HOPE
Las cenas benéficas son lo común entre la gente de un buen poder adquisitivo, es cómo decir aquí vengo a repartir dinero porque mi bondad no tiene límites en mi cuenta bancaria. Mis madres las odian, mi abuelo, George, las odiaba y yo no soy la excepción.
—Mami, recuérdame por qué estoy aquí —le pregunto a la pelinegra de ojos celestes a mi lado.
—Porque serás una de las accionistas mayoritarias del buffet y esto es algo que tendrás que hacer cada tanto, así que hazte a la idea.
—Odio estás estúpidas cenas dónde la gente estúpida ricachona lava sus pecados soltando un par de dólares.
—Bueno para tu mala noticia, perteneces a este grupo de estúpidos, como nosotras, gracias por el cumplido por cierto —me sonríe—, y a menos que quiebres el buffet seguirás teniendo que padecer eventos como estos, más los ceros extras en tu cuenta bancaría luego de algún otro digito primero.
Mamá llega y protocolarmente me quedo junto a ellas, un momento antes de decidir vagar entre medio de la gente, las sonrisas falsas que se regalan unos a otros y encuentro a mi tía Vicky a la que abrazo por la espalda fuerte.
—Hola, cosita de la tía —me dice ella volteando a saludarme, supongo que siempre nos van a ver chiquitos— ¿También te obligaron a venir?
—Sí ¿A ti también?
—No, en realidad a Mati la tuvimos que obligar —la busco con la mirada y la encuentro—, están con Julia por allá —señala un grupo de gente con el que conversan y de pronto tengo sus ojos verdes puestos en mí—. Te mira pidiendo rescate, ve —me empuja, pero yo no me muevo.
—En realidad iba al baño.
Huyo lo más rápido que puedo del evento, verla en con ese vestido negro largo ajustado al cuerpo y un enorme corte en su pierna el cabello suelto, y esos ojos verdes penetrantes mueven cosas en mí, hacen latir mi corazón con solo verla, es algo que siempre ha logrado.
—La escurridiza solía ser yo —respiro y miro hacia atrás como sale de las sombras y al verme sus ojos verdes parecen brillar—, Me gusta como te queda tu vestido.
La escucho y no lo creo ¿Es la misma persona que hasta hace unos días me dejo una carta diciéndome cuanto me odiaba? Le doy la espalda sin responderle, miro mi vestido largo que llega por encima de la rodillas, en la punta va del negro aclarándose hasta llegar al blando con unas pequeñas enredaderas bordadas de color negro que suben por mi escote y llegan los tirantes, es simple, no tiene brillo, ni glamour, no es tan elegante, pero siento que m refleja a mí. Mi cabello está tomado y los aritos de perla largos, los siento cerca de mi cuello.
—¿No dirás nada?
—Lindo vestido —dejo mi copa de champagne a la que solo le apoye los labios y que estuve paseando sin tomar para que nadie me invitara una—. No deberías estar aquí afuera.
—No deberíamos —me dice colocándose a mi lado, mientras ambas miramos al frente cuando lo que nos interesa mirar la tenemos al lado—. No sabía que vendrías.
—Yo tampoco sabía que estarías aquí —digo suspirando—, pero supongo que esto es algo a lo que nos vamos a tener que acostumbrar, no es la última vez que nos encontremos en eventos como este. Supongo que tendrás que soportar mi presencia un poco más —tomo la copa aún llena y volteo para dirigirme adentro de nuevo, siento su perfume, rozo su brazo y me obligo a seguir—. Te veo adentro.
Le digo esto tragando grueso, mi cuerpo traicionero se pone pesado y dar un paso supone levantar un ancla de 100kgs con cada pierna, jamás cuando la tengo cerca quiero o puedo apartarme de ella, y ahora no es la excepción. Antes de siquiera estar lo suficientemente cerca de llegar a la puerta de este balcón, me toma del brazo logrando que la copa se estrelle en el suelo y yo termino acorralada contra la pared fuera de la vista con su cuerpo cerniéndose contra el mío.
—¿Solo te parece lindo mi vestido? —me dice con el ceño fruncido— ¿Qué hay de mí?
—¿Qué quieres que te diga? Que me encanta como te queda, que luces espectacular, que eres la mujer más bella y radiante de la noche, que desde que supe que estábamos en el mismo espacio físico y te vi no puedo dejar de mirarte, que teniéndote tan cerca te deseo, te anhelo, y cuando estás lejos, te pienso todo el tiempo y si duermo te sueño, que en mi mente habitas 24/7 y quisiera que eso se hiciera realidad —su agarre fue aflojando de a poco—. Eso es lo que pienso, eso es lo que siento —intenta besarme y con toda mi fuerza de voluntad, en contra de lo que realmente quiero le corro el rostro—. ¡No! He cometido muchos errores en mi vida —la observo—, no dejaré que tu cometas los mismos conmigo, estás en pareja.
—¿Por qué no? No te importó hacerlo en el pasado y estar con mi mejor amigo.
—Pero tú estás en pareja —le digo decepcionada de su actitud— ¿En qué clase de persona egoísta y cruel te has transformado para ni siquiera pensar en tu pareja? —se aparta tragando despacio— No eres la chica de la que me enamoré, esto que eres ahora dista mucho de la mujer que amo. No te me acerques, mantente lejos de mí y no vuelvas a tocarme o intentar besarme —le digo con enojo y por primera vez en sus ojos veo dolor—. Regresaré a la fiesta.
Me aparto y la aparto, si vuelve a tomarme no estoy segura de resistirme a ella otra vez, no soy tan fuerte. Salgo tratando de alejarme lo más rápido que puedo de ella, y de peligrosidad de quedarnos de nuevo a solas. El resto de la cena, tomo asiento en la mesa que nos asignaron junto a mis madres, mis tías y ella, pero no hablo, apenas opino y apenas participo en lo que sea que hablan, solo asiento con una sonrisa, y solo un par de veces coincidimos en las miradas que van y vienen mientras todos conversan.
—Hope ¿sales con alguien? —observo a la pareja grande que se sentó en nuestra mesa.
—No, estoy soltera —veo como ella suelta un leve suspiro bajito.
—Tengo nietos o nietas que puedo presentarte —sonrío incomoda por cortesía.
—¿Te gustan los colorados o rubios?
—Gracias, pero mi tipo va más por el cabello castaño —ella sonríe llevándose la copa la boca—, pero gracias por al oferta, estoy muy bien sola.
Miro directamente atrás de Matilde a la persona que se presenta de pronto, Harriet, y claro que todos en la mesa sabemos que ella es la hija del vice presidente, un error de varias noches. La chica de cabello castaño y ojos café llega con una gran sonrisa a la mesa, colocándose justo detrás de Matilde, regalándome una gran sonrisa.
—Buenas noches a todos —todos extrañados la saludan de manera cortes y ella no despega su mirada de mí, miro a ambas, pero sobre todo a Matilde que está totalmente seria por un segundo quizás demasiado largo. Algo que llama la atención de mi mamá que me mira frunciendo el ceño y me doy cuenta de que ella me vio, aunque no sé exactamente si frunció el ceño por Matilde o porque me acosté con Harriet—. Hope, me preguntaba si podemos hablar un momento luego —por lo general desaparezco mediante la cena o apenas termina. La verdad es que lo que menos ganas tengo es de hablar con ella.
—¿Sobre qué?
—Es algo privado y me gustaría tocar el tema —ya sé por donde va lo de "tocar el tema"— en privado.
—Claro —digo dando un trago a la bebida de mi copa.
—Genial, no te vayas antes, por favor —me guiña un ojo de manera descarada—. Que tengan buenas noches —En cuento se va el matrimonio sigue de celestino con comentarios.
—¿Sabes si ella está soltera? —me preguntan y yo niego porque ni sé, ni me interesa.
—¿Qué hay de ti, Matilde?
—Yo estoy con alguien... por ahora —me mira y aparto la mirada.
—Chicas lindas que no están disponibles, una lastima —dice el hombre.
Alguien toma el micrófono y comienza a hablar, se va con mi mami al baño, mi mamá me pide que me siente a su lado justo al lado de Matilde, yo me niego y ella pone su cara, esa de "te lo pediré bien una vez" así que termino al lado del amor de mi vida, y es una tortura porque siento como su energía reclama la mía y no puedo hacer nada. Siempre nos hemos atraído como la tierra y la luna, es algo inevitable cuando nos tenemos cerca, buscamos acércanos a la otra y ser parte de su orbita.
—¿Qué pasa?
—Le pregunto al oído.
—Luego hablamos tú y yo, pero te quiero aquí.
—Muy bien, damos comienzo al motivo por el cual estamos recaudando los fondos, les pedimos a todos quedarse en un momento en sus asientos ya que los representantes de cada organización harán su entrada en un momento y se apagarán las luces, si alguien quiere ir al baño el momento es ahora.
Varias personas se levantan, mi mami llega con Julia del baño y en cuanto se sientan en la mesa, música suena, el salón queda a oscuras y Matilde me roba un beso, justo antes de que un juego de luces haga aparición en escena ella me toma de la mano y entre las mesas me saca hasta que salimos por la puerta principal. Le pide al valet las llaves de su auto y yo me planto firme sin moverme cuando tira de mi mano.
—Te dije que no me tocaras, no me besaras y no te me acercaras y acabas de pasarte por el culo todo lo que te dije —le digo parando en seco.
—No te irás con ella.
—Matilde, por favor —intento cambiar de táctica— están mis madres y las tías dentro.
—Me importa una mierda si el espíritu santo bajo en persona, no irás —me toma del brazo y tira de mí. A punto de negarme una voz aparece en cerca de la puerta es Harriet—. Sube al auto o te besaré tanto y tan rico delante de ella, que la niña de papi se nos querrá unir —se separa de mí, mirándome con una sonrisa lasciva.
Miro hacia atrás y me subo al auto mientras Harriet baja rápidamente las escaleras intentando detenerme para que no me vaya, ella acelera con una sonrisa de victoria y el auto patina en la grava, los teléfonos comienzan a sonar, primero el mío con el número de Harriet y luego el de ambas con los números de las tías y mis madres.
—Mami, me sentía mal y Matilde me está llevando a mi departamento, creo que los camarones me cayeron mal —ella me mira y sonríe. Medio que me cree y corto.
—¿Por qué que me sacaste así?
—Ya sabes por qué. Pon tu dirección en el GPS —la marco en el mapa.
—No, no lo sé —se muerde los labios y se queda sin responder.
—Tu dirección o te llevo a mi casa. —ingreso mi dirección mientras voy cruzada de brazos y en silencio el resto del camino, ni siquiera la miro y ella tampoco habla.
Llegamos al edificio de departamentos donde vivo y ella entra al estacionamiento un momento. Apaga el auto y ¿tal vez espera que le invite a subir? Desbrocho mi cinturón y abro la puerta para bajarme y salir de aquí, de su compañía lo antes posible.
—Hope —llama mi atención tomando mi mano, mientras mira mis labios—, no haré nada más —me suelta la mano despacio—, descansa.
—Matilde ¿por qué haces todo esto?
—Ya lo sabes —me paso la mano por la frente exhausta negando—. Porque eres mía, Hope, y lo sabes. Deja de revolcarte con zorritas.
—Tú y yo no estamos juntas, pero tú si tienes pareja, así que déjame en paz.
—Te odio —me dice cuando le doy la espalda.
—Que rara manera de decir te amo, principessa.
Quizás fue la manera de llamarla por el apodo que jamás usé con alguien más, porque era de ella, o el momento que decidí usarlo, pero ella bajó del auto más rápido que mi habilidad de para moverme lejos de ella y me acorraló besándome afuera del auto, esta vez no pude evitar corresponderle el beso o esquivarla. Te odio me susurraba entre cada beso salvaje y necesitado de nuestras bocas por acércanos más.
—No sabes cuanto te odio —me dice viéndome directamente a los ojos.
—¿Por qué tengo que estar recordándote siempre que tienes pareja? —me limpio la boca de su beso, ella achica los ojos y su respiración se torna un poco agitada— No vuelvas a besarme, ya te lo dije una vez —la aparto empujándola un poco y trato de irme, pero toma mi mano y me suelto, llego a los ascensores y ella me llama, corriendo detrás de mí.
—¡Hope, hay algo que tenemos que hablar! —volteo a verla y las luces de un auto me enceguecen, entonces ya no la puedo ver...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro