capitulo 5: simplemente...
Parecía ser un día más entre
Praxedes e Hiccup, como había
dicho el segundo, gracias a las
heridas que había adquirido la
pasada noche de luna llena, tema
aun delicado para esos dos, logro
excusarse de algunos de sus
deberes y obligaciones, aun
levantaba a su tío en las mañanas,
le preparaba el desayuno, y en
pequeña parte, también lo
ayudaba en la forja, solo lo
suficiente, no podía esforzarse
mucho no porque no quisiera,
sino por las mismas heridas, y
comprensiblemente Gobber lo
dejaba irse antes como también
no dejaba que se sobre esforzará,
y como no tenía que ir a los
entrenamientos, podía ir más
temprano a visitar a Praxedes,
cosa que agrado mucho al de alas
negras.
Había días en que hablaban de
muchas cosas, especialmente
Hiccup, ya que parecía ser el
único que dominaba la
conversación en la mayoría de las
ocasiones, y a Praxedes le gustaba
escucharlo, sea lo que estuviera
contando, y también había días
en que no decían nada, solo
bastaba con que estuvieran ahí,
simplemente eso, incluso había
ocasiones en que se acababa el
día que trataban de prolongar o
retrasar la despedida, incluso
hubo un día en que Praxedes le
abrazo de las piernas tratando de
evitar que se fuera, como un
juego, o así lo tomo Hiccup, a
pesar de su apariencia mayor,
Praxedes podía comportarse
muchas veces como un niño,
curioso, rayando con lo ingenuo,
aunque esa vez el dragón en serio
quería que se quedara, en su
opinión ese día se había pasado
muy rápido, y no perdía nada por
intentarlo.
Y ahora esos dos estaban ahí, en
el pequeño pedazo de bosque que
les servía de escondite, como
muchos otros días.
-Praxedes- Hiccup le llamo
después de estar reflexionando
un largo rato en silencio.
-¿Huumm?- el susodicho alzó la
vista de su barquito, en estos
momentos lo estaba viendo
navegar en el pequeño lago
mientras se daba un pequeño
chapuzón, había invitado a
Hiccup pero este se había negado,
este había preferido leer un libro.
-Tú… ¿te aburres aquí?-
-¿Hu? ¿Qué es eso?- Praxedes lo
miro extrañado, no
comprendiendo bien esa
pregunta.
-Sino te cansas de estar aquí todo
el día, sin tener mucho o nada
que hacer-
El dragón inclino la cabeza como
siempre que reflexionaba
detenidamente algo, su cara de
pensar, así la había bautizado
Hiccup en sus adentros.
-No, en realidad no si estás aquí,
no me aburro si estás tú-
Oh, esa respuesta lo había
descolocado, Praxedes podía ser
tan directo y sincero algunas
veces que lo sorprendía, no
estaba acostumbrado a ese tipo
de respuestas.
-¿Por qué?-
-Ah… bueno, yo… se me ocurrió
que puedes pasarla aburrido
estando solo en este lugar, y
aunque es algo arriesgado podría
llevarte a los riscos de la parte
norte, ahí prácticamente no pasa
gente y nadie te vería- desde hace
un par de días rondaba esa idea
por su mente no estando
completamente seguro.
-¡¿En serio?!- Praxedes de la
emoción de saber que podría salir
si cabía la posibilidad de ese
lugar junto a Hiccup se levantó
rápidamente dejando al
descubierto su cuerpo fuera del
agua, el joven frente a él aparto
la mirada rápidamente,
nuevamente cohibido por la
desnudes del otro.
-Sí-
-Eso sería grandioso-
-Emm, ponte los pantalones y nos
vamos en un rato- eso no había
sonado tan mal como suponía que
sonaba, o eso esperaba, en esos
momentos agradecía que Praxedes
no mostraba algún tipo de
malicia, porque ya se estuviera
muriendo de vergüenza si se
burlara de ese tipo de
comentarios.
Después de un rato Praxedes ya
estaba listo y a Hiccup le pareció
tan emocionado como un niño
pequeño con esa expresión que
traía en su rostro y la cola
moviéndose de arriba abajo.
-Pues vámonos-
Salir de ahí le fue un poco difícil
para Praxedes, el camino que
tomaron estaba escondido y era
angosto en su opinión, tuvo que
flexionar sus alas todo lo que
pudo contra su cuerpo evitando
que chocara con las paredes en
su altura, en cambio en la altura
de Hiccup las paredes parecían
estar más separadas, y recordó
que ese mismo pequeño cuerpo
lo había traído hasta ahí,
debiendo ser una tarea difícil.
Ya estando oficialmente fuera de
ese que fue su escondite por
todos esos días se sintió
realmente bien, ¡LIBRE!, bien, no
había estado precisamente
prisionero, sino escondido, pero
estaba seguro que la sensación de
estar en ese lugar en los
momentos que Hiccup no estaba
era casi lo mismo.
Arboles altos les rodeaban, sus
raíces sobresalían del suelo en
algunos de ellos, en ese ambiente
podía respirar vida, la veía, la olía
y la sentía, cosa que muchas de
las creaturas de la creación no
podían percibir como la
intensidad que la sentían los
dragones y otras creaturas
privilegiadas que asombraban a la
mente humana.
Y ahora, toda esa belleza, esa
armonía y vida no podía evitar
relacionarla con el joven humano
que caminaba unos pasos delante
de él, oh, eso había sido como
una revelación, siempre había
pensado que Hiccup era especial,
único, y ahora, era como mirarlo
por primera vez; Hiccup parecía
encajar y sobresaltar en ese
paisaje, con su presencia hacia
que el flujo de vida que sentía en
ese lugar se avivara con su andar,
con su respiración, su voz.
-Praxedes… ¿Por qué te detienes?-
Sin darse cuenta el dragón se
había detenido perdido en sus
propios pensamientos, cosa que
casi nunca había pasado con él.
-Nada, solo… estaba mirando- de
repente no sabía que decir con
exactitud.
-Sí, te comprendo, es un hermoso
lugar, pero vamos, sigamos
caminando-
-Si… hermoso- dijo en un susurro
imperceptible, no refiriéndose
precisamente al paisaje.
Una palabra más que desde ese
momento no podría evitar
relacionarla con Hiccup, ese
humano tan especial.
+*+*+*+*+*+*+*+
-Muévanse holgazanes, o se
quedaran toda la noche si es
necesario para recoger todo este
tiradero-
En el campo de entrenamiento de
los jóvenes vikingos el hombre
del parche en el ojo, que
respondía al nombre de Moe,
vigilaba al grupo de bromistas
castigados, los cuales no
encontraban muy divertido
recoger el tiradero creado por los
entrenamientos.
-Hey chicos, ¿Divirtiéndose?-
llegando uno al lado del otro
llegaron los gemelos más
desastrosos de la aldea, Ruffnut y
Tuffnut, que miraban divertidos y
burlonamente a los pobres
desgraciados que cumplían su
sentencia.
Aunque siendo lo desastrosos que
eran a muchos les sorprendió que
no hubieran estado participando
en esa dichosa fechoría que aún
seguía en boca de todos en el
pueblo, algunos con reproche,
otros con admiración, esta parte
mayormente eran los jóvenes, y
otros, simplemente lo
comentaban porque no había
ocurrido algo más interesante
esos días.
Regresando en porque los
gemelos desastre no habían
estado presente en la fechoría, a
ellos les toco estar bajo la
supervisión esa misma noche de
otro de los viejos vikingos, tal vez
debieron pensar dos veces antes
de soltar a la docena de ratas en
el gran comedor, ahora a ellos
dos les toco recoger toda una
sección de la aldea que no quedo
muy bien después de la visita de
los dragones.
Pero gracias a ello no tenían que
estar un mes completo
recogiendo el tiradero de los
entrenamientos, el gran comedor
y de pasada limpiar, afilar y pulir
demás armas y herramientas de
los vikingos.
-Muy graciosos- Snotlout los
fulmino con la mirada, no estaba
de humor para esos dos.
-No pongas esa cara Snotlout,
somos tus amigos- dijo Ruff
poniendo su mejor cara de
inocencia.
-Tenemos derecho a ver la
función gratis- secundo su
hermano solemnidad, como si
fuera un hecho irrefutable para
luego echarse a reír junto a su
hermana, hacer enojar a la gente
era uno de los sutiles placeres de
la vida, aquellas expresiones no
tenían precio.
Con esos amigos, no eran
necesarios enemigos.
Oh, pero ellos dos no solo
estaban ahí para disfrutar el
show, sino que también tenían
curiosidad, mucha curiosidad, no
solo se caracterizaban por ser
unos peleoneros, escandalosos,
desastrosos sino también unos
curiosos, y la dichosa los
intrigaba en esos momentos.
-Me sorprende que hubieran
tenido el suficiente ingenio en sus
cabezas para crear ese plan… o a
menos qué- empezó a decir la
joven de cabellos rubios,
sabiendo que con la menor
provocación esos muchachos
reaccionarían fácilmente.
¿Qué tratas de insinuar?, por
supuesto que se nos ocurrió a
nosotros- dijo uno de los
muchachos, de cabellos negros y
ojos café, un achichincle más del
pequeño grupo que seguía al
corpulento Snotlout para sus
bromas.
-A que somos geniales- secundo
otro pelirrojo, de ojos azules y
una cara llena de pecas.
-Claro, tanto que ahora se tienen
que quedar después de los
entrenamientos a recoger todo
por casi matar al hijo del jefe de
la aldea-
-Eso fue un pequeño error
aguafiestas, pero valió la pena-
respondió Snotlout, alzando los
hombros restándole importancia
al hecho de que su primo
estuviera herido y adolorido.
-Hey Astrid- la gemela rubia se
alejó del grupo de hombres que
con solo ver a la joven del hacha
empezaron a babear y poner
caras de bobos, mucho más
bobas si se podía de sus caras
normales.
-Hola Ruff, pensé que ya te habías
ido-
-Solo quería ver un poco de
entretenimiento, y hablando de
eso, supongo te entretienes más
ahora debido a que tu compañero
ha cambiado casi a diario estos
últimos días-
-Sí, aunque debo de admitir que a
más de uno le falta practica en
esquivar golpes-
-Eso o es porque todos esos
cabezas huecas terminan
embobados contigo, cosa que no
pasaba con el infeliz de Hiccup-
-Jajaja, eso no me pareció
gracioso-
La rubia gemela estuvo tentada en
decir que solo decía la verdad,
cosa que si hacia estaba seguro
que su querida amiga la golpearía,
por amiga que fueran o mujeres,
entre mujeres vikingas hay que
andarse con cuidado, solo se
conformó con sonreír, y recordar
que tal vez una de las razones por
las que su amiga se ensañaba con
el flacucho de Hiccup es que no
mostraba tanto interés en ella
como los demás varones, no que
fuera vanidosa, pero de cierta
forma le picaba el orgullo, y era
muy orgullosa.
-Me parece increíble que a esos
cabezas huecas se les haya
ocurrido utilizar saquitos de
porquería para molestar al
enclenque, claro, me lo creía si el
tarado de mi hermano o yo
hubiéramos participado en la
broma, teniendo mejores
resultados claro… ¿de casualidad
sabes cómo se les ocurrió?-
comentaba mientras veía a los
muchachos empezando una riña
entre ellos, prueba más que
suficiente de que esos solo eran
una bola de deseos de niños,
adolescentes y preadolescentes
sin mucho intelecto.
-Tal vez tuvieron su racha de
inspiración cuando comente el
otro día que Hiccup era menos
útil que un saquito de
mierdecilla, y que se vería mejor
con cosas comparadas o mejor
que él, para ver si se le pegaba
alguna utilidad- sonrió al decir
aquello, al menos sus compañeros
barbaros tenían el suficiente
intelecto para ser influenciados
por una discreta indirecta.
Ruff desvió la mirada y sonrió
triunfal.
Ella había ganado la apuesta, era
más que obvio que esos cabezas
de chorlitos no se les ocurriera la
genial idea de usar sacos llenos
de mierda, esa bola de barbaros
eran más inclinados a la violencia
y bromas físicas, aunque su
hermano había apostado a lo
contrario, ahora él se encargaría
de ayudar a su madre a entregar
los pedidos de ropa por tres días
solo, siendo que ella era la
costurera de la aldea, y también
la única.
+*+*~*~*+*+
-Llegamos-
Los riscos altos, tupidos
brevemente con pastos y plantas,
algunos árboles atrevidos se
inclinaban por la pronunciada
pendiente, asomándose a lo que
sería una caída inevitable
aferrándose con sus raíces a la
roca y suelo, el viento soplaba
fuertemente, moviendo las ramas
de los arboles cercanos y los
cabellos y ropas de las únicas dos
figuras más grandes que un
pájaro, o un pequeño “terrible
terror”, los cuales volaban en
esos momentos junto a las aves,
no precisamente en son amistoso.
De los dragones, los terrible
terror eran los más descarados,
iban a las aldeas y causaban
pequeños estragos, especialmente
cuando consideraban que la aldea
podía ser un buen lugar para
pelear entre ellos o llegar en
bandadas, si por si uno solo era
un dolor de cabeza, todo un
enjambre de ellos era, como su
nombre lo indicaba, un terrible
terror.
Praxedes inhalo profundamente,
el aroma a mar hacia retroceder
brevemente al del bosque,
combinándose en ciertos
momentos, y junto a ellos el
deliciosos aroma de Hiccup a su
lado, el fuego en su interior
nuevamente se movió inquieto
deseoso de muchas cosas, volar,
sentirse libre, mas debía solo de
conformarse con extender sus
alas y sentir la agradable
sensación del viento pasar por
sus alas, siempre sintiendo la
presencia del castaño a su lado.
-Qué bueno que te agrade-
-Sí, se siente muy bien-
-Ven, sígueme, conozco un
camino que nos puede llevar a la
playa debajo de los riscos- Hiccup
tomo su brazo jalándolo para
indicarle el camino, el pelinegro
se dejó hacer como siempre que
Hiccup lo tocaba.
El pequeño camino saliente de la
roca era empinado y un poco
estrecho pero no tan difícil de
recorrer como se veía a simple
vista, aun sujetándole la mono
Hiccup lo guio por el camino, en
todo el trayecto Praxedes sintió el
cálido contacto del otro a través
de su mano, tan simple y
agradable al mismo tiempo tan
agradable.
Al finalizar su no tan pequeño
recorrido por el camino de rocas,
cosa que a Praxedes calculo que
si pudiera volar en ese momento
le hubiera tomado menos de diez
segundos ir del alto acantilado
hasta el fondo sin ningún
rasguño, aunque sin Hiccup,
mejor así.
La playa que se presentaba ante
sus ojos estaba cubierta de
piedras redondas, apenas en
algunas partes había arena,
mostrando que la marea estaba
baja a esas horas, a lo lejos,
también pudo ver los típicos
charquitos que se formaban con
la baja marea, y en la que si se
tenía suerte quedaban atrapados
algunos pescados y una que otra
creatura marina, unas más
ponzoñosas que otras, como los
cangrejos, una mala experiencia
con uno de cachorro le había
dejado mal sabor de boca,
literalmente, ya que al asomarse
inocentemente para atrapar un
pescadito una de esas maliciosas
creaturas había decidido, al igual
que el que era entretenido meter
la boca en el agua, que su lengua
resultaba ser algo entretenido de
atenazar, los cangrejos junto a las
serpientes encabezan su lista de
creaturas detestables, bueno, no
la encabezaban pero estaban
cerca, recordaba que la lista
había sufrido un repentino
cambio debido a lo que paso la
pasada luna llena.
-Bonito ¿no?, además es un lugar
muy apartado, aquí nadie nos
descubrirá… a veces yo vengo
aquí cuando quiero estar solo y
no me moleste nadie- eso ultimo
lo dijo en un tono que a Praxedes
interpreto como un poco triste,
decaído, pero antes de que
pudiera decir algo la chispa de
sus ojos volvió a ellos –Me
agrada compartir este lugar
contigo- lo decía con total
sinceridad.
Era la primera vez que compartía
ese lugar con alguien, empezó a
ir a ahí cuando los demás niños
empezaron a comprender que era
un patético intento de vikingo y
que era más divertido hacerle
bromas pesadas a tratar de ser su
amigo, de eso ya varios años
atrás, siempre había ido solo,
pero ahora, gracias a ese dragón
esta vez fue diferente, era
agradable compartir esa clase de
cosas con alguien, en este caso, lo
más cercano a un amigo que
hubiera tenido en mucho tiempo.
El viento seguía soplando
fuertemente, revolviendo el
cabello y las ropas de ambos, y
por un momento Praxedes se
perdió nuevamente en la
observación de su compañero al
lado de él, mientras Hiccup
ignorante de ello seguía
contemplando el paisaje delante
de ellos, las holas movían las
vastas aguas, creando olas de
diversos tamaños que golpeaban
las orillas de la playa y las
diferentes formaciones rocosas
que eran tan antiguas como la
misma isla.
-¡Wou!-
Justo en el momento en que
estaban en sus respectivas
contemplaciones, un pequeño
terrible terror le pareció
adecuado pasar entre ellos
tratando de esquivar a su
perseguidor, otro pequeño terror
que no se mostraba muy contento
que su compañero le haya
quitado su pescado.
-Esas pequeñas pestes- gruño con
enfado el dragón negro.
-¿No te agradan?- Hiccup lo miro
algo sorprendido, le parecia
normal que los vikingos no les
agradara los dragones ¿entre
ellos?
-Dudo mucho que a alguien le
agrade mucho esos revoltosos- al
ver la cara de sorpresa y
confusión de Hiccup decidió
aclararlo –no todos los dragones
nos llevamos bien, es más, solo
nos tratamos entre nosotros
porque la mayoría de nosotros
vivimos en la misma isla, o ese es
mi caso… cada quien por su lado-
-Al fin y al cabo… no somos tan
diferentes, humanos y dragones-
eso era una afirmación, que
seguramente nadie en su sano
juicio, humano o dragón, se
atrevería a decir.
Praxedes lo miro nuevamente,
realmente jamás pensó esa clase
de cosas, pensar en alguna
similitud entre un humano y
dragón era como decir que el
cielo y el suelo era la misma
cosa, y eso era absurdo, pero,
quitando las diferencias físicas,
solo tal vez si se parecieran
aunque sea solo un poco, como el
hecho de que no todos los
dragones se llevaban bien entre sí
como los humanos, Hiccup y él
mismo eran la prueba de ello.
Los pequeños terror siguieron
con su persecución por un rato
más, sin dejar de rondar al
humano y al dragón en forma de
humano, y Praxedes estaba
perdiendo la poca paciencia que
poseía en esos momentos.
Fue justo cuando esas dos
pequeñas pestes decidieron
aterrizar y pelear entre ella,
dando desde arañazos, mordisco
y hasta lanzarse pequeños
proyectiles de fuego, demasiado
cerca de Hiccup en opinión de
Praxedes, que decidió este mismo
tomar cartas en el asunto y
ponerlos en paz de una buena vez
para que dejaran de molestar.
Hiccup vio como Praxedes dio
unos pasos hacia esas dos
pequeñas bestias, las cuales por
fin se percataron de la presencia
de ese dragón tan extraño,
porque a pesar de esa apariencia
ellos sabían quién era, el aroma
de uno de los suyos despedía de
ese cuerpo tan extraño, primero
lo vieron con algo de sorpresa, y
recordaron que uno de ellos tenía
esa extraña habilidad de cambiar
de forma, quizás el ultimo que
podía hacerlo, y le gruñeron,
¿Quién se creía ese para meterse
en su pelea?
Captando el mensaje Praxedes
frunció el ceño y gruño.
A continuación lo que paso
sorprendió mucho a Hiccup, uno
de los pequeños terror salto hacia
Praxedes, y antes de que siquiera
fuera a dar un paso para ayudarlo
por auto reflejó, el furia nocturna
lo esquivo fácilmente moviéndose
a un lado y en pleno vuelo del
otro el de alas negras le lanzo una
bola de fuego desde su boca y
que le dio de lleno a un costado,
era cierto que el fuego no hacia
gran daño a la gruesa y resistente
piel de los dragones, pero el
golpe de esa bola sí que lo dejo
atontado y le dolió la caída.
Ya en el suelo y atontado se
quedó acostado un rato el
pequeño terror, demasiado pleito
por el día de hoy, o al menos por
las próximas horas, el otro
sabiéndose en desventaja que tal
vez sería mala idea para su
integridad física buscarle pleito,
ya se había comido un rico
pescado, así que ya no tenía nada
que hacer aquí, por lo que aplico
la táctica “alitas para que las
tengo” y se fue volando.
Después de despachar a los
estorbos Praxedes regreso al lado
de Hiccup y se sentó, este aun
mirándolo sorprendido lo imito y
sentó junto a su lado.
-Recuérdame nunca hacerte
enfadar- dijo después de un rato
de silencio el pequeño vikingo,
saber que podía escupir fuego aun
en esa forma semihumana era
sorprendente, al igual que saber
que se alegraba que Praxedes no
guardara ningún rencor contra él
o se hubiera enojado con él
alguna vez.
-Nunca me enfadaría contigo-
Y aun también le sorprendía lo
directo que podía a llegar a ser
Praxedes, pero así era él.
Simplemente Praxedes.
Después del incidente con el par
de terribles terror, Hiccup
decidió pescar un poco, y
Praxedes hacer lo mismo, claro,
con métodos muy diferentes,
mientras que Hiccup tenía una
caña de pescar que tenía ahí no
por la ocasión, sino porque antes
de la llegada del furia nocturno
en su vida por tiempo indefinido,
realmente solía pasar mucho
tiempo en esos lugares, tal vez
otra de las razones por la que casi
nadie notaba extraño o
sospechoso sus idas a los
bosques, aparte de que nadie
parecía importarle mucho, se
sentó sobre una roca que sobre
salía arriba de las aguas mientras
esperaba a que un pez picara el
anzuelo, cosa que dudaba si
Praxedes estaba tan cerca, quien
después de quitarse los
pantalones se volvió a
transformar, y en esos momentos
se encontraba nadando en las
frías aguas como si nada, al
parecer no solo el fuego no
afectaba las gruesas y resistentes
pieles de los dragones.
Al final de un par de horas el
resultado resulto muy obvio,
Praxedes había logrado capturar
más de dos docenas de peces de
diferentes tamaños, e Hiccup
ninguno, acostado frente a su
botín, el furia nocturna le hizo
una seña para que se sentara a un
costado de él, este se sentó y se
recargo en él, encontrando muy
cómoda esa posición.
+*+*+*+~+*+*+*+
-Hijo, ¿has visto a Hiccup?-
-No papá- al llegar a su casa lo
último que quería oír era el
nombre de ese perdedor.
Después de un largo día de
recoger y recoger el tiradero de
los entrenamientos, Snotlouthabía
tenido que ir a su casa, no para
descansar, aunque es lo que más
quería hacer en esos momentos,
sino para cumplir la segunda
parte de su castigo, lo cual era
ayudar a uno de los curanderos
del pueblo, en este caso su padre,
en sus tareas, las cuales no eran
de su total agrado, a pesar de que
desde pequeño su padre le había
exigido que lo ayudara en esa
clase de tareas, hasta más de una
vez obligarlo, ya que pensaba que
eso no era para él, según
ambiciona a algo más, como
heredar el tan ambicionado
puesto que ocupaba su tío en la
aldea, y teniendo el hijo que
tenía, no sería muy difícil.
Se suponía que esa clase de
tareas ayudarían a los muchachos
a apreciar la salud de las
personas, especialmente no dañar
a sus compañeros, como el caso
de Hiccup, se suponían que eran
una aldea, una comunidad, no
tenían a nadie más en muchas
leguas de distancia a parte de
esos monstruos escupe fuegos y a
ellos mismos, por lo que, era la
mejor opción tratar de llevarse
entre ellos para así sobrevivir a
esos monstruos. Esa era una regla
que prácticamente se les
enseñaba desde la cuna, pero
siempre grupos que no siempre
respetaban estas reglas, esta
generación no había sido la
excepción, la cual parecía que
todos la tenían contra el hijo del
líder de la aldea, el cual para
muchos, no resulto ser lo que se
esperaba.
-No pongas esa cara, que es tu
responsabilidad-
-¿Qué?-
-Así es hijo, como es que fue tu
idea hacerle esa broma y que
terminara de esa forma es tu
deber estar al pendiente de él-
-Pero papá…-
-Nada de peros, acepta tus
responsabilidades sin quejarte, es
lo mínimo que deberías hacer
después de lo ocurrido-
-Está bien- lo que faltaba, ahora
tendría que hacerle de niñera a
ese enclenque de Hiccup.
-Ahora ve por unos frascos, esta
tarde tendremos que ir a visitar a
la vieja sabía, necesita unos
cuantos ungüentos para evitar las
fiebres y resfriados de estas
épocas… y tú me ayudaras a
hacerle masaje en los pies como
trato especial-
De nuevo se dijo que eso no era
para él, y pensar en los pies
apestosos de esa vieja y anciana
mujer, que por muy anciana y
sabía que fuera no le quitaba el
hecho que le apestaran, tuviera
cayos y unas uñas asquerosas, le
reafirmaba su decisión de ser el
próximo líder de la aldea.
+*+*+*+~+*+*+*+
-Solo fue un pedazo, además
dejaron de molestar-
-No, aun no se van-
-Pero ya no buscan pelea-
Praxedes seguía con el ceño
fruncido, se había vuelto a
transformar después de sentirse
satisfecho y sentado a un lado de
Hiccup, pero decir que su comida
había sido tranquila era mentir,
un nuevo grupo de pequeños
terribles terror habían sido
atraídos por su botín de pesca y
no dejaron de molestar tratando
de robar alguna pieza, pero claro
que no les dejo, pero al parecer a
Hiccup les dio un de lastima, por
muy fastidiosos que fueran como
peligrosos, los pobres ya habían
recibido varios golpes, tiros de
fuego y gruñidos de un fastidiado
furia nocturna, así que agarrando
algunas sobras que tuvieran un
poco de carne de pescado se los
lanzo, a consecuencia de ello los
pequeños dragones se
contentaron y dejaron de
fastidiar, pero varios de ellos
ahora se encontraban a los lados
de Hiccup acostados como gatos
y perros como muestra de
agradecimiento, ese humano
había sido bueno con ellos, y era
agradable, con razón al arisco y
amargado de la lagartija negra le
agradaba.
Hiccup no veía nada malo en eso,
pero Praxedes estaba muy
irritado, ver que otros dragones
estaban cerca de Hiccup le
entraban unas enormes ganas de
agarrarlo y llevarlo de ese lugar,
sencillamente no le gustaba
compartirlo con esas pequeñas
pestes, pero Hiccup tenía que ser
tan amable, incluso con esas
sabandijas, ese era otro detalle
de él que le agradaba, pero que
también veía sus inconvenientes
en esos momentos.
El viento empezaba a soplar más
fuerte, fuerte y helado, avisando
que cada vez más se acercaba el
frio invernal y con su manto
blanco cubriría todo, para
Praxedes y los otros dragoncitos
esa ventisca era nada, pero al
cuerpo de Hiccup lo hizo temblar
levemente, sus ropas aunque
gruesas, no podían evitar que
sintiera frio por completo,
especialmente cuando esa briza
era directo del mar y tan fuerte,
sentía la nariz, orejas y dedos
fríos, incluso su trasero encima
de esas rocas frías, cuando estuvo
recargado en Praxedes mientras
comía algo de su calor corporal
se le había contagiado y el frio no
fue tan molesto, pero ahora que
ya estaba atardeciendo y no
estaba recargado en él, el frío se
sentía mas fuerte.
Escucho el ruido de las piedras
moverse, sabiendo que Praxedes
se estaba moviendo, no le presto
mucha atención debido que se
encontraba frotando un poco sus
manos para que sus dedos no
estuvieran tan fríos como las
piedras en las que estaban
sentados, así que cuando vio una
cosa rodeándolo no pudo evitar
soltar en su mismo lugar de la
impresión, tardo un par de
segundos para comprender que
esas cosas negras eran las
enormes alas negras de Praxedes
y lo estaban envolviendo mientras
que el dueño de ellas estaba
sentado tras él con sus piernas a
cada lado semiflexionadas, los
pequeños terror se habían ido
volando por la repentina cercanía
del otro, esa lagartija negra no
era tan amable, al menos no con
ellos, como el humano, así que
mejor irse retirando y buscar
otro lugar cómodo para echarse.
-Así ya no tendrás frio- dijo al
terminar de envolverlo con sus
alas, cosa nada difícil debido al
pequeño tamaño del chico, aun
sentados le sacaba mucha
estatura, y sus alas los envolvían
a los dos como una especie de
capa.
Praxedes había notado los
temblores y el tono rojizo en la
nariz mejillas del humano,
recordando lo débiles que podían
ser estos, especialmente este, a
tantas cosas, como los cambios
climáticos, para el esas brizas
eran agradables, fresca ventisca,
pero para el humano seguramente
no tanto, así que decidió pararse
y tratar de cubrirlo del viento,
del frio, con sus alas y cuerpo, y
ya rodeándolo noto que era
agradable tenerlo así, que le
gustaba tener a Hiccup tan cerca
aspirando su aroma, sintiendo su
calor corporal, protegiéndolo, y
como segunda revelación pensó
que esta era la primera vez que
pensaba de esa manera, que
sentía algo por alguien, y si se
trataba de Hiccup, estaba bien, ya
que era Hiccup.
Simplemente Hiccup.
-Gracias- dijo cohibido, y un poco
tenso.
De nuevo cierta voz le recordaba
que quien los estaba abrazando
era un dragón, que debería
sentirse mínimo mal o al menor
tratar de evitar su cercanía, pero
no lo hizo, en realidad no le
desagradaba, a pesar de ser un
dragón con la forma de un
hombre, delgado pero fuerte, es
más, la vocecita ya era muy
pequeña y monótona, como
resignándose de que no importara
lo que dijera no serviría para
nada, y tal vez con el tiempo
dejaría de recordársela.
Y otra parte de él le decía, que si
era Praxedes, no estaba en
realidad mal estar así de cerca,
era agradable, incluso cómodo,
porque era Praxedes.
Simplemente Praxedes.
Con cuidado recargo su espalda
en el pecho del dragón, sintiendo
como se movía levemente por la
respiración, ya no importaba que
el viento soplara fuertemente, que
estuvieran sentados en esas
piedras frías y duras, solo
importaba que estaban uno al
lado del otro, y disfrutaban de
una agradable vista enfrente del
mar.
Simplemente era muy bueno.
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quien diria praxedes esta celoso celoso lelo lelo bueno adiosito chao chao
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