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22 Eres mujer muerta

HOPE


Volvimos para finalmente juntar a la familia y darle las explicaciones sobre nosotras, nuestras nueva situación y el noviazgo que finalmente decidimos iniciar, después de todo nos conocemos demasiado bien desde hace tiempo. 

Lo que Mati no se esperaba era que al volver a la ciudad y cada una irse por su lado, yo me desviara un poco mucho del camino a mi departamento para hacerle una visita a Daliah con mi peluche —bate de baseball— por eso mejor no le dije que pensaba ir a partirle la cara a mi cuñadita. Me bajo con el bate en su bar metiendo la parte del mango en mi bolso de mano del cual solo se ve la parte de arriba que va envuelta en su cobertor de osito y nadie sospecha nada.

—Hola, vengo a ver a tu jefa —le digo al guardia que está de pie en la subida de la escalera.

—¿Tiene cita con la jefa?

—Vaya ya no eres tan amable, soy su amiga —le digo con una sonrisa—, seguro que ella tiene tiempo para atenderme. Si quieres conservar tu trabajo, te aconsejo que me dejes pasar. No creo que a ella le guste este trato que me estás dando, aparte no es la primera vez que me ves ¿o sí? —lo noto dubitativo—. Okay, supongo que si llamo a su socia, Matilde —nombrarla hace que el empalidezca—, me dará el acceso.

—Puede subir —me dice sacando la cadena detrás de él para dejarme pasar.

Subo rápidamente y voy hacia donde sé que está, para encontrarla viendo hacia un costado con una chica sentada sobre sus piernas, ella aún no me ve, saco el bate de su estuche y me acomodo para batear el vaso que está encima de la mesa y de un golpe estrellarlo contra la pared, lo que causa que la chica se quite de encima de ella asustada y Daliah me mire con una expresión primero de sorpresa y luego de miedo al ver el bate.

—Hope, tranquilízate —me dice colocando los brazos hacia adelante—,  no es lo que parece.

—¿No tenías a esta zorra recién sobre tus piernas?

—Sí, es lo que parece, pero tengo una explicación.

—Vete —le digo a la chica y reviento el vaso de su trago contra la pared—. Yo que tú me apuro en hablar la paciencia no es mi mejor virtud y encontrarte así con una mujer encima ¡cuando se supone que estás con mi hermana! ¡me está cabreando, como no te das una idea!

—No estoy con tu hermana —me dice con lágrimas en los ojos y frena al de seguridad—, ella me dejó —dice vencida sentándose en el sofá—. Tu hermana me dejó —comienza a llorar tapándose los ojos con las manos—. Has lo que quieras, destroza el bar si quieres, no me importa —yo dudo un momento, pero ella se nota afligida, verdaderamente mal y llora sin consuelo.

—¿Qué le hiciste? —me siento a su lado sin tocarla, con el bate aún en mis manos.

—Nada, no hice nada —dice secándose las lágrimas—, jamás haría algo para dañarla, la amo —dice resignada sentándose apoyando su espalda en el respaldar mientras tira la cabeza hacia atrás y ve al techo, sus lágrimas no dejan de salir—. Hacia mucho que no me enamoraba así —dice entre su sollozo—, había olvidado lo mucho que dolía perder a alguien.

—¿Por qué te ha dejado? Ya me das hasta pena.

—Por ti —la observo y ella me mira—, porque te ama más que a mí y según sus palabras textuales "por mucho que te ame, más amo a mi hermana y no quiero perderla" —suspiro y también me siento mejor en el sofá a su lado.

—¿Qué hacías con esa mujer sobre tus piernas entonces?

—Intentando olvidarla, pero ni siquiera podía mirarla sin pensar en tu hermana —vuelve a llorar.

—¿La amas? ¿de verdad la amas? —asiente— Te ayudaré —le digo—, pero te juro que si la lastimas, que si veo que te acuestas con otras, o te pillo en malos pasos, que Dios bendito te proteja y camines bajo su sombra porque el día que te encuentre comerás por una sonda. Ahora párate —ella me mira— ¿Quieres recuperar a Alma o no? No volveré a ofrecerte mi ayuda dos veces.

—Pero ¿ahora?

—No, si quieres programamos la semana que viene un día que te venga bien y nos vamos organizando para cuando tengas tiempo ¿Qué me dices del martes a las 2 p.m. ? Claro que ahora ¿Cuánto tiempo más quieres perder? Vamos, ella a mí, me abrirá la puerta. Solo no hagas que me arrepienta de esto —le digo y ella me abraza.

—Gracias, no voy a lastimarla, de verdad la amo.

La separo de mí y bajamos, estaciono frente a la casa de mi hermana, golpeo y ella me abre en pijama de conejitos, despeinada y con unas ojeras que la hacen lucir deplorable. Al verme salta sobre mí abrazándome, yo le devuelvo el abrazo y ella suspira aliviada, a mi lado veo como Daliah la mira, con esa cara de idiota enamorada con la que seguramente yo también miro a mi principessa.

—Hermana ¿me sueltas?

—Solo un poquito más —me abraza aún más fuerte.

—Me exprimes, Al. Te traje un regalo de mis vacaciones —ella se separa y se percata de quien está a mi lado, sus ojos brillan al verla, pero luego frunce el ceño y se aparta dando un paso atrás.

—Estás hermosa.

—Ay por favor, luce horrible —le digo y Daliah frunce el ceño enojada—. Bueno al parecer si es cierto que de verdad la amas —tomo la mano de mi hermana—. Tenemos que hablar las tres, en realidad las cuatro, pero me gustaría habla con ustedes primero ¿Podemos entrar? 

—Sí, pasen.

Nos deja lugar para pasar y Daliah no le despega los ojos de encima, no puede dejar de verla ¿puedo culparla o recriminarle? si yo cuando vi a Matilde de seguro me la quedé viendo igual de embobada como una estúpida enamorada. Nos dirigimos al sofá tomo el sillón de una persona para mí sin darle más posibilidades que sentarse una al lado de la otra, aunque Al mantiene una distancia de ella y apenas la mira, porque está ocupada mirándome a mí.

—Hable con mi cuñadita —mi hermana se sorprende al escuchar que llamo a Daliah así— aquí presente y llegamos a un acuerdo —suspiro—. Quiero verte feliz, aunque hayas sido una idiota mentirosa que me ha ocultado esto desde hace tiempo —le digo y ella baja la mirada—, veo que ambas la han estado pasando mal, yo sé lo que es eso, pasé alejada de la persona que amo por años, por un mal entendido —cierro los ojos y suspiro al recordar todo lo que pasó negando con la cabeza—. Luego te explico, larga historia. En fin no sé como o que se hace en estos casos, pero tienen mi bendición —les hago la señal de la cruz en al aire— o lo que sea que se haga —Alma se para y me abraza fuerte llorando—. Si de verdad pensaste que iba a dejarte sufriendo por esta inútil por elegirme como una tonta heroína, estás equivocada —le digo abrazándola— ¿Sabes cómo supe que en verdad te quiere? —ella se separa y niega mientras le seco las lágrimas y Daliah quien se ha mantenido callada solo nos mira— Bueno llegue a su bar con un peluche que me regaló Mati —sonrío— quién por cierto es mi novia, sí, larga historia luego te cuento, y a ella no le importo que fuera a destrozar su bar con mi peluche —mi hermana mira sin entender—, el peluche como el que abrazaba cuando era chica.

—Oh —se ríe—, estás loca.

—Sí, porque no quiero que nadie te lastime, pero ella —la señalo y le extiendo la mano—, sí que está loca por ti como para permitir que destroce su bar sin importarle —uno la mano de Daliah con la de mi hermana—. También tenemos que hablar con mi novia —me dirijo a Daliah—, sé que ella tiende a no escuchar a veces, pero algo me dice que la versión que ella cree no es tan así ¿o sí?

—No, en eso tienes razón, yo intente proteger a Gwen, le pedí que no fuera, incluso pedí esa misión que le querían dar a ella para no ponerla en peligro y cuando subí al avión y la vi, ya no pude hacer nada para que ella se quedara —baja la mirada con culpa—. Yo tendría que haber muerto en su lugar, no ella, en eso Matilde tiene razón, no la protegí como tenía que hacerlo. Pero no voy a cometer el mismo error —mira a los ojos a mi hermana—, te amo Alma y no voy a dejar que nada, ni nadie te lastime, ni siquiera yo —besa su mano y mi hermana sonríe.

—Que asco de cursis que son, me voy. Feliz reconciliación —camino a la puerta y al voltear ya se están besando— ¡Esperen que ponga un pie afuera! —ellas se ríen y se separan... un poco— Por cierto quien debe preocuparte, no es Matilde, ni siquiera yo —sonrío— sino mis madres, sobre todo mamá —comienzo a reír y Alma se pone blanca— o sí, ella será la más difícil —"No es tan mala como la hace sonar ¿verdad?" le pregunta Daliah mientras salgo y mi hermana no responde.

Ahora me dirijo ahora a la casa de mi novia, pienso otra vez en la palabra "novia" y sonrío con mucha felicidad, me bajo y golpeo la puerta, ella me atiende secándose el cabello usando una camiseta over side con un pantaloncito corto debajo, en serio es criminal que aún así luzca sexy. En cuanto la veo abrir la puerta me muerdo mi labio inferior y niego.

—Delivery —le digo.

—Yo no pedí nada.

—¿Entonces me llevo esta novia de vuelta a su departamento? Adiós entonces, mi principessa —hago una reverencia y doy un paso atrás en cuanto me enderezo la tengo encima de mí, abrazada con sus piernas a mi cintura—. Te extrañé y estás muy sexy —la beso entrando a su casa.

—¿Quieres saber si tengo algo abajo de esta ropa? Te daré una pista, el color es rojo o negro, no recuerdo ¿Lo quieres averiguar?

—Me interesa muchísimo corroborar eso.

—¿Por qué no te has cambiado de ropa?

—Hice un parada con mi peluche en un bar —ella se ríe—. Larga historia, luego te cuento, pero ahora me has plantado una duda y no quiero quedarme con la intriga.

—Vamos a resolverla entonces —nos besamos apasionadamente mientras me dirijo con ella encima a su habitación.

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