Capítulo dos
Amor a primera vista
Justin ayudó a su mujer a tomar asiento en el comedor. Colocó dos platos de vidrio con pasta en ellos, para después servir un poco de vino tinto en ambas copas.
Alyssa visualizó la comida y su estómago rugió, atrayendo la atención de Justin, el cuál emitió una leve risa. —Morías de hambre, ¿verdad?
—Eso creo.
El castaño se sentó frente a ella y la miró, detalladamente. Era hermosa, a pesar de sus heridas en el rostro, seguía siendo muy bella, tanto, que le costaba a Justin creerlo.
Él fue el primero en saborear la comida, no le gustaba ser presumido, pero era muy buen cocinero. Desde chico le interesó todo acerca de cómo hornear un pastel hasta cómo cocinar un pescado ahumado. La pasta le había quedado realmente deliciosa, pero al notar como su esposa no había tocado ni siquiera el tenedor, éste frunció el ceño.
—¿Qué sucede?
Alyssa levantó los hombros. —Perdón, es solo que dijiste que habías cocinado mi favorito.
—La pasta es tu favorito —contestó Justin ofendido. —Mi pasta es tu favorito, siempre lo ha sido, te fascina.
La morena solo asintió cabizbaja y tomó por fin el tenedor, saboreando el primer bocado. Después lo miró y sonrió a medias. —Está muy rico.
—Te dije que te encantaba. —el ojimiel guiñó, provocando mariposas en el estómago de su pareja.
Minutos después, los platos poco a poco quedaban vacíos. Alyssa echaba un vistazo a su alrededor, tratando de recordar la casa mientras Justin terminaba de comer su exquisito platillo. —¿Cuándo... cuándo nos mudamos aquí?
Justin paró de introducir comida a su boca y bajó el tenedor. Se mantuvo pensativo unos segundos y después contesto. —Poco antes del accidente.
—¿Así que tuviste que pasar por todo esto? —preguntó, transmitiendo un poco de lástima. —No tienes que cuidar de mí.
—No tengo que hacerlo. Quiero hacerlo. —habló enseguida para después tomar de su mano con delicadeza. —Eres mi esposa.
La chica emitió una frágil sonrisa de labios, cautivada por las palabras del castaño. Justin llevó su mano lentamente hacía su boca para depositar un tierno beso en ella. Alyssa sintió un escalofrió. No sabía por qué, pero ese hombre provocaba muchas sensaciones en ella que eran inexplicables. Después de la romántica escena, la morena continuó por terminar de comerse su pasta. El ojimiel tomó de la copa de vino tinto y dio un largo sorbo, derramando una gota por sus labios accidentalmente, que enseguida limpió con su lengua. Alyssa se percató de sus acciones provocativas, sintiendo un gran deseo por probar sus labios. De inmediato regresó su vista al platillo.
—Los elefantes están muriendo de coronarias. —mencionó Justin mirándola.
La chica tragó un bocado y expresó confusión. —¿Disculpa?
—En la jungla. —contestó con seriedad y bebió otro sorbo de vino sin dejarla de observar directamente. —Están muriendo de estrés por falta de agua y comida. Es la tensión que realmente los mata.
Alyssa frunció el ceño sin entender de qué estaba hablando. Solo asintió desconcertada.
—¿Recuerdas? —preguntó Justin con un brillo en sus ojos mieles.
—No. —contestó la morena.
—¿No te acuerdas de los elefantes?
La chica permaneció callada durante varios segundos, muy desorientada. Miró a Justin tratando de entenderlo. —No. No recuerdo.
El castaño seguía con la vista puesta en ella. En su rostro comenzaba a notarse una desesperación. —¿Qué recuerdas?
—No recuerdo dónde me crie. —confesó.
Justin suspiró y llevó una mano a su cabello dorado, despeinándolo un poco. —¿No recuerdas nuestro baile de graduación? —Alyssa paró en seco, mirándolo. —¿Besándote por el arroyo?
La morena cerró los ojos, intentando recordar su pasado. Deseaba decirle a Justin que, si lo recordaba, pero su memoria no la estaba ayudando en lo absoluto. Abrió de nuevo sus ojos con melancolía.
—¿No lo recuerdas? —insistió una vez más el ojimiel.
—Quiero... —contestó Alyssa tristemente. Justin bajó la cabeza tratando de ocultar las lágrimas que estaban por salir. —Lo siento.
El ambiente se tornó algo incómodo después de que ninguno de los dos emitiera ni una palabra.
—¿Sabías que el primer abridor de latas... —dijo el castaño, levantando la mirada nuevamente hacía ella —, ni siquiera se inventó hasta cincuenta años después de que la primera lata fue producida?
La morena resopló con una media sonrisa. —Guau.
—Te he echado de menos. —confesó Justin.
...
Justin subió a Alyssa entre sus brazos hacía la habitación, como recién casados. La recostó suavemente sobre el colchón de la nueva cama matrimonial que había sustituido por la cama de hospital para depositar un beso corto sobre sus labios. La morena cerró los ojos disfrutando de su roce.
—Tienes que descansar, cariño. —susurró alejándose de su boca.
La chica asintió y Justin emprendió su camino hacia la puerta del cuarto. Antes de salir, escuchó como su esposa lo llamaba. —No te vayas, quédate conmigo.
Él se detuvo y volteó sobre sí mismo mirándola esbozando una sonrisa. Regresó acostando su cuerpo a un lado del de ella, sintiendo su calor. Alyssa lo miró de reojo, admirando su belleza masculina. Era demasiado atractivo, con esas cejas pobladas y su perfecto perfil griego. Ni hablar de esos labios rosados llenos de vida y esos ojos color avellana que te hacían perderte en ellos por completo. De un momento a otro, Justin sacó de su camiseta mostrando su definido, pero no exagerado abdomen. Se sorprendió al ver que estaba cubierto de tinta por muchos tatuajes sobre su piel. Si no recordaba a Justin, mucho menos a sus tatuajes. Una increíble cruz abarcaba su pecho, incitándole las ganas de tocarlo con su dedo. Se estremeció al imaginar tocar su piel. —¿Qué... qué haces?
—Comenzaba a darme calor. —contestó volteando su rostro frente a ella.
Alyssa se mordió el labio inferior disimuladamente, tratando de controlarse. Estaba feliz de tan solo imaginar que ese hombre era suyo, que le pertenecía. Justin tocó su cabello oscuro y bajó su tacto a su mejilla. Con la yema de su dedo la acarició, sintiendo lo suave que era. La morena tragó saliva. Necesitaba que Justin parara.
—Tienes piel de bebé —dijo sonriendo —, siempre la has tenido.
La chica se acercó lentamente hacía su rostro y con mucho nerviosismo, posó sus labios sobre los de él. Justin de inmediato la tomó por la nuca y profundizó el beso, con mucha pasión. Alyssa correspondió el beso introduciendo su lengua, al igual que él. Con mucho cuidado, Justin se colocó delante de su cuerpo y comenzó por besar su cuello lentamente. La morena apretó las sabanas con sus puños, dudando si estaba haciendo lo correcto. Justin levantó de su blusa de seda y acarició su piel hasta llegar a sus pechos. Alyssa gimió de placer y el ojimiel sonrió victoriosamente. Tenía a su mujer a sus pies.
Minutos después, los dos se encontraban totalmente desnudos, compartiendo su calor. Alyssa acarició su espalda mientras él besaba sus hombros. Lo quería, lo deseaba, lo necesitaba. Justin besó de nuevo sus labios y con su mano acarició su zona femenina. Ella volvió a gemir, a punto de explotar.
—¿Estás segura que quieres esto, cariño? —susurró sobre su oído. Ella solo asintió agitada.
Justin la besó por última vez antes de introducir su miembro en ella. Alyssa contuvo un grito ahogado y apretó sus labios. El ojimiel comenzó a moverse dentro de ella, con suavidad y delicadeza. La morena rasguñó su espalda, dejando marcas rojizas sobre su piel. Justin tomó de sus manos, entrelazando sus dedos con los de ella.
Y entre sudor y calor, hicieron el amor, como el marido y mujer que eran.
Después de unirse en cuerpo y alma, Alyssa se encontraba recostada sobre su pecho, acariciando con su dedo la cruz marcada en su piel, tal y como lo quería desde el principio. —¿Hemos sido felices?
—¿Tienes que preguntar? —cuestionó Justin —Creo que ya te hice acordar. —Alyssa sonrió y el castaño besó sus labios —¿O quieres que te haga acordar de nuevo?
Colocó un gesto con picardía y la morena se sonrojó por completo. —¿Cómo nos conocimos?
—Amor a primera vista. —contestó acariciando su cabello.
Alyssa lo miró fijamente con curiosidad. —¿A dónde fuimos de luna de miel?
—Al norte.
—¿Dónde en el norte? —volvió a preguntar.
Justin permaneció callado unos segundos. —Me gustaría que el accidente no te haya dañado el cerebro.
—¿Cómo pasó? ¿Por qué no saliste herido? —dijo con voz baja.
El ojimiel levantó los hombros. —Fui lanzado desde el coche. No hablemos de ello todavía, cariño. Solo te molestará. —besó su frente y Alyssa tomó de su mano —Solo quiero tener pensamientos felices.
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