Epílogo
Está claro que nunca sabremos cuándo va a ser la última vez que veremos a una persona, la última vez que podremos abrazarla, la última vez que nos oiga decirle cuánto la queremos... Hoy estoy frente a la lápida de mi madre biológica. Por fin la recuerdo. Sus delgadas facciones y su débil voz. Su enfermedad, su lucha. El sufrimiento. Aquello acabó con ella...
Papá permanece a mi lado, en el cementerio del pueblo donde nací y viví mi infancia. Hace poco que hemos estado en nuestra casa, le he pedido que me llevara. Ha sido un momento duro cuando he visto el jardín trasero y la vía del tren. Todos los recuerdos me han atacado y varias lágrimas han rodado por mi rostro, pero necesitaba ir para terminar de completar mis recuerdos.
Hemos traído unas rosas de color claro, las favoritas de mamá.
—Ella decía que las espinas representaban la fortaleza —susurra papá.
El lugar se quedó en un silencio únicamente roto por el canto de los pájaros.
—Papá —cojo fuerzas—, quiero decirte... que te entiendo. Mamá estaba sufriendo... —Me tomo un pequeño tiempo antes de continuar—. Ojalá hubiera sido diferente, ojalá ella siguiera viva y estuviera bien.
Mi vista regresa a su lápida y mis dedos rozan la piedra, el grabado con su nombre y la fecha de aquel día. Papá me abraza y de nuevo lloramos juntos. Puede que hayan pasado muchos años, pero ninguno de los dos ha conseguido superar lo que ocurrió. Él empieza a relatarme anécdotas de cuando yo era más pequeña y ella estaba bien. Logra que me ría, entre lágrimas y pañuelos.
Nos quedamos sentados en un pequeño banco, yo apoyada en su hombro. Recuerdo el día de ayer, todo lo que pasó. Ahora tanto Tobías como su padre están en la cárcel. Y con respecto a Sergio... Cuando vino a por nosotros al hospital, trajo un notición: la policía quería reclutarlo como criminólogo. Estaba tan feliz que saltaba de alegría. Le han premiado por su gran ayuda en mi caso y tiene que recoger una medalla. De hecho, esta noche después del acto vamos a ir a celebrarlo con nuestros padres a un restaurante.
Respiro hondo, pienso en cómo han cambiado las cosas en las últimas semanas. Mi vida ha dado un giro enorme. Me he pasado los últimos años visitando tanto el cementerio de mi pueblo como el de la ciudad, esperando encontrar a mis padres en ellos. He tenido la suerte de que ellos dos estén bien.
Porque ahora sé una cosa: mamá está bien.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro