25 Tregua
HOPE
Muchas cosas han cambiado en poco tiempo, demasiadas para mi gusto y me temo que en la reunión que íbamos a tener quizás me llevara a pelarme con mi novia, pero a veces Mati es testaruda y sobre todo no da segundas oportunidades, aunque yo fui la excepción, pero quizás hoy logre un milagro y logre la segunda excepción que hará en su vida, dándole una segunda oportunidad a nadie más y nadie menos que a Daliah.
Llegamos al bar luego de que Mati alargara el encuentro, sé que se encuentra renuente a saber la verdad y reunirnos por fin le tomó casi tres semanas. Entramos, el guardia en cuanto la ve entrar la deja subir y se fija que yo no venga con mi peluche, Matilde introduce un código y la puerta que parece camuflarse con la pared se abre dejando paso a unas escaleras muy bien iluminadas, la sigo y llegamos a otra puerta donde al golpear nos recibe la castaña de cabello largo, con cicatriz en el rostro y tatuada de Daliah, adentro está mi hermana que disimuladamente se arregla un poco la ropa y se limpia el maquillaje de la boca que se le corrió.
—Lo que tengas que decir hazlo rápido que tengo una cita con mi novia.
—Que gusto verte a ti también —le dice con sarcasmo Daliah al cerrar la puerta—. Hola cuñada —me saluda a mi con una gran sonrisa a lo que mi novia la observa con desdén.
—Hola Al —le dice a mi hermana— ¿Me explicas por qué, esta imbécil, le dice cuñada a mi novia?
—Porque estamos saliendo —le responde mi hermana y mi novia se lleva una mano a la frente preocupada.
—Pensé que solo eran revolcones, Daliah no acostumbra a formalizar con nadie.
—Alma no es nadie —responde tajante y seria, la castaña de pelo largo.
—No te aconsejo meterte con Daliah, mínimo terminas muerta ¿No es así? —le escupe con rabia.
—Amor, por favor basta —suspira—. Nos sentemos para escuchar lo que tenga que decir —se sienta a mi lado y me susurra al oído.
—Vuelve a defenderla y vas a ver como te va en casa.
Mantiene su expresión sería y sé que habla en serio, seguro querrá usar el arnés y me da toda la impresión que lo que menos voy a tener es sensibilidad en las piernas si abro la boca de nuevo para decir algo en favor de la ex militar.
Daliah cierra con llave y deja una carpeta sobre la mesa ratonera frente a nosotras, supongo que tiene que ver con dejar los teléfonos y cualquier aparato digital como relojes y demás en una caja con llave antes de subir. Se sienta frente a nosotras tomando la mano de Al y otra vez la mira como idiota enamorada, es raro ver a Daliah así de perdida por Alma, pero aún es más raro pero lindo, ver a mi hermana feliz y también enamorada de quien tiene al lado.
—Antes que nada, espero que ahora si me escuches—dice Daliah—es hora de ponerle un punto final al odio que me tienes, Matilde, yo no soy la villana en esta historia —se saca el reloj que reconozco debió pertenecer a su amiga Gwen y se lo deja sobre la carpeta—. Esto te pertenece, era el símbolo de su amistad —Mati lo toma y lo observa con lágrimas, luego se lo guarda en el bolsillo de su pantalón recobrando de nuevo su compostura.
Sé que lo que se viene será duro y mucho más para mi novia, porque tendrá que aceptar que la única culpable de la muerte de Gwen fue ella misma, al meterse en la misión cuando Daliah intentó salvarla y hasta dar su vida, que de hecho casi pierde por no perder al amor de su vida y por la cual quedó tan mal herida. La historia que Daliah me contó hace un tiempo no es fácil, y menos lo será para Mati.
—La misión original estaba asignada a Gwen —mira la carpeta— abre el archivo —mi novia desconfiada lo hace—, un amigo me notificó de inmediato y tomé el primer vuelo para evitar eso. Yo y todo el mundo éramos conscientes del peligro de la zona, pero había que hacer la recuperación de uno de los nuestros y liberar el perímetro, se suponía que sería dentro de todo sencillo, pero igual intervine y le pedí a mi oficial superior poner mi nombre en la operación y sacar el de Gwen tenía un mal presentimiento —Matilde voltea el expediente bastante grueso y ve la lista original y luego la modificada con los nombres, solo el de Gwen había sido reemplazado—. Nos alistamos para ir en avión y luego un convoy nos llevaría, finalmente haríamos un gran trecho a pie. Al llegar al avión la vi en cuanto subí la mirada, discutimos mal y la baje a la fuerza —dice con los ojos llenos de lágrimas—, a punto estuvimos de enfrentar sanciones y decidieron que ella iría y yo también.
—No, ella me dijo que te mandaron a una misión e iría contigo porque tenía miedo, que te suplicó no ir y...
—Imposible que supiera, en las misiones especiales, no sabemos quienes serán nuestros compañeros hasta que estemos todos juntos, es por seguridad. Solo te puedes enterar si tienes a alguien infiltrado en los altos mandos, yo tenía a un amigo, no sé como lo supo ella, y de todas maneras tampoco hablamos hasta ese día —Daliah me mira y asiento para que continue—. La misión se complicó, nos habían emboscado —suspira cerrando los ojos—, hubo un enfrentamiento, nuestro objetivo estaba muerto al igual que los pocos civiles que habían, todos masacrados, fue una misión suicida, llevaban más de cuatro días muertos, jamás podríamos haber salido con vida.
—¿Cómo? ¿cómo es que nadie lo supo?
—Había un infiltrado —aprieta las manos con fuerza—. Volviendo al campo de batalla, éramos bastante pocos los que quedamos solo cuatro de un escuadrón de quince personas, logramos reducir a un grupo pequeño pero nos estábamos quedando sin municiones, había una oportunidad mínima de huir en una moto y solo dos de nosotros cuatro podría ir, Gwen iría si o sí, entre los demás lo dejamos a la suerte. Pero ella era testaruda ¿no? —niega con la cabeza—, en cuanto me distraje dio su lugar, nuestros compañeros huyeron en la moto y quedamos solo nosotras, me enoje tanto con ella, firmo su sentencia junto a mí —las lágrimas son un río constante y Alma trata de contenerla—, ojalá no me hubiera amado tanto, ojalá no hubiera priorizado lo que sentía por mí por encima de su seguridad.
Por un momento todas necesitamos un respiro, el relato va cada vez peor y se acerca la peor parte, la muerte de Gwen, mi hermana le trae un vaso de agua a su novia y a la mía, volviendo a colocar sus manos entre las de Daliah que la recibe aliviada. Matilde, se aferra a mí, no me ha dejado moverme un centímetro, de las cuatro es la más tensa.
—Me desahogue, le dije todo lo que la amaba, todo lo que odiaba su mala decisión. Matilde, yo intenté salvarla siempre, siempre fue mi prioridad —ve a mi novia directo a los ojos. Respira y continua—. No dejaron de buscarnos en toda la noche, nos movimos y escondimos todo lo que pudimos, pero un paso en falso y nos expuso. Una granada cayó cerca, intenté cubrirla con mi cuerpo, pero un pedazo de metal voló atravesándome el brazo y la mato al instante. Es mejor que no veas eso —le quita la carpeta donde supongo que hay muchas fotos de las bajas—. Ella murió en mis brazos, vi como su vida se extinguía, estuve aferrada a su cadáver los cuatro días que tardaron en volver por mí, yo también casi muero mis heridas eran graves...
Matilde se levanta de repente y va hasta la puerta forcejeando con abrirla, yo la alcanzo y la tomo, pero ella me aparta e intenta nuevamente salir. Luego voltea a ver a Daliah con una mirada desquiciada en sus ojos.
—Tú la mataste, fue tu culpa
—¡Matilde no es así! —le dice enojada mi hermana y Daliah coloca un brazo interponiéndose para negar con la cabeza.
—Eso no puede ser verdad, no puede —cae al suelo llorando—, no puede ser así, tú tienes que tener la culpa —llora desconsoladamente— porque sino es así, sino es tu culpa... yo la maté, yo la apoyé para entrar al ejercito, para seguir contigo la relación, yo debí detenerla de esa maldita misión suicida, yo debí haber hecho más, yo la mate —dice llorando y antes de que me acerque mi cuñada me pide permiso para hacerlo ella.
—Matilde, mírame —levanta su mentón—. No fue tu culpa, ni mía, ni de ella, cada una hizo lo que creyó correcto y pasaron cosas terribles. Ya tienes que cerrar este ciclo de odio y dejarla ir, para poder ser feliz tú también, ya no quiero estar en guerra contigo. Seremos familia —mira a mi hermana que le sonríe—, lleguemos a una tregua ¿Podemos empezar de cero? somos concuñadas —Matilde suspira mirando el suelo sin reacción, rechazando la mano de Daliah.
—Dame el nombre del infiltrado —le dice sombría.
—No es necesario que lo busques, yo me encargue de él hace un año y medio. Ojo por ojo, diente por diente —lo suelta tranquilamente—. Ahora ¿tregua? —Mati me mira y asiento.
—Tregua.
Estrechan las manos y el clima comienza a tornarse menos denso, la ayudo a levantarse abrazándola fuerte, la contengo y parece que por fin la paz va llegando a todos los rincones de nuestra vida. Nos despedimos de ellas y nos subimos al auto para ir de vuelta a su casa, llegamos y preparo la tina con agua, pétalos de rosa, sales y velas, en este momento necesita que la consienta demasiado, toda la fachada de odio y una verdad que creyó con fervor que era así se ha desmoronado.
—Amor ya esta el agua ¿vamos?
Sin decir nada más se para y la desvisto con suavidad, beso su hombro y su frente, nos abrazamos paradas, desnudas, cerca piel a piel del corazón también de la otra. De la mano la llevo al baño, la ayudo a meterse a la tina y me situó detrás de ella, de regalo caricias mientras reposa sobre sus piernas, beso su espalda y le digo lo mucho que la amo, que amo cada cosa de ella, voltea a verme sin decir nada y me regala un beso, nos salimos cuando nuestros dedos están muy arrugados, luego de vestirnos nos acostamos y ella cae rendida.
Es la segunda vez que la veo así de vulnerable, la primera vez fue cuando murió su abuela y me escapaba para ir a verla cada noche y dormir con ella. Matilde no se muestra vulnerable, sensible o débil, pero es precisamente porque soy yo, es porque tiene la confianza de dejarse ver así y me lo dijo una vez. La abrazo fuerte, beso su frente y cuido sus sueños y a ella mientras duerme entre mis brazos.
No sé cuanto tiempo le tome sanar, pero aquí estaré en su proceso para acompañarla, porque esta es la mujer que amo, la que siempre he amado.
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