15 Esta estúpida
MATILDE
Bajé enojada para ir a ver a la imbécil de Daliah, pero tuve un momento de inspiración, escribí una carta para ella y explicarle como es que "la odio" y lo que eso significa para mí, pero en mi tarea, noto a una rata castaña intentar colarse por el ascensor, esta imbécil sigue empeñada en meterse con mi mujer, ahora le voy a demostrar que tiene dueña. Bajo y la sigo por las escaleras, me saco mis tacos y subo lo más rápido que puedo tomando aire, porque antes muerta que sencilla, espero desde la puerta y veo como la descarada va directo a la puerta de Hope, la ilusa la abre sin fijarse y esta idiota se atreve a besarla.
Con la puerta a punto de cerrase meto la mano y tomo el cabello de esta descarada.
—Escúchame bien, pedazo de estúpida, esta es la última vez que tocas a MI mujer —veo a Hope que tiene los ojos bien abiertos con sorpresa—. Tú, inocente palomita, cierra con llave y fíjate antes de abrir quien es, no seas tan confiada ¿Qué tal si fuera un ladrón o un asesino?
Luego de forcejear con Harriet y reprender a Hope, le dejo la carta y me llevo a esta imbécil del cabello al ascensor, no antes de besar a mi mujer.
—Suéltame, suéltame o voy a gritar, me lastimas —la suelto.
—Grita, hazlo y vas a conocer de lo que es capaz Matilde Albrecht —ella me mira con lágrimas en los ojos—. Ni se te ocurra volver a acercarte a mi novia ¿fui clara?
—No sabía que ella estaba en pareja.
—Ahora lo sabes —digo tajante—, le mandarás un mensaje pidiéndole disculpas y si me entero de que vuelves a aparecerte por aquí o la rondas, le voy a filtrar a la prensa todos tus secretitos gay, hasta donde yo sé estás a punto de comprometerte con ese actor de cuarta —se sorbe la nariz y me mira asustada— ¿cómo me entere? tengo mis fuentes —la puerta del ascensor se abre— desaparece.
Ella sale corriendo se sube a su auto y acelera para desaparecer, sonrío y me subo a mi auto para ir a ver a Daliah, hace un tiempo que no la veo y al parecer necesita una visita para aclararle también que la quiero lejos de Hope. Bajo en el bar y en cuanto los de seguridad me ven abren los ojos grandes, saben que no pueden evitar que pase sino quieren perder sus trabajos, al entrar la misma tensión se evidencia en los demás empleados que se miran entre si, y uno me da la señal que necesitaba, ella está arriba.
Subo las escaleras y me encuentro a quien menos esperaba ver aquí, levanto una ceja y la mujer abre los ojos grandes al verme.
—Yo ya me iba —dice y me pasa por al lado, pero le tomo el brazo.
—No te conviene ella —le digo y la suelto, traga despacio y baja rápidamente.
—No te quiero cerca de Hope —le advierto a la mujer de la cicatriz en el rostro que me mira de manera altiva—, te veo cerca de ella y te arranco la cabeza ¿soy clara? —me doy la vuelta.
—¿Es una amenaza de muerte?
—Sí —volteo de nuevo a verla—, la tocas o siquiera le respiras cerca y te mato. imbécil.
—De verdad te importa entonces. Raro la reina de hielo no le importa nada, ni nadie.
Enceguecida por la ira tomo el trago se estaba llevando a la boca y reviento el vaso contra la pared que escurre su contenido, agarro la camisa que tiene puesta del cuello y acerco con rabia su rostro al mío.
—Sé que tienes un crush conmigo, pero no eres mi tipo, linda.
—Aléjate de Hope.
—Ella corre a verme, cada vez que tú le parte el corazón ¿no te cansas de lastimarla? —me dice sosteniéndome la mirada— Yo no la voy a buscar, pero si ella viene voluntariamente, quién soy yo para no recibir a tan hermosa belleza, quizás encuentre consuelo entre mis brazos y las sábanas de mi cama.
Le doy un puñetazo, y a punto de darle otro un guardia me quita de encima de ella, que se agarra el labio partido, siempre me irrita a tal punto de sacar mis mas bajos instintos homicidas en mí, le hace seña al guardia y él me suelta.
—Vuelve a ponerme un dedo encima y no vas a encontrar trabajo en tu puta vida —le digo al hombre que se aleja un paso, pero no se va—. Ya sabes lo que va a pasarte —le señalo a ella, tomo mi cartera y me macho de aquel lugar.
Maldita la hora en la que quede ligada a ella por este antro de mala muerte, pero jamás se lo dejaré, nunca le voy a vender la parte que tengo y le haré su vida miserable hasta que decida vendérmelo para así cerrarlo para siempre o convertirlo en otra cosa mejor.
—¿A qué se debe tu mala cara? —entra Ivy a mi oficina colocando un vaso de café frente a mí.
—Tuve que ver a una imbécil militar de bar barata, anoche.
—Mmm, Daliah es tu karma.
—No entiendo porque no la odias, sabes perfectamente que fue su culpa y aún así...
—No vayas por ahí, yo ya te dije el porque, tú no has querido escucharla, ni escuchar a nadie. Ahora mejor pasemos al otro tema, me mandaste un mensaje diciendo ella ya lo sabe, y claro que hoy por hoy sé leerte, pero expláyate un poco más.
Suspiro y le explico todo lo que pasó en la cena, incluso lo de Harriet que le provoca una carcajada, y tengo que parar de contarle hasta que termine de reírse.
—¿Desde cuando eres tan celosa y posesiva?
—Siempre lo he sido con Hope, supongo que tengo un miedo arraigado a perderla.
—Y aún así tiras de esa cuerda hasta saber hasta dónde llega —suspira—. En algún momento tendrás que decirle porque odias a Daliah.
—Sabes muy bien porque no puedo hacerlo, ni tú tampoco puedes hablar de eso ¿o te lo tengo que recordar?
—Espero que no te quedes sin opciones y no la pierdas por eso —mira la hora en su reloj—. Debo irme a trabajar.
—Que responsable eres —miro la hora y lo entiendo—, por favor no me mientas a mí, que por la hora vas a ir a ver a Demian —sonríe.
—Cuando al fin te atrevas a no ser una cobarde con Hope, podemos salir los cuatro a comer algo y luego cada a uno a casa a comer el postre.
Sale de mi oficina, volteo la silla mirando al enorme ventanal y veo al foto que aún conservo de aquella vez donde ambas nos besamos la primera vez, nos miro atreves del cristal y ambas nos vemos tan pequeñas y desde entonces yo supe a temprana edad que la amaba, desde que la besé confirmé que ella era mi primer amor y desde que volvimos a reencontrarnos y probé de nuevo sus labios, he confirmado que quiero que sea el único amor.
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