Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🍁𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑽𝑰/ 𝒄𝒂𝒅𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒔𝒂𝒏𝒈𝒓𝒆🍁

Las cadenas pueden detener y atar, pero tenemos la capacidad de liberarnos ¿Quién elige cómo liberarse? La respuesta es, nadie más que nosotros.

Larry

Miedo, desesperación, terror, angustia... en algún momento hemos experimentado esas emociones y a menudo deseamos no sentirlas, quizás solo se trata de acostumbrarnos, de enfrentar y disfrutar la derrota como una victoria más.

Eso era lo único en lo que debía pensar Larry cuando su madre levantó su delicado pie derecho y lo golpeó con la punta de su tacón en la frente, para luego moverlo como si deseara hundirlo, lo que causó a Larry algo de desorientación, aparte de un pequeño dolor.

— Axel, ¿Cuántas veces te he dicho que no apagues tu teléfono?, maldito engendro - y para colmos dejas que nuestro objetivo se pasee por ahí con un Borges.

— Lamentablemente, eso no me hace menos hijo tuyo – respondió retador.

Recibió otra caricia con el tacón de su madre en la frente, esta vez más fuerte, provocando un leve sangrado. Levantó la mirada directo a los ojos de su madre y soltó una carcajada totalmente escandalosa al encontrarse con los ojos verdes de ella. El dolor era algo que fingía no importarle, solo para poder mirar a su madre a los ojos y mentirle con tal picardía que la hiciese perder la paciencia.

— Deja de reírte, pareces un psicópata.

— Yo no soy el que le genero una nueva identidad a sus hijos, no me compares contigo - la miro con pesar – tú no pareces, eres un psicópata.

La mujer soltó una risa forzada, inclinando la cabeza hacia atrás. Repentinamente, detuvo su risa, se agachó lentamente para encontrarse con la mirada de Larry y luego tomó su mentón entre sus manos, dando una sonrisa dulce y asintiendo ante lo que estaba pensando para sí misma.

— Eres igual a tu padre, que lastima, eso te hace menos inteligente.

Soltó el mentón de Larry para tomarlo por la camisa, el contrario no podía hacer nada, pero mantenía una sonrisa de oreja a oreja, no le daría la satisfacción de que creyera que podía mandarlo, pues aunque seguía atado, no dejaba de ser Axel Smáradagos, y por consecuencias reunió toda la saliva posible para devolverla la escupa a su madre.

Lo siguiente solo fue la forma en como lo soltó y se pasó las manos por su rostro limpiando la saliva, se levantó y tomo una botella de vino que yacía en su escritorio para servirse un poco del mismo, revolvió un poco el vino en la copa dando suaves giros de su mano mientras miraba a su hijo detenidamente, él sabía que estaba pensando en como castigarlo.

En medio de su espera por conocer su castigo miro como la mujer hizo una leve seña y dos hombres entraron, habían estado en la puerta todo este tiempo, pero estos hombres traían a Lira, su hermana, y su debilidad, la pusieron de rodillas frente a Larry y así mientras la madre de estos tomaba su vino de manera lenta y satisfecha, esos hombres desvistieron a Larry y comenzaron a darle golpes con un látigo de cuero en la espalda donde yacían ya varias cicatrices del mismo artefacto.

— Madre déjalo no le hagas daño – comento Lira dispuesta a intervenir.

Fue entonces cuando su madre dio una sonrisa y levanto su dedo índice, uno de los hombres que estaba agrediendo a Larry le dio un latigazo a Lira en las manos.

— No – grito Larry entre jadeos – Axelle no intervengas...

— Espero que comprendas que a tu madre se le respeta, que a tu madre se le hace caso y no se le insulta, además de eso tampoco se interviene en un castigo.

Larry o más bien Axel no tuvo más opción que asentir entre jadeos mientras recibía los latigazos, recibía cada golpe uno dolía más que el otro, sus manos sobre la fría baldosa del suelo, sus dedos se clavaban en esta como si deseara romperla aun así mantenía una mirada tierna hacia su hermana y una sonrisa mientras esta lloraba y sobaba sus manos.

Su madre lo observaba con una sonrisa de satisfacción mientras tomaba su vino suavemente. Esa era la regla: cuando ella terminaba su copa, el castigo también terminaba. Después de todo, ella nunca podría decir que lo maltrataba, ya que jamás le pondría un dedo encima. Era su manera especial de lavarse las manos, y por eso sus hombres cumplían con gusto cada una de sus órdenes. Al fin y al cabo, ¿quién no sería fiel y obediente a una mujer capaz de ordenar la muerte de toda una familia y la quema de sus posesiones con un simple chasquido de sus dedos? Había algo importante que aprender de ella: si no temía lastimar lo que salía de su interior, mucho menos temería lastimar a un extraño.

El hombre, a pesar de que su cuerpo temblaba del dolor y de que su espalda no hacía nada más aparte de arder y sangrar de manera desesperada, no dejo de lado su sonrisa y su firmeza, no era porque fuera masoquista, ni mucho menos, si no, porque tenía que ver la victoria en su derrota no podía dejarse caer frente a su madre, porque a pesar de todo no permitiría que aquella mujer que se hace llamar su madre lo viera débil, ella pensaba que trayendo a su hermana decaería más fácil, pero tenerla ahí solo era un motivo más para mantenerse fuerte.

Levanto su mirada y se encontró con el cuadro en aquel despacho, un cuadro que solo mostraba una gran mentira, un cuadro de su familia, una familia en la que no había un padre y la madre tenía el derecho de destruir la vida de sus hijos, una familia totalmente disfuncional que se basaba en la necesidad de una única persona, la cabeza del hogar.

Aun así, aunque no pareciera, él tenía suerte, mucha más suerte de la que tenía Lira, sin duda. Tenía suerte de haber nacido hombre y de tener cierto poder por su género, sus castigos solo eran la manera de proteger a su hermana. Recibía castigos por sus acciones y las de ella, porque conocía el tipo de castigos que solo por ser mujer recibiría, no soportaría verla empalada ni mucho menos.

Cualquiera miraría al hombre al lado de su hermana y lo trataría de manipulador y escoria solo por no dejarle hablar, pero era mucho mejor así. No hablar era el precio que Lira tenía que pagar para vivir una vida sin preocupaciones económicas, mientras su hermano recibía todo el castigo. Cargaba no solo con los suyos, sino también con los de su hermana. Aun así, su hermana complicó las cosas cuando le pidió a su madre contribuir con lo necesario para la liberación de su hermano. La madre de Lira estaba en todas partes, una sola palabra pronunciada por Lira resultaba en un castigo mucho más severo para Larry no había manera de escapar de ella.

A pesar de esto, Larry nunca se mostró reacio a aceptar los castigos, y aunque recrimino fuertemente que Lira se hubiera ensuciado las manos, nunca se negó ante las peticiones de su madre, su único objetivo era protegerla, ya que si su hermana asumiera sus propias cadenas su castigo no sería solo una sección de latigazos, si no, una sección de placer donde los grandullones que trabajan para su madre satisficieran sus deseos carnales.

Él simplemente no podría perdonarse que la sonrisa de la luz de sus ojos se apagara más de lo que ya se había apagado, no se perdonaría que sus sueños al igual que los suyos desaparecieran, estaba dispuesto a dejar sus sueños de lado para que su hermana cumpliera los suyos... Aún recordaba las últimas palabras de su padre.

«Lo más importante en la vida es la familia, si no luchas por tu sangre nadie más lo hará, tu hermana debe ser lo más valioso para ti, cuídala y no dejes que tu madre cause estragos en ella.»

Así que a pesar de las veces que fuese golpeado, solo daría una sonrisa porque sabe perfectamente del infierno que está escondiendo de su hermana, sabía perfectamente que estaba cumpliendo con la promesa que le hizo a su padre y más aún con la promesa que le hacía a su sangre a la que consideraba que pertenecía a él.

Habían transcurrido solo unos pocos minutos y su espalda ya emanaba pequeñas corrientes de sangre que goteaban en el suelo; eso era música para sus oídos. Sumado al sonido provocado por el golpe de la copa contra el escritorio, porque sabía lo que significaba. Lo pudo confirmar cuando ya no sintió el contacto del látigo contra su espalda entumecida por el dolor y ambos hombres lo ayudaron a levantarse.

Ahí vio, como su madre, una total alcohólica que en solo en pocos minutos se tomó toda la copa de vino, tomo su mentón y le dio una suave sonrisa mientras sus ojos se cerraban y abrían enfocando el rostro de su hijo.

— Espero que no se vuelva a repetir – espeto la mayor en forma de orden – eso también va para ti Axelle.

Arrastraba las palabras al hablar mientras tomaba la botella de vino y se pegaba a esta, tomando aquel licor como si fuera agua, en poco tiempo se la había acabado toda frente a sus hijos, lo que le ocasionó un hipo severo, retrocedió buscando su escritorio para apoyarse en él con una sonrisa de mujer alcohólica, hizo una seña para que los hombres se llevaran a sus hijos y así lo hicieron.

Fue llevado a su habitación en ropa interior, dejando un rastro de sangre por las heridas en su espalda. Lira iba detrás, cuidando de no pisar la sangre al entrar y apartarse, observando cómo desataban a su hermano y lo colocaban boca abajo en la cama. Dos hombres salieron de la habitación y, casi dos minutos después, entró una mujer de unos sesenta años acompañada de cinco jóvenes de entre veinte y treinta años.

— Mi pequeño niño, ¿Por qué no te puedes comportar?

— Nana no es su culpa, es la culpa de esa bruja – espeto con dolor al ver a su hermano así.

— Y como sigas hablando, también será culpa tuya.

Dijo aquella anciana entre sollozos al verlo de tal manera, el hombre con dificultad se sentó y le acaricio la mejilla para luego besar su frente.

— Nana, sabes que me porto bien, esto solo es una rutina de mi grandiosa vida – comento con suavidad – Axelle, vete por favor, no causes más problemas.

Su hermana se fue aparentemente dolida y la anciana solo suspiro para alejarse de Larry y con ayuda de las mujeres lo llevaron a la ducha donde lo ayudaron a bañarse y lavar sus heridas.

El chico aprovechó que el agua caía sobre él y dejó salir varias lágrimas de ira y odio, camufladas en el agua de la ducha. No se quejó ni una sola vez por el ardor que le ocasionaba el contacto del agua y el jabón en las heridas. ¿Para qué quejarse? Después de todo, no era como si esto solucionara su situación, curara sus heridas y le permitiera dejar ese engaño de ser Larry atrás... Aun así, temía que en algún momento esas heridas no pudieran ser curadas.

Solo cerro los ojos y dejo aquella frustración de lado, recordando lo único que importaba y era la sonrisa de su sol, de su hermana, porque algo tenía en cuenta, era la única persona en la que confiaba, porque ahí donde veía a su nana sabia perfectamente que ella era una de las principales soplonas en la mansión Smárdagos, le decía nana porque estaba obligado a hacerlo, de lo contrario sería otro dolor de cabeza, era parte de la gente de su madre eso lo entendía bien.

Espero que mi hermanita cumpla sus sueños, así no me sentiré mal de dejar los mis de lado.

Dio una pequeña sonrisa antes de desmayarse por el cansancio y agotamiento en su cuerpo y mente, desconectándose de lo que algunos llaman realidad y él lo llamaba infierno. Sus músculos se relajaron, sus ojos se cerraron lentamente y finalmente cayo en un profundo sueño por medio del cual buscaba curar un poco sus heridas. En ese estado de semi-consciencia, encontraba un momento de paz en medio del caos de su vida. Y por un instante, todo estuvo bien, porque al menos en sus sueños sí era libre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro