Preparando el cumpleaños en TROYA.
—Yo no fui. —solté rápidamente—. Fue Aly que estaba poseída por Ares y el Kraken, porque utilicé toda mí fuerza y fue en vano ya que no la pude sacar de arriba de Agnes. Cuando escuchó todas las artimañas que utilizó para separarlos lo único que quería era pegarle.
—Te entiendo, Aly, pero no más, a partir de hoy te controlas, ¿entendido? Porque puedo ser la Directora, pero tampoco hago magia para que aparezcan cinco amonestaciones en Agnes y ustedes dos queden limpias. Cuando salgan de aquí sus mejores amigos tendrán que pensar que ustedes también fueron amonestadas, sino yo tendré problemas. —murmuró la directora.
—Eres magnífica, Circe, y prometemos mantener la farsa, muchas gracias. —manifestó Aly felizmente.
—De nada, ahora retírense que está por tocar el timbre de salida.
Ambas le dimos un beso a Circe y salimos de su oficina, encontrándonos con todos nuestros amigos, tocó el timbre y fuimos a nuestras taquillas a por las mochilas, y luego de llamar a nuestras madres para pedirles permiso, nos fuimos a almorzar al centro comercial.
Estábamos almorzando en el Bar Grecia y sus Dioses y la estábamos pasando genial. Aly y Bastiaan no hacían nada más que besarse, abrazarse, y Aly continuamente le pedía perdón por lo estúpida que había sido, ambos me agradecen a mí por salvar su relación y Connor me cargaba diciendo que era Cupido. Luego compramos cinco kilos de helado para llevar y como el día estaba hermoso fuimos a la piscina de la casa de Aly, con las chicas hicimos la lista de cosas para el cumpleaños en TROYA. Alex y Angelo nos pidieron ver la lista y cuando Basha se las dio comenzaron a refunfuñar.
—La decoración es innecesaria.
—No, ni hablar de esto.
— ¿Para qué?
Aly les arrebató la lista de sus manos con el ceño fruncido.
—Ustedes, cállense ¿o qué? ¿Ahora se volvieron organizadores de eventos? —espetó Aly.
—No, no nos volvimos nada, pero eso es... —comenzó Angelo.
—Eso es necesario, y fin del cuento. Es mi cumpleaños y mi plata y quiero todo eso, ¿ok? —dijo Liv enojada.
—Bueno, ya entendimos. ¿En qué podemos ayudar? —preguntó Bastiaan.
—En estar muy sexys todos esa noche, porque para ayudar con las cosas de la lista no sirven. —respondió Aly y todos comenzamos a reír.
—Bueno, la lista ya la tenemos, mañana mandaré a hacer las invitaciones para el curso, ustedes y por si acaso mandaré a hacer veinte más. La torta la voy a encargar, quiero que sea de tres pisos, redonda, mitad negra y la otra mitad blanca, con nuestras iniciales en el segundo piso y el número dieciocho arriba. ¿Te gusta, amor, o cambio algo? —manifesté.
—No, nena, me parece bonito, y más con nuestras iniciales. Es perfecta como vos. —respondió Connor.
—Chicos, no miren. —dije.
— ¿Por qué? —preguntaron todos.
—Por esto. —dije riéndome y me acerqué a Connor, dándole un beso con lengua y succionando el labio inferior.
— ¡Ah! Ya basta, Liv y Connor. —rrefunfuñaron Alex, Basha, Angelo, y Cande.
—Che, ni que fuera tan feo besarse. —dijo Aly traviesa y unió sus labios con los de Bastiaan.
—Dejen eso para la noche o para cuando estén solos. —dijeron y todos comenzamos a reír.
Más tarde Connor me llevó a mi casa y nos quedamos un rato hablando en el auto.
—Hoy no puedo quedarme o venir por la noche ya que mis padres tienen una cena de negocios y quieren que esté presente. —se lamentó Connor.
—Está bien, bebé, no pasa nada, ¿pero mañana vienes por mí o me voy sola en mi auto? —inquirí.
—Mañana vengo por ti, amor, ¿cómo que te vas a ir sola?, ¿estás loca? Si no te ven conmigo son como moscas persiguiéndote, y tú eres mía, recuérdalo siempre ¿ok? —manifestó Connor.
—Lo recordaré, hasta mañana, amor. —me despedí.
—Hasta mañana, nena. —correspondió Connor—. Pero primero dame un besito. Me saqué el cinturón y me acerqué a él besándolo con ímpetu.
—Bueno, ahora me voy dejándote con ganas de más. —pronuncié con una sonrisa malvada.
—Qué mala eres, Liv, porque realmente ya estoy queriendo más de ti. —dijo Connor mientras me bajaba del auto y entraba a la casa.
— ¡Mala! —le escuché gritar y sonreí antes de cerrar la puerta.
***
Bajé las escaleras rápidamente para llegar al comedor, donde se encontraban mis padres esperándome para desayunar.
—Hija, que bonita estás hoy. —manifestó mi madre con una sonrisa.
—Gracias. —le sonreí en agradecimiento—. Es que hoy saldremos sólo con las chicas Aly, Basha, Cande y yo. Iremos al shopping, como dice Basha, a buscar el vestido perfecto para mis dieciocho y todos sus accesorios.
—El otro día Angelo dijo que por qué en vez de gastar dinero en un vestido no buscábamos uno en nuestro guardarropas, que seguro teníamos un montón. —conté—. A Basha casi le dio un paro cardiaco cuando escuchó lo que dijo Angelo y le dijo que cerrara el pico, que para lo único que lo abría era para decir estupideces.
—Lo que pasa es que para los hombres la ropa no es primordial como para las mujeres, si yo no vistiera a tu padre cada vez que salimos él se pondría el mismo traje viejo y obsoleto. Así que tranquila, de joven o siendo viejos, para ellos ropa es ropa, cariño. —explicó mi madre muy sabiamente.
—Le diré a Basha tu consejo, o terminará por matar a Angelo. —pronuncié riendo. En ese momento sentimos una bocina sonar.
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