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🍁𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑿𝑰𝑰/𝑼𝒏 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒐 𝒎𝒂́𝒔🍁

Mas cerca de perder que de encontrar, mas cerca de hundirse que salir a la superficie, mas cerca de la perdición que de la salvación.

Karina

No supo cuando llegaron, su mente indagaba en todo aquello que la atormentaba, todo aquello que para ella era tan misterioso, había llegado al punto de no saber ni quien era, ya no sabia en quien confiar, no sabia quienes la rodeaban mucho menos sabia su identidad.

Había que entender que estaba en serios problemas, desde el simple hecho de no saber quien era, ya se sentía encerrada y sofocada…

Era en esos momentos que sentía que no pertenecía ahí, sentía que aquellas personas que la rodeaban eran cada vez más extraños a medida que los conocía.

Eso le hizo cuestionarse de si de verdad quería saber la verdad o sería mejor seguir así como estaba, engañada pero por lo menos, eso la haría sentirse en paz.

Luego estaba aquella voz de su subconsciente que le recordaba que porque que desearas seguiría con aquella intriga y ganas de saber todo aquello que ocultan.

Un gran dilema, que en otro momento tendría que resolver… Se dio cuenta de eso cuando sintió una mano en su hombro.

Un pequeño salto de su parte y una mirada asesina hacia Lira, nació desde lo profundo de sí, eso hizo que Lira retirará en cámara lenta su mano del hombro de Karina, como si temiera que saltará sobre ella.

—¿Qué quieres? – pregunto Karina a la defensiva.

—Ya llegamos Lira solo te aviso, deja de ser prepotente – respondió Larry con un tono lleno de sarcasmo.

—¡No!, no soy prepotente, todos ustedes son los idiotas y mentiroso aquí – se mordió el labio y se oculto el rostro por medio de sus manos, estaba de mal humor, pero había estado cerca de revelar todo lo que sabía – olviden eso…

—A alguien un negro no le dio duro contra el muro, macizo contra el piso – comento Gabriel para soltar una risa que tuvo que callar cuando Larry lo miro como si desearas estrangularlo.

Larry saco las maletas y tomo cargada a Karina como si fuera un costal de papas para sacarla del auto mientras ella pataleaba.

—¡Suéltame! – exclamó – yo puedo ir sola.

—Pues no parece ahora cállate – respondió de manera fría Larry, pero la verdad era que estaba reteniendo una carcajada.

Karina termino por lograr hacer que Larry se tropezara y callera al suelo con ella.

—Yo puedo sola dije.

—Y yo dije que no parecía – Larry aprovecho la situación para besarla.

Karina de inmediato lo alejó y miro a aquellos ojos verdes como esmeralda, quería ver si a ella la veía como veía a Gabriel.

Entonces supo que Larry hacia esto con ella porque se sentía obligado, siempre tan delicado y cariñoso pero solo lo hacía porque era su deber.

Se dio cuenta, que entonces el deber de ella era no meterse entre él y Gabriel.

—¿Puedes quitarte de encima?

—¿Sucede algo? – pregunto Larry totalmente confundido mientras apoyado por sus brazos levantó su torso.

Karina le dio una mirada a Gabriel como si le rogara que le ayudará.
Mientras tanto Gabriel intentaba tragarse todo su dolor y aquel amargo sabor decidía intervenir.

—Pasa que a pesar de ser su enamorado usted también es su empleado y faltan maletas por llevar – dijo rápidamente Gabriel con algo de picardía y doble sentido mientras tomaba a Karina y la ayudaba a levantarse.

—No te pregunté a ti – respondió Larry con grandes bufidos.

—Preguntaste y yo te di una respuesta, no importa a quien fuera dirigida, fue respondida – respondió Gabriel sin problema, por fortuna sabía controlarse y mantener de lado sus emociones para ser tan insoportable como necesitaba serlo.

Larry estaba listo para responder pero entonces Lira se acercó a él a apretó ligeramente su mano para hacerle saber que no era el momento y mucho menos la persona.

Lira sabía todo, tenía que fingir ser muda pero sus orejas eran grandes parabólicas y sus ojos eran cámaras en todo lugar.

Mientras su hermano tenía que encargarse de Karina, ella tenía que vigilar que él no hiciera algo indebido.

Aunque de vez en cuando ella se encargaba de Karina paga dejar que su hermano viviera su loca aventura, siempre era percatándose de que eso no trajera problemas, ella es algo como la conciencia de Larry.

Así que Larry simplemente obedeció como si le hubiera dado una orden y les dio la espalda a Karina y Gabriel para ir a por las maletas.

Karina miro a Gabriel el cual mantenía una sonrisa como si ella nunca hubiera besado a alguien que a él también le gusta.

Se notaba a largas que esa sonrisa era hipócrita.

Debería aprender más de Gabriel, necesito ser tan parada sobre la tierra como él.

Se comenzó a sacudir la arena con ayuda de Gabriel hasta que comenzó a escuchar ladridos.

Miraba en todas direcciones esperando ver el perro que originaba aquellos sonidos.

Pronto vio un gran animal, su cabello dorado y aquella pañoleta con franjas azul cielo y blancas alrededor de su cuello.

Su cuerpo se tenso de repente su mente volvió a aquel momento, cuando salió con Larry después de estar en el invernadero con Lira.

Miro a su alrededor y nadie se veía preocupado por el gran perro de raza Golden Retriever que corría hacia ella hasta que salto directo hacia su pequeño haciéndola caer.

El perro lamía la cara de Karina con aparente felicidad pero ella seguía paralizada.

Rápidamente comenzó a cuestionar si todo lo de su accidente en el yate era real, pero sus recuerdos de su caída de aquel medio de transporte eran tan reales.

Cuando estaba a punto de reaccionar escucho a Larry el cual tomaba cargado al perro o al menos lo intentaba y lo llamaba por su nombre.

—¡Capitán! – pronuncio con fuerza y gravedad en su garganta Larry para que el perro reaccionará a esto como una orden – tranquilo.

Esas dos palabras resonaron en su mente, eran las mismas palabras solo que en un ambiente distinto, eso mismo había dicho cuando el perro se había abalanzado sobre ella aquella vez.

Quería levantarse pero su cuerpo no respondía, escuchaba la voz de Gabriel totalmente distorsionada.

Intentaba levantarse con la ayuda de su amigo, pero su cuerpo no reaccionaba, pronto comenzó a sentirse fuertemente mareada, sus ojos comenzaron a cerrase.

—¡Larry! Karina se está desmayando – grito Gabriel mientras Lira tomaba el teléfono de Larry.

—¡Dominic!, estamos en la casa de la playa, ven con Emma puede que tengamos problemas – pronuncio sin dificultad Lira.

Las palabras de Lira fueron las últimas que escucho antes de caer totalmente desmayada y hundida en la desesperación.

¿Por qué llamo a Dominic? Cómo es que el sabe que ella puede hablar

Una pregunta que a pesar de estar privada de la realidad la seguía torturando a pesar de estar inconsciente.





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