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6 Estás siendo una idiota

MATILDE


Luego del cumpleaños en casa de mi tía Julia, nos marchamos de ahí con Ivonne, Ivy. Nos subimos al auto, ella no ha parado de darme sermón desde que salimos de su casa y está claramente molesta ya que notó como desaparecí un momento y no fui la única en no estar presente, porque claramente fui tras Hope.

—Bueno que ya estoy grande para estos sermones —le digo enojada.

—No parece. Te juro que a veces que seas tan inflexible, me provocan unas violentas ganas de golpearte para hacerte entrar en razón.

—¿Qué querías que hiciera?

—No esto que estás haciendo, por ejemplo.

—Bueno lo siento, no lo pensé bien.

—Muchas cosas no vienes pensando bien últimamente ¿En qué cabeza cabe, que si odias a tu ex, pidieras trabajar e insistieras a tu tía en que sea ella? —me quedo callada— ¿Por qué ahora? Digo has pasado años odiándola, ignorándola y ahora de pronto...

—No es de pronto ¿Okay? —la veo y vuelvo mi vista al camino—. No es algo que —suspiro—, no es de pronto, no es un capricho tampoco. Ella es una de las mejores, me atrevería a decir que es está a la altura y más de mis tías.

—Hay mil bufetes con abogados igual de buenos o competentes y lo sabes.

—No confío en alguien más ¿Está bien? —a punto de que me diga algo le cierro el camino—. Tampoco confío en ella... como pareja, pero como profesional es una de las mejores, tenemos familia y tías en común. Sé que ella no va a perjudicar a la empresa y tengo demasiado sobre mis hombros en este momento, mucha gente esperando que falle, solo necesito alguien en quién confiar que no vaya a cagarme con algún contrato que salga mal. La junta directiva no está de acuerdo con que yo siendo tan joven quede a cargo de todo —al parecer mi respuesta la convence—. Se hace y hará lo que mis tías digan, pero no quiero darle motivos a nadie para que se llenen la boca con mi nombre, si me equivoco asumiré las consecuencias.

—¿Entonces debo creerte cuando me dices que no te la quieres tirar? —me quedo callada—No vas a usarme para quedar como una imbécil y pobre cornuda —ambas nos quedamos calladas un momento.

Ivy mira por la ventana del auto y no voltea a verme o dirigirme la palabra de nuevo, sé que está enojada lo sé y últimamente parece que solo hago enfadar a quienes tengo al rededor.

Creo que no es momento para contarle cuando escuché a Hope hablar de mí por teléfono mientras estaba apoyada en su auto, tampoco es buena idea comentarle lo tierna que me pareció y las ganas que tuve de estrecharla entre mis brazos porque sí, la odio, pero no en realidad no. Esto es tan complicado.

—¿Comemos juntas mañana?

—Honestamente prefiero ni verte —me responde tajante desabrochándose el cinturón—. Te lo diré con todo el amor que te tengo, decide que quieres porque lo que haces y lo que dices sentir por ella no estaría muy alineado, se congruente y Matilde —la miro—, sino quieres estar con ella, si tanto la odias como supuestamente dices hacerlo, déjala ir, déjala que cierre la etapa, ciérrala tú también y se feliz. No tienes 17 años para hacer estas estupideces que haces de adolescente.

Se baja dando un portazo, arranco y me voy ¿Qué iba a decirle o contradecir si tiene razón? Pero lo que me deja pensando no es solo eso, es la parte de déjala ir ¿Por qué no puedo soltarla? Desde que nos separamos, ella no ha presentado a nadie formal o informalmente, mientras yo, como una maldita despechada al mes llevé a un ligue que tuve y pasé de manera casual por la casa de las tías cuando estaba ella también ahí y lo sabía claro que sabia que ella estaba, ver su cara, su dolor... solo eso basto para que lo imbécil vengativa se me quitara.

Al día siguiente con el rechazo de comer juntas de Ivy, me junto a comer en mi otro lugar seguro. Toco la puerta y me abre mi cuñada con mis sobrinos en cada una de sus piernas.

—Hola, Arte.

—Pasa, Mati.

—¡¡TÍA!! 

Gritan los niños y se pelean por mis brazos, pero a me reparto entre ambos. Llego a la cocina y veo a mi hermana cocinando y a Persi, su cuñada, sentada en la americana es una costumbre de ella, nunca usa los taburetes. Saludo y me siento a escucharlas, más que conversar, hasta que casualmente Artemisa se va con su hermana y mis sobrinos a comprar.

—Bien, hablemos rápido nunca tengo tanta privacidad sin los niños ¿Qué está pasando entre tú y Hope?

—Sabía que era demasiado casual quedarnos a solas —ella sonríe con picardía—. Nada no pasa nada, solo ahora trabajamos juntas —me muestra sus manos abiertas.

—¿Qué dedo piensas que me chupo?

—Ese dedo acaba de irse con tus hijos a comprar —sonrío y ella me tira un trapo en la cara.

—La tensión sexual entre ustedes se nota, de aquí a la china, si hasta entras en la habitación y se huelen la feromonas de "ya cojan de una vez" —blanqueo los ojos—. Aunque lo que más me sorprendió es lo tuyo con Ivy —me encojo de hombros—. Siempre has estado tan enamorada de Hope, como yo de mi esposa, no me cuadra lo de Ivy ¿Sigues amando a Hope?

—Sabes como terminaron las cosas entre nosotras.

—No es lo que pregunte —me dice y se escucha a los niños subir corriendo la escalera.

—Se te acabo el tiempo —le saco un pedazo de zanahoria y me levanto para irme con mis sobrinos.

Nos ponemos a conversar con Persi de sus viajes, y de su rara relación con su amiga, que era antes su mejor amiga, luego su enemiga y ahora están en un limbo sexual, compañeras de casa, amigas, follo amigas y nada define su relación rara, casi como lo que tenemos con Hope. Suspiro mientras me quedo pensando en mi propia relación con ella ¿Qué siento realmente? ¿De verdad la odio tanto como creo o quiero creer?

—¿Qué pasa, cuñada?

Artemisa se sienta a mi lado mientras los niños se van a jugar afuera y su hermana baja a su departamento a ver a su "no sé que somos". Desde que está con mi hermana es mucho más relajada y ni hablar desde que tienen hijos, ella es una persona totalmente diferente a la que era hace unos años. A ella por cierto no le puedo mentir, sabe leerme mejor que mi hermana, siempre he tenido muy buena relación con Arte, siento que puedo confiar en ella a ojos cerrados, será porque nos parecemos bastante.

—Creo que la estoy cagando en grande —tiro mi cabeza hacia atrás en el sofá mirando el techo— con Hope, con la empresa, no sé —me restriego los ojos con las manos.

—Lo que pasa es que aún la quieres, Mati, se te nota en como la miras —suspiro es inútil negar lo obvio, ella como dije sabe leerme a veces mejor que yo misma.

—No quiero quererla —se ríe, pero no en tono de burla, sino ante mi estúpida respuesta.

—Sería tan fácil poder elegir de quien enamorarse —suspira y me mira—. Por cierto ¿Ivy, en serio?

—En realidad no, pero era lo que tenía a mano.

—Ay cuñada mía —se acerca a besar mi frente de manera maternal—. Lo sea que hagas, no busques hacerle daño, porque en el proceso también saldrás herida. Mati —la observo—, todos cometemos errores y ambas vemos en ella arrepentimiento y culpa ¿lo sabes verdad? —asiento— Sino puedes o quieres perdonarla, déjala ir —es la segunda persona que me lo dice—, sino enfócate en lo bueno y arregla las cosas con ella.

—No sé si puedo confiar en ella.

—¿Al menos lo has intentado? Las personas cambian, mírame —sonríe y se señala— ¿Quién diría que Artemisa Valentia sonreiría casi a diario? Tu hermana y nuestros hijos me cambiaron —su sonrisa va cediendo—. Tú te veías más feliz cuando estabas con ella —bajo la mirada— y lo sabes —asiento, definitivamente fue mi época más feliz.

—Ya está la comida —dice mi hermana.

El almuerzo concurre tranquilo sin que ellas indaguen de más o vuelvan a tocar el tema lo cual agradezco, porque es de lo que menos ganas tengo de hablar de nuevo, sentándonos, Persi entra de la mano que suelta casi de inmediato de Raven, lo que no le hace mucha gracia a su acompañante, si yo estoy en problemas ella seguramente los tendrá luego, porque reconozco perfectamente esa expresión en el rostro de Raven.

Creo que vine para buscar respuestas a preguntas que no hice, pero que ellas me han dado una guía que al parecer no sabía que necesitaba para seguir, ahora tengo un rumbo claro.


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