16 ¿Qué pasa con ellas?
HOPE
No vi a Matilde hasta luego de una semana, cuando fui a verla a JM Company ella parecía de lo más normal, hasta llegué a pensar que quizás había alucinado todo, pero luego me llegó un mensaje de Harriet pendiéndome disculpas por no saber que tenía novia, y ni siquiera yo lo sabía ¿la tengo?
La observo ahora sin poder despegarles los ojos de encima, esta mujer es mi obra de arte personal, podría verla por horas. Entonces recuerdo la carta que me dejó en algún momento que entro a sacar de los pelos a su rival.
Me tomé un momento para escribirte esta carta en el estacionamiento de tu edificio de departamentos, me urgía hacerte saber como siempre, cuanto te odio, pero quizás no lo entiendas y aquí te va una explicación para que comprendas la magnitud de lo que odiarte significa en mi lenguaje.
Odio la manera en la que te reías con otros y a mí solo me dabas una sonrisa de cortesía.
Odio que opaques a sol, porque solo tu podrías brillar más con tu enorme sonrisa y yo moriría encandilada por verte reír y sonreír.
Odio que tus ojos sean uno verde y azul, porque te encuentro en el azul del cielo, y en el verde de las plantas.
Odio la manera en la que a veces te piyo mirándome pérdida en mí, porque yo también podría mirarte por horas, pero tengo que trabajar.
Odio la canción de verano que una vez que dedicaste, porque no puedo olvidarla y se volvió en el himno de mi corazón roto cuando te perdí.
Odiaba cada vez que te veía porque aunque debía odiarte no podía y mi cuerpo y mi alma querían perdonarte y aferrarme a ti para siempre, pero no podía hacerlo, porque aunque no te odiaba, me dolía también tenerte cerca.
Así es como te odio y odio todo ti, cada átomo de tu ser al que le quiero poner a besos mi nombre cada vez que te tengo cerca, odio que mi alma clame con fuerza tu nombre que significa esperanza y es lo que jamás perdí por irónico que parezca, odio no poder odiarte, odio ser débil y fuerte al mismo tiempo cuando te tengo cerca y al solo saber que existes.
Con todo el odio M. A.
«Definitivamente "amo a mi jefa"»
Sube los ojos a verme y sonríe, sé que intenta concentrarse y le cuesta porque no puedo dejar de verla.
—Matilde —interrumpo mientras ella lee y levanta su mirada hacia mí.
—¿Qué?
—¿Qué le hiciste a Harriet? —sonríe y vuelve a fijar su vista en los papeles.
—¿Por qué, te ha vuelto a molestar?
—Matilde —le digo algo exhausta—, no, no me ha vuelto a molestar. Tenemos que hablar —sigue con los suyo sin despegar su vista de los papeles que tiene en frente— ¿cuándo piensas decirme que relación hay entre tú y Daliah? No me basta solo eso de mantente aleja da ella, es peligrosa ¿Por qué es peligrosa? ¿Por qué tengo que mantenerme alejada? ¿Qué te hizo? ¿Cómo se conocen? —digo terminando sin aire.
—¿Terminaste?
—Sí.
—Bien, el contrato está bien, pero necesito si puedes estar presente conmigo y los clientes el jueves que tenemos la reunión, estoy harta de que cambien las clausulas, si estás aquí lo cambiamos imprimimos aquí mismo y firmamos ¿puedes hacerte un lugar en tu agenda el jueves a las 9 a.m. ?
—Sí —digo vencida, no va a decirme nada de lo que le pregunté. Tomo mi maletín—. Nos vemos el jueves, le digo exhausta.
Toda esta situación me tiene exhausta, la incertidumbre me tiene exhausta, el no saber que somos, que podemos ser, quién es Daliah en su vida, quién soy yo en su vida. Llevamos cuatro meses trabajando juntas, y no dejo de pensar en ella, no puedo quitármela de la cabeza. Subida en mi auto miro la llamada entrante en mi teléfono, es la primera vez que se de mi hermana en semanas.
—Hola.
—Hola, bebita.
—Que raro recibir tu llamada ¿ya no me crees una deficiente mental?
—Hope, no quiero pelear —me aprieto los ojos cerrados con dos dedos y suspiro—, te extraño.
—Yo también.
—¿Podemos tener una noche de chicas? invita a Bian y solo seamos las tres —me quedo callada—. Solo quiero verte.
—Está bien, pero un plan tranquilo, nada de alocarse ¿Te parece el viernes?
—Perfecto, el viernes entonces, voy a tu departamento y de ahí nos vamos, un amigo me invito a un bar nuevo en el que entró a trabajar y nos puede dejar los tragos más baratos —dice emocionada.
—¿Si recuerdas que yo solo bebo un vaso, verdad? —la escucho reír y suspirar, extrañaba la risa de mi hermana— Ya hablo con Bian, le hará bien salir y apartarse de nuestro hermano nerd —ella vuelve a reír—. Te veo el viernes, te amo —suspira aliviada.
—Te amo, bebita.
Le corto y por primera vez en días tengo una gran sonrisa en mi rostro, hoy vine en uno de los autos del buffet porque el mío se quedó sin gasolina, ando con la cabeza en otro lado que hasta olvidé eso, entonces veo a Matilde caminar por el estacionamiento mirando a todos lados y subirse a un auto azul eléctrico nada discreto, no logro ver al piloto desde dónde estoy, así que me bajo rodeando los autos, para tener una mejor vista agachada y saber con quién está hablando, aunque por su lenguaje corporal no creo que este "hablando exactamente".
—¿Daliah? Pero qué hace...
Matilde se ve muy enojada casi gritándole desde adentro del auto y Daliah gira los ojos viendo al frente, Matilde toma unos papeles y los rompe delante de ella tirándoselos en el rostro, a lo que Daliah enojada la toma de la muñeca y siguen discutiendo, cuando me decido a salir para intervenir veo como Matilde le encesta un puñetazo, partiéndole el labio inferior, luego le escupe el rostro y sale del auto dando un portazo, Daliah enojada enciende el auto saliendo detrás de ella, la quito de en medio cuando el auto azul pasa a toda velocidad derrapando hacia la salida.
—¿Estás bien? —le pregunto viendo el auto marcharse a toda velocidad— ¿Quién era ese imbécil? casi te atropella.
—Estoy bien ¿Hace mucho que estás aquí?
—No, recién bajo, paré en el baño y que bien, porque te quite del camino del idiota. Deberías hablar con los de...
Antes de dejarme seguir hablando me besa y yo tan débil cedo ante ella tomándola para atraerla más hacia mí, de a poco nos separamos cuando la necesidad de aire es más fuerte y quedamos aún abrazadas con las frente apoyadas.
—Gracias —me dice en un susurro.
—Consigue las grabaciones para ver quién fue.
—No es necesario, sé quién fue, pero te aseguro —me mira a los ojos de manera sombría— que esta me las paga. Debo volver a trabajar y tú también —arregla mi saco—. Te queda tan sexy —me dice mordiéndose el labio inferior.
Así como me besó de repente, desaparece de repente y la veo marcharse en el ascensor guiñándome un ojo, suspiro tocando mis labios, si antes mi sonrisa era grande, ahora no cabe en mí. Matilde y su poder de hacerme feliz y sonreír con solo un beso. Que mujer.
Pero no olvido lo que vi, a ellas dos discutiendo, a Matilde reaccionar así ¿Qué eran esos papeles que rompió y le dio para firmar? Y la pregunta que me carcome el cerebro ¿Cómo es que ellas dos se conocen?
Llega el jueves y llego a la empresa, la veo entrar a la sala de reuniones segura con su traje negro le queda pintado al cuerpo y su blusa verde militar abierta tres botones no dejan mucho a la imaginación ya que logro ver el comienzo de su escote, me mira y dibuja una media sonrisa en su rostro, maldita sabe como me pone y lo disfruta, yo cruzo las piernas, si hubiera un detector de humedad en la habitación el 70% vendría de mi entre pierna. En serio, esta mujer no se ve fea ni recién despertada, con el cabello alborotado y sin una gota de maquillaje ¿Qué clase de ser multidimensional la creo? Yo soy hija de una diosa griega, pero ella parece haber sido tallada por los mismos ángeles. Que idiota enamorada que parezco pensado todo esto y sí, estoy enamorada de ella desde hace mucho más tiempo del que recuerdo.
—Gracias a todos por estar aquí, espero que podamos finalmente llegar a un acuerdo y firmar.
Se sienta en la punta de la mesa y entiendo a que se refieren cuando dicen que Matilde impone poder con su sola presencia. Mi tía Julia era visceral y muy impulsiva, excepto en los negocios, aunque por su falta de tacto prefería usar a alguien más para tratar con clientes y cerrar tratos, Matilde es fría y calculadora, no es simpática, pero tiene el temple para cerrar tratos eso es seguro y prefiere negociar ella misma los términos del contrato y los negocios.
—¿Y bien? —pregunta seria y fría.
—No lo sé —dice el hombre de cabello negro joven—. Tal vez podríamos discutir mejor los términos en una cena —aprieto la mandíbula. Este imbécil va a comer dientes hoy, pero le voy a adelantar la comida.
—Dra. Antonopoulos ¿usted que cree?
—¿Antonopul... —suspiro hastiada, maldito apellido de mamá.
—Antonopoulos Jensen —le corto antes de que los pronuncie mal y al escuchar mi segundo apellido abre los ojos aún más grande.
—No creo que seas Atenea —dice él con miedo.
—No, soy peor, su versión mejorada 3.0, porque ellas son mis madres. Honestamente creo que esto es una perdida de tiempo, si el señor quiere una cena contigo que te invite directamente, pero es lo único a lo que va a acceder ya que no lo veo con ganas de hacer negocios.
—¿Me ha estado haciendo perder el tiempo señor Lester?
—No, no, Matilde ¿cómo crees eso? yo jamás —comienza a tartamudear nervioso—. Mi padre tenía negocios con Julia Moore...
—Bien usado el tiempo verbal —se levanta Matilde de la silla—, hoy la familia Lester deja de hacer negocios con nosotros JM Company —el hombre se levanta nervioso e intenta detenerla, pero ella no le presta atención.
—No me gusta que me hagan perder el tiempo y tú, me lo has hecho perder durante más de dos semanas, hemos negociado más de tres veces los términos, cláusulas y detalles del contrato. Se terminó. Ya conoces la salida, después de todo tu padre si sabía como hacer negocios y no quería llevarse a mi tía a la cama, aunque dudo que mi tía lo hubiera mirado siquiera, mi tía Victoria la trae loquita de amor.
Me mira y se que debo seguirla y lo hago, la sigo a la su oficina, mientras el hombre perdiendo toda la dignidad le súplica que vuelvan a ver el contrato incluso lo firma sin leerlo y se lo entrega, pero ella no lo recibe, le hace seña con la cabeza a su personal de seguridad que se acerca rápidamente para sacarlo del edificio.
—¿Brindamos? —me dice sacando una botella de champagne.
—¿Sabías que él que no iba a firmar?
—La guardo solo para ocasiones espaciales —evita responderme, porque eso quiere decir que no era necesario que yo viniera—, tratos de más de 80 millones, pero esta es una ocasión especial —me pasa la copa y la miro, brindamos, me mojo los labios y la dejo en la mesa.
—¿Ya no bebes?
—Una copa es mi límite desde lo que pasó y es muy de mañana, preferiría un café —se sienta a mi lado acariciando mi cabello—. Matilde.
—¿Ya no soy tu principessa? —pregunta divertida.
—Siempre lo serás y la única en realidad —me levanto tomando mi maletín—, debo irme, tengo que ver a otro cliente en una hora.
—Sal conmigo mañana —la observo y recuerdo que le prometí a mi hermana la noche de chicas, me ha llamado entusiasmada para que no me olvide hoy temprano. Cierro los ojos— ¿Qué pasa?
—No puedo, le prometí a mi hermana y Bian, que tendríamos una noche de chicas, pero cualquier otro día podría ser.
—Está bien, será otro día —se toma a fondo su copa y la mía—. Tenemos que terminarnos lo que queda —le colca el corcho y lo guarda en su heladerita. Se acerca lo suficiente pero no me besa, solo me provoca y toma su teléfono—. Nos vemos luego —me dice con una sonrisa—. Por cierto a tu pregunta, sí, sabía que él solo quería llevarme a la cama y por eso no ha querido firmar el contrato, su padre era una gran persona, él no tanto y no veía la hora de sacármelo de encima.
Me acerco a ella y la tomo besándola, ella me aprieta más a su cuerpo y comienza a tocar la piel de mi espalda, cuando su manos quitan la tela que la cubre, baja por mi cuello a besos y toco apretando su trasero lo que le saca un gemido, estamos cerca del enorme sillón de su oficina, ambas terminamos sobre el mismo, le saco el saco y me acomodo mejor encima de ella cuando su teléfono suena y ambas soltamos un suspiro de frustración.
—Alguien se quiere morir —me dice ella y se levanta a atender—. Sí, que pase -la puerta se abre y aparecen nuestras tías.
—Hola mis pollitos bebés —dice Victoria, si supiera que sus pollitos se estaban por desplumar de la calentura hace tan solo un momento— ¿cómo están?
—Me llamó Lester —dice Julia y ambas nos miramos—, al fin te lo sacaste de encima, el hijo es un imbécil —ve la mesa—, veo que estuvieron celebrando —nos sonríe— ¿Te quedas un rato más, Hope?
—No, tía, tengo que ver en cliente en —miro la hora— 20 minutos —se nos pasó el tiempo por calenturientas.
—Las veo luego —les doy un abrazo a cada una y luego saludo con la mano despidiéndome de Matilde.
—Saluda bien a Mati, hubo una época que fueron buenas amigas ¿por qué no pueden volver a llevarse bien?
«Porque entre la amistad nos pegabamos una reforzada devorandonos la piel a solas, tía, por eso».
Le doy un abrazo fugaz y salgo para reunirme con mi cliente, cuando recibo un mensaje suyo subiendo al ascensor, lo que me saca una sonrisa.
—Saludo seco el tuyo, luego me lo cobro —me manda el emoticón con un guiño.
—Estaban las tías ¿o no tienes problema con nos besemos delante de ellas?
No me respondió lo último, aunque hubiera rogado por que me dijera que no le importaba y en ese mismo momento subía a comerle la boca a su oficina. No sé en que términos estamos, no sé como nos deja esto ahora, solo sé que ella me oculta cosas, que nos besamos cada vez que tenemos la ocasión como cuando éramos adolescentes y que cada vez las ganas de devorarnos sin ropa son más urgentes y necesitadas de saciar. Cada vez la deseo más, cada vez la amo más.
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