🍁𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑿𝑰𝑰𝑰/𝒑𝒖𝒆𝒓𝒕𝒂 𝒂 𝒍𝒂 𝒍𝒊𝒃𝒆𝒓𝒕𝒂𝒅🍁
La piezas de ajedrez siempre se mueven a conveniencia de el jugador, pero a veces esas mismas piezas pueden destruirlo y hacer terminar todo en un posible jaque.
Karina
Tenia que despertar, pero su cuerpo permanecía inmóvil.
Tenía que luchar, pero fuerzas se habían agotado.
Tenía que volver, pero no recordaba el camino de regreso.
Tenía que abrir sus ojos, pero la oscuridad le transmitía más paz.
Aún así, pronto su mente aprovecho esa oscuridad para recrear imágenes propias, o tal vez, solo provenientes de un subconsciente.
Estaba de nuevo ahí, en aquel accidente de auto, de repente algo no cuadraba.
Aunque seguía sin entender lo que Levana discutía, todo se repetía de nuevo y solo escuchaba una especie de pitido.
Pero está vez se percató del lugar por el que transitaban, la carretera no tenia árboles, aún así choco contra el único árbol que había allí, algo muy conveniente.
En el momento que el árbol callo sobre el auto, justo sobre el lado de Levana, despertó sobresaltada con una gran pregunta.
¿Un árbol puede caerse con simplemente un choque?
Su cuerpo permanecía inmóvil pero aún tenía sus ojos abiertos, se encontró con una escena tan similar a una que ya había vivido.
Pero está vez más personas que estaban allí, en aquella habitación si las reconocía.
Se sentó y Larry se apresuró a darle un vaso de agua.
—Toma, y dime, ¿Cómo te sien- – no pudo terminar antes de que Karina tirará el vaso, tal cómo aquella vez.
—Estoy bien, los que no están bien son ustedes – su voz salió con un gran rencor y algunos bufidos que hacían asemejar sus palabras a un regaño – donde está Gabriel.
En ese momento el chico apareció cruzando la puerta como si estuviera esperando que lo llamarán.
—Alguien no puede vivir sin la leche de su negro y se mareo por la falta de este – dijo con un tono burlesco, y decidió no haber dicho nada cuando miro a Karina – perdón.
El solo bajo la cabeza como un perro mientras Lira se disponía a limpiar el desastre ocasionado por el vaso, y Larry miraba a Karina consternado.
—¿Qué te sucede ahora?, estás muy rara desde que despertarte del coma – pregunto Larry esperando una respuesta que no lo cortara más de lo que ya estaba.
—¿Qué me sucede?, Lira sigue fingiendo que no puede hablar cuando lo hizo sin problemas frente a Gabriel para llamar a Dominic y Emma – respondió dirigiéndose directamente al grano.
—¿Lira? – Larry soltó una risa tan mentirosa como él – Lira no llamo a nadie, de seguro fue que escuchaste cosas.
—¿Escuchar cosas? – ahora fue el turno de Karina de reírse mientras se ponía de pie y tomaba a Larry por la camisa – resulta que ahora he escuchado muchas cosas, ¿Sabes?, he escuchado tantas cosas que no son reales, mi cabeza da vueltas, no que se es verdad.
—Dime de lo que dudas, y yo te responderé si es falso o verdadero – pronunció Larry intentado que Karina relajara sus manos para apartarlas de su camisa.
—¿Tu romance con Gabriel..? – pregunto de manera directa mientras su mirada se dirigía a un Gabriel sorprendido.
—No es un romance – respondió Larry de manera firme – él es solo una prostituta, ¿Sabes lo difícil que fue?, estuviste en coma, y cuando despertaste no me recordabas, tu tienes a él doctor y a Aron, ¿Por qué yo no?
—Eres un gay y mentiroso.
—Bisexual es el termino correcto.
Soltó a Larry mientras se reía y se levantó de la cama directo hacia la salida, estaba dispuesta a terminar con todo, a lograr encontrar la verdad.
Salió de la habitación con tres personas detrás, un Gabriel, un Larry y una Lira atenta a cada uno de sus movimientos, Karina sabía esto pero no pensaba detenerse.
Aquella cabaña era tan parecida a aquella que recordaba antes de despertar de su supuesto coma.
Era idéntica, desde la cocina donde una vez beso a Larry, hasta la sala de estar donde una vez escucho a Larry y Dominic hablar sobre como su plan estaba marchando bien.
Pero había algo que no recordaba de ese entonces , era una puerta que no recordaba de ese momento, pero en esa especie de visión que tuvo, era en esa habitación donde estaba aquella caja en forma de cofre que podría tener todas las respuestas.
Cuando comenzó a caminar hacia ella fue detenida por Larry.
—Creo que es mejor que hablemos – se apresuró a comentar para quitar su atención de la puerta – estás alterada, tu mente distorsiona las cosas por la confusión.
Karina soltó una risa y apartó su brazo de un jalón, no se detendría, no ahora que estaba tan cerca de por fin dejar salir todo a la luz y encontrar una paz mental que Dios sabía que la necesitaba.
Al llegar a la puerta llevo su mano a la manija de la puerta, sintió un gran escalofrío, tal vez era la fría manija o aquel sentimiento de libertad que estaba a punto de lograr… pero hubo un problema, la puerta no abría, estaba con llave.
—¿Dónde está la llave? – pregunto Karina esperando una respuesta concisa de lo que necesitaba.
—No se, solo tu difunto padre y tu difunta madre podían – contesto Gabriel, lo que hizo que recibiera unas terribles miradas de parte de los mellizos.
Karina frunció el seño y soltó un fuerte bufido mientras se ponía en cuclillas para observar el cerrojo.
—¿Dónde está la llave? – espeto nuevamente, esperando está vez la respuesta que necesitaba.
—Que no sabemos – dijo una impaciente Lira, lo cual llevo a un largo silencio en aquella cabaña.
—ME ESTAN MINTIENDO – grito fuertemente Karina, y esas palabras resonaron con eco entre las paredes de la cabaña.
Karina se enderezó y giró lentamente para mirarlos, necesitaba que dijeran donde estaba la llave de la cabaña, pero ninguno se inmutó en decir nada, solo bajaron la cabeza.
—Con que así vamos a jugar.
La desesperación se apoderó de Karina, iba… necesitaba ver lo que había allí en aquella habitación.
Camino por toda la cabaña con tres personas detrás, se sentía observada pero eso no la iba a detener.
Entro a cada una de las habitaciones y comenzó a abrir uno a uno todos los armarios.
Comenzó a tirar todo el contenido en busca de algo que pudiera servirle, estaba muy cerca de acabar con todo, y saber la verdad, no había poder humano que la detuvieran.
Y aunque hubiera poder humano que la detuviera, aquel poder permanecía en tres personas ansiosas que la observaban.
Cuando por fin, Karina encontró un martillo y se giró hacia Larry puedo ver lo que parecía una gota de sudor en su frente, ¿Qué ocultaba?, ¿Por qué estaba tan nervioso?, eso no le importaba ahora, estaba cansada de intentar descifrar los gestos de todos.
Camino a pasos grandes hasta aquella habitación a la que le impedía el paso, y como si se le hubiera metido el mismo demonio, comenzó a golpear la puerta con el martillo con la esperanza de que se rompiera.
Por la puerta apenas si obtuvo pequeños rasguños después de tan desgarradores golpes.
—No lo soporto – dijo Gabriel rompiendo con el silencio – si voy a morir, tendré que morir por mi causa con la de un Smárdagos.
Sin más que decir, Gabriel, alguien no influenciado por el estrés, le arrebato el martillo a Karina y comenzó a golpear con el mismo la manija de la puerta.
Si bien, la puerta era resistente, la manija no soporto mucho, fue cuestión de unos cinco a seis golpes para que se reventara, aún así la puerta no se había.
Se había caído la manija pero el cerrojo aún se mantenía con seguro, fue entonces cuando Gabriel noto una pequeña rendija entre la puerta y el marco.
—Trae una cuchara, tu identificación, algo así, ¡Ahora!, se como abrirla – dio la orden a Karina y ella rápidamente fue a buscar alguno de los elementos que Gabriel había mencionado.
—Gabriel Von Dier, que estás haciendo – pronuncio con dificultad Larry el cual ponía una mano sobre el hombro de Gabriel.
—Lo que hace una prostituta – respondió el rebelde mientras retiraba la mano de Larry de su hombro.
Entonces por fin llegó Karina con una tarjeta que había encontrado en la cocina de lo que parecía un restaurante que hacia pedidos a domicilio.
Gabriel la tomo con manos temblorosas esperando que esto funcionará.
Metió la tarjeta entre la rendija e intento abrirla, lamentable tenía doble seguro.
—Necesitamos un fierro – murmuro Gabriel para Karina.
—Vi uno junto a la cocina.
Karina no entendía porque Gabriel le estaba ayudando, pero solo no podía, hacia que aceptaba sus órdenes como una importante misión.
Fue a la cocina y en cuestión de minutos llegó nuevamente con el fierro en mano, se lo entrego a Gabriel y espero que por fin abriera la puerta.
Gabriel tomo el fierro con confianza y lo metió entre la rendija, comenzó a ejercer fuerza en él como si fuera una palanca y por fin la puerta dio signos de que estaba a punto de abrirse.
Entonces Karina para ayudarlo se abalanzó sobre la puerta empujándola haciendo que está se abriera quedando algo descolgada.
No dio tiempo a decir gracias, simplemente entro a la habitación que parecía una oficina o un despacho.
Justo al fondo estaba un escritorio y detrás de este un gran cuadro, como la imagen que en su momento Larry le mostró cuando descubrió que era una Meyer.
Camino a pasos grandes hacia el escritorio y comenzó a buscar aquella caja en forma de cofre, que al encontrar se dio cuenta que también estaba con seguro.
Pero el cerrojo era extraño, tenía una forma parecida a…
¿Una luna eclipsada? Cómo la de mi collar.
Se alejó lentamente y miro a Larry y Lira, eran los únicos que podrían tener o saber dónde estaba aquel lentamente.
—¿Dónde está el collar? – pregunto Karina de manera directa.
—Dominic lo tiene escondido, así que no esperes encontrarlo – responde Lira con aires de superioridad.
Karina había escuchado la llamada que la chica había hecho, sabía que Dominic estaba cerca así que salió de la cabaña directo hacia la que recordaba que era la casa de Dominic con Lira detrás para asegurarse de que no hubieran problemas.
Entonces Larry miro a Gabriel el cual movía los hombros en círculos.
—No me mires a mi, está prostituta no necesita que la miren – dijo un Gabriel bastante enojado.
Gabriel fue por una toalla y entro al baño dejando a Larry solo en aquel despacho con un gran sin sabor.
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