🍁 𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑽𝑰𝑰/ 𝒃𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒗𝒆𝒏𝒆𝒏𝒂𝒅𝒐𝒔 🍁
El miedo es aquel sentimiento que alguna vez hemos sentido, no hay un miedo tonto, pero sí un tonto que no enfrenta sus miedos.
Permanecía en el suelo, sus ojos leían una y otra vez el mensaje mientras su mente se preguntaba a qué se refería, estaba atrapada en una vida que no conocía, o más bien, que no recordaba, y, comenzaba a cuestionar si debería recordar, en ese momento cerro los ojos y recordó cada pequeña cosa, cada recuerdo que había tenido, tal vez no eran recuerdos, si no señales, pero, ¿qué le señalaban? Era lo que se preguntaba una y otra vez, esforzándose por comprender.
Pronto se puso de pie y dio una última vista al acantilado, que sentía tan seguro y a la vez tan inseguro, y comenzó a caminar.
Su mente estaba totalmente perdida, sus piernas se movían solas mientras caminaba hacia un sentido que solo ellas conocían, su mente pasaba por cada una de las situaciones como una especie de video, sin darse cuenta estaba parada frente la puerta de Dominic, no sabía en qué momento había llegado allí, no sabía por qué de todos los lugares había elegido este, aun así, no perdería todo el camino recorrido hasta aquí.
Su mano se levantó lentamente, quedando a la altura de su hombro, aún estaba empuñada con aquella nota, cerro sus ojos y pensó en si debería tocar o no, vacilaba una y otra vez.
Recordar lo sucedido con él no le hacía mucha gracia, acaso le gustaba ser trata mal por él, porque estaba aquí, porque no fue con Larry, un tipo que se dará el tiempo de escucharla y comprenderla, en ese momento tomo un poco de valor, se negó a ser tratada nuevamente de esa manera así que se dio la vuelta y camino directo hacia la persona que necesitaba en ese momento.
Pero como siempre, el destino elige el paso que cada persona va a dar, y antes de que ella se fuera la puerta se abrió.
Por extraño que parezca, Dominic esperaba que esta tocara la puerta, era tal vez intuición o de manera indirecta había causado que ella lo hiciera, eso ahora no importaba.
Ella era consiente, que podía odiarlo por su actitud, incluso a veces confundirla, pero también sabía que al mirarlo a los ojos se olvidaba de este odio, de esta confusión y cedía ante él, era esa la razón por la que Karina permaneció de espaldas, en realidad esperando que Dominic decidiera hablar primero, pero permaneció en silencio.
Cuando estaba decidida de no detenerse y seguir su camino, el hombre puso su abrigo sobre los hombros de Karina y froto un poco sus brazos, esto la hizo cuestionarse su actitud.
¿Cómo alguien podía ser tan humano y a la vez tan inhumano?
Karina se dio la vuelta manteniendo su mirada concentrada en otro lugar que no fueran sus ojos, quito su abrigo y lo tiro, no estaba dispuesta a soportar ninguna de sus ofensas, pero al parecer Dominic tenía otro plan, algunos lo llamarían impulso, otros solo provecho de la situación, yo lo llamo el beso de judas, y así es, beso a Karina, y ella no pudo alejarse, ella correspondió, nadie puede juzgar las acciones ni siquiera la razón.
Cerro sus ojos, y no dejo de pensar y cuestionar mientras correspondía con descaro.
¿Cómo puedo seguir besándolo?, ¿por qué es tan adictivo?, ¿por qué sigo queriendo más?
Su corazón se detuvo, solo pensaba en el contacto de sus labios, sintiendo la saliva, pronto la lengua de contrario entro en la boca de Karina, podía sentir su lengua recorrer toda su boca, ella abrió lentamente los ojos para encontrarse con los ojos azules de Dominic, su corazón dio un fuerte vuelco y se alejó, volvería a caer a su merced, siempre lo hacía.
Dominic se acercó a esta y la abrazo como si negara el hecho de que lo rechazara, hizo que esta recostara su cabeza en su pecho mientras le acariciaba el cabello, por primera vez escuchaba su corazón latir, algo de lo que no estaba segura de que existiera, no al menos de esa manera tan descontrolada como estaba ahora, su calidez la hizo olvidar todo aquello que la perturbaba, todo lo que la volvía loca, sin darse cuenta su puño se abrió dejando caer la nota.
Pero, como si Dominic esperara exactamente eso, se separó empujándola a un lado para obtener con facilidad el collar que mientras acariciaba su cabello ya había desabrochado, su expresión cambio, tomo rápidamente la nota y su abrigo que yacían en el suelo así mismo le dio una mirada de aquellas que solo te decían lárgate.
En ese momento ella misma se golpeó la frente recriminando lo que había hecho, Dominic solo entro a su casa cerrando la puerta detrás de él, en ese momento como si Karina recuperara el sentido, se tiró al suelo a buscar la nota, la cual ya no estaba en su poder, luego entendió que solo era parte de un juego una vez más.
¿¡Cómo pude sucumbir ante su beso!? ¿¡cómo pude creerle!? MALDITOS OJOS AZULES SON MI PERDICIÓN.
Pensó con desesperación mientras pasaba sus dedos por sus labios que aún guardaban esa calidez que le dio los labios de Dominic, una calidez totalmente fingida.
Se dio cuenta de que ese hombre la llevaba rápidamente al cielo y de esa misma forma la bajaba probando un fuerte golpe al poner los pies sobre la tierra, era mucho más que su perdición, era su tormento, era lo que le hacía preguntarse si era masoquista.
Comenzó a tocar la puerta dando patadas y golpes con los puños, necesitaba que le diera esa nota, ¿para qué?, en realidad no sabía, solo quería verle la cara de cinismo para así darle una fuerte cachetada, después de todo no merecía menos.
— ¡Maldito!, abre de una vez – fue lo último que pronuncio antes de que su garganta fuera atorada por aquel nudo del inconfundible dolor, miedo y humillación.
No recibió una respuesta, tuvo que darse la vuelta y resignarse a que esta vez él había ganado y como siempre, después de que Dominic la hiciera añicos, tuvo que caminar hacia la casa de Larry y Lira mientras practicaba su sonrisa falsa, lo menos que necesitaba era preocuparlos ahora, ellos no merecían cargar con un dolor que ella misma se causaba.
No entendía como, aun sabiendo como Dominic la trataba, siempre volvía a él y de igual manera seguían doliendo sus palabras y actitudes que solo eran mezquinas.
Entonces, al llegar a la cabaña de los mellizos, se quedó ahí, parada frente a la puerta con la dignidad por el suelo, iba a tocar la puerta, pero Lira abrió antes de eso, la observo con su bolso, su cabello castaño oscuro recogido en una coleta despreocupada que increíblemente le quedaba bien, sus ojos verdes radiantes y esa sonrisa cálida que hablaba por ella, Lira le dio una sonrisa y se inclina levemente para luego salir y mover su mano despidiéndose sin percatarse del estado de Karina.
Karina se sentó allí a un lado de la puerta, se quedó viendo aquel lugar por donde Lira se había ido hasta que él cayó y la oscuridad de la noche no podía ser iluminada por la luna, ya que el cielo estaba nublado.
Entro al interior de la cabaña y cerro la puerta detrás de ella para recostarse unos pocos minutos a la misma y luego caminar a la habitación, pero se detuvo a medio camino, justo en la entrada de la cocina para ver a Larry meneándose y bailando al ritmo de lo que tarareaban sus labios mientras cocinaba, dejo escapar una risita, pero, al ver que Larry se detuvo y se volteó a verla con los ojos abiertos como platos y su boca entre abierta se sintió algo avergonzada y tapo su boca con ambas manos.
— Karina, ehmm hola – saludo finalmente algo incómodo, pero no era por lo que ella acabó de ver, si no, por lo que había sucedido a las afueras de la cárcel.
Karina solo dio una pequeña sonrisa y apartando sus manos para luego mover una de ellas en forma de saludo, en ese momento comenzó a oler algo, era un olor extraño, y según vio en la mueca que hizo Larry, él también lo olió, apenas asimilaba que olor era cuando Larry saco algo del horno que se veía más que quemado.
— Ahh se quemó – suspiro mientras lamentaba su perdida de lo que parecía un pastel – te había preparado un pequeño pastel, pero al parecer se me olvido que estaba en el horno – hizo una mueca y soltó una risita nerviosa.
— ¿Era para mí?
— sí – suspiro y boto la torta para luego voltear a mirarla – y para Lira por supuesto – añadió mientras sus mejillas se tenían de un leve rojizo.
Camino hasta ella, tan cerca que su cuerpo se rozaba con el de Karina, tan cerca que respiraban el mismo aire, sus ojos verdes se clavaron en aquellos ojos negros como aquella oscuridad de la que todo niño ha temido, pero él quería perderse, Karina quiso retroceder, pero los brazos de Larry se posaron en sus hombros mientras su cabeza negaba.
— Yo, quiero disculparme...
— ¿Por qué deberías disculparte? – interrumpió nerviosa.
— Déjame terminar – sonríe suavemente para continuar – quiero disculparme por lo sucedido antes, no pensaba molestarte, pero, en serio, sentí un impulso de besarte.
Sus mejillas algo rojas, sus ojos brillantes y sus labios en una suave sonrisa, se veía tan genuino, tan honesto, tal vez solo era confusión por lo antes sucedido con Dominic, o simplemente un impulso que le causaba esa ternura y calidez de Larry.
Karina terminó besando al contrario, era suave y lento, no se percibía ninguna desesperación durante el beso, su corazón no se detuvo como le sucedió con Dominic, en cambio, se aceleró y comenzó a palpitar sin control, si ánimos de detenerse, podía pensar el porqué lo hacía y podía afirmar que era porque quería, no lo dudaba ni un segundo, era una sensación totalmente opuesta a la que sintió por Dominic sin duda alguna.
Al abrir sus ojos se encontró con los ojos cerrados de Larry, acción que le hacía saber, que Larry se concentraba por completo en ella y lo que transmitía su beso, se alejó lentamente, pero esta vez no fue empujada, en cambio, Larry paso sus brazos por la cintura de esta para acercarla más mientras le daba una suave sonrisa y acariciaba su mejilla con delicadeza.
Sin darse cuenta, lo sucedido durante el día, solo eran puertas que se cerraban y abrían otras, había querido controlar esto, había querido abrir puertas a la fuerza, pero en este momento no quería controlarlas, no quería tener miedo de quién era, de que le esperaba al recordar ni mucho menos de lo que le esperaba el futuro.
Se dedicó solo a pasar la noche comiendo y riendo de aquella calidez que expresaba Larry, teniendo muy presente que no importaba quién fuera, lo importante sería que haría presente a Larry de cada cosa en su vida, el sí lo merecía.
Cuando se acostó a dormir lo hizo con una sonrisa, una sonrisa que no podría quitarle nadie, ni siquiera cuando quedo profundamente dormida, al menos no por ahora.
Al día siguiente, se despertó feliz, sus ojos, a pesar de ser la carencia de la luz, brillaban como si fueran una noche llena de estrellas
Peino su cabello en una trenza y se organizó con algunas cosas que pudo encontrar en los armarios de la habitación, esta vez no había esperado que Lira le llevara ropa, quería arreglarse, había despertado algo vanidosa y preocupada de su aspecto, tal vez había amanecido bien o simplemente era alguien quien la hacía sentir bien.
Se puso un vestido beige con flores color rosa pastel y unas botas que llegaban hasta los tobillos color café, tomo una cinta rosada y algunas flores para decorar su cabello, para finalmente adornar sus mejillas con un rubor rosado que resaltaban perfectamente en su pálida piel.
Camino hacia la puerta, pero antes de salir se percató de una discusión al otro lado de la puerta, lo que estas personas decían, la dejo totalmente impactada y fuera de sí, mordió su labio y se sostuvo del mango de la puerta para no caer mientras lentamente sus ojos se cristalizan con lágrimas que amenazaban con salir.
¿Por qué hoy? ¿Por qué hoy cuando estoy tan bien todo se viene abajo?
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