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3 Un paso adelante, cincuenta hacia atrás

HOPE


Estando en mi departamento veo como Matilde escribe y borra, graba un audio y lo borra, eso me pone demasiado nerviosa, porque se nota que está en colera y en cualquier momento me entrará un mensaje de ella reclamándome o insultándome, porque si algo tengo claro es que no será una confesión de amor, de ninguna manera. Pero lo que no esperaba era recibir una llamada de ella.

—Al parecer —escucho su voz claramente ebria— lo que no ha cambiado en ti, es tu capacidad de meterte con cualquiera, en cualquier situación, con cualquier excusa barata—la escucho escupir indignada—. Espero que esa imbécil, te rompa el corazón en mil pedazo como lo rompiste a mí —cierro los ojos sintiendo un puntazo en el pecho—, y encima ¡TE A TREVES A VOLVER A MI VIDA, LUCIENDO AÚN MÁS HERMOSA! Quisiera —comienza a llorar y escucharla me parte el alma—, quisiera odiarte, quisiera detestarte, quisiera que no hubieras existido para no enamorarme de ti —eso me dolió—, para no seguir enamorada de ti. Me haces mal, Hope, deja de lastimarme.

—No quiero seguir lastimándote, Mati, es lo que menos quiero.

—Entonces déjame en paz y no vuelvas nunca. Sal de mi cabeza y de mi corazón.

—Si pudiera arrancarme de ti para no verte sufrir lo haría sin dudas, mi amor —cierro los ojos al llamarla así y escucho la respiración pesada del otro lado— ¿Sigues ahí?

—Sí —la escucho decir con sollozo.

—También te sigo amando —me atrevo a confesarle con los ojos llenos de lágrimas mirando el techo de mi habitación—, también sigo enamorada de ti, por sino te has dado cuenta.

—Sí, me di cuenta —me responde—, pero no se te notaba bien cuando besabas a otra, tal vez lo sabes disimular demasiado bien —me quedo callada, porque si yo no tengo derecho a reclamarle nada ella a mí tampoco, porque ella también besó a otra.

—¿Quién era esa mujer con la que estabas? Esa con la que te besaste en tu auto —sentencio.

—Voy a cortar —esquiva mi pregunta.

—¿Dónde estás?

—En mi casa —suspira—, sola. Adiós, Hope.

Sin darme posibilidad a algo más me corta, y no soy capaz de devolverle la llamada, pero al menos me siento tranquila al saber que está en su casa bien y para que voy a mentir, también me da alivio saber que sola.

El día siguiente, mi ansiedad por su llegada se nota, el nudo en mi estomago no me ha dejado pasar ni siquiera el agua. ¿Recordará nuestra breve llamada telefónica? donde me dijo que aún seguía enamorada de mí, donde yo le confesé que aún la sigo amando también. Mi secretaria la anuncia y estoy parada frente a la puerta, esperando que se anuncie, en cuanto toque la abro ¿ni se nota mi desesperación, verdad?

—Hola —me dice sin emoción y lleva unos anteojos de sol puestos, supongo que es por su resaca, espero que no sea porque ha estado llorando—. Pasa —se queda parada, cierro la puerta y siento como me sudan las manos— ¿Quieres tomar...?

—No es una visita de cortesía —deja la carpeta con los papeles sobre mi escritorio—, revisa eso, ya dejé los posticks de lo que hay que corregir, espero la corrección en mi escritorio antes de el final del día —bueno al parecer algo de ayer si recuerda, porque está mucho más hostil, eso es evidente.

—Bien —digo exhalando el aire pesado y relajando mis hombros—. Ya me pongo a trabajar en esto —voltea dandome la espalda.

—Matilde —frena tomando el pomo de la puerta—, no tenemos que porque ser hostiles entre nosotras —suelta una risa irónica.

—¿Quieres que compartamos una tarde de té y masitas mientras nos ponemos al día con nuestras vidas, nos riamos y hagamos como si nada?

—Bueno sí, pero con menos sarcasmo de ser posible. Sé que me odias, eso me queda bastante claro —pude ver como su cuerpo la traicionó y negó con la cabeza apenas—, solo te pido una oportunidad.

—¿Para volver a herirme?

—No, para demostrarte que he cambiado, no soy la idiota que era, o eso creo, o eso espero —el pomo de la puerta gira—. Un almuerzo —digo de manera desesperada—, solo una comida, hemos compartido comidas antes.

—Sí, pero en familia, las dos a solas no desde hace mucho y lo sabes.

—Por favor...

 Digo en un susurro desesperado a implorando si es necesario, porque quiero y necesito su perdón, porque anoche me confirmo borracha que aún me ama, porque dicen que los borrachos siempre dicen la verdad, esa que se les escapa cuando el filtro del me debería quedar callado se levanta, y porque también me pidió que ya no la lastimara y puedo demostrarle que no voy a volver a herirla, quiero que lo sepa, necesito que lo sepa, si hay una mínima posibilidad de arreglar las cosas y tenerla de vuelta, me aferraré a esa posibilidad con mi vida.

—No —suspiro mirando al suelo. Ella jamás va a perdonarme—. Hoy es un día complicado, de verdad tengo mucho trabajo —ni siquiera voltea a verme— ¿El jueves, puedes?

—Sí —de hecho no, pero voy a despejar mi agenda.

—Bien estamos en contacto y Hope —voltea apenas a verme—, no me falles, no de nuevo, no hagas que me arrepienta de esta posible tregua.

—No lo haré.

Ella sale de mi oficina y suelto todo el aire de la habitación que contuve en mis pulmones, estoy segura que podría haber visto perfectamente la suplica en sus ojos "No me lastimes, por favor, si lo vuelves a hacer terminaré destrozada" es lo que me dieron a entender sus palabras, sus gestos, su mirada esquiva.

Veo los papeles y los items que tengo que revisar, vuelvo a ver su letra, y saco de nuevo la carta que llevo conmigo guardada desde hace años, es la misma, al menos eso no ha cambiado en ella, al menos no la rompí demasiado. Trabajo haciendo todo en tiempo récord quiero llevarle los papeles, quiero volver a verla, otra vez como antes siento esta necesidad de su presencia, cada vez que ella aparece en el panorama su presencia mejora hasta la calidad del oxigeno que respiro.

—Hola, buenas tardes —le digo con una sonrisa a su secretaria—, vengo a ver a...

—Abogada —dice ella con una gran sonrisa— ¿tenía cita con la señorita? porque no veo que figure en su agenda.

—En realidad no, me pidió verla antes de finalizar el día, no sabía que tenía que agendar una cita.

—Es que justo ahora está algo ocupada. Si gusta puede esperar, yo ya la anuncio.

Y eso hago me siento a esperar, que lo que sea que Matilde esté haciendo en su oficina termine, pasan veinte, treinta, treinta y cinco minutos y su secretaría me mira con algo de pena, luego de haberme dado el tercer café que me ofreció tomar y acepté.

—Abogada, si tiene que dejarle algo yo se lo puedo entregar, tal vez esté ocupada o tenga que irse —miro mi reloj.

—En realidad prefiero esperar, he ido y vuelto demasiadas veces por estos papeles, si hay algo para arreglar prefiero que quede resuelto ahora.

—Comprendo.

Pasa una hora y queda media hora para la salida de todos en la oficina ¿Qué rayos puede llevarle tanto tiempo? Definitivamente debí haber agendado una cita, ella me dijo que tenía demasiado trabajo hoy y al parecer era cierto. La puerta se abre y sale ella con una gran sonrisa, de esa que hace años no veía, yo también sonrío al verla, pero mi alegría se borra al ver a la mujer salir detrás de ella riendo, es la misma de ayer en la noche con la que se besó y estuvo en el bar. Definitivamente debí haber agendando una cita. Nota mental sino quiero morir de celos, no volver a venir a esperar que ella me atienda, porque definitivamente sabía que estaba afuera, su secretaría me anunció y le valió hectárea y media llana de verga.

—Hola —digo sosteniendo con fuerza la manija de mi maletín.

—Hope —dice disminuyendo su sonrisa, luego se aclara la garganta—, olvide que estabas aquí —admite en voz alta y eso me enoja—. Amor —se dirige a la mujer a su lado—, ella es Hope Antonopoulos, la hija de mi tía Atenea y Scarlett, seriamos como ¿primas? o algo así ¿verdad? —¿Algo así? entonces norteamos bastante en el pasado, "prima".

—En realidad no somos "primas", un gusto —dejo espacio para que me diga su nombre.

—Ivy, soy la novia de Mati, es un gusto —estrecha mi mano y mi corazón se estruja—. Las dejo trabajar ya la entretuve bastante —comparte una mirada con Matilde, de esas de acabamos de coger—. Te veo luego, amor —se besan y desvió la mirada a mi teléfono.

¿Entonces la oportunidad me la meto en el culo? Ella está de novia. Suspiro tragando la bronca acumulada en mi garganta. Recuerdo su llamada de anoche y niego con la cabeza dejando un gesto de disgusto en mi rostro, "Ivy" se despide de mí y ambas entramos a su oficina, me siento seria y profesional frente a ella.

—Me gustaría que vuelvas a revisar los puntos que me marcaste y si hay algo que tenga que modificar, tengo los archivos en una memoria, los modifico, e imprimimos para que ya queden listos, necesito seguir con otros trabajos y no puedo seguir estancada con estos contratos.

—Bien —dice ella nada más comenzando a leer ¿por qué no se puede ver horrenda leyendo? no puedo dejar de verla así—. Al parecer todo está bien —dice luego de un rato.

—Perfecto, entonces lo sello y firmo para que ya te quede listo, necesitaría una copia firmada luego para archivarlo por seguridad.

—Bien.

Sello y firmo los documentos bajo su atenta mirada, se los paso y ella hace lo mismo. Veo en su manera de mirarme que algo quiere decirme, pero no le doy el pie para que me lo diga, no me interesa en este momento lo que tenga para decirme, ella está de novia y yo, yo no fui una ilusa al creer que quizás podría recuperarla, que quizás habría una mínima posibilidad.

—Bueno eso es todo, cualquier cosa que necesites de trabajo —aclaro—, tienes mi número.

—Tenemos un almuerzo pendiente ¿o ya te arrepentiste al conocer a mi novia? —dice a mi espalda.

—No, eso lo recuerdo muy bien, jamás me arrepentiría de algo que tiene que ver contigo.

—Me encantaría poder decir lo mismo —eso dolió, me dolió bastante y volteo a verla para que me lo diga en la cara.

—¿Acaso crees que lo nuestro fue un error?

—El peor de todos —me dice de inmediato seria. Eso no me lo esperaba.

—Al parecer no hay posibilidades de que eso cambie, jamás me darás una oportunidad de demostrarte que no soy la misma ¿verdad? —niego con la cabeza antes de que me de una respuesta— ¿Sabes qué? pienso que lo mejor va ser mantenernos profesionales y nada más, solo hablar de trabajo.

—¿Y en las reuniones familiares? —pregunta algo divertida, como diciendo no tienes posibilidad de escapar de mi presencia y tiene razón, no tengo posibilidades de eso.

—Has lo que siempre haces, ignorarme, odiarme, verme mal, no sé, solo has lo que vienes haciendo desde hace años. Por cierto —le digo mirando fijo a los ojos apretando con fuerza el respaldar de la silla frente a mí— aunque te cueste creerlo y sé que fui una puta cobarde de mierda, me arrepiento de todo lo que te hice pasar, me arrepiento de haberte lastimado, pero no ha habido ni un solo instante que no me lo hayas hecho pagar con tu indiferencia que claro que la merecía, pero estoy arrepentida, me arrepiento de lastimarte cada día y creo que ya pagué suficiente. Tal vez jamás me lo perdones, pero necesito avanzar como tú lo estás haciendo —me doy la vuelta.

—¿Con la castaña del bar por ejemplo? se nota que te gustó como besa.

—Con quién sea que lo haga, a ti no te incumbe, porque estás de novia.

Camino a la puerta, caminando lo más digna posible, conteniendo el nudo en mi garganta, obligando a mi pies a marcharse de esta oficina que hace sentir claustrofóbica, tengo a la persona que amo en el mismo espacio cuadrado y el oxigeno que antes se purificaba con su presencia ahora parece veneno, porque siento que mis pulmones arden y mis ojos también, si me quedo un minuto más voy a romper a llorar y no quiero que me vea así de vulnerable, expuesta y rota por ella, porque que haya admitido en voz alta que fui su peor error, me está corroyendo el alma, ella fue mi más bonita casualidad, yo su peor error, ya aún así no dejo de pensar que "amo a mi jefa".

Unas manos me voltean y me acorralan contra la puerta de la oficina, en sus ojos claro que hay enojo, cierra el espacio entre nosotras y me besa, en este beso no hay el amor que solía o que me dijo anoche aún tener, no, hay bronca, hay enojo, pero yo no puedo resistirme a ella, jamás he podido y jamás podré porque Matilde Albrecht, es mi maldita debilidad y mi fortaleza, ella lo es todo. 

Se separa de mí, mordiendo mis labios.

—Dudo que te bese mejor que yo.

—Lo hace, me besa mejor —la desafío y sus ojos se vuelven a llenar de ira y vuelve a atacar mi boca.

—No, no lo hace —se separa de mí agitada y con el ceño fruncido me da la espalda—. Puedes estar con quién sea, Hope, con miles, pero jamás me encontraras en ninguna, jamás ¿sabes por qué? —no me deja responder— Porque me perteneces —aprisiona con su cuerpo el mío—, eres mía y siempre lo serás, no importa con quién estés y no importa con quién yo esté. 

—¿Te piensas que soy tu mascota? —le digo con rabia tratando de sacármela de encima— No soy tu puto perro, que mueve la cola en cuanto ve al amo. Estás de novia, así que apártate —la empujo y ella con rabia vuelve a querer venir contra mí.

—Señorita —la voz de su secretaría la frena y me observa con el ceño fruncido y los ojos oscurecidos y no sé si por lujuria, por enojo o por una mezcla de ambos—. Ya me voy ¿necesita algo más?

—Nada, puedes irte —intento abrir la puerta y ella niega con la cabeza—, hasta mañana —Abro la puerta para irme lo más rápido posible, pero la vuelve a cerrar de un portazo y vuelve a besarme, esta vez me toma con más fuerza contra su cuerpo y se separa de repente, para decirme con la voz algo ronca—. No te quiero ver en ese bar y menos con Daliah, créeme no querrás conocerme enojada, Hope —abre la puerta y se aleja rápidamente—. Vete.

Yo salgo antes de que pase algo más, sé que se alejó y me dejó ir para contenerse. Definitivamente tengo que agendar una cita la próxima vez, e indudablemente necesito un trago y una ducha de agua bien fría, porque haberla besado de nuevo, fue mil veces mejor que antes, la experiencia se le nota, siempre se le ha notado, pero ahora más.

—Disculpa —pregunto al chico en la barra— ¿Está Daliah?

—Para ti, cariño, siempre —responde con una sonrisa a mi espalda.

Si esta es la manera en la que ella quiere hacer las cosas, que así sean. Ahora debo averiguar cómo es que se conocen y presiento que no es algo que me vaya a gustar.

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