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another saturday


todos los creditos lordsatansoo



Chaeyoung está parada frente a la ventana que da al pequeño jardín de su bloque de pisos. El día es soleado y el cielo está tan azul que invita a sonreír, pero Chaeyoung no tiene tiempo de ponerse a sonreír, tiene demasiadas cosas que hacer.

Se aparta de la venta y va directo al baño a tomar una ducha. No se demora en ello, pero se asegura de que el olor de su champú a miel quede bien impregnado en su pelo, sabe que a Jisoo le gusta.

Sale y se seca con la talla para después salir sin ella y camina hasta la habitación. Ahora es cuando viene la parte más difícil porque nunca es capaz de decidirse rápido por la ropa que va a llevar y, por nada del mundo, le gustaría llegar tarde. Acaba cogiendo unos vaqueros negros y una camisa azul porque sabe que a Jisoo siempre le gustó que vistiese de algún color que no fuese siempre el negro, por mucho que ella no compartiese esa opinión.

Se seca el pelo y se lo echa hacia atrás, peinándose y haciéndose trenzas, arreglándose múltiples veces. Por un segundo piensa que se está volviendo demasiado perfeccionista, pero recuerda lo perfecta que es Jisoo a sus ojos y se dice que solo quiere estar a la altura.

Coge su chaqueta y su cartera y se calza con sus converse negras, el último regalo de Jisoo, que aunque están ya descoloridas por el sol han logrado sobrevivir casi un año sin agujeros, Chaeyoung lo considera todo un logro personal. Cierra la puerta con llave y baja hasta la calle.

Si desde la ventana el día se veía agradable, una vez en la calle pudo comprobar que en efecto lo era. Dejó que el sol acariciase su pálido rostro y cerró los ojos unos segundos, disfrutando de esa calidez que le recordaba a las manos de Jisoo antes de empezar a caminar.

Le gusta ir por las calles más abarrotadas, ver a la gente caminando con prisa mientras que ella camina calmadamente. Escucha trozos de conversaciones ajenas y mira los rostros de la gente, a veces le gustaría recordar algunos, pero todos se acaban mezclando en su memoria, aunque ella, en el fondo, no le da mucha importancia.

Se para frente a un pequeño puesto callejero de flores, la dependienta le sonríe como cada sábado y ya le tiene preparado un pequeño ramo de flores. Cada semana es distinto, no le gusta repetirse, pero todos tienen algo en común y es la rosa roja en el centro del ramo porque le parece que a Jisoo le quedan bien.

Paga y se aleja de nuevo. La caminata esta vez es larga porque tiene que atravesar prácticamente toda la ciudad para llegar a las afueras. Le duelen los pies y tuvo que quitarse la chaqueta a medio camino porque empezó a hacer un calor difícil de aguantar.

El sitio donde ha quedado con Jisoo no suele ser muy concurrido, aunque siempre encuentra a alguien, algunas de esas personas van por allí cada sábado como ella, así que las saluda con una sonrisa, aunque estas no siempre son correspondidas. Sabe cuál es el lugar exacto en el que Jisoo le va a estar esperando, así que va directo hasta ella y se queda parada en frente suya.

Se sienta en el césped en frente de ella, le saluda, le sonríe y empieza a hablar. Le habla sobre su semana, sobre el plato nuevo que logró que incluyesen en la carta del restaurante, del último capítulo de su serie favorita, le cuenta cómo les va a todos sus amigos que, por desgracia, no tienen tanto tiempo como ella para poder verle y, por último, le habla de lo mucho que le ama.

Jisoo escucha, porque Chaeyoung sabe que está escuchando cada una de sus palabras aunque la propia Jisoo no se lo diga, porque Chaeyoung le conoce mejor que nadie. Del mismo modo sabe que, cuando después de varias horas hablando sin parar, se levanta para irse, Jisoo está triste.

Chaeyoung le deja el ramo y repite varias veces lo mucho que la ama, aunque sepa que ella ya lo sabe y que no se va a olvidar de ello. Se queda unos segundos en silencio, porque el silencio también les gusta a ambas, y después se despide con la promesa de volver a la semana siguiente, a la misma hora y con otro ramo de flores.

No es hasta que se ha alejado y le ha perdido casi de vista cuando rompe a llorar. Sus sollozos son callados y, en verdad, solo serías capaz de adivinar que estaba llorando por el temblor de sus hombros. Una mujer, una de las que ya conoce y de las pocas personas que le devuelven la sonrisa, se acerca a ella y le da un pañuelo, Chaeyoung lo acepta y seca sus ojos. La mujer niega con la cabeza cuando le da las gracias y Chaeyoung sabe que ella le comprende.

Aunque Jisoo no le haya visto, Chaeyoung está segura de que ella sabe que ha llorado, y Jisoo no odiaba nada más que las lágrimas en sus ojos, así que de este modo sonríe, porque así Jisoo será feliz, y Chaeyoung quiere que lo sea, aunque para eso ella tenga que ser feliz por mucho que le cueste.

Gira la cabeza y ve, por última vez antes de marcharse, su ramo de flores, colores brillando al sol sobre la grisácea lápida de Jisoo.

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