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capitulo 10: despertando junto a ti

~Esa historia es absurda~

~Ya lo se… aunque me da

curiosidad~

~¿Les crees a esos cabezas llenas

de ceniza?~

~Bueno, es muy absurda la

historia… pero lo que me parece

más raro es que tuvieran

suficiente inteligencia para

ocurrírsele~

~Mmm tienes razón, es increíble

que se les hubiera ocurrido que

un humano sea amable con

alguno de nosotros o que

precisamente el de escamas

negras este junto a él…~

¿Humano… un vikingo junto… al

de escamas negras?

~Ninguno de esos salvajes se

comportaría de esa forma con

alguno de nosotros~

~Si… es por eso que tenemos que

vivir aquí~

GRRRrrrr…

El rugido en la base del volcán, o

más precisamente lo que se

hallaba en la base de este

dormido, o eso creían los dos

Nadder que en esos momentos

habían decidido pasar un rato en

las cálidas cuevas, hiso que los

dos dragones se encogieran en su

lugar temiendo por su vida como

siempre que escuchaban ese

aterrador sonido, sinónimo de

muerte en sus conciencias desde

casi siempre.

Las paredes vibraron un poco y

aquellos que se encontraban

cerca de la cámara principal del

volcán decidieron refugiarse en

sus lugares tratando de pasar

desapercibidos como una roca

más de esa estructura o salir

volando por la salida más

cercana.

Era sabidos para todos que si

molestabas a la muerte ella

vendría por ti.

Si el de escamas negras estaba

vivo, ¡no lo podía permitir!, era

molesto saber tan siquiera que

esa pequeña y molesta creatura

seguía viva, ¡y aun peor que la

peste de las islas estuviera con él!

Eran dos cosas molestas, un

humano y ese dragón de escamas

negras, y juntos, representaban

algo peor, una potencial amenaza,

lo podía sentir en sus escamas

como un molesto hormigueo,

debía hacer algo al respecto.

+*+*+*+*+

El sol empezaba a dar su marcha

al horizonte, pero aun había

mucha luz en ese espeso bosque,

incluso en ese pequeño hueco en

la tierra con dos cuerpos aun

aletargados, oh, pero nada es

eterno, y tarde o temprano tenían

que despertar.

La sensación de plenitud, paz y

felicidad no lo abandono aun en

su sueño, y al despertar esta se

intensifico al ver que entre sus

brazos descansaba la cosa mas

importante del mundo, de ahora

en adelante sabia que las cosas

deberían ser así cada vez que

despertara y fueran a dormir

juntos, siempre juntos.

Rayos de luz jugaban tratando de

tocar la piel del menor escondido

entre sus alas y protegido en un

abrazo, en un pensamiento algo

celoso de que no deseaba que

nada ni nadie tocara a su todo

cerro sus alas un poco más

evitando que los rayos siguieran

filtrándose, y se dedico a

contemplar en la ligera penumbra

adentro de sus alas el rostro de

Hiccup.

Sus facciones relajadas, su

cabellos revuelto que le hacia un

poco de cosquillas en su pecho,

el oír de su suave respiración y

sentir la piel contra piel

compartiendo calor, lo hacían

sentir tan seguro, su pequeño

todo lo hacia sentir tan seguro

como si los males y peligros del

mundo fueran insignificancias que

podían ser fáciles de superar,

claro, solo si él permanecía a su

lado.

Incluso… incluso…

-Mmm- Hiccup se removió un

poco, encontrando en su

inconciencia que ese era el lugar

más cómodo en el que había

descansado desde… nunca quizás.

La cálida y agradable fuente de

calor parecía moverse también,

familiar y confortable, se

acorruco un poco más contra ella

entre su limite del despertar y el

sueño, hasta que los recuerdos

vividos esa mañana lo

despertaron por completo.

Estaba en los brazos de Praxedes,

estaba acurrucándose a su lado,

habían… hecho el amor.

Lento, casi temeroso abrió los

ojos y alzo su vista para

encontrarse con la del otro, de

nuevo sentía su rostro arder

desde la punta de sus cabellos

hasta casi llegar a la base de su

cuello, a penas y podía creer lo

que había hecho.

Praxedes se acercó al rostro del

otro y con la punta de su lengua

lamio ligeramente los labios en su

propia versión personal de un

beso, ya le empezaba a agarrar

gusto ver como cambiaba el

rostro de su todo a ese color.

No se arrepentía, en lo absoluto.

Ligero y dulce rose a su manera,

hiso que temblara un poco, y

noto algo que casi lo deja sin

aliento, a pesar de lo cómodo y

agradable que estaba, no podía

negar el ligero dolor en ciertas

parte baja, además de que “algo”

al parecer no lo había

abandonado en todo ese tiempo.

Aun seguían “conectados”.

Gurrr

El ligero gruñir de sus propios

estómagos lo distrajo, al parecer

tenían hambre, y era

comprensible, no había comido

nada desde el desayuno y

Praxedes ni siquiera había comido

algo ese día, además de la

agotadora, pero placentera acción

que tuvieron antes de caer

exhaustos en el lecho improvisado

adentro de ese hoyo.

Al notar el hambre de su todo,

sabía que su deber era buscar

algo de alimento, de ahora en

adelante haría todo lo que

estuviera en su poder para que su

todo se sintiera seguro a su lado

en todos los aspectos como él lo

lograba con solo su presencia.

-Iré a buscar algo de comida- dijo

el de alas negras separando sus

alas dejando los rayos cálidos

tocar por fin sus pieles desnudas

e incorporarse un poco

deshaciendo un poco el

placentero abrazo, notando como

cierta parte de su anatomía

abandonaba la cavidad que había

permitido que su unión se

hubiera completado ese día.

Al sentir fuera el enorme

miembro, cierta sensación de

vacío lo sustituyo, era extraño,

era único, como todas las

sensaciones vividas ese día,

¿acaso ese “hueco” era lo que

sentían las mujeres cuando…?,

quizás… pero él no era una

mujer… aun así lo había hecho

con otro hombre, o dragón, o

hombre-dragón, en fin de cuentas

un macho.

Trato de sentarse e incorporarse

como Praxedes, pero al segundo

que llego a sentarse, un

completamente desagradable

dolor lo atravesó haciendo que se

acostara nuevamente, ya

empezaba a experimentar las

consecuencias de haberse unido a

Praxedes, su trasero dolía

horrores.

-¿Estas bien?- la voz preocupada

de Praxedes lo llamaba, había

visto el rictus de dolor en sus

facciones y escuchado el ligero

quejido que había soltado por

simplemente sentarse.

-Si, no es nada grave Prax- trato

de calmarlo, esperaba que el

dolor pronto pasara.

-¿Te duele?-

-Solo… un poco… ahí…-

sintiéndose impedido de mentirle

al verlo a los ojos le contesto,

aunque eso no quería decir que le

dijera donde le dolía, era

demasiado vergonzoso.

Por la pasión del momento al

parecer había dañado a Hiccup de

alguna manera, eso era

imperdonable, reviso su cuerpo

con cuidado, no parecía tener

nuevos moretones o algo por el

estilo, ¿y si?

-Espera, ¿Qué vas a… ¡Ah!-

¿Pero que rayos le pasaba?, de

repente se había acercado a su

entrepierna separando un poco

sus piernas, trato de apartarlo

empujando su cabeza pero este

no se movía, al parecer había

encontrado algo muy interesante

para ver en ese lugar como para

quedarse ahí mirándolo, ya le

ardían las mejillas y orejas de la

vergüenza.

En ese lugar observo las huellas

de su entrega, el semen seco

sobre el miembro dormido y

parte de sus muslos, y más atrás,

donde se encontraba la entrada

de su unión, su propia semilla

aun fresca y manchas rojas

identificadas como sangre.

¡Había sido demasiado rudo!,

¡Había lastimado a su Hiccup!,

que mal, muy mal, su deber era

cuidarlo pero en medio de su

entrega llena de pasión daño a su

todo.

Y como su deber era cuidarlo,

tenía que curarlo.

-Tú… no hagas eso… eso ah ha…-

Un musculo tibio y húmedo

recorrió aquella parte irritada con

sumo cuidado, incluso había

hecho que se pusiera boca abajo

para que su tarea fuera mas

sencilla, separo los suaves

músculos que escondían la

entrada en forma de un asterisco

rosado e irritado.

Lamia con sumo cuidado,

quitando cualquier rastro de su

propia semilla o de sangre, su

instinto le decía que si estaba

herido, una buena lamida

ayudaría, y otra decía, que era

espectacular probar ambas

esencias combinadas en esa parte

y escuchar la ligeramente agitada

respiración de Hiccup en esos

momentos.

Hiccup ya no sabía que hacer, eso

definitivamente no era normal,

no debería estar esa lengua en

ese lugar, recorriéndolo con total

confianza, ni tampoco sentir ese

escalofrió recorrerle.

Y como la vez que lo beso, se

dejo llevar, algo contradictorio en

su mente, algo que se sentía bien

no podía ser tan malo, aun así no

dejaba de ser extraño, y lo

extraño era común repelerlo, aun

así no lo hacia.

Era como un nuevo tipo de beso,

un nuevo tipo de caricia, y uno

muy vergonzoso.

La caricia continúo hasta que

Praxedes opino que era

suficiente, satisfecho de que los

rastros de sangre hayan

desaparecido en esa parte

dejando en su lugar una delgada

capa de su propia saliva, con eso

seria suficiente por el momento.

-¿Mejor?-

Más rojo que acero a fuego vivo

Hiccup solo asintió sintiéndose

incapaz de articular palabra

alguna, ¿acaso eran intencionadas

o consientes esas acciones? O

¿sabia lo que le provocaba a él lo

que le hacia?, ese rostro que

rayaba un poco en la inocencia

con esos ojos mirándolo

fijamente le decía que no, al

parecer solo era… instinto, cosa

que al dragón le salía muy bien.

Aun boca abajo sintió como el

otro cuerpo se posicionaba arriba

de él, no pudo evitar que su

corazón se acelerara con el

simple y a la vez placentero

contacto con la otra piel,

tampoco que su piel se enchinara

por completo, o que se sintiera

mucho más caliente de lo que ya

estaba, ¿acaso…?

-Iré por comida, ahora regreso-

dijo cerca de su oído, para luego

lamer ligeramente la base de esta

hasta el mentón de su todo.

Como no pudo evitar las

reacciones de su cuerpo hace

unos segundos, tampoco pudo

evitar la sensación de decepción

cuando el de escamas negras se

separo de el para emprender su

búsqueda de alimento, como que

había esperado algo… diferente,

cosa que lo hacia avergonzar de

tan solo darse cuenta de sus

propios pensamientos.

Antes de que se incorporara por

completo, agarro uno de los

extremos de las pieles y cubrió el

pequeño y joven cuerpo de su

todo, siendo los segundos,

minutos o lo que sea de tiempo,

debía estar protegido aunque

fuera de la más pequeña briza

fresca de esa tarde.

Realmente no deseaba separarse

de su todo, pero debía buscar

rápidamente alimento para él, era

su deber, era su deseo, era tal

como debía ser de ahora en

adelante.

Antes de que se incorporara y

fuera a realizar su tarea, sintió la

pequeña mano en un agarre firme

en una de las suyas, las miradas

se encontraron, y fue como si el

tiempo se detuviera, las palabras

no se decían pero se sentían, el

calor dentro de sus pechos se

revolvía como unas pequeñas

llamas danzando a un solo

compas en completa sincronía.

-Vuelve pronto-

-Así lo hare-

Todo parecía perfecto, las cosas

seguían su curso como debían de

ser, al menos así lo sentían.

Estando juntos no parecía que el

futuro se viera oscuro si no

brillante como el fuego que

danzaba en sus corazones.

*+*+*+*+*

-Chicos, tenemos problemas-

-¿Problemas?, ¡Hey, si tu te

metiste en un lio no nos

incluyas!, suficiente tenemos con

el castigo que aun tenemos-

-¿Qué es lo que pasa?-

-Un barco se acerca en el

horizonte-

El grupo de adolecentes se le

quedo mirando a su amigo sin

comprender a su colega, ¿y que si

un barco se acercaba?, si fuera de

un extraño o pareciera peligroso

sonarían las alarmas, entonces

seguramente era uno de los

suyos, quizás uno de los que

habían ido a una de las islas

vecinas esa temporada para

abastecerse de cosas que no

tenían en la isla como algunas

hierbas medicinales para los

curanderos, como lo hacia la

madre de Snotlout, que realizaba

esa tarea en lugar de su esposo

para que no desocupara sus

deberes de curandero en la isla.

-Si, ¿y?-

-¡ES EL BARCO DE STOICK!- grito

desesperado.

La información parecía por fin

llegar a sus jóvenes mentes,

Stoick llegaba, Stoick el gran jefe

de la aldea, Stoick el padre del

debilucho y victima de su ultima

broma, Hiccup, el cual había

salido no muy bien de esta, y si

ahora estaban sufriendo por ese

castigo, seguro que extrañarían

esas tareas cuando el padre del

torpe de Hiccup los castigara a su

manera.

-¿Creen que si nos escondemos en

el bosque una temporada hasta

que se le pase el enojo funcione?-

-No lo creo muchachos-

Gobber había llegado en el

momento justo en que uno de los

muchachos había sugerido esa

idea, creían que pudieran escapar

de la ira de Stoick cuando llegara

estarían muy equivocados.

+*+*+*+

El ligero crujir de las hojas

mecidas por el viento era lo único

que podía escuchar en esos

momentos en ese espeso bosque,

los pájaros al parecer se estaban

preparando a dormir más

temprano, o quizás ya empezaron

a emigrar a lugares de climas mas

cálidos como cada año, las demás

creaturas quizás habían seguido el

ejemplo de las aves y dejaban que

solo los ruidos del viento y las

hojas mecieran ese ambiente que

transmitía paz y tranquilidad en

el bosque, mas no en la mente de

cierto joven vikingo.

Estando por fin solo, su mente no

pudo evitar pensar todo lo que

había pasado, siempre había sido

de una mente inquieta, a veces

reflexionando demasiado para su

propio bien.

Se había entregado a Praxedes, lo

cual había sido la sensación más

intensa, placentera y un poco

dolorosa de su vida, pero,

comenzaban a aparecer los peros,

eso no había estado… ¿bien?,

bueno, realmente lo había

disfrutado aunque le había dolido

en un principio y ahora parecía

que no iba a poder caminar en un

buen rato, pero lo que se refería

era que ambos eran hombres, dos

machos de diferente especie pero

hombres al fin y al cabo.

Ambos de especies enemigas, eso

estaba claro, como también que

ahora con los conocimientos con

los que contaba, estaba seguro

que ningún otro vikingo hubiera

intentado tratar de manera

cordial a algún dragón, tal vez las

cosas serian muy diferentes en

los días de hoy si alguien hubiera

dicho basta y bajado las armas

ante alguno de sus “enemigos”.

Aunque quizás la relación entre

ellos no seria tan “estrecha”

como la que tenia con Praxedes

en esos momentos.

¡Por Odín!, ¿ahora que pasaría de

ahora en adelante entre ellos

dos?, la incertidumbre era

agobiante, entre las cosas que

pensó para un futuro, jamás de

los jamases estuvo acostarse con

un hombre, menos un dragón, y

que sintiera la asfixiante

necesidad de que este lo abrazara

en esos momentos.

Y como invocado de sus deseos e

incertidumbres, una sombra

negra como la noche descendió

para posarse delante de la

pequeña cueva, la figura del

dragón fue distinguible en el

preciso instante en que sus ojos

se posaron sobre la sombra del

color del manto de la noche.

Si fuera por el dragón hubiera

tardado menos, pero buscar

alimento de repente resulto un

poco difícil debido a la ansiedad

de la reciente separación de su

todo, en un principio pensó en la

posibilidad de ir a los riscos por

algo de pescado, pero estaba

lejos, demasiado en esos

momentos, por lo que decidió

cazar cualquier cosa en ese

bosque, solo con tal de regresar

con su todo lo mas pronto

posible, pero los animalitos del

bosque, las presas, habían

decidido esconderse precisamente

en esos momentos volviendo su

tarea mas difícil.

Decidido a no rendirse, utilizo sus

agudos instintos para encontrar

alguna creatura que pudiera darle

de comer a Hiccup.

Una liebre, ¿un ratón?, no,

demasiado pequeño, muy poca

carne y sabían asquerosos,

experiencia propia al probar uno

cuando joven, los conejos eran

más tolerables, solo debía hallar

uno, o un venado, lo que fuera

primero.

Su búsqueda dio resultados

cuando con su agudo olfato

encontró una pequeña

madriguera donde un conejo

descansaba escondiéndose en su

interior, el pobre infeliz no pudo

escapar ya siendo demasiado

tarde cuando al escavar un poco

mas en la madriguera para que le

cupiera su cabeza ya

transformado completamente en

dragón, lo atrapo con su hocico y

apretó lo suficiente para como

romperle el cuello.

Esto seria suficiente por el

momento para su Hiccup.

Tanta era su ansiedad por

regresar junta su todo que en su

carrera no se dio cuenta que las

vendas y varas que cubrían la

herida de su ala se iban aflojando

y caer de poco a poco,

olvidándose de su herida,

llegando al borde de lo que

simulaba ser un pequeño cañón

que era la guarida, extendió sus

alas y salto, al parecer no se daba

cuenta de su pequeño planeo, o

que no le dolió su ala al hacerlo,

pero para su suerte su todo si se

había fijado en esos pequeños

detalles.

-¡Praxedes!, tu ala… ya puedes…

volar-

El dragón lo miro confundido,

como si no hubiera entendido lo

que le había dicho, para luego

mirar su extremidad dañada

apenas y con un pequeño pedazo

de tela que se colgaba

precariamente, no dolía, en

absoluto, la movió solo un poco

para comprobar si estaba

alucinando o no, hacia arriba y

abajo, y nada, era como antes.

Tomando un pedazo de las pieles,

se las rodeo y se incorporo

lentamente, aun podía sentir el

dolor en su parte baja, pero ya

era más tolerable, al parecer

esas… lamidas que le había dado

Praxedes le habían funcionado, se

acercó al dragón y con sus dedos

roso aquella zona que antes había

vendado, esta completamente

liso, no podía percibir alguna

imperfección o huellas de que

alguna vez el hueso hubiera

estado roto.

-Pensé que se tardaría un poco

más- comento en voz baja, le

aliviaba que Praxedes se

encontrara completamente

recuperado aparentemente,

Praxedes también se encontraba

aliviado, en realidad muy

contento.

Y cierto pensamiento cruza por la

mente de Hiccup, uno que

provoca una sombra de tristeza

en los ojos verdes que tanto le

encantan a Praxedes, este se aleja

solo un poco para que las llamas

lo cambien y pueda abrazar a su

todo con la necesidad de

desaparecer esa sombra.

-¿Hiccup?-

-Tú… ya te podrás ir-

Esas palabras son la verdad, si

sus alas ya funcionan a la

perfección, podrá volar cuando le

plazca, y alejarse de ese lugar

donde los vikingos habitan, pero

eso significaría alejarse de

Hiccup, su todo, la razón de sus

días y sus noches, peor que la

muerte, inaceptable.

-Jamás me apartare de tu lado

después que al fin te pude

encontrar- sabe que no es muy

bueno en las palabras, pero

siente que en ese momento es

oportuno usarlas.

-Prax…- los miedos parecen

desaparecer, pero sabe que los

peligros aun están ahí, pero

estando en los brazos de Praxedes

siente que todo se puede hacer –

yo… tampoco me quiero separar

de ti, jamás-

Praxedes se ha vuelto tan

importante como el aire que

respira, ¿fue por el tiempo en que

convivieron o desde el mismo

momento en que se vieron cara

que su corazón decidió reaccionar

solo a Praxedes de esa manera?,

no lo sabía con exactitud, quizás

jamás lo supiera, pero eso no

importaba, ya que ahora estaba a

su lado.

Sabe que la palabra mas cercana

para describir lo que siente es

amor, y aun así se queda corta, y

si hubiera una palabra semejante

en la lengua de los dragones

tampoco abarcaría lo que siente

por aquella criatura única que

gracias a los dioses tubo la

oportunidad de conocer, no creyó

mucho sobre lo que decían del

destino, pero si existía, conocer a

Praxedes era parte del suyo.

-Te traje algo- Praxedes se separa

un poco y se dio cuenta que el

conejo estaba en el suelo –tal vez

deba limpiarlo un poco- dijo al

darse que estaba manchado de

lodo.

-Gracias-

Agachándose un poco Hiccup

tomo al animal muerto por las

orejas, tendría que quitarle la piel

y destriparlo para comerlo, no

era fanático de esa clase de tarea

pero ya estaba acostumbrado a

ellas, al menos no tubo que

matarlo, sino mal recordaba tenia

un pequeño cuchillito entre sus

ropas para emergencias.

Se propuso a realizar la pequeña

tarea de preparar al conejo para

comerlo, aunque nunca se

imagino que una tarea a la que

estaba acostumbrado le fuera a

tomar tanto tiempo, no que fuera

una tarea difícil, sino mas bien

era por la compañía, la cual no

consideraba desagradable, todo lo

contrario, y por eso mismo se

distraía.

Praxedes siempre se había

mostrado interesado en esas

tareas en que el consideraba

simples y que él realizaba en su

compañía, como crear esos

barquitos que le había regalado, o

haciendo una que otra pregunta,

esta no era la excepción, pero

esta vez, la distancia entre ellos,

ya no existía, ya no era un cara a

cara a una distancia normal,

ahora era algo así como espalda

contra pecho, tal vez a eso se le

debería considerar normal entre

ellos dos de ahora en adelante,

sentados sobre una roca, mas

bien el dragón sentado con

Hiccup sobre sus piernas, este

ultimo procedió a quitarle la piel

y algunos órganos al animal,

mientras el de escamas negras

miraba atento la tarea y hacia una

que otra pregunta.

No resultaba realmente

incomodo, hasta cierto punto

parecía natural entre ellos, como

si siempre hubieran estado así de

cerca, tal vez así lo era sin que

ninguno de los dos se hubiera

dado cuenta.

La única vez que se separaron en

ese rato fue cuando Hiccup le

pidió a Praxedes ayuda con el

fuego preparando la fogata, para

luego ensartar el conejo en una

vara para que se cocinara, todo el

rato en que espero a que se

terminara de cocer la carne del

conejo compartieron un

agradable silencio mientras se

abrazaban, importando poco o

nada que estuvieran desnudos

bajo las pieles que apenas los

cubrían.

Praxedes no podría estar más

feliz, compartiendo el suave calor

que emanaba el pequeño cuerpo

de Hiccup, su Hiccup, que bien se

sentía saberlo.

-¿Quieres un poco?- la suave voz

de Hiccup, casi susurrante como

evitando que su voz rompiera ese

momento tan agradable, lo saca

de sus pensamientos, el conejo ya

esta cocido a un termino

aceptable e Hiccup le ofrece un

pequeño pedazo para que pruebe.

-Claro-

No toma el pedazo con sus

manos, sino que se inclina de tal

manera que con su boca tomo el

pequeño pedazo de carne rosando

con sus labios los dedos de

Hiccup.

-No esta mal- dijo después de un

par de masticadas, como el

pescado tenia un sabor diferente

un rato después de estar en el

fuego, pero sin lugar a dudas

prefería el pescado sobre toda las

cosas, o casi todas, Hiccup

también era delicioso.

Y recordándose de eso.

-¡Hey!- Hiccup brinco en su lugar

cuando sintió la tibia lengua de

Praxedes sobre su mejilla, eso lo

había agarrado de sorpresa, y al

parecer eso le había provocado

gracia al dragón ya que mostraba

su mueca de sonrisa.

Si todos lo días de ahora fueran

así no estaría nada mal.

Entre comiendo, uno que otro

comentario, y juegos por parte de

Praxedes lamiéndolo en cada

oportunidad que se le antojara, se

paso el tiempo, y los rayos del sol

empezaron a menguar, el día

estaba acabando nuevamente, a

una velocidad que se les antojaba

demasiado acelerada.

Antes de que Hiccup dijera algo

los brazos y alas le envolvieron,

claramente el de alas negras no

quería que partiera, y

sinceramente el tampoco tenia

ganas de marcharse.

-Prax… yo tengo que ir- hablo

con voz comprensiva y suave,

tratando de convencerlo de que

lo soltara aunque fuera un poco.

Aunque estar junto a él se sintiera

tan… perfecto, aun había muchas

cosas fuera de ese cálido abrazo,

personas que podrían venir a

buscarlo y por consecuente

encontrar al dragón, pensar si

quiera en que alguno de los

guerreros de su pueblo lo mirara

con odio o con la mas mínima

intención de hacerle daño hacia

que su corazón se estrujara de

dolor y temor.

Praxedes reticente lo soltó y

ayudo a levantarse para luego

observar como se ponía de nuevo

todas sus prendas, a excepción de

las vendas que dejo colgadas.

-Yo te llevo- no había ni un solo

paso el castaño cuando el de

melena negra soltó de repente

eso descolocando un poco al

menor.

-¿He?-

-Sube- dijo antes que de nuevo

las llamas lo envolvieran

transformándole al imponente

dragón que era.

Hiccup lo miro dubitativo,

¿hablaba en serio?, estaba seguro

que subirse a su lomo seria muy

diferente a cuando se subió al

lomo de una de las ovejas del

pueblo cuando era muy

pequeño, cuando su madre aun

vivía, en realidad, esa había sido

idea de su madre, aunque

recordaba que fue divertido y

verla reír junto a él era uno de

sus recuerdos mas queridos.

Pero de nuevo, montar a un

dragón seria muy diferente que

una mansa oveja, aunque eso

significaba también pasar un poco

más de rato con Praxedes, y eso

no le caería nada mal, además,

Praxedes no haría nada para

lastimarlo.

Acercándose al dragón,

acariciando primero su cabeza en

un gesto de agradecimiento, se

coloco a un costado de él y tomo

impulso para luego montarse en

su espalda, las escamas eran

suaves y curiosamente se sintió

seguro, cómodo, como si fuera

otra clase de abrazo entre ellos

dos, encajando en su manera

siendo ellos dos tan distintos.

-Listo- dijo sintiendo que en la

posición en que se había colocado

no haría que se resbalara con

facilidad o callera, esperaba que

diera el primer paso, no que

saltara tan repentinamente -

¡Ahhh!- y que susto le había dado.

Praxedes si planeaba llevarlo a su

hogar, pero eso no quería decir

que lo dejara inmediatamente, en

realidad, se le antojaba tomarse

su tiempo y mostrarle a Hiccup lo

pequeña que podría verse su isla

a una altura que seguramente

nunca hubiera estado, quería

compartir la alegría que le daba

volar, y ahora multiplicada por el

simple de compartir este acto con

su todo.

Solo era cuestión de desplegar

sus alas y un pequeño salto, cosa

que no lo percibió de esa manera

el joven vikingo, que fue como un

terremoto al sentir como de

repente todo se movía haciendo

que por reflejo se aferrara a lo

primero que tuviera al alcance,

que era nada mas y nada menos

que la espalda del dragón que ya

había alcanzado las copas de los

arboles en menos de un segundo,

cosa que no supo el joven

muchacho al haber cerrado

fuertemente sus ojos.

Con sus delgados brazos y piernas

aferrándose con todas las fuerzas

que tenia en ellas, se atrevió a

abrir los ojos cuando sintió el frio

viento golpeando su rostro y

removiendo todo sus cabellos,

parecía que el movimiento se

había tranquilizado un poco.

Y lo vio, eso definitivamente

debía ser un sueño, un loco y

hermosos sueño.

Mirando hacia abajo, tal vez por

primera vez desde la creación,

unos ojos humanos eran capaces

de contemplar sus tierras desde

los cielos capturando la imagen

de la isla de los vikingos de Berk,

así las aves, así los dragones, era

completaban el mundo desde los

cielos, y así por primera vez, un

humano compartía esa

perspectiva.

Todo era tan pequeño, y a la vez

jamás mejor contemplado a todo

detalle, todo era visto de un

ángulo tan diferente como si

nunca antes en su vida hubiera

visto esas tierras en realidad, los

riscos, las singulares formas

rocosas, el bosque e incluso la

aldea, todo sobre un manto azul

marino manchado por los

naranjas y amarillos del

atardecer, y el cielo, jamás se

sintió tan cercano, tan palpable,

incluso estirando la mano, podría

tocar una nube que siempre

parecieron tan suaves como la

mas fina lana, pero en realidad

eran húmedas como el agua.

Después del miedo inicial y el

asombro, una inmensa cantidad

de jubilo lleno el pecho del de

ojos verde, explotando en un

grito liberador de alegría que

sorprendió al dragón haciendo

una pirueta improvisada, cosa que

no espanto en esta ocasión al

menor, sino que le inyecto un

poco mas de adrenalina a su

jubilo.

-¡Wou!, Prax esto es, es hermoso-

no había palabras para describirlo

con claridad, pero sin lugar a

dudas todo eso era hermoso.

A Praxedes realmente le dio

mucho gusto que Hiccup se

sintiera de esa manera, sintiendo

cierta realización y confort, como

si sus lazos con cada acto se

estrechaban cada vez más.

Elevándose un poco más decidió

mostrarle a los ojos del joven

más maravillas, como con solo

pasar algunas capas de nubes le

podía mostrar en segundos el día

y la noche con un simple elevar y

descenso entre las nubes en esa

mágica hora en el atardecer.

Era como tocar la eternidad en un

segundo.

Casi tan intenso y pleno como lo

que habían hecho aquella

mañana, saboreando la brisa y los

colores cambiantes moviéndose

como uno solo, cosa que ya eran

en realidad.

*+**+*

La montaña se removió, retumbo,

haciendo que el crujir de la roca

caliente y que empezaba

desquebrajar dejara que el rugir

de una bestia se mesclara con lo

que parecía el sonido de una

erupción, era difícil diferenciar

cual sonido era más fuerte, si el

rugir de ese cono volcánico de

roca confundido como montaña o

el del monstruo que decidía

descansar dentro de él.

Sea cual fuera, era bien sabido

para los “inquilinos”, que era

mejor huir cuando se escuchaban

cualquiera de esos dos sonidos

que nunca auguraban nada

bueno, presagios de muerte y

destrucción que solo les podría

traer problemas a ellos eran lo

que significaban.

Gruñendo, rugiendo, y

amenazando con escupir fuego,

no precisamente refiriéndonos al

volcán, la enorme creatura que

descansaba dentro de su seno,

sentía nuevamente ese

desagradable hormigueo por

todas las escamas de su cuerpo,

debía solucionarlo de una buena

vez por todas.

Entre el crujir de la roca

desquebrajarse y el de su propio

gruñido, esta también el de los

gritos y aleteos desesperados de

todas esas patéticas creaturas que

le rodeaban y que escogían los

recovecos y demás túneles de

aquella construcción volcánica

para vivir, sobrevivir a base de

tributos y servirles o morir.

Y de repente se le ocurre una

magnifica idea, usara a aquellos

que están a sus servicios.

Son muchos, son un enjambre

volando tratando de escapar de la

furia que presienten, que saben

que tiene, que saben significa su

muerte, tratan de escapar aun

sabiendo que tendrán que

regresar, tarde o temprano y

tentar su suerte nuevamente al

tratar de sobrevivir en ese

infierno, ya que no tienen otra

opción.

Mil aleteos y gritos, mucho por

cual escoger, abre la boca,

fácilmente podría alojar en su

hocicó dos docenas o mas, pero

solo atrapa a uno de esos gordos

y perezosos, pero jugosos

dragones, pero es momento de

elegir al adecuado.

Y lo ve, tomando una decisión

más adecuada cuando la única

salida en la cumbre es atascada

por la multitud de dragones

tratando de escapar, con un

método un poco más lento pero

seguro, escalando por las rocas

para poder escabullirse en la

orilla y salir, ese de escamas

rojas le serviría.

*+*+*

-¡Stoick!-

-¡Gobber!-

Ambos hombres grandes y

corpulentos al verse alzaron los

brazos y se estrecharon en un

abrazo como los casi hermanos

que eran, en realidad, Stoick se

llevaba mucho mejor con su

amigo rubio que su propio

hermano de sangre, quizás por

los caracteres diferentes que

tenían o que el rubio y el

pelirrojo tenían muchas cosas en

común,

-Es bueno verte de vuelta amigo-

-Es bueno estar en casa, espero

que todo haya estado en orden en

mi ausencia-

-Pues…-

-¿Gob?, ¿hubo algún problema

con los entrenamientos?-

-No-

-¿con los dragones?-

-Lo de siempre-

-¿Entonces?-

-Se trata de Hiccup-

-¿Qué?, ¿de nuevo creo algo que

causo problemas?-

-Esta vez no él el del problema-

El pelirrojo miro confundido a su

amigo, ¿Qué es lo que quería

decir con eso?

***

Esconderse, debía esconderse, ese

era su único pensamiento, no que

fuera cobarde, en absoluto, era

un fuerte, valiente y fiero

guerrero vikingo, esto era, una

pequeña retirada estratégica,

sabia que no podía esconderse

del gran y respetado jefe de la

aldea, pero él no era su principal

preocupación, sino alguien mas

que había viajado en el mismo

barco.

Su casa no era una opción, ¿y si

le pedía a los gemelos quedarse

con ellos un tiempo?, incluso se

conformaría con esa enciclopedia

andante que era su amigo, o el

establo de las ovejas aunque

apestaba a rayos.

Simplemente no podía verle, era

casi tan malo como enfrentarse a

la furia de Stoick o quizás un

poco peor.

-¿Adonde crees que vas

jovencito?-

¡Rayos!, ya no podría escapar.

Voltio lentamente, encontrando

una melena larga atada en una

trenza, una mirada café y un ceño

fruncido, no estaba feliz, claro

que no.

-¿Y bien?, ¡saluda al menos!, yo

así no te eduque-

-He hehehe hola… mamá-

Ahora ya se le venia la grande, ya

no solo serian el castigo impuesto

por Gob, ni de la furia de Stoick

que seguramente triplicaría el

escarmiento, ahora también seria

su madre, la que siempre decía

que debía tratar un poco mejor a

su primo, por que era familia y

esa clase de cosas, oh si, ahora

no tendría descanso, gracias a su

progenitora que se encargaría de

que se le metiera en su dura

cabezota que debía aprender a

dejar de hacer bromas y mas si

estas ponían en riesgo la vida de

un camarada, un hermano de

armas, eso no presagiaba nada

bonito.

Y mientras Snotlout se enfrentaba

a su madre enojada, uno de sus

peores miedos, Hiccup y Praxedes

regresaban al hogar del primero.

El tiempo se les había ido

volando, y quizás hubieran estado

toda la noche en los cielos sino

fuera que Hiccup recobro un

poco de conciencia y le insistió a

Praxedes que regresaran a tierra,

mas específicamente a su hogar,

aun sobre el lomo de este,

entraron por la ventana de la

habitación del joven vikingo, ya

en su interior el muchacho bajo

de su lomo y acaricio

nuevamente la cabeza del dragón

con mimo.

-Muchas gracias Prax, ha sido una

de las cosas mas grandiosas que

he vivido- y le abrazo como pudo

desde el cuello con sus delgados

brazos, el dragón también no

podía estar mas feliz,

ronroneando y restregando

ligeramente su cabeza contra el

otro.

Quien sabe cuanto tiempo

estuvieron abrazados y dándose

uno que otro mimo, como

caricias por parte de Hiccup y

pequeñas lamidas por parte de

Praxedes, Hiccup ya se había

resignado que esa era una de las

maneras de él para mostrar

afecto que no se molestaría en

cambiar por nada del mundo,

pero tuvieron que separarse al

escuchar unos pesados pasos

acercarse a la habitación.

-¡Mi tío!- rayos, casi se olvida de

él, si veía a Praxedes se armaría

una guerra en su propio cuarto -

¡Rápido sal!- lo empujo, o al

menos trato de empujarlo

tomando lo pesado que era y que

se resistía a irse.

No quería irse, no quería

separarse de su todo ahora, tan

bien que se la estaban pasando,

tan a gusto que estaban,

imposible, incluso se encontró a

él mismo quejándose, en un

murmullo que parecía gemido y

chillido, y aunque no se viera a él

mismo, mirándolo con unos ojos

suplicantes que al parecer

lograron causar un efecto en su

todo que desistió de la idea de

hecharlo de su cuarto.

-Arg esta bien, al menos

escóndete, en… en ¿Dónde?-

rápido Hiccup rebusco un

escondite, pero no había

encontrado ninguno, al menos

uno suficientemente grande para

el dragón, miro al techo con

frustración, cada vez los pasos

estaban mas cerca –arriba,

trépate en las vigas y no hagas ni

un ruido ¿entendido?-

Los pasos se detuvieron y la

puerta de madera dio un ligero

crujido al abrirse, la madera

estaba algo hinchada ya en esas

épocas en que el aire frio cargaba

algo de humedad con el, y una

figura corpulenta entro, pero

Hiccup no vio a su tío Gob, o la

curandera, en su lugar vio a un

hombre de poblada barba roja

ataviada con algunas trenzas, y en

medio de la melena y poblada

barba unos ojos similares a los

suyos pero menos brillantes, el

muchacho sentía que su alma se

le había ido del cuerpo, como si

no fuera suficiente que tuviera

miedo de que alguien encontrara

a Praxedes, justo venia la persona

de la aldea quien más odiaba a

todos los dragones, la que desde

que tenia memoria, había luchado

y creado tácticas para que estos

dejaran de venir a sus tierras a

robar ganado y crear destrozos, la

que consideraba que consideraba

a todas a esas creaturas

monstruos creados por el

mismísimo Loki.

-¡Papá!-

Si, el hombre que acababa de

entrar era su padre.

-Hiccup, Gob me informo de tu…

accidente, ¿Cómo te sientes hijo?-

él hombre se acercó a su hijo,

quien tan rápido como pudo al

escuchar la puerta crujir se había

metido a la cama y cubierto por

sus cobijas de pieles.

Stoick al enterarse de la propia

boca de su mejor amigo de lo

ocurrido con su hijo no negaría

que había estallado de furia,

había exigido que le trajeran a los

responsables de la tonta y

peligrosa broma, los adolecentes

habían sido traídos, incluso su

sobrino jalado personalmente de

la oreja por su madre, que lo

había acompañado en su viaje

para encontrar el escondite de las

malvadas bestias que atacaban su

aldea, no solo también

explorando sino también

recolectando suministros para su

marido y los demás curanderos,

hierbas y suministros para

ungüentos y medicinas.

Ya todo los culpables frente a él

les dedico la mirada que siempre

usaba para intimidar a sus

enemigos antes de la batalla,

temblaron como hojas e incluso

un par callo de rodillas por el

espanto, la siguiente hora fue un

sermón a gritos y regaños que

probablemente los dejo medio

sordos y temblando aun más de

miedo, y claro, con una carga

extra de castigos.

-Yo… he, bien, ya me siento

mejor, los ungüentos y pomadas

que han usado han sido muy

efectivas- logro contestar si que

su voz le fallara.

-Que bueno hijo, dentro de nada

estarás de regreso a los

entrenamientos- trato de animar

el mayor.

Stoick se caracterizaba por ser un

fiero guerrero, uno de los

mejores, confiable y respetable,

quizás uno de sus pocos defectos,

era que no podía comprender del

todo a su hijo, aceptarlo tal cual

era, para él, siendo el jefe de la

aldea y orgulloso guerrero, tener

un hijo como él… era

decepcionante, claro, tenia sus

buenos puntos, era bueno en la

herrería, pero dejaba mucho que

desear como guerrero, y siempre

quiso un hijo que fuera como él,

que continuara con el linaje de

guerreros fieros y poderoso de su

familia y que entrara a batallas

que le darían honor a su familia y

creara sus propias leyendas, en

lugar de eso tenia… a Hiccup.

Y verlo postrado en su cama, con

ese tono pálido en su rostro,

convaleciente, le dejaba mas que

claro que nuca seria el héroe de

leyenda que hubiera imaginado.

-Si…- para Hiccup siempre le

costaba el hablar con su padre,

satisfacerlo con sus expectativas

o hacer que se sintiera orgulloso

era una carga algo tortuosa -

Papá… yo quer…-

-Bueno hijo, me tengo que ir-

-Ah… si… nos vemos luego papá-

Y ni un minuto había pasado para

que el líder de la aldea de los

vikingos de Berk saliera por la

misma puerta, sabia que su padre

lo quería, pero las

demostraciones de afecto y el que

lo confortara no era lo suyo, así

era él.

El dragón se colgó de una de las

vigas al lado de Hiccup mirando

por la puerta donde había salido

ese humano, ese vikingo, o como

lo empezaría a llamar él, la cosa

gritona y peluda, y no le había

agradado, había dejado cierta

sombra de tristeza en la mirada

de su todo.

-Hump ese era mi padre- dijo a la

pregunta no formulada por él

dragón que a buenas a primeras

tenia una expresión de duda e

inconformidad.

Terminándose de bajar acostó su

cabeza en el regazo de Hiccup y

lo observo fijamente a lo que el

muchacho interpreto a que

quería que siguiera hablando, por

lo que comenzó a acariciar su

cabeza mientras escogía las

palabras para hablar.

-Mi padre, como seria… uno de

los que me concibieron, creo que

lo llamaste así una vez-

¡¿Esa cosa?! ¿Esa cosa peluda

logro concebir a algo tan bello y

perfecto como Hiccup?, difícil de

creer.

-Lo se, no nos parecemos mucho,

dicen que me parezco mas a mi

madre pero que herede sus ojos-

dijo cuando vio la expresión

asombrada en los ojos del

dragón, hasta le pareció gracioso

–a él le gustaría que fuera algo

mas como él-

¿Su Hiccup como esa cosa

peluda?, trato de imaginárselo, al

menos con el color de cabello

rojo, algo mínimamente parecido

a la cosa peluda que había

entrado momentos antes, no

podía, ¿para que el caso?, Hiccup

ya era simplemente esplendido tal

como era, no tenia el caso desear

o tan siquiera imaginar que fuera

de otra manera, el que lo había

concebido debía tener algún

problema en la vista si no podía

percibir lo bien que se veía

Hiccup así como estaba.

Levanto su cabeza un poco para

lamer su rostro provocándole

cosquillas al menor, y de nuevo

como música para sus oídos, la

boca de su todo soltó la

agradable risa que indicaba que

ya estaba de mejor humor.

-Jajaja gracias Prax, sabes como

animarme-

Si, estando a su lado las cosas

parecían que siempre podrían

estar bien, aunque presentía que

algunas cosas debían de cambiar,

pero por el momento descansaría

como la noche anterior junto al

ser que se había vuelto lo más

importante en su vida.

Mientras tanto, ajenos a ellos,

ajenos a su burbuja de felicidad,

algo confabulaba para afectar lo

que habían formado, lo que era

más grande de lo que ellos

mismos imaginaban.

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