Epílogo.

Y ahora, al estar mirando el traje negro frente a mi, el famoso "bonito y de traje" de Mary cobra sentido.

Trato de cumplir con ello, así que aquí me encuentro, inmóvil mientras los minutos pasan y tengo que comenzar a internalizar que Marya murió; pero el estar en nuestra habitación no me ayuda mucho. 

Esta habitación me trae muchos más recuerdos de ella de los que puedo contar; todavía puedo verla recostada en la cama mientras leía algún libro o escribía cualquier cosa que le cruzara por la mente en su cuaderno, ó molestándome cuando la ignoraba.

Todavía puedo oírla en esta casa, todavía puedo sentirla en mis huesos. 

Y quisiera que se estuviera burlando de mi al no poder hacerle un nudo decente a la maldita corbata que tengo en mi cuello, pero ella se ha ido.

Tengo unas horribles ojeras bajo mis ojos porque pasé la noche en vela, dado a que cada vez que cerraba los ojos e intentaba dormir me destrozaba, me ahogaba y terminaba llorando, sabiendo que el espacio vacío a mi lado en la cama no iba a volver a ser ocupado por ella nunca más.

El vacío que siento es realmente inexplicable, como si me faltara la mitad de mi vida; y es así, porque Mary me completaba.

Luego de luchar demasiado con la corbata la lanzo al suelo, deseando que ella estuviera aquí para que la atara.

Comienzo a dar vueltas por toda la habitación y cuando mis manos toman una de las camisetas que me he quedado de ella, de inmediato siento como mis ojos se humedecen. Aprieto la tela en mis manos, la huelo; dejando que su perfume perfore mis fosas nasales y lloro.

La extraño, maldita sea.

— Te amo —le susurro a la nada, sobresaltándome cuando Michael se asoma por el marco de la puerta.

Él tampoco ha dormido, y a decir verdad, nadie lo ha hecho.

Todos estamos destrozados, la única diferencia es que algunos lo manejan mejor que los demás. Michael es un gran ejemplo de ello; no le había visto llorar desde que llegamos a Sidney, pero sé que todo esto le duele como la mierda. Mary era como su hermana, la quería demasiado, y ella a él.

— Sólo venía a avisarte que ya nos vamos, Maura nos acaba de llamar para decirnos que todo está listo para el entierro —sus ojos se fijan en la tela que tengo en mis manos, y puedo notar como se le cristalizan un poco—. Espera —se acerca a mi—, ¿esta es su camiseta?

Asiento y dejo que la tome. Él también la huele, luego la abraza.

— Recuerdo cuando le regalé esta camisa —casi sonríe.

Casi.

— Puedes quedártela. Deberíamos irnos.

[...]

— Que en paz descanse Marya Elizabeth Morgan. Amada hija, amiga y prometida —leo la pequeña lápida de mármol con lágrimas corriendo por mis mejillas—. Y futura madre —agrego un un susurro.

Ya la mayoría de las personas que habían asistido al entierro de mi prometida se habían retirado, y el cementerio estaba prácticamente vacío a excepción de mis suegros, los chicos y mi persona.

Me pongo de cuclillas frente a la tumba y comienzo a sentir como unas pocas gotas de lluvia comienzan a caer sobre mi.

Cuando la lluvia se hace más fuerte, tanto mis suegros como mis amigos se van del lugar, no llevándome con ellos dado a que me niego a moverme, y les digo que los veré más tarde.

— Hola, Mary. Hola, bebé. ¿Cómo va todo allá abajo? Espero que mucho mejor que aquí arriba. Verás, no sé cómo voy a hacerme a la idea de que realmente te fuiste, Mary. Siempre pensé que cuando estuviera haciendo esto ambos tendríamos más de ochenta años y miles de hijos. Te fuiste muy pronto y no tienes idea de cuánto me afecta esto. Llevo más de un día sin dormir y no hambre me da —arranco un poco de pasto del piso—. Espero que te guste mi traje, y te pido perdón por no traer puesta una corbata, pero tú bien sabes que nunca fui bueno con esas cosas —me sorprendo cunado río por lo que acabo de decir—. Y ahora estoy aquí, bajo la lluvia, hablándote como si me fueras a responder —me levanto, dándome cuenta de lo patético que debo verme—. En donde sea que estén, los amo.

[...]

Una vez que he regresado a casa, luego de haber ido a casa de mis suegros y estar con ellos un rato, el dolor se hace más fuerte.

Estoy completamente solo por primera vez desde que Mary murió, en nuestra casa. Todo se siente diferente, el vacío que sentía anteriormente se intensifica, las paredes parecen cerrarse a mi alrededor y el silencio es absolutamente abrumador para mi. Siento ganas de correr lejos, pero en cambio sólo grito y no hago nada para evitar llorar. Pateo los muebles, golpeo cada pared que puedo, lanzo al suelo lo que está a mi alcance, y no me importa.

— ¡Maldita sea!

Cuando logro calmarme y estoy en el suelo, mio todo lo que he hecho, siento como mis nudillos arden.

Estoy jodido sin ella.

Soy un desastre.

Estoy perdido.

Destrozado.

Y sólo quisiera poder olvidarme de todo, aunque fuese por un minuto.

✨FIN✨

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no saquen la historia de su biblioteca todavía, quedan dos extras por publicar y una sección de curiosidades+agradecimientos.