14 Mi departamento
HOPE
El auto de mis madres me encandila la vista y logran que lo que sea que me iba a decir Matilde se frene en un instante. Mamá baja del lado del acompañante y se acerca a mí rápidamente.
—¿Te sientes bien? —me toca la frente.
—Sí, solo comencé a sentirme mal del estómago y ella se ofreció a traerme, no quise interrumpir su noche.
—La hija del vice presidente fue a buscarte y entró indignada cuando te vió irte con Mati, le explicamos que te sentías mal y quería venir a verte, pero la convencimos de que no. Vamos subamos —mamá me abraza— ¿Mati vienes?
—No —respondo.
—Sí —dice ella cerrando con la llave su auto.
Entramos todas al ascensor, ella se mantiene lejos de mí, y no es hasta que mami comienza a hablar que me regala su mirada.
—¿Qué relación tienes con Harriet? Parecía bastante molesta cuando se fueron, no era la molestia de una "amiga".
—Me acosté con ella algunas veces, aunque le aclaré que no quería nada serio, ella confundió las cosas —satisfecha con mi respuesta Matilde vuelca su mirada en el teléfono.
A mis madres no tengo necesidad de mentirles, solo les oculte lo nuestro porque llegamos a un acuerdo, porque éramos demasiado jóvenes, bueno aún lo somos y después de como terminaron las cosas fue lo mejor para evitar incomodidades familiares.
—¿No nos meterás en un guerra de estado, no? —me río.
—No, mami —le beso la mejilla—, aparte no me interesa... ella —por un fugaz momento compartimos mirada con Matilde que vuelve a su teléfono—. No es necesario que suban, es más ni siquiera era necesario que vinieran.
—Para que te hayas ido así de pronto, si era necesario. Aparte yo te vi un poco pálida, luego roja, y después pálida de nuevo, supuse que algo te pasaba, le dije a Scar, amor tenemos que ir —dice mi mamá y yo sonrío. Sí, amo que ellas me consientan.
Matilde se ríe de lo increíblemente consentida que me dejo ser por ellas. Llegamos, el ascensor para en mi piso, el siete, veo que ella mira bien el número antes de bajarnos y al llegar a la puerta abro y se memoriza el número también, estoy jodida.
Al entrar veo como ella observa todo, mientras un de mis madres va a la cocina a prepararme un té y la otra me pregunta a cada rato si estoy bien y me toca la frente.
—Mamás estoy bien, agh son demasiado sobre protectoras, ya no soy una niña —les digo. No es necesario que se queden, solo tengo que acostarme y descansar.
—Mañana no vayas al buffet.
—Mamá.
—¿Qué? Somos las dueñas y nadie va a decir nada, si le doy el día libre a mi hija ¿Mati puedes quedarte? Tenemos que volver a la cena a firmar unos cheques.
—Claro.
—No es necesario que ninguna —hago hincapié en eso— se quede.
—Si ella no puede, me quedo yo —dice mamá.
—Yo puedo quedarme —dice ella, dejando su cartera en la mesa evitando dibujar una sonrisa—. Creo que lo mejor sería que se acueste ¿No? No vaya a ser que vomite todo el suelo.
Su maldito plan funciona porque ellas me obligan a acostarme, se van dejando un beso en mi frente y dejándome con el lobo que dibuja una gran sonrisa cuando que vuelve a mí, luego de haberle cerrado la puerta a mis madres.
«Dios, si de verdad existes, te pido que hoy, no me dejes morir»
Abro los ojos y ahí está apoyada en el marco de la puerta de brazos cruzados, mirándome con una sonrisa de victoria mientras que con una mano se toca los labios, si esta mujer no fuese tan sexy sería mucho más fácil para mí resistirme. Me tapo de manera infantil dándole la espalda.
—Hope —la siento sentarse detrás de mí—, tenemos que hablar.
—Sabes que estoy bien, vete a tu casa.
—No ¿Cómo haría algo así? Le prometí a las tías que te cuidaría —maldita embustera—. Al menos me quedaré hasta que hablemos. Déjame verte.
—No, así estoy bien. Vete a tu casa con tu novia, ella seguramente te está esperando.
—¿Por qué tienes que meter a Ivy en todo?
—Porque tú no lo haces y la sigues engañando conmigo —le digo enojada volteando a verla.
—No la engaño, jamás engañaría a alguien que fuese mi pareja —la volteo a ver sin entender—. Ella me hizo el favor de hacerte creer que es mi novia —frunzo el ceño enojada—, quería ver hasta dónde habías cambiado y si era cierto, pero por lo visto es real, si has aprendido de tus errores.
—¿Ósea que nunca estuviste en pareja con ella? —niega— Pero te besó —sonríe—, sabías que yo estaba aquel día en el auto frente a ti —asiente con una sonrisa.
—Si hubieras prestado la suficiente atención en el cumpleaños de la tía, te darías cuenta de que en ningún momento nos besamos, o nos acercamos como pareja —acaricia mi rostro con ternura y por un momento creo ver a la chica dulce de la cual me enamoré—. Es difícil trabajar contigo, es difícil tenerte cerca —suspira llevando su cabeza hacia atrás.
—Ahí está —le digo y ella intenta levantarse pero tomo su mano, la chica de la cual me enamoré, sigue ahí— ¿En serio estás soltera?
—Sí —dice en un susurro tomando mi mano para jugar con ella.
—¿Por qué me hiciste pasar por eso?
—Necesitaba saber —dice mordiéndose el labio inferior— si puedo confiar en ti ¿Puedo confiar en ti, Hope?
—Sí, principessa, puedes confiar en mí —su mirada se suaviza cuando la llamo así y tomo su mano para besarla, entonces yo y mi bocota que elige el peor momento para hacer una pregunta— ¿Cómo conoces a Daliah?
Su expresión cambia y sus gestos demuestran enojo, su cuerpo se tensa y acabo de cagar el momento, deber ser el mismo don porque el que mamá se jacta que tiene mami, debí haberme quedado callada.
—¿Fuiste a verla?
—Sí —cierra los ojos lentamente tensando sus labios y se levanta—, ósea no a verla a ella fui a tomar algo al bar y ella bajó cuando no quise subir.
—¿No había otro bar? ¿No hay otros bares? ¿Acaso no te pedí que tuvieras cuidado? ¿No entiendes que ella es peligrosa? Creo que lo mejor es que me vaya.
Camina hasta el comedor y me levanto rápidamente para tratar de impedir que se vaya, por eso no siquiera me importa usar un pantaloncito corto y salgo en bragas y camiseta detrás de ella.
—¿Por qué no me dices de una vez como se conocen y terminan este juego estúpido de intriga? Ella conocía la manera en la que yo y solo yo suelo llamarte y créeme que escuche bien cuando dijo principessa y no princesa —ella se tensa como y veo como los nudillos al rededor de la tira de su cartera se ponen blancos— ¿Tuviste algo con ella?
—Al perecer necesita otra visita a su bar y que vaya con dialogo de la mano.
—Matilde —ella frena—, respóndeme por favor —tomo su mano y finalmente logro que voltee a verme— ¿Tuviste algo con ella?
—Tengo que irme.
—Mati —tomo su mano— por favor dime, necesito saber.
—Lo que necesitas es mantenerte alejada de ella.
—Matilde —se acerca a la puerta y antes de que pueda detenerla la puerta se cierra detrás de ella.
Suspiro frustrada, ninguna me dice nada sobre como se conocen y cual es o fue su relación. Ella puede confiar en mí, pero yo ¿cómo puedo confiar en ella sino habla conmigo? Me siento frustrada en el comedor del departamento y tomo el teléfono para llamarle, pero me detengo, sé como reaccionará si la acorralo. Golpean la puerta y me levanto frustrada a atender, espero que sea ella.
En cuanto abro la puerta la castaña que conozco se me abalanza, acorralándome contra la pared y antes de que la puerta se cierre una mano aparece y la toma por el cabello.
—Escúchame bien, pedazo de estúpida —dice la dueña de esos ojo verdes furiosa, tomando a Harriet—, esta es la última vez que tocas a MI mujer —creo que me mojé—. Tú, inocente palomita, cierra con llave y fíjate antes de abrir quien es, no seas tan confiada ¿Qué tal si fuera un ladrón o un asesino?.
—Suéltame —patalea la de ojos cafés.
—Claro, cuando lleguemos abajo, así te muestro el camino a tu auto y por dónde nunca jamás debes regresar.
—Matilde tenemos que hablar —me observa entrecerrando los ojos y se acerca a mí aún tomando del cabello a Harriet, yo con miedo retrocedo un paso, ella me limpia la boca con una mano—, tenemos que hablar —le susurro de nuevo.
—Cállate —me dice y me callo, se acerca y me besa—. No dejes que cualquiera te bese.
—Pero es que no me dio tiempo de...
—Que te calles —me callo—. Solo yo puedo besarte ¿okay? —no respondo, Harriet se queja—. Calladita mimada, o voy a filtrar en la prensa lo acosadora y gay que eres. Tú ¿por qué no respondes?
—Me dijiste que me callara.
Suspira y blanquea los ojos para terminar de disminuir el espacio entre nosotras y besarnos, se separa de mí sonriendo.
—Te veo luego. Vamos, Harriet.
Entra con Harriet de los pelos al ascensor mientras revisa su teléfono. Dios si existes, gracias por no dejarme morir hoy y cuida a Harriet. Cierro la puerta y veo un sobre tirado en el suelo, es otra carta de ella.
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