la

mayoría, no era lo más

importante.

-¡¡Ya deja de jugar con el pobre

Astrid!!-

-¡Acabalo!-

Un fuerte hachazo en el escudo,

tan fuerte que adormeció por un

momento el brazo de su

oponente, ante el dolor

repentino, este se distrajo menos

de un segundo, cosa que

aprovecho la rubia que con el

escudo que traía en su brazo y

golpearle desde abajo hacia el

mentón, lo siguiente que supo el

pobre muchacho era que estaba

en el suelo mirando todo

borroso, ¿alguien había visto al

dragón que lo noqueo?

Los gritos de emoción y

admiración no tardaron en

escucharse, algunas féminas la

miraban con un poco de envidia

pero también admiración, y los

hombres, más que admiración,

estaban embobados con esa

fierecilla al parecer indomable.

-Otro más que muerde el suelo

amiga, creo que rompiste tu

record- le dijo su amiga rubia de

trenzas, riéndose con ganas

después al ver como se

tambaleaba el pobre muchacho al

tratar de levantarse

infructuosamente al caer de

nuevo al suelo, sus amigos

tuvieron que arrástralo para

sacarlo de la área de practica.

-No fue ningún reto- dijo

confiada y retirando un pequeño

mechón de su mejilla que por la

lucha se le había movido –ni me

hiso sudar si quiera una gota de

sudor-

Todos la vitoreaban, todos sabían

que tan buena era, pero no era

suficiente, necesitaba verdaderos

retos, no podía esperar a luchar

de verdad con un dragón.

Sabía que su destino era ser la

primera de su generación de traer

la cabeza de su primer dragón

muerto ante su pueblo.

~+~*~+~

Al final las herramientas no

sirvieron en nada para construirle

un refugio al dragón como había

planeado, pero si para

entretenerse ese día.

Después de colgar las mantas de

piel en un lugar donde se

secarían sobre una pequeña

fogata, cortesía del dragón ya

transformado y pantalones

puestos, paso después a buscar

un poco de madera, casi toda la

madera que encontró cerca en el

bosque estaba húmeda, pero el

dragón encontró la solución con

una nueva fogata para secarla,

demostrando que su fuego era

tan potente como para quemar

esos trozos de madera húmeda.

-Tú también eres asombroso-

Comento el dragón después de

largo rato en que Hiccup

estuviera sentado sobre una roca

en que se ponía a trabajar con

madera y con las herramientas

traídas, y que Praxedes se sentara

a comer su ración de pescado

diario, observando entretenido al

verlo trabajar y crear una serie

de nuevas y pequeñas creaciones

que estaban frente a él.

-No es nada- de nuevo ser

elogiado se sentía extraño, pero

también agradable viniendo de su

nuevo amigo escamoso, coloco su

ultima creación, una pequeña

catapulta al lado de las demás,

una pequeña carreta, un bote mas

pequeño que el primero que hiso,

sin vela, muy parecido al que

utilizaban algunos vikingos para

pescar cerca de las orillas,

incluso un pequeño tipo de

choza.

-¿Puedo verlo?-

-Si claro, ahora te los paso- se

levanto de su roca para ir a la

roca donde se encontraba

sentado el dragón.

Oh, pero se olvido de algo muy

esencial en ese momento.

El suelo aun estaba húmedo,

había algunos charcos de agua

mas grandes que otros y la tierra

aun estaba lodosa, muy

resbaladizo, y él era torpe y

sumando a su mala suerte, debía

saber que su racha de mala

fortuna lo atacaría en esa

perfecta oportunidad.

-¡Hiccup!- casi grito el pelinegro

al ver como pisaba mal el joven

delante de él para a continuación

resbalar por el lodoso suelo y dar

lugar para una inminente caída.

Lo siguiente que supo el de ojos

verdes al abrir los ojos, porque

los había cerrado por reflejo, era

que tenia al de melena negra

cerca, muy cerca, demasiado

cerca, y en una posición más

haya de la invasión de espacio

personal, ¡estaban cara a cara

con los labios pegados!

Tal vez si hubiera mantenido los

ojos abiertos hubiera visto como

Praxedes se había levantado

rápidamente y zancado los pocos

pasos que los separaban en un

solo salto, solo con la

preocupación de ayudarlo y evitar

que se cayera sin tener también

en cuenta, como el joven vikingo,

que el lodo era resbaloso, por lo

que al segundo de sentir el suelo

lodoso de nuevo en la planta de

sus pies, también sintió como

este se movía, o mas bien, como

él se movía erráticamente.

Al menos tenía una ventaja que él

joven vikingo no, buenos reflejos.

Doblo sus rodillas y estiro sus

brazos, aun teniendo como

objetivo ayudar a Hiccup

evitando su caída, aunque todo

sucedía demasiado rápido.

Y ahora estaban así, Praxedes de

rodillas, había cachado a Hiccup

y lo tenia entre sus brazos, con la

espalda algo inclinada hacia atrás,

y el cuerpo del otro recargado en

él, y sus rostros unidos por sus

labios y miradas.

Estaba realmente sorprendido, en

un completo shock, mientras que

observaba esos ojos mirándolo

fijamente, su cerebro aun no

decidía que pensar, sentir o

reaccionar, solo que eso era una

de las cosas más extrañas vivida;

Praxedes en cambio, se sentía

aliviado de que lo había atrapado

a tiempo y que esa cercanía, no

era desagradable.

Cuando pudo reaccionar trato de

separarse lo mas rápido posible

pero estuvo resbalando de nuevo,

pero como Praxedes aun lo

sostenía no le paso nada mas que

caer de nuevo en el pecho del

dragón, al menos esta vez su

rostro había quedado en el

hombro del otro, algo

conveniente en esos momentos ya

que sentía como su cara ardía

como nunca, mas allá de la base

de su cuello, desde su pecho,

hasta sus orejas y quizás las

puntas de su cabello, ¿al estar así

de sonrojado se volvería pelirrojo

como su padre?, era una

posibilidad que en esos momentos

de bochorno creía ser muy

posible.

Beso, su primer beso, no contaba

los pocos que recordaba haberle

dado a su madre cuando aun

vivía, y tuvo que ser con un

dragón, no, con un hombre de su

mismo sexo.

Eso era realmente extraño.

Por otro lado, Praxedes estaba un

poco preocupado, Hiccup estaba

muy quieto y callado, demasiado,

¿y si le dolía algo?, ¿y si lo había

agarrado muy fuerte o mal?, aun

no se recuperaba de las heridas

de su espalda y brazo, debía ser

muy cuidadoso, por nada del

mundo quería lastimarlo.

-Hiccup, Hiccup… ¿te encuentras

bien?-

-Yo…- su voz casi no salía, ni

sabia que decir, se sentía

ahogado por la pena, así que para

evitar que se escuchara su voz

más temblorosa o tonta de lo que

ya era opto por guardar silencio.

Preocupado por que no le

respondía decidió separarse un

poco y acomodarlo en su regazo

mientras se sentaba en el suelo y

ver que estuviera bien.

Se sorprendió mucho al ver ese

color en su piel, color que a veces

le producía curiosidad, otra era

entretenido y ahora, era algo

preocupante, no sabia mucho de

humanos pero estaba seguro que

ese color mucho más intenso que

las otras veces que lo observo en

su rostro no debería estar en el

rostro de Hiccup.

-Hiccup, ¿estas bien?, ¿te duele

algo?-

-No… digo, si, ¡Si estoy bien!... yo

parar, digo ahora me paro- trato

de coordinar su cerebro con su

boca, teniendo un resultado muy

pobre, como si necesitara mas

razones para sentirse tonto y

avergonzado.

Cuando trato de pararse sintió los

brazos del otro impidiéndoselo

sosteniéndolo firme pero

suavemente haciéndolo volver a

su lugar regazo, no lo dejaría ir

tan fácilmente.

-Mejor no, al menos hasta que se

te quite ese color, además seguro

te tropiezas de nuevo-

-¡Hey!- trato de incorporarse

nuevamente sintiéndose

levemente insultado pero de

nuevo el agarre del otro se lo

impidió, ni siquiera su padre lo

había tenido en su regazo tanto

tiempo.

-Así que te quedas aquí hasta que

cambies de color- sentencio el

pelinegro decidido siendo su

ultima palabra.

Cambiar de color, como si fuera

algo tan sencillo, menos si

seguían tan cerca.

-Y… ¿ahora por qué estas de ese

color?, no hace tanto frio-

¡Rayos!, sabia que la escusa del

frio no dudaría para siempre,

¿pero por qué se tuvo que agotar

justamente ahora?

Bien, solo debía evitar contacto

visual, evitar ver sus ojos,

últimamente se había dado cuenta

que si lo veía directo a los ojos

no podría mentirle fácilmente,

solo se quedaría callado, solo

eso… ¡demonios!, choco con su

mirada.

-¿Te duele algo?- volvió a insistir

el dragón, no dejaría el tema por

zanjado, eso era algo seguro.

-No Prax… no me duele nada, es

solo por… por lo de hace rato, y

no, no me hice daño por el

resbalón… fue lo otro-

-¿Otro?-

-El… mmmm- no podía decirlo,

¡arg!, solo había sido un roce de

labios, nada del otro mundo, eso

no podía contar como beso, si

eso debía decir, los dragones no

sabían de esas cosas, debía

conservar la calma, ¡parecía que

su corazón se escucharía de aquí

hasta Berck!.

-¿Qué?- el dragón no se

consideraba experto en el

lenguaje de los humanos, pero

estaba seguro que lo ultimo que

dijo no era una palabra, al menos

no la conocía.

-Lo de juntar los… labios y la

repentina cercanía- se obligo a

decir, sabiendo que entre más

rápido mejor.

-Pero ya hemos estado cerca

antes-

-Es más por lo primero… es…

algo… demasiado cerca, y me

descoloco un poco-

-¿Y por qué estas así?- cada vez

entendía menos.

~Odin ilumíname~ fue lo que

pensó al ver al cielo como

tratando de encontrar las

palabras para explicarse de una

vez y terminar con esa absurda

conversación.

-Es una reacción por sentirse

incomodo… avergonzado, normal,

normal, nada grave-

-No te gusta… estar cerca de mí-

-No es eso, no eres para nada

desagradable, es falta de

costumbre… nadie había estado

mas de lo necesario a mi lado- se

apresuró a decir antes de que el

dragón se sintiera de alguna

forma ofendido o herido.

-A mi me agrada mucho estar a

tú lado-

Ah Praxedes no le desagradaba la

cercanía del otro, era lo más

agradable que le había pasado en

su existencia, los demás vikingos

deberían ser ciegos o algo así

para no notar lo bien que se

sentía estar junto a ese humano.

-Gracias- quien sabe como lo

hacia, pero ese extraño dragón

lograba decir y hacer cosas

cuando menos se lo esperaba que

lo hacían sentir bien.

Los dos se quedaron callados por

un buen rato en un silencio nada

tenso, Hiccup pensando que podía

esperar un rato hasta que se le

pasara el sonrojo en el regazo del

dragón, y Praxedes reflexionando

un poco, creía haber

comprendido un poco.

-Ahora que recuerdo… quienes

me concibieron hacían ese tipo

de cosas cuando estaban como en

esta apariencia, juntar esto- se

señalo los labios, recordando

fragmentos de su temprana vida.

~¡Oh que se abra la tierra y que

me engulla!~ al parecer le había

tocado el único dragón que

entendía algo de esas cosas.

-Así que… no es malo- concluyo

por su cuenta, sintiendo que esa

era la verdad, incluso Hiccup así

lo sintió por la seguridad con lo

que la había dicho.

Aunque ya no estaba tan seguro

de muchas cosas con ese dragón

negro.

~+~*~+~

Después de los entrenamientos, y

que Astrid fuera la numero uno

como siempre, cada uno de los

jóvenes vikingos se fue por su

lado, excepto los castigados.

-Esto apesta, ¿Saben lo que tuve

que hacer el otro día con el loco

curandero que me toco?- empezó

a decir uno mientras pulía un

hacha con brusquedad y saña,

desde que se decidió su castigo

ninguno había tenido descanso o

tiempo para divertirse como

antes.

-No gracias, yo ya tengo

suficiente con el mio- dijo otro

barriendo lo que fue la arena de

entrenamiento, se había

encontrado un par de dientes que

seguramente algunos de sus

compañeros habían perdido por

un muy buen golpe, tal vez

podría hacer un collar con ellos.

-Nada supera por lo que yo tuve

que pasar, un alumbramiento es

traumático- dijo un tercero quien

acomodaba escudos palideciendo

al recordar lo vivido el pasado

día.

-No debe ser para tanto-

-Tú no estuviste ahí, además esa

mujer estaba como poseída por

algún espíritu maligno- tembló

brevemente recordando su mala

experiencia, la mujer chillando, la

curandera gritándole ordenes, el

esposo desmayado, no por la

tención, sino por que su mujer lo

había golpeado y lanzado a una

de las paredes, era algo

realmente de que temer.

Aun tenía pesadillas.

-Darle un masaje a los pies de la

vieja bruja del pueblo seguro le

gana a lo tulló, lo que tiene ya no

son uñas, son pesuñas- comento

el de el hacha poniendo cara de

asco.

-¿A ti también?- el de la escoba

se voltea algo sorprendido, a él

también le toco hacer eso el otro

dia.

-No son los únicos-

-Al parecer todos nos tomaron

como sirvientes de esa bruja-

-Hey Snotlout, ¿Por qué tan

callado?-

-Solo… pensaba un poco-

Un silencio sepulcral, la escoba,

hacha y demás instrumentos

cayeron al suelo haciendo eco,

todos sus demás compañeros se

quedaron estáticos mirándolo

sorprendidos.

-¡¿Quién eres tu y que hiciste con

nuestro amigo?!- grito uno

retrocediendo algunos pasos.

-Que graciosos…-

-Pero tú… pensando, seguro hoy

hay ataque de dragón-

-Ven aquí cabeza de aserrín, te

daré algunos golpes para que te

quede claro que si pienso, y en

estos momentos pienso

golpearte- y se puso a corretear a

su amigo.

Esto era culpa de Hiccup, por

hacer que se preocupara y se

pusiera a pensar en cosas

estúpidas.

~*~+~*~

Después del incidente, que gracias

a los dioses el dragón no

profundizo mas en el tema, el día

regreso a su relativamente normal

rutina entre ellos dos, con un

Praxedes muy contento y

agradecido con su nueva fuente

de entretenimiento, Hiccup lo

observaba satisfecho, a veces era

tan sencillo estar con el otro y

complacerlo con esas simples

cosas, algo así como un niño,

aunque era lo contrario, él era el

niño y el otro se mirara por

donde se mirara era un adulto, al

menos en su apariencia.

El pequeño bote que había

terminado en el suelo debido al

tropiezo termino lleno de lodo, al

igual que las piernas de Praxedes

y parte de su cola al sentarse en

el suelo con el menor en su

regazo, cosa que se demoro más

de lo necesario en opinión del

joven de ojos verdes ya que no se

le había bajado el sonrojo tan

rápido como hubiera querido,

cosa que en su monologo interno

se recriminaba una y mil veces,

debía controlar mejor sus

emociones, debía dejar de

sonrojarse de una buena vez de

esa manera.

Ahora, regresando al lodo,

Praxedes se había dado cuenta de

esto, no le enfadaba estar sucio,

pero era algo incomodo estar

húmedo y frio de la cintura para

abajo no era una buena opción

para estar cómodo, lo pasaría si

estuviera en el mar atrapando

pescados, pero como ese no era

el caso.

De estar jugando con el pequeño

bote, Praxedes paso a levantarse

y quitarse el pantalón sin mas con

pequeño bote en mano y el

pantalón en el otro bajo una

sorprendida mirada de Hiccup, a

veces ese dragón resultaba un

poco indescifrable con sus

acciones, y de nuevo otro

pequeño sonrojo había aflorado

en su cara por estas acciones tan

repentinas.

Ya debería estarse acostumbrando

a verlo desnudo tan seguido,

pero al parecer su cara aun no

comprendía.

Se metió a las tibias aguas del

lago y remojo un par de veces los

pantalones tratando de sacar el

lodo pero ese método no era muy

efectivo, aun tenia enormes

manchas de tierra incrustada,

¿Cómo le hacían los humanos

para limpiar esas cosas?

-Deja te ayudo, pásamelo-

En la orilla estaba Hiccup,

agachándose un poco y

extendiendo una de sus manos

para que le diera la prenda sucia,

al darse cuenta de las intenciones

del dragón y que este no tenia

una idea clara de como limpiar

los pantalones decidió ayudarle,

con solo remojarlo un poco no

seria suficiente para quitarle todo

el lodo.

Praxedes le entrego el pantalón y

observo como el humano

restregaba la tela en una roca y

entre sus manos para

desincrustar las manchas,

viéndolo así su mente se permitió

vagar un momento memorizando

con precisión los detalles de ese

rostro sin escamas, cuernos o

filosas hileras de dientes, pero

con una mirada tan verde vida

bella e increíble nunca antes

vista, y le encantaba observarla.

Podría, podría observarle por

siempre.

-Bien, con esto es suficiente,

ahora lo colgare sobre la fogata-

la voz de Hiccup lo saco de sus

pensamiento, ¿Qué fue ese

pensamiento? –hey Prax, ¿estas

bien?, te quedaste muy quieto-

-Si…- y se sumergió en el agua

tibia a seguir entreteniéndose con

las creaciones de Hiccup.

Él era un ser solitario, a veces

arisco, nunca pensó realmente en

el futuro, menos en la palabra

“siempre”, pero junto a Hccup,

“siempre”, no se escuchaba para

nada mal.

Y como el tiempo pasa rápido

cuando uno se divierte, al menos

para estos dos, la hora de partir

de Hiccup llego.

-Nos vemos mañana Praxedes-

-Si ah…- por un momento

Praxedes parecía que iba a decir

algo pero se contuvo y mejor

opto por la despedida normal –

hasta mañana Hiccup-

Y lo vio marcharse como otras

tantas veces, y cada vez más

sentía como una ligera opresión

aumentaba con cada despedida en

su pecho.

Cuando la figura del otro ya no

pudo seguir en su rango de

visión, se fue a su pequeña

madriguera, ya habían colocado

las mantas peludas previamente

secas y se acostó sobre ellas, se

sentían cómodas y cálidas como

siempre, pero no tenia sueño o

muestras de estar cansado, las

ganas de dormir simplemente no

llegaban, desde la tarde en que

pensó en ese “siempre” su mente

no había dejado de pensar, cosa

que siendo sinceros no pasaba

muy seguido, pocas veces se

ponía a reflexionar tanto como

ahora.

Recordando sus experiencias con

otros seres vivos, con ninguno se

había sentido tan cómodo con la

presencia de alguno que con ese

humano, tampoco con ninguno

había convivido tanto como con

Hiccup, o tan siquiera haber

sentido algún deseo de pasar

tiempo con el o una horrible

sensación de asfixia al no saber

donde estaba o si estaba herido o

no, como la pasada noche de luna

llena, un muy mal día.

Hiccup era especial, era

agradable, era listo, era amable…

era muchas cosas en ese pequeño

ser, era importante.

Tal vez debería estar algo

preocupado de pensar de esa

forma de un humano,

descendiente de los enemigos

acérrimos de los dragones, pero

por más que tratara de pensar en

el delgado, algo pequeño y

amable Hiccup como una

amenaza, o al menos un posible

enemigo, era absurdo, bien, tal

vez la primera vez que lo vio

pensó que moriría bajo su mano,

atrapado por cuerdas que el

mismo, de alguna forma que aun

no lograba comprender del todo,

aunque ya se lo había explicado

una vez, había logrado atraparlo,

pero no lo hiso.

Ahora que lo conocía más, estaba

seguro de que no era el enemigo,

porque Hiccup era Hiccup, no

podía encontrar otras palabras

para explicarlo.

Y como estaba tan seguro que

Hiccup no era enemigo, estaba

seguro que no encontraría otro

igual como él entre los humanos

de esa isla o cualquier otra donde

estos decidían vivir.

Y se sentía bien de cierta forma

saberlo.

Se sentía bien estar a su lado, y a

la vez, no estar a su lado no se

sentía nada bien.

El tiempo que compartía con él

como ya había dicho antes,

últimamente le parecía acortarse

con cada día, quería más tiempo,

más tiempo hablando de lo que

sea, haciendo lo que sea, para

que su fuego estuviera tranquilo

con solo sentir su presencia

cerca.

Ese era otro detalle curioso que

había notado, con él su fuego se

sentía más vivo que otros días,

influenciado únicamente por la

presencia del humano,

últimamente todo giraba en torno

de él, y no le molestaba en

absoluto, era algo que se estaba

volviendo tan natural como

comer pescado.

Pero, ¿Por qué se sentía así?, solo

con él había experimentado esta

clase de sensaciones.

Y hablando de sensaciones, jamás

había sentido algo tan suave

como el roce de sus labios con

los suyos, le produjo una

sensación tan agradable a pesar

de lo brusco y accidentado que se

dio, similar a las veces que lo

había abrazado para protegerlo

del frio o jugado muy cerca de él.

Solo con estar cerca de él.

~Cuando llegue el momento lo

sabrás mi pequeño…~ el recuerdo

de su progenitora lo golpeo con

una fuerte y clara revelación que

lo dejo un poco aturdido.

Oh, ¡OooooHhhh...!, ¿era eso?,

conque era eso.

Eso explicaba muchas cosas.

Era seguro que esa noche

tampoco dormiría pensando en

Hiccup y en su nueva revelación.

+~+*+~+

Mientras tanto en la aldea, más

específicamente en la choza del

jefe de la misma, Hiccup se

encontraba terminando de

preparar la cena, sopa de pescado

con verduras, tal vez estaría bien

llevarle un poco mañana para

Praxedes, seria otra forma de

comer pescado.

Preparar la comida era algo con

lo que ya estaba acostumbrado

que ya lo hacia de forma

mecánica, por lo que su mente

podía vagar con cierta libertad un

poco fastidiosa en esos

momentos, pensar en Praxedes lo

llevo a rememorar en pocos

segundos todo lo hecho ese día, e

irremediablemente en el

“incidente”.

Genial, ya podía sentir como se le

calentaba el rostro de oreja a

oreja, control, necesitaba control,

lo único bueno es que nadie lo

veía mas rojo que las barbar de

su padre.

Gob después de tomar remedios

caseros contra la resaca le pidió

una disculpa y un gracias por los

remedios, lo típico que siempre

sucedía cuando el mayor a su

cargo bebía de mas, al menos esa

vez en la mañana no tubo nauseas

fuertes que lo mantenían largas

horas con un cubo de madera o

sensible a los ruidos con fuertes

dolores de cabeza.

Después de eso se largo a hacer

sus asuntos, ese día no había

tenido que ir a la forja a trabajar

por lo que se la paso casi todo el

día, como había ocurrido las

ultimas semanas, junto a

Praxedes, por lo que no lo había

desde la mañana, y aunque no

sabia si cenaría aquí o no,

deseaba hacer algo por

entretenerse no encontrando

nada mejor que eso.

Se sirvió un poco de sopa en un

cuenco, comer solo no era algo

fuera de lo común en él, en

realidad era algo frecuente, y a

veces lo prefería así, entre las

miradas severas de sus padre

exigiendo mas de lo que podría

dar en los entrenamientos,

anécdotas de las grandes proezas

de su progenitor y amigo, yendo

desde guerras contra otros

barbaros, dragones o peleas entre

ellos mismos cuando estaban

demasiado ebrios o por mera

diversión, hasta algunas

anécdotas subidas de tono, que

seguramente su madre les hubiera

dado un buen golpe por hablarle

de esas cosas a su corta edad,

según recordaba, pero que ahora

que ella no estaba, contaban

cuando sus lenguas se les iba de

más o se aflojaban con algún

licor.

La mayoría de las pláticas

incomodaban, otras las ignoraba,

pero desde el fallecimiento de su

madre, no había tenido lo que se

dice una comida familiar

realmente cómoda.

En realidad, de comidas cómodas

y en compañía, las últimas que

habían sido así fueron con el

furia nocturna, en realidad,

muchas cosas de su monótona y

solitaria vida habían cambiado

gracias a él.

No sabia si había sido solo suerte

o decisión de los dioses que sus

caminos se cruzaran, pero por el

momento le parecía bien estar así

con él, aun con las experiencias

mas peculiares, por decirlo de

alguna manera, en las que a veces

se encontraba con el dragón mas

singular que se había encontrado

en su vida.

Lamio sus labios, un par de gotas

de la sopa se habían escurrido un

poco por sus labios, sabia a

pescado con verduras,

curiosamente cuando sus labios

chocaron con los de Praxedes no

percibió el sabor o aroma de los

pescados que comía diariamente,

solo la tibies del otro cuerpo,

quizás hubiera percibido ese

sabor en la boca del otro.

¡¿Qué rayos acababa de pensar?!,

mal, muy malo, ya estaba

empezando a divagar en terreno

peligroso, si él mismo no hubiera

preparado su cena culparía a la

sopa por una posible intoxicación

creando alucinaciones en su

mente.

Dejo el plato en la mesa y se fue

a su cuarto, de repente no tenia

mucho apetito, en realidad su

estomago parecía estar sufriendo

una especie de fiesta o guerra en

su interior, creando nudos

impidiéndole pasar mas alimento.

Quizás un poco de sueño aliviara

su mente cansada y su estomago

inquieto.

+~*~+

-Señor, dentro de unas cuanta

semanas regresaremos si

seguimos a este ritmo-

-Excelente, comunícaselo a la

demás tripulación, pronto

estaremos en nuestro pueblo

junto a nuestros amigos y familia-

El hombre imponente, de barba

roja decorada con trenzas con

cuentas artesanales y casco con

cuernos miraba el horizonte, cada

viaje infructuoso era como una

derrota para su orgullo, para su

pueblo.

Mas haya en el horizonte en la

dirección en que observaba se

encontraba su hogar, su pueblo, y

su hijo, a veces esperaba que en

sus viajes su hijo mejorara

cuando regresaba, que de alguna

forma fuera más como él, pero

no lo era, en realidad verlo era

de cierta forma ver a su madre a

pesar que compartían rasgos

como padre e hijo.

Era tan doloroso recordarla y

saber que jamás la volvería a

tener en sus brazos, y muchas

veces apartaba a Hiccup no solo

porque fuera débil o el vikingo

que quisiera, sino por que le

recordaba inevitablemente a su

madre haciéndole doler el pecho

como si fuera una daga

incrustada.

Muchas veces su mejor amigo lo

recrimino por ese

comportamiento, incluso su

hermano, ¿pero ellos que sabían?

Su hermano aun tenia a su mujer,

su amigo aun no se había casado,

tal vez un poco por su culpa,

pero lo que él había

experimentado había sido un

dolor que aun no se apagaba a

pesar de los años.

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