capitulo 11: cenizas I
Realmente no quería, pero no
tenia opción, era su vida la que
estaba en juego, era la vida de
toda su estirpe, que cruel e
injusta podía ser la vida, pero no
se podía hacer nada, solo cumplir
con su mandato, y esperar
sobrevivir para el mañana.
Solo seria un simple humano, no
estaba en su naturaleza matar sin
ningún motivo, pero como ya se
dijo antes, era el humano o su
estirpe, sus pequeñas crías y su
pareja, incluso sus hermanos y
hermanas y sus respectivas
parejas y crías, una sola vida a
cambio de todas parecía justo,
aunque no lograba comprender el
capricho de aquel tirano que los
amenazaba con solo su presencia,
definitivamente con cada año que
pasaba, la situación de vivir en
ese volcán se volvía mas precaria.
Si tan solo ese tirano
desapareciera, pero no había
fuerza que pudiera detenerlo,
menos destruirlo.
¿Verdad?
*+*+*
Un nuevo mañana se alzaba en la
aldea de Berk, y desde que los
primeros rayos del sol rozaron las
rocas de las playas y riscos de la
isla cierto grupo de muchachos
castigados empezaron de nuevo
su faena, mucho más
sobrecargada y cansada que las
anteriores en sus días de castigo.
-Odio esto, me siento morir-
-No eres el único, ¿Por qué rayos
tenemos que recoger las mierdas
de las ovejas?-
-Yo que se, después de esto es
oficial, nunca más volveré a hacer
una broma en mi vida-
-Igual yo-
-¡A callar sabandijas!, ¡Ahora les
toca ir al puerto a por la pesca
del día y limpiarla!- el grito de
Stoick les hizo dar un brinco en
su lugar y antes de que se
enfadara más todos los jóvenes
castigados empezaron a correr a
hacer su siguiente tarea, y eso
que apenas empezaba a aclarar el
día.
*+*+*
Se veía tan bien, pero tan bien,
definitivamente de ahora en
adelante se levantaría temprano
cada día, cada vez que durmiera
junto a su todo para observarlo
en todo su esplendor mientras
descansaba.
Definitivamente todo le parecía
tan, pero tan… perfecto, tan
pleno tan feliz, que quizás
olvidados en una esquina de su
consiente o subconsciente
quedaban detalles importantes y
hasta quizás un poco
preocupantes.
-Mmm- el joven se removió un
poco, buscando más cercanía con
el calor del cuerpo contrario, las
escamas eran tan suaves y cálidas
que lo invitaban a seguir en el
mundo de la inconciencia.
De nuevo se encontraban como la
noche pasada, sobre una manta
de piel en el piso, acostados uno
pegado al otro, Praxedes seguía
en su forma de dragón y se
deleitaba con la faz de su todo al
dormir.
¿Quién pensaría que esa paz y
armonía amenazaba con
extinguirse de manera tan
abrupta como había comenzado?
*+*+*
¿Cómo buscar un humano entre
tantos humanos?, era una buena
pregunta, mas si todos los
humanos le parecía que eran muy
iguales entre si, y sumado a eso
que jamás había visto al humano
que había sido mandado a cazar,
una tarea imposible.
Pero debía de haber una manera,
una manera de encontrarlo si es
que realmente existía, ese
monstruo que los atormentaba
había perdido la poca razón que
le quedaba y ahora lo mandaba a
buscar un rumor por quien sabe
que razón, era una locura.
No podía atacar así como así
cualquier aldea de humanos, a
pesar de ser unas molestes pestes
estaban bien organizados, y a
pesar de lo fuerte que era muy
arriesgado, así que debía planear
algo.
~Pescado, pescado~
Y hablando de pestes.
Volando despreocupadamente un
grupo de pequeños terror terrible
se encaminaban a buscar
alimento, pescar o robar una
buena pieza de los demás
dragones eran buenas opciones,
aunque tal vez el día de hoy se
inclinarían por la primera opción,
las cosas en la gran madriguera
estaban tensas, mas de lo normal,
y hacer enfadar de mas a uno de
los dragones podría terminar con
un resultado muy doloroso para
ellos.
Tan distraídos estaban buscando
un buen lugar para pescar que no
notaron la figura que los seguía
hasta que esta descendió en
picada atrapando a tres bajo sus
garras mientras que el resto del
grupo escapaba despavorido.
Los pequeños dragones miraban
con horror al gran dragón de
escamas rojas que los miraba
amenazante bajo sus garras, ¿y
ahora que habían hecho para que
este los tratara de esta forma?
~Ustedes tal vez puedan
brindarme cierta información~
*+*+*
-He estado pensando…-
-¿En qué Hiccup?-
-En que los momentos que he
compartido contigo han sido los
más felices en mi vida, pero me
preocupa…-
-¿Hiccup?-
Hiccup había despertado desde
hace rato, solo se separaron
cuando el joven vikingo fue a la
cocina por algo de desayunar y le
pidió que no saliera del cuarto, al
regresar trajo pan, pescado y algo
de agua, claro, el pescado estaba
crudo y fresco para deleite del
dragón quien se había
transformado hace rato.
Ahora estaban de nuevo sobre la
manta de piel, desayunando, el de
escamas negras acomodo como
tantas otras veces a su todo entre
sus piernas, al parecer esa
posición se estaba convirtiendo
en una de sus favoritas para
abrazar a su castaño de ojos de
vida.
Se la habían pasado en relativo
silencio comiendo hasta que
Hiccup comento esas cosas que
dejaron un poco extrañado al
dragón.
-Esta es una aldea de vikingos, es
peligrosa… para ti- con una de
sus manos tomo una de las
mejillas del mayor, que miraba
fijamente los ojos del otro –si
estas aquí tarde o temprano
podrían descubrirte… lastimarte-
-Soy fuerte, te protegeré- si había
un peligro, por mínimo que fuera,
él se encargaría de defender a su
todo, costara lo que costara.
Hiccup sonrió, ya presentía que
diría algo por el estilo.
-Lo se, pero no quiero que te
pase algo malo… tal vez, lo
mejor, es ir a otro lugar-
Lo ha estado pensando desde
hace un rato, típico de él,
siempre pensando, muy a pesar
que el contacto y cercanía del
dragón le invitan a no pensar
nada mas que en lo bien que se
siente, llega un momento en que
piensa que se deben tomar
algunas decisiones, se permitirá
ser algo egoísta, se permitirá ser
feliz.
Estas tierras, esta isla, su pueblo,
su familia… la quiere, pero ha
encontrado en el “enemigo”, algo
mas haya que es inexplicable y
hermoso, algo que realmente lo
hace sentir feliz, lleno y pleno
hasta cierto punto doloroso, a
encontrado a Praxedes y no
quiere apartarse de su lado, por
lo que tendrán que partir de esa
isla, aunque esto se considere
traición, acto cobarde o una
enorme imprudencia.
-Irnos… ¿tú y yo?-
-Si-
No suena mal, en realidad suena
muy bien, ir a cualquier lugar,
antes no le hubiera preocupado,
antes hubiera estado resignado a
vivir en ese triste y aterrador
lugar donde ÉL aguardaba, ahora
no le importaría ir a cielos
desconocidos solo con saber que
así podría estar al lado de su
todo, dejar todo atrás no le
importaba con tal de estar con
ese humano tan único y especial.
-Yo siempre estaré a tu lado- y lo
estrecha fuertemente entre sus
brazos al ser mas preciado en
este mundo.
Si, si están juntos, por tan
aterradora o dolorosa suene la
partida, se tendrán el uno al otro,
y eso es lo que importa.
-Igual yo, siempre a tu lado-
Esta decidido, ambos se
marcharan de Berck, tal vez a
otra isla donde no haya vikingos,
y ¿dragones?
-¿Donde vivías antes?- pregunta
Hiccup, tomando el hilo de una
idea inconcreta, ¿Qué tal ir a
donde el dragón antes vivía?
El recuerdo de ese sueño
aterrador que tubo hace tiempo
lo hace estremecer un poco, ese
en donde Hiccup estaba donde ÉL
moraba, no, definitivamente
nunca llevaría a su todo a ese
lugar, los otros dragones tal vez
no tuvieran el suficiente valor de
buscar tierras y cielos mas
lejanos, acostumbrados a la
comodidad de la cueva así como
del terror que constantemente se
vivía en ella, pero no podía
arriesgar a Hiccup a ir a ese lugar
donde la “muerte” amenazaba con
atacarlos sin previo aviso y sin
piedad, no podía arriesgar que
esas sonrisas y brillo en ojos se
perdieran.
-¿Praxedes?- había presentido que
algo andaba mal cuando este no
había respondido y notar un
ligero y casi imperceptible
temblor, como un leve escalofrió
en el otro.
-Ese lugar no- dijo firme, serio,
muy atípico en él –mal lugar,
muy mal lugar-
-¿Es… tan malo? ¿Por qué?-
De nuevo guardo silencio, como
pensando o dudando en que
decir.
-Es… malo, el gran nido puede ser
cálido y hasta cómodo, pero… ÉL
esta ahí…-
-¿Quién es “ÉL”?-
-La montaña dentro de la
montaña… al que todos
conocemos como “muerte”-
-Un… ¿dragón?- no le había
quedado muy claro, pero
presentía que se refería a uno de
los de su raza, a uno lo suficiente
malo como para que Praxedes
reaccionara así –entonces, ¿Por
qué vivías ahí?-
-No había… otro lugar, era el más
“seguro”-
-Oh-
Cierto sentimiento amargo lo
invade, claro, si hay cientos, no,
miles de vikingos en diversas
islas, hay pocos lugares donde
esconderse para ellos, los
dragones tenían que conformase
con lo que tenían, por eso
Praxedes vivió en ese “mal” lugar,
seguro también muchos otros
dragones, incluso tal vez sea ese
tan anhelado escondite deseado
encontrar tantos años por su
padre y generaciones de lideres
anteriores a él, si era así de
malo, tanto como para que un
dragón tan fuerte como un Furia
Nocturna le temiera empezaría a
rogar para que su padre jamás lo
encontrara, no deseaba que se
encontrara con esa tal “muerte”.
-Pero, encontraremos un lugar
para los dos, estoy seguro-
Y lo aprieta un poco más entre
sus brazos, aspirando su singular
aroma y sintiendo la llama en su
interior vibrar con cierto calor
que los humanos denominan
“esperanza”, pero el identifica
todas esas nuevas sensaciones
como una sola en su interior, es
su Hiccup.
*+*+*
Los extraños nidos y las creaturas
que tanto detestan los dragones,
lo que esos humanos llamaban
“aldea” se colocaba en la base de
esa picuda montaña, a su lado,
bajo una garra, un pequeño
dragón magullado esperaba
paciente a que lo soltara, ya se
había cansado de retorcerse y
recibir mordiscos o arañazos, sus
compañeros habían logrado
escapar, y para su desgracia él se
había quedado atrás.
El de escamas rojas miraba con
cierto recelo el ir y venir de los
humanos, pareciéndole imposible
que aquel de escamas negras
estuviera en ese lugar que parecía
inofensivo a luz del día, pero era
todo un campo de batalla a la
hora que deslumbraban a un
atrevido dragón en sus cercanías,
por eso se mantenía alejado, era
prudente y listo, por eso lo había
elegido la “muerte”.
Habían ido a buscar a los
acantilados de esta misma isla,
donde esas pequeñas pestes
dijeron que encontraron al
humano con el dragón, pero no
estaban ahí, así que utilizando su
agudo olfato empezó a seguir el
rastro del dragón del de escamas
negras encontrando una especie
de claro con un lago de aguas
tibias, por el aspecto del lugar
podía deducir que estuvo por
varios días, los huesos de
pescado y el fuerte aroma del
dragón impregnado en ciertas
cosas peludas se lo confirmaban,
pero había encontrado raro que
cierto aroma llegara a cierto
punto a confundirse en algunos
lugares, un aroma suave, pero
inconfundible, un humano.
Tal vez la historia que habían
contado esos pequeños fuera
cierta, o habían malinterpretado
las cosas y este humano mantenía
cautivo al de escamas negras, se
estaba empezando a inclinar por
la segunda.
Aunque… esos aromas
combinándose, le parecía
sospechoso, como si… imposible,
estar bajo tanta presión lo estaba
afectando.
Ahora estaban viendo esa aldea,
si realmente un humano tubo
contacto con el de escamas
negras, ese debía estar ahí, y por
eso aun no dejaba al pequeño
terror marcharse, necesitaba que
lo identificara para no
equivocarse.
~Ese no, ese tampoco, ni se
acerca, nada… ¿ya me puedes
soltar?~
~No tientes a mi paciencia,
estaremos aquí el tiempo
necesario hasta que lo veas~
El pequeño suspiro resignado,
cierta parte quería ya encontrarlo
y que ese arrogante dragón lo
dejara, otra parte no lo deseaba,
ese humano era agradable, sea lo
que tuviera planeado el rojo no
seria agradable.
Esperaba que ese lagarto negro lo
protegiera.
+*+*+
Stoick caminaba por las calles de
Berck, recibiendo saludos por
parte de todos sus compatriotas,
se encontraba atendiendo algunos
asuntos y buscando algunas
provisiones para la casa, algo le
decía que no tendrían una comida
decente por un tiempo mientras
Hiccup mantenía reposo por su
lesión, así que tal vez él y Gob
tendrían que ir todos los días a
los comedores del pueblo.
Desde sus primeros intentos
preparando alimento decidieron
que era mejor dejar a Hiccup esa
tarea, le costaba admitirlo, pero a
él incluso se le dificultaba poner
al fuego un trozo de carne, a
veces quedaba o muy crudo o
muy quemado, incluso una rara
mescla en que parecía crudo por
fuera y quemado por dentro,
nunca supo como rayos lo había
logrado.
Oh, y los intentos de estofado de
Gobber, ni se diga, si algún día
tenían ejércitos enemigos cerca y
la única forma de vencerlos era
intoxicándolos ya sabia a quien
llamar para ese trabajo.
Si, ambos eran un peligro a la
hora de cocinar cualquier cosa.
Ahora, retomando sus tareas y
dejando de lado absurdas
estrategias improbables pero tal
vez muy efectivas, debía ir con la
anciana sabia, no es que
desconfiara de su hermano o la
curandera que se autoproclamaba
la sanadora oficial de su
primogénito, pero se sentiría un
poco mas seguro con una opinión
mas experimentada de esa mujer
para saber cuanto se tardaría en
recuperar su hijo para que
regresara a sus labores, no era el
mejor guerrero, pero un buen
herrero, además que extrañaba
un poco la sazón de sus platillos.
¿Hace cuanto que no le agradecía
por su buena comida?... o
¿felicitado por algo?
Incluso se había portado algo
distante cuando fue a ver como
se encontraba al saber que lo
hirieron por una tonta broma,
pero es que desde hacia tiempo se
había dado cuenta que su hijo
jamás seria como él, un
verdadero vikingo, y siendo un
chico tan diferente, había veces
en que no sabia como tratarlo.
A veces se preguntaba si estaba
cumpliendo bien su rol de padre,
había veces en que se preguntaba
como lo hubiera hecho su amada
esposa si siguiera con vida, había
veces en que se preguntaba si ella
se lo reprocharía.
-Stoick, aquí tiene pan fresco, la
pieza más grande y de buena
calidad que puede encontrar en la
isla- la voz del comerciante lo
saco de sus pensamientos, siendo
entregado una gran pieza de pan
entre sus manos.
-Gracias-
Basta de reflexionar de momento,
tenía que terminar estas compras
y atender algunos asuntos para
luego dejar estos alimentos en su
casa y continuar con su día.
Miro al cielo, estaba despejado y
brillante, pero no hay que
engañarse, ese azul intocable era
el medio, el elemento de esos
monstruos, sus más acérrimos
enemigos.
Por sus manos han muertos
muchos, y esta seguro que en un
futuro morirán más, incluso
puede jurar que morirá con ese
deber que sus antepasados
dejaron caer en sus hombros,
porque es el deber de un vikingo.
*+*+*
Astrid mira a la bola de
castigados, tendidos en el suelo
cansados hasta la muerte, Stoick a
sido muy estricto con ellos,
Gobber y sus castigos son un
paseo por un campo de flores a
comparación con la seriedad con
la que se toma el líder de su aldea
su broma y las consecuencias de
ella, especialmente porque
dañaron a su único hijo.
Cierto sentimiento como
hormigueo la ataca al verlos, sabe
que ella es también culpable,
pero es lo suficiente inteligente
para nunca admitir a Stoick que
ella de cierta forma ínsito a que
esa broma se llevara a cabo, y
esa bola de adolecentes
hormonales o son muy cabeza
hueca para haberse dado cuenta
o están muy cansados para
reflexionar que alguien los
manipulo discretamente para que
Hiccup sufriera esa pequeña
broma, que se salió de las manos
en su momento.
Jamás lo admitirá, como jamás le
dirá a Stoick que ella ínsito a la
broma, pero empieza a extrañar a
Hiccup en las practicas, será un
debilucho y torpe, pero admitía al
menos en sus adentros el que era
lo suficientemente listo como
para aguantar mucho más que sus
demás adversarios en las
practicas, Hiccup tenia lo suyo.
Tal vez si fuera un poco más
musculoso y fuerte, tal vez si
fuera un poco más valiente,
llegaría a ser algo cercano a lo
que se esperaba de un vikingo,
solo tal vez… tal vez…
-¿Es todo lo que tienes?- pregunta
retadoramente su oponente, uno
de sus tantos compañeros que no
dan una lucha digna, quiere
hacerse el valiente pero se le nota
a kilómetros como le tiemblan las
rodillas y como se le resbala el
hacha por el sudor de sus manos,
hasta Hiccup sabe disimular esas
cosas cuando se enfrente a
alguien, realmente patético.
Alza su hacha, quien es seguida
por la vista de su oponente quien
no espera un golpe de frente y no
de arriba, utilizando su escuda
golpea su pecho sacándole todo
el aire, el pobre se tambalea y
termina sobre el suelo, y así
termina un combate más como
ella campeona.
-Buen trabajo Astrid, puedes ir a
descansar-
Tal vez… tal vez…
Cierto pelinegro en el campo de
entrenamiento también piensa en
algunos “tal vez”, como si “tal
vez” se hubiera puesto a correr
hasta las profundidades del
bosque su madre no le hubiera
dedicado la mayor regañina de su
vida, o “tal vez” la hubiera
atrasado al menos… o si “tal vez”
su tonto primo fuera mas vikingo
esto jamás hubiera pasado y no
desperdiciaría seguramente gran
parte de su juventud en esos
castigos insufribles, si fuera
diferente ¿Cómo seria?, ¿mas
como su padre?, lo único que
puede imaginar al llegar a pensar
eso es al mismo Hiccup pero con
la barba abundante de su
progenitor y no puede evitar reír
un poco, es realmente hilarante o
el cansancio ya lo hace imaginar
cosas raras… como que extrañaría
ver el rostro de su primo si
tuviera esa cosa peluda en su
rostro… raro… realmente raro,
definitivamente su mente no esta
funcionando bien.
*+*+*
Unas lamidas, unas caricias, piel
contra piel y la llama se
intensifica volátilmente en un
instante.
De la pequeña platica, el cálido
abrazo, las miradas se
encontraron y la chispa se soltó.
El instinto nuevamente lo movía
al deseo, el deseo que se aviva
con la llama en su interior,
drogándose con el aroma, calor,
sabor e incluso respirar del otro,
algo tan sublime y magnifico
como un pequeño roce con la piel
del otro, simplemente era
indescriptible, impulsándolo a
buscar más del otro.
En un momento el sentir al otro
se volvía tan necesitado como el
aire.
Hiccup también lo podía sentir,
ese ardor tan agradable que al
parecer había nacido con esa
primera entrega en el bosque, era
extraño y agradable, como si algo
hirviera, quemara desde adentro
desde el estomago y pecho, hasta
recorrer todo su ser, como un
fuego, como fuego que le había
transmitido Praxedes con su
entrega y que solo reaccionaba
con él.
La lengua del dragón recorría en
esos momentos los suaves labios
del de ojos verdes, tanteando y
saboreando el aliento del otro, no
hace más de un rato que había
probado esa piel, y un día que se
había fundido junto a ese cuerpo,
y ya sentía que lo necesitaba
como si hubiera pasado una
eternidad.
Pronto la ropa fue desecha, a
Praxedes le resulta que llega a ser
desesperante esa invención
humana cuando los segundos que
tardo su todo en quitarse dichas
prendas se vuelven eternos, pero
logran ser recompensados cuando
ve esa deliciosa piel expuesta ante
él.
Es cuando esta entre sus brazos
cuando se da cuenta que tan
frágil y magnifico puede ser su
contra parte, es así como se da
cuenta que a pesar de su
grandeza o fuerza nada tendría
sentido si no lo hubiera
encontrado.
Lame de nuevo esa piel, degusta
ese aroma y siente como se
estremece el cuerpo contrario,
también percibe su tímida y
gustosa respuesta, suaves caricias
y suaves jadeos que pronuncian
su nombre, arde de deseo al
escuchar pronunciar su nombre
de esos labios, de esa manera.
Los dedos del menor se pierden
entre la melena negra, rozando
con delicadeza esas orejas de
dragón y apéndices al lado de su
rostro, el ronroneo que suelta
desde su pecho lo hace vibrar y
ponerle la piel chinita, pasa
suavemente sus dedos por la
parte del mentón y debajo de la
oreja, a descubierto que esa parte
provoca un singular estremecer
en Praxedes, es fascinante como
incrementa su ronroneo
placentero y como inclina un
poco la cabeza incitándolo a que
continúe con su caricia, y el
gustoso continua si lo hace sentir
bien, ya que es lo menos que
puede hacer para agradecer y
devolver esas sensaciones tan
placenteras que le provoca el otro
hasta sentir que lo hace derretir,
si eso es posible.
Llega un momento en que ambas
miradas se encuentran
nuevamente y se pierden en esos
verdes tan distintos en el interior
del otro, tantas cosas que pueden
ver en ellos, un deseo y anhelo
que no puede ser dicho con
palabras, pero esta bien, así esta
bien, con esas miradas y roces se
pueden decir mucho mas cosas
que con palabras de dragones o
humanas, están empezando a
conocer un lenguaje universal y
les encanta.
De nuevo esa curiosa lengua
desea encontrarse con su
compañera de juego
escabulléndose por la boca del
contrario, Hiccup tiembla
nuevamente al sentir como la
lengua de Praxedes toca sus
labios provocando que suelte un
jadeo y que este aproveche a
colarse al interior de su boca
como la anterior vez, ambas
lenguas se encuentran y la del
menor ya no se muestra tan
tímida en la contraria no
tardando en corresponder con
sus toques y juegos.
Es como si intercambiaran
aliento, es como si se bebieran y
devorarán al otro, es como si se
preparan para la continuación de
este rito que van haciendo suyo
poco a poco.
Ahí cuando se siente cada vez
mas caliente hasta marear,
cuando el aire empieza a faltar
hasta casi asfixiar, es cuando
deben separarse de ese beso en
que se entrega todo y borda lo
salvaje y dulce, gentileza y
rudeza, es ahí cuando se miran y
saben que por nada del mundo
van a parar.
Aquellas grandes manos que
podrían dañar gravemente a un
guerrero transformado en dragón
o no, ahora acarician con una
sutil gentileza el cuerpo contrario,
que fácilmente podría destrozar
como la roca a la débil y seca
rama de otoño, ahora son manos
que prometen protegerle en un
juramento silencioso con cada
caricia.
El cuerpo más grande se inclina
cada vez más sobre el del menor,
provocando que este tenga que
inclinarse hasta casi terminar
acostado sobre las mantas del
piso, pero el mayor no deja que
todo su peso aplaste el pequeño
cuerpo, se apoya en uno de sus
codos, ahora a su completa
merced y sumisión, con su legua
empieza a recorrer nuevamente
esa deliciosa piel que lo tiene
adicto.
El cuello y los hombros son su
centro de atención en ese
momento, no es necesario voltear
a ver hacia abajo para saber que
su fuego se esta concentrando en
la parte baja de su vientre
dolorosamente hasta alzar su
hombría y chocar sin necesidad
de moverse la parte baja de su
todo, un simple roce resulta ser
abruptamente placentero y teme
un poco el llegar el punto de
descontrol, quiere disfrutar un
poco más saborearlo con
suavidad, alargar ese momento
tan placentero en que solo existen
ellos dos y nada mas todo lo
posible.
Nuevamente las manos de Hiccup
se pierden en la melena,
acariciando y enredando sus
dedos, también no se olvida de
acariciar esa parte del mentón y
decide también explorar un poco
más el cuerpo contrario, de piel
suave y firme, músculos fuertes
como roca y unas alas tersas.
Oh y ese ligero toque abajo, él
también podía sentir como su
sangre y calor se concentraba en
esa parte, en su vientre bajo y
hombría, quería experimentar de
nuevo esas increíbles sensaciones
que compartió con su amado
dragón el otro día.
La espera se volvía algo
desesperante, ambos sabían lo
que vendría ahora, pero había un
pequeño, pequeño inconveniente,
en el que Hiccup se daba cuenta.
Sintió las mejillas arder mas si
era posible decidió juntar el
suficiente coraje para hacer lo
que tenia pensado.
-Mmmhm Prax ah ha… Praxedes…
mm espera un poco- lograba
articular a medias el joven vikingo
mientras trataba de apartar un
poco al de alas negras, esto no
podía continuar así.
-¡¿Hiccup?! ¿Te hice daño?-
pregunto preocupado el dragón al
percatarse de la insistencia del
menor en apartarlo, se reprimió
mentalmente, Hiccup aun estaba
herido de la espalda y luego de lo
que hicieron ayer había acabado
más adolorido, y aunque se moría
por sentir esa conexión carnal tan
intima, lo que menos quería era
dañar a su todo.
-No, no Praxedes, estoy bien,
muy bien, solo ah… creo que
necesito… necesitamos algo para
continuar-
-¿Algo?-
-Solo deja me paro un momento-
Siempre pensando, llagando a
conclusiones con una velocidad
asombrosa, esta vez no fue la
excepción, se había percato que
la vez anterior cuando bueno…
habían hecho el amor, estaban
muy mojados, al menos el por
haber caído a ese lago, y bueno,
a pesar de que estaba sudando un
poco, no estaba sudando como
aquella vez, en realidad ese factor
de humedad le decía que fue
como lubricante para que el
enorme miembro del dragón
hubiera entrado en el con
facilidad a parte de la pasión del
momento, llegar a esas
conclusiones lo hacían sentir
realmente avergonzado.
Acercándose a un saquito al lado
de su cama saco un pequeño
frasco de barro, lleno de uno de
los tantos ungüentos dados por
su tío o la curandera del pueblo,
el ungüento era viscoso y
resbaloso, tal vez podría
funcionar… ¡oh que extrañas
ideas se le ocurrían a veces!
Regreso al lecho improvisado que
compartía con Praxedes en el
suelo, se arrodillo y se percato
que miraba el frasquillo de barro.
-Esto… bueno esto tal vez nos sea
de ayuda-
-¿Qué es?-
-Ungüento, como el que te puse
la vez que te cure tu ala, y
emm…-
-Pero yo no estoy herido… ¿te
hice daño? ¿te duele algo?-
-No Prax, en serio estoy bien,
pero creo que esto nos ayudara
para… que tú mmm entres en mi-
que raro se sentía decir ese tipo
de cosas, al menos nadie mas que
Praxedes lo estaba escuchando.
-¿Uh?-
-Es algo para que sea mas sencillo
continuar lo que estábamos
haciendo- aclaro antes de poner
en su mano una cantidad
generosa del ungüento y sin aviso
agarrar el enorme miembro del
otro.
-¡Ah!-
-¡Perdón!, creo que debí avisar
antes, ¿te agarre muy fuerte?- por
los nervios tal vez había agarrado
con demasiada brusquedad la
masculinidad del otro, tal vez
hubiera sido mejor haberle dicho
Praxedes que se lo untara él
mismo, pero por los nervios se le
había pasado además de que por
los nervios a penas y podía
hablar.
En realidad si fue un poco
doloroso, pero más que eso, fue
muy placentero sentir las manos
de su todo envolver su miembro,
las cuales habían dejado de tocar
después de escuchar su gemido,
realmente quería sentir más del
contacto de su todo.
-No duele, tú ¿puedes continuar?-
Hiccup lo miro un poco dudando,
dijo que no le había dolido,
además de que aun no terminaba
de untarle el ungüento;
nuevamente con sus manos trato
de esparcir gentilmente la
sustancia por aquel enorme
miembro, era extraño y
vergonzoso agarrar un miembro
ajeno, trataba de poner
demasiada atención a lo grande
que era a comparación que el
suyo, a lo grueso y venoso que se
sentía entre sus manos, o que
incluso se podían ver unas gotitas
que salían de la punta de ese
largo pedazo de carne, trago
duro, si, era extraño, pero
también extrañamente familiar, lo
adujo a que ese mismo miembro
entre sus manos había estado en
su interior no hace mucho.
Cuando creyó ya haber recorrido
todo el miembro, cuando ya
creyó que sus manos habían
esparcido adecuadamente el
menjurje viscoso, alzo la vista
encontrándose con el rostro de
Praxedes con los ojos fuertemente
cerrados y un sonrojo leve en sus
mejillas, ¿le había dolido?, al
parecer no si se ponía atención y
escuchaba ronronear de esa
manera, por alguna razón ese
simple hecho le hiso poner la piel
de gallina.
¿Ya se había detenido? Realmente
no le hubiera importado si
continuara acariciando esa parte
de su cuerpo, en realidad le
hubiera gustado mucho, oh
cielos, jamás se hubiera
imaginado que en los rituales de
unión junto a su todo podían ser
tan placenteros.
Tal vez en otra ocasión seguirían
explorando los placeres que
llevaba el simple tacto, pero
ahora lo que realmente
necesitaban esos dos era la unión
de sus cuerpos,
Agarrando otro poco del frasco
unto dos dedos y bajo la
sorprendida mirada del dragón
esparció el contenido de sus
dedos entre sus glúteos, el dragón
no pudo evitar gruñir ante
aquella visión, Hiccup era, era,
era de lo más excitante, era como
que si en cualquier momento su
fuego explotaría de tan solo
verlo.
Realmente se necesitaban.
Hiccup fue recostado nuevamente
sobre el manto sobre el suelo y
besado sintiendo como era
devorado su aliento por el otro,
un roce más insistente comenzó
entre ambos cuerpos, imposible
no responder a ello.
Cuerpos restregándose con
intensidad, jadeos y nombres
dichos en suspiros, y ese largo
pedazo restregándose sin
vergüenza entre los glúteos
buscando aquella ansiada entrada
a la cueva que tanto le daba tanto
placer, y la encontró.
Hiccup había tenido razón, el
ungüento había servido de
lubricante y además de aliviar el
ardor y dolor que le provoco la
repentina intromisión del
miembro del mayor en su
interior, cielos, sentir como su
carne se había abierto para darle
paso al miembro de Praxedes en
un solo movimiento lo había
dejado sin aire literalmente.
Se permitieron un minuto para
saborear el momento en todo su
calidez, ambos estaban tan
calientes hasta el punto de fusión,
Praxedes se daba cuenta que
había extrañado mucho esa
sensación, en que las barreras
físicas parecían desaparecer y se
convertían en uno.
Fue Hiccup quien empezó a
mover despacio su cadera
buscando explotar esa
embriagante sensación, y de
nuevo ese fuego que le había
transmitido Praxedes parecía
danzar en su interior
reconociendo a su contraparte.
A un ritmo que hacían propio las
estocadas comenzaron, suaves e
intensas hasta llegar a quemar las
ansias y aumentar, aquel volcán
que se formaba entre ellos en ese
tipo de encuentros quemaba las
inseguridades, miedos, prejuicios
y volvía todo tan brillante como
el interior de una explosión,
quemaba todo para rodearlos del
mas absoluto placer.
Sus bocas se encontraban junto a
sus miradas en esa entrega
absoluta, era increíble ver en la
otra como esos verdes se
intensificaban y brillaban como si
el mismo fuego se reflejara tras
esas ventanas del alma, hasta ver
mas haya de lo que ellos pudieran
imaginar, un futuro, un presente
y un futuro que se entrelaza y
explora en esa entrega.
Y el volcán nuevamente hace
erupción, llenando en interior de
su todo mientras ve esa
irremplazable visión del rictus
lleno de placer de Hiccup, y sabía
que jamás encontraría tal belleza
en otra parte que no fuera en él.
Y ambos explotan después del
incendio, y lo que quedan son las
cenizas del placer que los rodean
y cobijan.
*+*+*+*
~¿Ya nos podemos largar?~
~Deja de quejarte, no nos iremos
de aquí hasta que lo
encontremos~
~Pero hemos estado aquí todo el
día~
~Así tengamos que esperar
semanas nos quedaremos hasta
encontrarlo~
El pequeño dragón resopla por
enésima vez en el día aun bajo la
garra del de escamas rojas, la
terquedad de los de su estirpe es
siempre algo característico en esa
especie, pero en esos momentos
es realmente desesperante para
su ser, es en esos momentos en
que desearía ser un poquitín mas
grande para zafarse de ese
abusivo, también desea encontrar
a ese raro humano gentil para
terminar con todo eso, pero aun
persiste esa parte de él que no
quiere hacerlo, algo le dice que si
lo encontrara lo ayudaría a él a
pesar de no recordarlo o
reconocerlo.
El de escamas rojas esta decidido,
es por eso que por nada del
mundo se movería de su posición,
lloviera o temblara, debía de
encontrarlo… y eliminarlo.
*+*+*+*
Se habían quedado dormidos, el
cansancio les gano y el letargo
después del orgasmo los cubrió,
esta vez fue Hiccup quien se
levanto primero, ¿Cuándo se
había quedado dormido? ¿Cuánto
tiempo se habían quedado así?
Quedarse inconscientes después
de la entrega podía ser
considerablemente peligroso si
tomaban en cuenta el lugar en
que se encontraban, debían ser
más cuidadosos, al menos tenia la
certeza que no habían sido
descubiertos, a pesar de lo
cansados y dormidos que
estuvieran seguro que quien
entrara a su cuarto y los viera en
esa situación hubiera hecho un
escandalo que seguramente se
hubiera escuchado por toda la
aldea.
Alzo la vista encontrando con las
facciones relajadas del dragón,
realmente verlo de esa manera le
provocaba sin lugar a dudas
ternura, curiosamente tubo un
pensamiento parecido al del
dragón a despertar.
“Me gustaría despertar de esta
manera siempre… me gustaría ver
ese rostro siempre al despertar”
No estaría mal, nada mal.
Alzando con algo de timidez su
mano empezó a acariciar la
mejilla del más alto, este al
percibir el calor familiar en esa
zona de su cuerpo inclino un
poco la cabeza para sentirla
mejor, sin duda Praxedes se le
podía presentar ante sus ojos de
lo más tierno y se sentía
inmensamente feliz el ser testigo
de ello.
Oh pero ya era momento de
despertar, que pena el
interrumpir el sueño de Praxedes,
acaricio un poco una de esas
curiosas orejas haciéndolas
mover graciosamente.
-Je Praxedes, Prax, despierta-
El otro parecía reaccionar a la
suave voz que le llamaba
sacándolo de su inconciencia, esa
voz que le transmitía paz y un
sentimiento tan pleno que era
imposible no responderle.
Sus ojos se abrieron con algo de
pesadez pero lo hicieron,
encontrando la amable sonrisa y
la mirada dulce de su todo.
Que bello despertar.
-Hiccup-
-Buenos días dormilón… o tardes,
no estoy seguro cuanto llevamos
dormidos-
Praxedes le devolvió la sonrisa y
extendió sus alas para que los
rayos del sol que se colaban por
la ventana de un tono anaranjado
les dieran la respuesta.
-Al parecer hemos dormido
mucho-
-¿Cómo te sientes?-
-Bien Prax, estoy bien-
Compartieron un momento más
contemplándose y abrasándose en
el lecho hasta que ciertas
necesidades pedían que el cuerpo
del dragón se moviera, como la
anterior vez, saco suavemente su
miembro de aquellas paredes
estrechas que lo abrazaban y
conectaban carnalmente con su
todo, este no se quejo al parece
ya acostumbrándose a esas
nuevas sensaciones.
No quería separarse, pero
tampoco haría sus necesidades en
el nido de su todo, algo muy
grosero de su parte.
-Te estaré esperando- la
aprobación de Hiccup lo dejo más
tranquilo, termino de
incorporarse y cobijo el cuerpo
del otro con las pieles.
-Regreso pronto- dijo antes de
que las llamas lo cubrieran y
saltara por la ventana, iría a
hacer sus necesidades y tal vez
cazar algo para su todo, no
habían comido nada desde el
improvisado desayuno.
Hiccup también se daba cuenta
que tampoco le agradaba que el
de escamas negras se apartara de
su lado, pero por un pequeño
rato no veía problema, además de
que él también tenia necesidades
que atender como asearse,
vestirse y recoger esas cobijas
antes de que alguien entrara a su
cuarto, a veces era conveniente
que su padre y tío estuvieran tan
ocupados con sus deberes.
*+*+*+*+*+*
Ese… ¿ese no era el furia
nocturna? ¡Si era!
Esas inconfundibles escamas y ese
cuerpo fuera de lo común, en
más de un sentido, entre los
demás dragones no le dejaban
lugar a dudas.
Lo había sorprendido, y más lo
sorprendió al ver que salía ileso
de uno de los nidos de aquellos
humanos, ¿Qué rayos había
estado haciendo para atreverse a
entrar a esas extrañas
construcciones?, ni siquiera las
pequeñas pestes como los
pequeños terror eran tan
descarados para ir solos a entrar
a alguno de esos nidos, mínimo
tenían la precaución de ir en
grupo.
Y ahí estaba ese de escamas
negras, de lo más tranquilo, y
parecía estar bien, o al menos así
se veía desde la distancia en la
que estaba observando, la cual
era mucha, es bien sabido que los
dragones tienen uno de los ojos
más bendecidos de toda la
creación, superior a cualquier
humano o águila.
¿Qué estaría haciendo ahí?
Tal vez… ¿visitando a un amigo?,
jajajaja que gracioso se escuchaba
en su mente al pensar en que un
dragón, especialmente ese, podría
tener un amigo, y mas un
humano.
Aunque pensándolo bien, según
dijeron las pequeñas pestes el de
escamas negras se había
comportado “amable” con ese
humano, tal vez no estaría mal
revisar, pero no ahora, aun había
mucha luz, y era bien sabido que
los humanos veían muy bien con
más luz, no así los dragones, que
no importaba si era de día o de
noche, tenían una excelente vista.
Además un humano, de
abundante cabellera roja entraba
a ese nido en esos momentos.
Solo tenia que esperar unos
momentos más y actuaria, y si
tenia suerte, esa misma noche
todo acabaría.
*~*~*~*
-Ugh-
No es que le doliera mucho, pero
tenia cierta molestia en aquella
parte, molestia que lo siguió
desde que recogió el lecho del
suelo y lo dejo nuevamente en la
cama, para luego limpiarse un
poco y vestirse, molestia y ardor
que le recordaba a Praxedes, y le
gustaba.
Ahora sentado en su cama,
pensaba, en que cosas debería
llevar en su fuga, en que seria
bueno conseguir, no quiere
robar, ese seria el colmo, así que
usara los pocos ahorros que tiene
para comprar aquello que no
tiene y que le será necesario, tal
vez tenga que crear algo para
poder sostenerse en el lomo del
dragón en largos periodos de
viaje y atar provisiones, si a este
no le molesta la creación de una
especie de silla no estaría mal,
claro, le preguntara a este
primero antes de hacerla.
Mira por la ventana, hacia el
bosque, esperando que entre
alguna de esas sombras aparezca
la de él.
-Hiccup, ¿estas despierto?-
pregunto su padre entrando a su
habitación.
-¿He?, si papá-
Era bueno saber que en esos
momentos no se encontraba
Praxedes a su lado al menos en
ese momento, no soportaría los
nervios de que su padre pudiera
descubrirlo en la habitación.
-Debes estarte aburriendo
estando aquí tu solo, emmm
consulte con la anciana sabia del
pueblo y dijo que vendría verte-
-¿Ella?-
La anciana sabia, conocida por su
sabiduría y claro, por que era la
anciana de mas edad en toda la
aldea, maestra curandera,
sacerdotisa, y no hay que olvidar,
algo excéntrica, ella le había
enseñado todo a los curanderos
de su pueblo, ella fungía en los
ritos a los dioses como suma
sacerdotisa, y también tenia un
poco de fama de bruja, algunos
decían que tenia ciertos dones
extras aparte de su sabiduría.
Y saber que ella lo revisaría, lo
ponía nervioso, no es que creyera
que fuera mala, o tuviera un
aspecto aterrador, en realidad era
lo mas cercano a una abuela que
tenia si se ponía a pensar, a pesar
de lo poco que trataba con ella,
pero aun así estaba nervioso,
entre los dones que decían que
tenia era la capacidad de “ver”
mas halla de que otras personas
normales, ¿y si descubría aunque
sea que ocultaba algo y lo
interrogaría? ¿Seria capaz de
mentirle?
-Ya sabes que es una vieja
extraña, pero aparte de eso es la
mejor curandera-
-Si… lo se-
-Y bueno, emm espero que no
acostumbres a andar de perezoso
ya que gracias a ella te
recuperaras pronto-
-Si… gracias papá-
-Nos vemos luego hijo-
Su hijo no se veía muy contento
por la noticia, pero bueno, a casi
nadie le gusta ser revisado por un
curandero, menos por la anciana
sabia que podría desvariar un
poco contando anécdotas y las
peores posibilidades que podía
enfrentar el enfermo si se
agravaba su malestar, que alguien
te diga que te podría amputar el
brazo por tener el dedo pulgar
con una astilla era nada
agradable, experiencia propia,
pero bueno, la vieja hacia un
excelente trabajo.
Estando solo de nuevo en su
cuarto Hiccup se puso a pensar,
quizás seria bueno adelantar lo
más posible su ida de Berck.
*+*+*+*
Rayos de sol anaranjado
empezaron a pintar toda la aldea,
para luego oscurecerse poco a
poco dejando caer la noche.
Los movimientos de la pequeña
comunidad de vikingos se
disminuían de poco a poco, aun
así había muchos vikingos yendo
de un lugar a otro, aun no era el
momento, solo un poco más,
tenia que aguantar un poco más.
Todos los músculos de su cuerpo
estaban tensos, desde la punta de
su hocicó lleno de filosos dientes
hasta la punta de su cola, el
pequeño bajo su garra lo podía
sentir claramente en su cuerpo, y
ese silencio y esa tención lo ponía
aun mas nervioso y asustado que
las amenazas de mordiscos,
arañazos o golpes, esos eran
predecibles, pero lo que vendría
después de esa tención no lo era.
El naranja y rojo podía
desaparecer con el anochecer,
pintándolo todo de azul y negro,
de pocas luces y sombras, no así
en la mirada del de escamas
rojas, que refulgía como el mismo
fuego, y es que lo que
caracterizaba sin lugar a dudas a
los de escamas rojas era su
carácter explosivo y su similitud
con este elemento tan de los
dragones, hasta el punto de
abrazarlo en el éxtasis de la
batalla o en las danzas para
encontrar a su pareja, su todo,
mortíferos y bellos seres, lastima
que ningún humano viera lo
segundo en estos seres.
Esta vez abrasara el fuego para
saltar a la caza de su presa.
El pueblo vikingo esta en relativa
calma, pero aun así alerta a los
cielos, las costas, el horizonte,
lugares en que es común ver
primero a sus atacantes
habituales, por lo que no notaron
la sombra que se deslizaba con
gran maestría desde la montaña,
hasta los bosques, fusionándose
en un mundo de sombras donde
es difícil distinguir donde empieza
una figura y donde termina otra,
arrastrándose, caminando, no
volando donde es su elemento,
donde es normal ver a un dragón
en el firmamento, y se permite
elogiarse por su táctica.
Poco a poco se acerca a la aldea,
sigiloso y atento como el buen
predador que es, como el mortal
cazador que espera el momento
oportuno para conseguir a su
presa.
Aun siente al pequeño bajo su
garra, el pequeño ya ha dejado de
luchar y retorcerse pero aun esta
vivo, aun siente el palpitar de su
corazón y su débil respiración, si
estuviera muerto seria un gran
inconveniente, debe intensificar
primero a la presa y luego dejara
de ser de utilidad.
El olor de los humanos inunda
sus fosas nasales, miles de
aromas de diferentes humanos, es
difícil diferenciarlos entre ellos,
como las sombras en el bosque
para el ojo humano, para una
nariz de un inexperto es difícil
diferenciar los aromas cuando
son mucho a la vez, pero el ya no
era un cazador inexperto o un
cachorro con el que era fácil
engañar con diversos aromas, por
lo que mantuvo la calma y
espero, y lo encontró.
Fue relativamente sencillo
encontrar el aroma de un dragón
en medio de todas esas esencias
humanas y de animales, como
esas cosas de cuatro patas que
mugían o esas otras que tenían
un pelaje como el de las nubes,
una que otra vez probo su carne
y no era mala, pero sin lugar a
dudas no le ganaban al delicioso
sabor de los peces.
El de escamas negras no había
pasado mucho tiempo en esa
aldea humana, su aroma no
estaba tan concentrado como en
ese lugar en el bosque, pero aun
podía seguirle el rastro.
Unos pasos mas y llego al foco
donde el aroma del dragón de
escamas negras era mas claro de
diferenciar, uno de esos nidos
humanos cerca, para su
conveniencia, de los bosques que
rodeaban la aldea de los
humanos, oh, y podía ver marcas
de garras en una de las paredes,
garras de dragón, este era el
lugar.
Podía incendiar la casa y ver que
salía de ella, pero eso traería la
atención de los demás vikingos,
así que esa opción estaba
descartada, lo que era mas
confiable era ser sigiloso, sigiloso
hasta que terminara su misión.
Tal vez luego podría desesterarse
causando un estrago por aquí y
por allá en esa aldea de malditos
vikingos, no haría mucho daño, y
solo pelearía un poquitín, no
mataría a nadie, solo los dejaría
magullados un poco.
Estirando cuan largo era su
cuerpo escalo por el camino de
arañazos en esa pared de madera,
en ese hoyo en la pared, como un
ojo abierto, se sentía ese aroma
de dragón y algo más,
lógicamente humano, pero con
algo… raro, estaban demasiado…
¿combinados?
¿Cómo era posible eso? ¿Había
tan siquiera un humano que no
quisiera atacar a un dragón con
tan solo verlo? ¿Las cosas que
dijeron esos pequeños como el
que tenía aun en su garra serian
verdad?
Con sus ojos fue capaz de ver
entre las sombras de esa cueva
artificial que era el nido humano
diversos artilugios de estos, cosas
hechas de maderas y pieles que
ellos llamaban muebles, pared
hechas de madera, algunas
tapizadas con pieles coloridas con
patrones ajenas a ellas, estaban
pintadas, y en una de estas, un
mueble que resaltaba, no por su
laboriosidad o aspecto, sino por
la preciada carga que llevaba
sobre este.
La tímida luz de una pequeña
llama apenas iluminaba la
pequeña silueta sobre las pieles y
madera, pero aunque esta no
estuviera lo hubiera visto, aunque
cierta parte de su subconsciente
agradeció, aunque el jamás lo
admitiría, la presencia de esa
pequeña llama, al ver gracias a
ella el brillo reflejado en esos ojos
verdes.
-¿Prax… eres tú?-
Y este pequeño e indefenso
humano… era su presa.
+*+*+*+*+
Hizo sus necesidades y cazo un
par de conejos, pensó cazar algo
mas grande pero al parecer
ninguna creatura grande se
atrevía a estar cerca de la aldea,
era comprensible con tanto
humano cerca, pero, también le
fue difícil encontrar los conejos,
como si ese mismo día decidieron
esconderse muy bien para no ser
hallados, no estaban cooperando
mucho para que estuviera pronto
con su todo esas pequeñas
presas, bueno, se las iba a comer,
era comprensible.
Cuando estuvo satisfecho con lo
que comió y atrapo decidió
regresar, el sol ya se estaba
ocultando y el cielo a través de
los arboles parecía estar en
llamas, el típico aviso antes de la
oscuridad total en el cielo.
Ya debía regresar junto a Hiccup.
Y lo supo, fue como si de repente
alguien se lo hubiera gritado en
plena cara, algo no estaba bien,
se detuvo y puso mas atención,
los dragones tienen agudos
sentidos, pero esta vez ,los sintió
cien porciento mas agudos y
enfocados, crujir, el fuego
crepitar, y gritos.
¡HICCUP!
¿Qué? ¿Por qué? Si todo estaba
yendo como debería, tan bien,
tan plenos y felices y ahora… no,
no, no, no, debía llegar pronto,
oh Hiccup, no debió dejarlo solo,
no, no, su razón de existir estaba
en peligro… y ese bastardo quien
lo estaba amenazando pagaría con
su vida.
Saltando obstáculos, rocas y
troncos caídos, corriendo todo lo
que sus patas le permitían hasta
saltar y alzar vuelo, soltando los
cadáveres de conejos de su
hocico, más y más rápido,
sintiendo su corazón latir
estrepitosamente y oprimiéndose
dolorosamente a la vez con cada
segundo, se dirigió al nido de su
todo, podía percibir el
inconfundible aroma de madera
quemada y a sus oídos llego el
grito de su razón de existir.
Cayó en picada, como una flecha,
no, como un rayo negro vengador
que desataría toda su furia sobre
el bastardo que estaba atentando
contra su todo.
El de escamas rojas no supo lo
que le cayo encima hasta que
sintió los filosos dientes del de
escamas negras sobre su cuello
penetrando las escamas con una
facilidad que no lo harían las
armas humanas, solo los dientes y
garras de otro dragón.
Y el caos comenzó, golpes,
arañazos, escombros y rugidos,
parecía increíble que esa casa
hace un par de minutos no eran
esos escombros que eran ahora
en casi su totalidad.
Minutos antes en que Hiccup
distinguió una figura extraña
asomándose por su ventana
abierta, minutos antes de
escuchar un par de rugidos,
claramente no pertenecientes a
aquel dragón que tanto amaba,
momentos en que Hiccup se
quedo petrificado por el miedo y
sorpresa no esperándose
encontrar a otro dragón que no
fuera Praxedes tratando de entrar
por su ventana, ¡por Odín!, era
un cremayerus, el no debería
estar ahí, en realidad, ningún
dragón excepto Praxedes, bueno,
Praxedes técnicamente tampoco,
pero estaba, debería estar ahí, y
no se veía muy feliz que digamos.
Ahora había un cremayerus
entrando en su habitación y
mirándolo como si quisiera
devorarlo, bueno, no era el
primer dragón con esa clase de
expresión que veía en su vida,
pero una cosa era el “apetito” que
manifestaba Praxedes, otra cosa
muy diferente era el “apetito” que
había en esos ojos que parecían
soltar chispas, ¡oh por Odín! Esa
no era una buena señal.
Minutos antes de que el
cremayerus se prendiera fuego y
comenzara un incendio en la casa
del líder de los vikingos en esa
aldea, el brillante hijo de este se
le ocurrió una brillante idea, nada
racional para un vikingo.
Tratar de dialogar con él.
Hiccup mismo se sorprendió con
su idea, no se diga el de escamas
negras al no ver la reacción que
esperaba de cualquier humano al
ver un dragón, este hubiera
esperado gritos, insultos, una
cara de profundo odio, el aroma
del miedo y la rabia inundando la
habitación, un corazón agitado,
bueno, eso si lo tenia pero
después de unos segundos parecía
recuperar el control, incluso
espero lo mas lógico, que tratara
de huir, pero no hizo ninguna de
esas cosas, al contrario, se quedo
y trato de conservar la calma, ni
un ceño fruncido apareció en su
rostro.
Este humano era extraño.
-Escucha… yo, tú… tú no deberías
estar aquí- su voz era algo
temblorosa, pero también era
tranquila, quitando el hecho del
breve tartamudeo al dragón le
sorprendía que el humano tratara
de hablar con él, cosa que ningún
otro humano hubiera intentado
con uno de los suyos que supiera
–no es la mejor idea que estés en
esta casa, si tienes hambre te
daré algo de comida, pero si
alguien te ve te matara- mucho
menos un humano había tratado
de hablar y advertir a un dragón
de peligro que el supiera.
Raro, raro humano, que singular
resulto ser su presa del día de
hoy.
¿Qué error habría cometido ese
humano flacucho para causar la
ira de la “muerte”? ¿Qué clase de
capricho habría provocado la
matanza de este humano tan
peculiar? No lo iba a negar, le
empezaba a dar curiosidad, pero
debía cumplir con su mandato.
Rugiendo, soltando chispas,
literalmente, se acercó cada vez
mas al humano de ojos verdes,
quien lentamente, cauteloso, se
incorporo de su lecho y en
ningún momento aparto su
mirada de sus ojos, era sabido
que los vikingos eran fieros
enemigos de los dragones, pero
no muchos se atreverían a
sostenerle la mirada a uno sin
estar armado, o al menos de
estar preparado, y ese humano se
notaba que no era fuerte, ningún
rival para los poderosos músculos
y filosas garras de su actual
adversario, no se diga su fuego, y
aun así le sostenía la mirada, era
admirable su coraje.
-Calma, calma, por Odín, si
alguien te ve te atacara, así que
tranquilízate por favor-
Y seguía hablando, preocupado,
nervioso, pero no por él, sino por
su enemigo… realmente,
¿realmente era necesario
eliminarlo?... hasta a él le parecía
algo injusto, pero esta vida es
injusta.
En su momento de duda, en ese
instante en que se daba cuenta
que ese humano no era ninguna
amenaza, no se dio cuenta de la
presencia de otro humano
subiendo las escaleras hasta que
abrió la puerta sin avisar.
-Hiccup te traje algo que com…-
Y la ecuación ya conocida se
cumplió.
Dragón más vikingo igual a un
encuentro épico como debía de
ser, o al menos como ellos sabían
como debería ser la respuesta
como se las enseño la vida a base
de experiencia.
Stoick ese día decidió hacer algo
amable por su único hijo, algo
simple, traerle algo que comer, se
había dado cuenta que en las
alacenas de su hogar ya no
habían muchos alimentos, y para
evitar riesgos, decidió buscar algo
en el gran comedor, venia de ahí
después de comer él y pidió un
plato generosamente lleno, ese
muchacho debería ganar un poco
mas de masa corporal.
Gob no estaba en la casa, tenía
muchos pedidos pendientes en la
forja, se notaba que a su amigo le
faltaba un par de manos extras
como las de Hiccup, esperaba que
con la visita de la vieja sabia del
pueblo se curara más rápido.
Subió las escaleras de madera,
paso por su cuarto y no se tomo
la molestia de tocar para entrar
en el cuarto de su hijo, fue ahí
cuando se percato que estaba una
de esas infernales creaturas, un
dragón.
Como padre y como vikingo sintió
su sangre arder, esa bestia del
mal había osado entrar a su casa,
entrar a los que se suponían eran
los dominios de los vikingos, y no
conforme con eso, a la habitación
de su hijo herido, el que menos
se podía defender no solo por
estar convaleciente sino porque
aunque le costara admitir era tan
poco vikingo, aun así era sangre
de su sangre, y esa cosa lo estaba
amenazando con solo su
presencia.
Y así que al instante, como
cualquier vikingo haría, salto para
enfrentarse a su enemigo
olvidándose por completo del
plato de comida que se tiro al
suelo y el caos comenzó.
Ese vikingo de cabellos rojos era
uno de los humanos mas fuertes
que hubiera conocido, aun con
sus manos desnudas sus solos
golpes eran poderosos, su fuerza
era una gran rival contra la suya,
se le hizo difícil esquivar golpes y
llevar el control de la pelea,
revolviéndose para un lado a
otro, golpeándose entre si y su
entorno poco a poco destrozaron
los pocos muebles que había en la
habitación, no tardo para que
destrozaran la habitación en si y
continuaran con el resto del
segundo piso, mientras que
Hiccup como pudo se escabullo
de la pelea hasta bajar la
escaleras, no tardo mucho para
que el alboroto que ocurría en la
casa del líder de la aldea llamara
la atención a los demás aldeanos,
mas aun cuando se empezó a ver
fuego en esta misma.
Entre llamaradas y bolas de fuego
escupidas la madera se empezó a
consumir mientras que uno de los
curiosos se atrevió a adentrarse y
al ver al hijo de su líder lo saco,
este curioso no era nada mas que
Gobber.
La furia de Stoick y del
cremayerus no mermo a pesar de
que la casa empezaba a caerse a
pedazos, literalmente, ni cuando
por el fuego la madera cedió bajo
su peso e irremediablemente
terminaron cayendo en el primer
piso donde las cosas continuaron,
no se detuvieron por el dolor o
astillas clavadas en la carne,
tampoco por el calor sofocante,
solo había una cosa en sus
mentes de guerreros, acabar con
su adversario, pero había una
notable diferencia, Stoick era un
asombroso guerrero que desde
niño se había enfrentado a
dragones, incluso ya tenia sus
propias leyendas cantadas en su
pueblo y conocidos por otros,
había matado innumeral de
dragones, pero aun así, seguía
siendo humano, un humano que
no puede soportar eternamente el
calor del fuego lamiendo su piel o
el ardor de sus pulmones al
respirar tanto humo, él debía salir
de esa casa, pero su deseo de
seguir peleando era grande.
Fue cuando una de las paredes
colapso que Hiccup vio a su
padre rodeado de fuego y humo
que no pudo evitar gritar por él,
el temor le lleno, no quería
perderlo de esa manera, y fue
cuando llego.
Stoick apenas fue capaz de ver
una sombra negra y caer rendido
por el cansancio y la falta de aire
limpio antes de oír gruñidos y
lamentos, para luego sentir una
mano tomarlo de sus ropas y
arrastrarlo de los escombros de
lo que fue su casa, al alzar la
mirada ya fuera de los restos que
terminaban de consumirse y
respirar oxigeno puro, cosa que
agradecieron sus pulmones, vio a
su fiel amigo.
-¿Pero que es eso?- uno de los
vikingos atrevió a expresar lo que
todos se preguntaban al distinguir
una segunda figura dentro del
infierno que era la casa.
-Es… es un ¡Furia Nocturna!-
Ninguno pudo evitar sus rostros
asombro, ¿y por qué no?,
también de horror, nadie de esa
generación había visto realmente
un furia nocturna, siempre
aparecían en las noches, pero
realmente nadie había podido ver
como eran exactamente, eran
rápidos, astutos y terriblemente
mortales incluso corrían rumores
de que era Loki encarnado, o una
de sus funestas creaciones, y
todos sabían que todo lo que
tenia que ver con ese dios era
malo, por lo tanto ese dragón
podría ser el peor de todos.
Y estaba ahí, peleando con otro
dragón, otra cosa jamás antes
vista por esa generación, si cosas
inverosímiles eran muestras y
señales de un fin del mundo
cercano, del que el ragnarok
estaba por comenzar, eso podría
ser uno de esos hechos.
Escamas rojas y escamas negras
brillaban con la danza de las
llamas que los rodeaban, era un
espectáculo asombroso, era
espectáculo de fuerza, gruñidos y
una hermosa batalla, cosa que así
no lo veían los vikingos, solo
veían dos monstruos colisionando
en un encuentro inexplicable.
Cuando Stoick logro recuperarse
un poco y vio la escena de los
restos de su casa estaba igual de
asombrado, pero decidió actuar
rápido, dos dragones, dos
enemigos, dos monstruos, debían
ser capturados, eliminados.
-¡Que todos ahí parados!
¡Muévanse hombres!- su voz
podía compararse con los
potentes rugidos de los dragones
enfrentándose y su fiera mirada a
las llamas que seguían bailando
frente a ellos.
Siguiendo las órdenes de su líder
los vikingos empezaron a
moverse, armándose de trozos de
maderas algunos, y otros mas
precavidos con mazos que habían
traído con anterioridad se
lanzaron a someter a sus
enemigos, aunque en realidad uno
de ellos estaba mas que ayudando
pero ellos no lo veían así.
Hiccup tardo en reaccionar,
Praxedes había llegado y ahora
estaba peleando con ese dragón,
pero ahí iban los demás vikingos
sin contemplación contra ambos,
rayos, rayos, rayos, Praxedes no,
esto no debería estar pasando.
-No, no, no…- empezó a
murmurar desesperadamente,
simplemente no podía dejar que
lastimaran a Praxedes, tenia que
reaccionar, tenia que evitarlo.
Estaba furioso, lo que más
deseaba en esos momentos era
aplastar la cabeza de su enemigo
por osar tratar de hacerle algún
daño a su todo, no había escusas
por su atrevimiento.
Si los vikingos se detuvieran a
pensar de vez en cuando, aunque
sea solo un segundo antes de
enfrentarse a la batalla, se darían
cuenta que no era una de sus
mejores ideas el tratar de
interponerse en ese fiero
encuentro, aunque claro, ellos
solo hacían lo mejor que sabían
hacer, pelear y matar dragones,
aunque esos coletazos que los
arrojaban contra los escombros
de la casa y zarpazos dolorosos
sobre su piel dejarían un dolor,
moretones y tal vez una que otra
cicatriz que les recordaría que no
era la mejor de sus ideas meterse
en la pelea entre dos dragones,
mas si un furia nocturna estaba
involucrado.
Y mientras que esos dos
monstruos a los ojos de casi
todos los vikingos, excepto
Hiccup, se atacaban entre si,
Stoick se preparaba para meterse
en la lucha, uno de los mas
fuertes, uno de los mas tercos, un
vikingo entre los vikingos, y como
tal, no escaparía a una buena
batalla, mas si unos de esos
monstruo destruyó su casa,
bueno, no que nunca hubiera
pasado antes, de hecho al tener
como enemigos a los dragones
era común que esto ocurriera con
los saqueos de ganado e
incendios, hay que recordar que
hace no mucho a Hiccup le cayo
literalmente el techo de una casa
encima, o mas bien lo que
quedaba de este, y casi ocurría lo
mismo ese día por la culpa de ese
dragón de escamas rojas, lo cual
no ayudaba al fiero caract4er del
vikingo pelirrojo tanto líder de su
pueblo y como padre tampoco.
-¡Papá espera!-
Pero Stoick no escucho a su hijo,
que tal vez se escuchaba
preocupado, un poco cobarde, no
muy digno de un joven pronto a
convertirse en un adulto vikingo,
estaba segado por la adrenalina y
la furia del guerrero que era
frente a un encuentro digno, y
como ya se dijo antes, si tan solo
los vikingos se detuviera a pensar
un segundo antes de lanzarse a lo
que mejor sabían hacer, el padre
se daría cuenta que su hijo no
solo enfocaba su preocupación en
él, sino también en un tercero
que aun desconocía y estaba
viendo en esos momentos.
A veces el destino es cruel e
irónico, ¿no es así?
El de escamas rojas estaba débil,
rayos, ese maldito de escamas
negras era realmente fuerte,
jamás en su vida le había visto
tan furioso como ahora, en
realidad poco o ningún interés le
presto a ese congénere solitario,
a ese vecino en ese volcán era el
tortuoso nido de todos, RAYOS,
era un asombroso adversario, ya
estaba muy herido y en cambio
esa lagartija negra apenas unos
arañazos y golpes que no
lograron amedrentarlo ni un
poco, alguna vez escucho de los
dragones mas viejos que los de
escamas negras eran muy
diferentes y fuertes al resto de
ellos, viendo tal vez su propio
final cerca, pensó que si hubiera
mas de esa clase, tal vez, solo tal
vez, lograrían deshacerse de su
maldito opresor, pero eso seguro
era una alucinación por tener a la
muerte tan cerca de sus escamas
sino lograba librarse de esta.
Bueno, el milagro que esperaba el
de escamas negras, como la
mayoría de los milagros, llego de
forma inesperada y de una forma
que claramente no vería como un
milagro, claro, nadie vería
milagro un puñetazo lanzado a tu
cabeza seas bestia o humano.
Stoick había llegado a su lado
sancando escombros de su propia
casa y uno que otro compañero
que aun no se recuperaba por
completo, estos estaban tan
distraídos entre ellos que no
tuvieron oportunidad de esquivar
los potentes golpes que lanzo el
musculoso humano, para ser un
humano era muy fuerte, casi le
sale volando un colmillo al de
escamas rojas.
De repente un tercer individuo se
entrometía a la lucha contra el
bastardo de escamas rojas y él,
los otros humanos no habían
presentado problema o estorbo,
pero este se notaba como una
completa molestia para sus
planes de venganza contra el de
escamas rojas, e irónicamente
este también tenia mucho rojo
sobre este, y ahora, volvemos con
los tal vez y las algunas
similitudes que presentan
dragones y vikingos, como que
deberían pensar aunque sea un
poco antes de lanzarse contra el
enemigo.
Un dragón segado por la furia no
es el mas racional de todos, un
dragón a que le amenazaron a su
todo menos, y ahora, un vikingo
furioso tampoco es racional, y a
pesar que ninguno se detiene a
pensar un poco, al menos se
puede saber con un poco de
instinto, que no es nada, ¡por
Odín!, nada bueno que este par
se enfrente.
Aun así ellos se enfrentan, y a
pesar de que Hiccup no es como
cualquier otro vikingo o dragón,
el si se sienta a pensar aunque
sea solo un poco y más,
consecuencias, razones y claro,
sobre lo muy doloroso que es ver
en peligro a Praxedes, y sumando
ahora el hecho de que su padre
ahora le enfrente con puños y
toda su fuerza bruta le parte el
corazón, puede sentir como su
pecho palpita de dolor con esa
imagen, y se rompe un poco
cuando parece que Praxedes no
huira del enfrentamiento.
Al ver la valentía de su aclamado
líder los demás vikingos se
levantaron y se lanzaron contra
los dragones, esta vez estaban
más centrados en inmovilizarlos
primero que solo dar golpes
porque si, eran fuertes, pero no
solo con sus manos desnudas
lograrían pasar esas gruesas
escamas o doblegar esos
músculos y huesos.
El de escamas rojas estaba débil,
por lo que fue el primero en
sucumbir ante el repentino peso
extra sobre su lomo, esos
barbaros expertos lograron
inmovilizarlo en segundos, y débil
como estaba ni prenderse fuego
así mismo podía.
Por otro lado, el vikingo de barba
roja y el dragón de escamas
negras seguían forcejeando y
peleando, Stoick era un digno
adversario, después de todo era
el líder de su pueblo y uno de sus
más fuertes guerreros, pero no
hay que olvidar que su adversario
era un legendario furia nocturna,
y si Stoick era reconocido entre
su pueblo como el mas fuerte, los
furias nocturnas eran de los mas
fuertes dragones, aunque claro,
ninguno admitiría eso en estos
días en que hay tan pocos.
La pelea estaba muy nivelada,
pero de nuevo la suerte juega y
Stoick tropieza un poco, cosa que
aprovecha el de escamas negras y
lo termina de tirar al suelo, Stoick
se ve reflejado en los ojos de la
bestia, afilados y fríos, estos no
dudan, estos que tantas había
visto antes en docenas de
batallas, y ahora, era la primera
vez que veía la muerte tan cerca
desde hace mucho tiempo, y muy
pero muy en el fondo, admitía
que tenia miedo.
La boca se abrió un poco dejando
ver la luz del pequeño infierno
que tiene cada dragón en su
interior, solo era cuestión de una
exhalación y una muerte dolorosa
para el humano se consumaría,
solo un segundo decisivo.
-¡NOOOooooo!-
Y el grito de un muchacho
detiene todo.
Es un grito, una suplica, una
plegaria desesperada, y es la voz
de su todo, un sonido que llega a
sus oídos y penetra en su mente y
le desgarra el alma, su todo
estaba sufriendo, y eso era su
propio sufrimiento, ya que si su
todo sufría el también lo haría, y
mas si él aparentemente era
responsable de ello por sus actos.
Y la ira se difumina y desaparece
y en lugar llega una mezcla de
clama y preocupación, calma por
ver que Hiccup esta bien, pero
preocupante al ver como lo mira
dolido y preocupado, y la
comprensión también llega, claro
que para nadie es de agrado ver a
su progenitor en esa precaria
situación, y él era participe de
esta imagen, y oh cielos, casi se
había atrevido a quemar vivo a
esa cosa pelirroja que al final de
cuentas había logrado concebir a
algo tan especial como Hiccup,
eso no estaba bien por el simple
hecho de que a Hiccup jamás le
gustaría aquello.
Se detiene, el fuego retrocede en
su boca y se pierde en su interior
y gime con preocupación en una
suplicante disculpa mientras lo
mira, él no quería para nada
preocuparle o hacerle un mal a
su todo.
El agarre del dragón se afloja,
esta distraído y su mirada cambia,
y cree ver mas halla de lo que es
la bestia en realidad y llega un
atisbo de duda… pero es su
oportunidad y como todo buen
vikingo la aprovecha, de un solo
movimiento voltea las cosas,
literalmente, y ahora es el quien
esta sobre el dragón tratando de
ahorcar ese robusto cuello con
sus musculosos brazos, el dragón
sede un poco pero aun presenta
lucha.
-No, no, no, ¡papá detente!, ¡no
le hagas daño!- y de nuevo el
joven muchacho habla
desesperado.
-¿Pero que estas diciendo
Hiccup?- no puede creer lo que
acaba de decir su propio hijo,
como que lo que hubiera salido
de sus labios hubiera sido la peor
de las ofensas, y asi es como lo
ve, si hijo, ¡su propio hijo!
Tratando de defender aunque sea
con sus palabras a una de esas
bestias.
-Él te ayudo, ¡él te ayudo papá!, si
él no hubiera aparecido el
cremayerus…-
-¡BASTA!-
No puede creer lo que a
escuchado, pero sabe que en
parte, muy a pesar de su orgullo,
tiene razón, esa bestia por alguna
inimaginable razón apareció en el
momento justo y le ayudo, y por
primera vez duda por un dragón,
y no es raro que dude de su hijo,
el jamás a demostrado ser un
notable vikingo después de todo,
pero ahora, ahora hacia esto.
Otro par de vikingos se montaron
sobre el dragón y lo terminaron
de inmovilizar, este siguió
forcejeando pero no podía
quitárselos de encima.
-Stoick…- llamo uno de sus
camaradas al pelirrojo, este
seguía mirando a su hijo y
sosteniéndole el cuello al de
escamas negras.
-Llevémoslos a las jaulas… más
tarde procederemos a hacer algo
con ellos-
-Entendido-
No era la primera vez que
capturaban a una de esas bestias,
pero preferían no hacerlo para no
lidiar con ellos mientras los
tenían en cautiverio, aunque ya
era un método muy bueno en que
en la etapa final de los
entrenamientos de los jóvenes
vikingos se les pusiera a pelear
con los dragones capturados en
pasados enfrentamientos, claro,
jamás habían capturado en toda
la historia de su isla a un furia
nocturna, muchos estaban
nerviosos por la decisión de su
líder pero no cumplirían con lo
ordenado.
-Tú y yo vamos a hablar-
Esa mirada seria y ese seño
fruncido en la mirada de su padre
nunca significaban nada bueno,
esta vez no seria la excepción.
Observo como el cuerpo del
dragón era atado y empezado a
arrastrar hacia los campos de
entrenamiento, ahí había celdas
lo suficientemente grandes y
resistentes para mantener
cautivos a dragones como él, sus
miradas se conectaron
nuevamente, llenas de suplica y
sufrimiento, los estaban
separando y eso no estaba bien,
todo tan rápido y doloroso, ¿Qué
podían hacer?
-Camina-
Hiccup miro una vez más a
Praxedes y con su mirada trato
que comprendiera que no
provocara la ira de sus
cautivadores, y que por lo que
mas quería, que tuviera fe en él,
haría algo, aun no estaba seguro
de que, pero liberaría a Praxedes.
Después de unos tortuosos
minutos de silencio de seguir a su
padre llegaron a un lugar tan
conocido para él como su propia
casa, el taller de Gobber.
Entraron en busca de la
privacidad de sus paredes,
además que era el lugar más
cercano, Hiccup estaba seguro
que su padre quería “saber”, pero
no estaba seguro si realmente
quisiera “saber” lo que pasaba, al
menos con el furia nocturna.
-¿Qué fue eso?- la voz autoritaria
y grave digna de cualquier líder
que se respete, la de su padre le
hablo y como muchas tantas
veces no supo que responder -
¿Por qué defendiste a esa bestia
Hiccup? ¡Son nuestros enemigos!-
-No… te equivocas, esta mal, todo
lo que se supone que sabemos de
los dragones esta mal-
-¿Qué? ¿Qué rayos tienes en la
cabeza ahora? No puedes decir de
la noche a la mañana que los
dragones son buenos solo porque
uno apareció por coincidencia
para atacar a ese cremayerus-
-¡Vino para proteger… nos!-
-¿Hiccup? ¿Conoces de alguna
forma a ese monstruo?-
-No es ningún monstruo… yo, yo
lo conozco, es mi… amigo- sabia
que estaba diciendo más de lo
que debería, ya contradecir a las
creencias de su pueblo había
enfurecido a su padre, decirle
que era algo mas que un amigo el
dragón que defendía, no quería ni
imaginarlo.
-¿Amigo? ¡¿AMIGO?! ¡A esos
monstruos no se les puede
conocer como amigos! ¡son unos
asesinos!-
-¡También nosotros!-
-¡Basta! Estoy muy decepcionado
de ti… por lo que a mi respecta,
ya no eres mi hijo-
Decepcionado, estaba realmente
decepcionado y confundido, su
hijo prácticamente traiciono todas
sus creencias, y ahora, ahora le
había dicho algo realmente
doloroso y no se atrevía a
retractarse ni voltear atrás a ver
a Hiccup y como sus palabras lo
habían afectado, así que salió, no
podía estar en la misma
habitación que su único hijo,
debía regresar a sus labores,
debía continuar siendo el buen
líder que era para su pueblo… ¿y
cómo padre?
Cuando la puerta se cerro con un
rechinido y dejo que solo el fuego
de la forja iluminara el interior,
Hiccup literalmente se derrumbo,
muchas veces había recibido
regaños y sermones de su padre,
por su torpeza y poca “vikingues”,
y ahora lo negaba como su propio
hijo, y el mundo jamás le pareció
tan frio y doloroso como en ese
momento, sensación muy similar
a la que experimento cuando su
madre murió.
Era diferente, raro, un torpe y
quizás todo lo que los demás
vikingos pensaban de él, y lo
sabia, siempre lo había sabido a
pesar de tratar de ser como ellos
pensaran que debería
comportarse un verdadero
vikingo, pero no importaba lo que
hiciera, él siempre seria él… pero
encontró a alguien, un amigo, y
luego algo mas que un amigo,
realmente ser como era no era
tan malo, y ahora su padre que lo
negaba, lo único que le quedaba
era aferrarse a Praxedes, que era
su todo.
Tenia que ir a rescatarlo cuanto
antes.
*+*+*+*+*
Adolorido, herido y cansado,
empezó a arrastrarse hasta la
profundidad del bosque, eso
había sido muy feo, y apenas se
había logrado salir al margen de
semejante choque de titanes, un
segundo mas y no la cuenta.
Los vikingos eran aterradores,
también los de escamas negras
cuando estaban furiosos, el de
escamas rojas seguro había
terminado muy adolorido y
herido.
¡Se lo merecía!
Eso y mas ese maldito rojo, se
había quedado lo suficiente
después de que fue arrojado al
suelo como vil esqueleto de
pescado deshecho cuando al fin
encontraron el nido del humano
que acompañaba al de escamas
negras, para escuchar la pelea,
ver el nido de madera
incendiarse, y claro, ver como el
de escamas negras llegaba y le
daba tremendo mordisco al de
escamas rojas, claro, le hubiera
gustado quedarse un poco más,
pero más vikingos empezaron a
aparecer y eso no era bueno.
Claro que se merecía tremenda
golpiza… pero el humano amable
no se merecía que le quemaran el
nido, o que atentaran contra él.
¿Ahora que pasaría?
Primero iría a un lugar un poco
mas alejado en el bosque, a ver si
encontraba algo que comer, un
ratón quizás le caería bien.
Esperaba que ese humano
estuviera bien.
*+*+*+*+*
Era oscuro, era frio, era el fin del
mundo.
Encadenado con grilletes y
cadenas, sobre una enorme tabla
de madera, cautivo estaba el
demonio de escamas negras que
habían logrado atrapar ese día, la
gran mayoría pensaba que era
una alucinación, o un sueño
increíble, ese al que nadie había
sido capaz de ver, atacar o
derrotar estaba encadenado,
demostrando una vez mas que lo
que se llegaba a pensar imposible
podía ser logrado.
Cierto, estaba encadenado, pero
aun así no dejaba de imponer esa
enorme figura negra, no dejaba
de intimidar a sus captores, que a
pesar que no lo demostraban,
temían que lograra escaparse y
tomar venganza, pero lo que ellos
no veían era el temor en sus ojos,
no por su bienestar o su vida, esa
no podría preocuparle menos en
esos momentos, lo que le
preocupaba es ya no verlo más,
ya no sentirlo, olerlo o
saborearlo, ya no estar junto a su
todo.
Dolía, claro que dolía hasta
puntos inimaginables y
desesperantes, al menos lo había
logrado proteger de ese de
escamas rojas, no podía decir lo
mismo de los gritos irritantes de
ese que decía haber concebido a
tan grandiosa creatura que era su
todo, y solo porque él se lo pidió
tan desesperantemente no
arremetió contra el dejándose
atrapar.
¿Por qué tenia que pasar esto?
¿Acaso había nacido bajo una
estrella de mala fortuna para que
le ocurriera aquello?
No, si fuera eso cierto jamás
hubiera encontrado a Hiccup, o
que este lo hubiera encontrado
según se viera, y como tenia la
gran fortuna de haberlo
encontrado, y a pesar de que en
estos momentos se encontraran
separados, debía tener la
esperanza, pequeña y rarifica
esperanza que lo sostenía en la
cordura, de estarían de nuevo
juntos, esto no acabaría así, esto
no debía de acabar así.
GROAR!!!!!
-¡Échenle otra cubeta a este que
no se esta quieto!-
El rugido del de escamas rojas al
otro lado de la pared de roca y el
grito de uno de sus captores lo
saco de sus pensamientos, si, al
otro lado estaba ese infeliz que lo
había empeorado todo en un
instante.
El de escamas rojas tampoco se
las estaba viendo bonitas,
también encadenado y colocado
en una de esas jaulas de roja y
acero trataba de liberarse con
desespero, cierto que los
humanos no tenían escamas
gruesas o colmillos afilados con
que defenderse, pero sabia
perfectamente que tenían
artefactos hechos por ellos
mismos que les ayudaban muy
bien a defenderse contra ellos, y
ahora encadenado, acorralado,
estaba realmente desesperado por
escapar.
Había tratado de escupir fuego o
prenderse a si mismo, pero claro,
esas sabandijas de dos patas
tenian trucos sucios como echarle
agua ensima para evitarlo,
además que se estaba quedando
sin potencia en sus tiros de
fuego, rayos, si no descansaba un
poco se quedaría sin eso y ahora
realmente estaría completamente
indefenso.
Hablando de potencia de fuego, el
de escamas negras también
estaba cautivo, si quisiera podría
escupir todas las bolas que
quisiera ¿Qué rayos estaba
esperando? ¿Qué le cortaran la
cabeza?
~¡Hey tu lagartija negra! ¿Por qué
rayos no te defiendes?~
~¡CALLATE REMEDO DE DRAGON!~
~Mira lagartija, no tengo nada
contra ti, aunque si se me da la
oportunidad te regresare el favor
de hace rato, pero sinceramente
no quiero morir entre las manos
de uno de esos humanos, así que
trabajemos juntos~
~Jamás trabajare junto al que
trato de dañar a Hiccup~
~¿Hiccup el humano flacucho~
~Grrrr~
~No se porque tanto interés,
además solo seguía ordenes de la
“muerte”, es solo otro humano,
no entiendo porque te molesta~
~Por que ese humano es ¡MI
TODO!~
Después de la tremenda confesión
del de escamas negras el otro se
quedo mudo, eso si que
realmente no se lo esperaba,
jamás había escuchado algo así
¿acaso esa era la razón por que la
“muerte” lo mando?, rayos, que el
“todo” de un dragón fuera un
humano, eso no se lo podía
imaginar, pero de eso jamás se
bromea, era cosa seria, aunque
podría explicar porque el aroma
del bosque estaba tan combinado.
~Así que… un humano~
Esto se volvía delicado.
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