Capítulo 7: Vida de casados
Al otro día, apenas el sol asomó sus primeros rayos, Mu se levantó, listo para preparar el desayuno. Aún le costaba asimilar su nueva realidad, pero sabía que no tenía más opción que seguir adelante, y mantener viva la esperanza de que algún día todo volviera a ser como antes.
Fue hasta la cocina, y se dedicó a preparar el desayuno favorito de ambos. El doctor dijo que ese tipo de pequeños detalles podrían ayudar, así que no perdía nada con tratar.
Era un desayuno simple, pero que ambos solían preparar y comer juntos desde que se casaron: Unos panqueques con chispas de chocolate, decorados con un poco de crema batida y unos cuántos frutos rojos, acompañados de una taza de té verde, y algo de fruta picada con yogurt griego.
Tomó un profundo respiro antes de tomar la bandeja en sus manos, y emprender el camino a la habitación donde debía estar Alde.
Llamó a la puerta antes de entrar, escuchando la voz de su amado esposo, que al parecer conservaba ese hábito de despertarse bastante temprano.
- Buenos días.- Dijo con una sonrisa.
- Buenos días.- Le respondió el castaño, con una leve sonrisa.
Mu se acercó con la bandeja de comida en las manos, entregándosela a su Alpha, con una sonrisa.
- Te preparé el desayuno.- Le dijo Mu, sin borrar su sonrisa.- Sé que no lo recuerdas, pero antes, nosotros solíamos desayunar ésto juntos todo el tiempo.
Alde no supo qué responder. Miraba el desayuno que Mu había llevado, y se dió cuenta de que era para dos personas. Algo en esos platillos le resultaba familiar, pero no podía recordar nada, era la simple sensación que tienes de ya haber vivido, estado o hecho algo, pero no recordar cuando, dónde ni cómo.
- ¿Estás bien, Alde?
Escuchar la voz de Mu lo sacó de su ensimismamiento, haciéndole saber que se había quedado callado por mucho tiempo.
- S-Si, no es nada.- Respondió, sacudiendo levemente la cabeza.- ¿Cómo... Cómo eran nuestras... Mañanas antes?
Aunque el nerviosismo era inevitable, hacía su máximo esfuerzo por preguntarle a Mu al respecto sobre su vida, la vida que no recordaba.
Pudo ver la misma sonrisa del día anterior en el rostro de Mu, y de inmediato supo que su interés le había alegrado el día al peli-lila.
El Omega se sentó en el borde de la cama, para después tomar uno de los platos con panqueques, e invitarlo a comer, mientras él le respondía su pregunta.
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Atenas, Grecia. 23/03/xxxx
Ese día era su primer aniversario de bodas, y ambos estaban muy emocionados y alegres por ello.
Al despertar, los ojos del otro era lo primero que veían, sonriéndose mutuamente, para después besarse con cariño.
- Buenos días.- Le sonreía Alde, acariciando su mejilla.
- Buenos días.- Respondía Mu, con una sonrisa en sus labios.- Felíz aniversario.- Añadió, para después abrazarse a su Alpha, que lo envolvió con cariño en sus fuertes brazos.
- Felíz aniversario.- Susurró el castaño, acariciando su cabello y espalda.- Te amo.
- También te amo.
Después de unos minutos de abrazos y mimos más, ambos bajaron hasta la cocina para comenzar a preparar el desayuno.
Era una actividad que disfrutaban bastante. Cocinar los ayudaba a conectar y relajarse, aunque era innegable que Aldebarán tenía un talento innato para la cocina, heredado de su madre. Sin embargo, el Alpha había tenido toda la paciencia del mundo para enseñarle a Mu a cocinar desde cero, y aunque el camino no había sido nada fácil, ahora Mu era capaz de cocinar bastantes bien.
Ese era su ritual matutino: Despertarse, darse mimos unos minutos, levantarse a preparar el desayuno juntos, desayunar juntos mientras hablaban de temas al azar, después vestirse, y por último, cada uno ir a su trabajo.
A pesar de ser su aniversario, habían seguido su ritual de siempre, pero para ellos estaba bien, cada mañana era especial para ellos por el simple hecho de estar juntos, que solo celebrar un día en específico les parecía injusto.
- Te veo en la tarde.- Le sonrió Mu, después de besarse al salir de casa.- Te amo.
- También te amo.- Le sonrió Alde de regreso, para después abrazarlo.- Pero por ahora debemos irnos o ambos llegaremos tarde.
Después de esa pequeña despedida, ambos partieron rumbo a sus trabajos, como cada día.
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- Esa solía ser nuestra rutina de siempre.- Suspiró Mu, al terminar su relato.
Alde había escuchado a Mu atentamente. Todo le parecía irreal, su vida sonaba perfecta, y su frustración por no recordar absolutamente nada no hacía más que incrementar.
- Tranquilo, dale tiempo al tiempo.- Le sonrió Mu.- Por ahora, come y relájate.
Alde le devolvió la sonrisa a Mu, haciendo su mejor esfuerzo por disimular los sentimientos que lo agobiaban, y asintió.
Ambos comían en silencio, hasta que, justo cuando Mu terminó su desayuno, sonó el timbre de la entrada principal.
Mu se disculpó, y fue a ver de quién se trataba.
Alde solo asintió, y siguió con su desayuno.
Mientras tanto, Mu fue hasta la puerta principal. Por la hora, pensó que se trataría de alguno de sus padres o sus suegros, quizás su primo, pero no fue así, llevándose una pequeña sorpresa.
- Buenos días, Mu.
- Shaka, Afrodita.- Reconoció Mu a ambos.- Qué sorpresa, no los esperaba.
- Oh, no somos solo nosotros, querido.- Añadió Afrodita.- Shura y Camus también vinieron.
Mu estaba por preguntar dónde estaban los otros dos mencionados, cuándo Shaka se adelantó a su pregunta.
- Camus tiene unas náuseas espantosas, y Shura lo cuida más que a su vida.- Dijo el rubio.- En fin... Vendrán cuanto el estómago de Camus se tranquilice. ¿Cómo está Aldebarán?
Mu bajó la mirada ante la pregunta de Shaka, y respiró profundo antes de responder.
- Sigue sin recordar nada.- Respondió afligido el peli-lila.- Ya pasaron más de 72 horas desde que despertó, y no hay ningún avance.
- Lo lamento.- Se disculpó Shaka.- No era mi intención incomodar.
Mu le sonrió levemente a Shaka, diciéndole que no había problema. Y apenas terminó de decir aquello, aparecieron los dos visitantes restantes.
Después de saludarse, Mu los invitó a pasar a la sala a todos. Camus tenía ya un notorio y enorme vientre de embarazo de casi siete meses, así que estar de pie era una tortura para el galo.
- ¿Cómo está Aldebarán?- Preguntó ahora Camus.
- Fuera de peligro.- Respondió Mu.- Pero no recuerda absolutamente nada.
Vieron a Mu derramar un par de lágrimas, y se sintieron aún más inseguros al hablar.
Habían ido a hacer aquella visita para apoyar a sus amigos, pero hasta ahora caían en cuenta de que no tenían la menor idea de cómo hacerlo.
- ¿Podemos verlo?- Preguntó Afrodita, siendo el único en atreverse a romper el hielo.- Traje algunas de sus flores favoritas.- Añadió, mostrando el pequeño ramo de flores moradas que sostenía en sus brazos.
- Por supuesto.- Accedió Mu, poniéndose de pie, y guiándolos.
Todos siguieron a Mu, hasta llegar a la habitación donde estaba el Alpha castaño.
Mu llamó a la puerta, avisándole a Aldebarán que tenía visitas. Escucharon la voz del castaño permitiéndoles entrar, y así lo hicieron.
Aldebarán no recordaba a ninguno de ellos, pero pudo reconocerlos: A Shaka y Camus por aparecer en varias fotos en las que Mu los había señalado. Y a Afrodita y Shura por una foto de su boda en la que Mu los señaló como las parejas de los otros dos.
- Yo soy Afrodita, el esposo de Shaka. Sé que no me recuerdas, pero me alegra que estés bien, Alde.- Dijo Afrodita con una sonrisa, atreviéndose a romper el hielo.- Te traje éstas flores. Solían gustarte mucho, pero si ya no te gustan, puedo traerte otras.
- Gracias.- Tartamudeó nervioso Aldebarán, recibiendo el regalo de Afrodita.- Son realmente bellas.- Añadió, mirando las flores.
No recordaba esas flores, ni si eran sus favoritas o siquiera le gustaban, pero la sensación de haber vivido eso ya antes lo invadía de nuevo.
Después de Afrodita, todos se atrevieron a romper el hielo, aún si debían presentarse como la primera vez, no importaba.
Al final, la conversación terminó siendo bastante amena y tranquila para todos. Alde a estaba seguro de que no era la misma confianza que suponía, existía antes de su accidente, pero al menos daba la sensación de seguridad.
Camus estaba en cinta de su primer cachorro, y ese fue un buen tema de conversación, un especie de salvavidas para Alde. Al menos no necesitaba recordar todo su pasado para hablar de eso.
- Tengo casi siete meses.- Respondió Camus su pregunta.- Y ya no aguanto los malestares. Este es el primero y el último que tengo.
- ¿Y qué hay de ustedes?- Se atrevió a preguntar Alde a Afrodita y Shaka.- ¿Tienen hijos?
Shaka se quedó levemente paralizado, pero para fortuna suya, Afrodita respondió.
- Biológicamente no podemos, y le he sugerido a Shaka adoptar.- Respondió Afrodita con una naturalidad increíble.- Pero el rubio amargado que ves aquí, dice que aún es muy pronto y que todavía no quiere una responsabilidad tan grande.
Siguieron hablando por unos minutos más entre ellos, hasta que Alde le pidió permiso a Camus para tocar su vientre, y el galo aceptó.
Mu sintió una opresión enorme en el pecho al ver tal escena. Aún si Alde no recordaba nada, él sí recordaba todo, y los sentimientos que se esforzaba en reprimir lo estaban atacando de golpe.
Shaka notó el estado anímico de Mu al verlo derramar unas pequeñas lágrimas, y no dudó en actuar, sacando a Mu de la habitación con el pretexto de ir a la cocina por un florero y agua para las flores que llevó Afrodita.
Mu no se negó, y acompañó a Shaka, llorando en silencio, hasta llegar a la cocina.
- ¿Ya le dijiste?- Le preguntó Shaka sin rodeos, una vez que llegaron a la cocina.- ¿Le dijiste que estás en cinta?
- Él no recuerda ni siquiera quién soy, Shaka.- Responder Mu, negando con la cabeza, intentando limpiarse las lágrimas que escapaban de sus ojos sin control.- Ya es muy difícil para él no recordar nada, ¿tienes idea de lo difícil que será si se entera que estoy en cinta?... No quiero presionarlo, ya suficiente se culpa a sí mismo por no poder recordar nada.
Mu no pudo contener sus lágrimas, y terminó llorando desconsoladamente, cubriéndose el rostro con ambas manos.
Shaka no dijo nada, solo le ofreció su hombro para llorar, permitiéndole desahogarse.
- Sé que es difícil, Mu.- Le dijo, una vez que el peli-lila se calmó lo suficiente.- Pero no es sano que cargues con todo el peso tú solo si sientes que es demasiado para tí.- Añadió el rubio, y Mu desvió la vista.- Tus padres y tus suegros te adoran, si sientes que la situación te está sobrepasando pide ayuda.
- Mis padres y mis suegros ya están haciendo demasiado al cuidar de Kiki mientras todo ésto pasa.- Sollozó Mu.- No quiero darles más molestias de las que ya les dí.
- También son familia de Aldebarán, Mu.- Dijo Shaka.- Ellos también se preocupan por él, pero no quieren ser entrometidos ni hacerte sentir incómodo al meterse sin que tú les pidas ayuda, ¿o acaso alguno de ellos te dijo que no lo llamaras bajo ninguna circunstancia?
Mu agachó la cabeza. Para nada le habían negado la ayuda. Sus padres y suegros le habían dicho que si necesitaba ayuda los llamara, y que si quería ver a Kiki, sin problemas lo llevaban de vuelta a casa.
- Al menos intenta hablar de Kiki con Aldebarán.- Añadió Shaka.- Ya sabe que tienen un hijo, ¿no?
Mu asintió en silencio.
- Tengo una idea.- Dijo Shaka.- Cuándo volvamos allá arriba, yo te pregunto sobre Kiki, y como fue tu embarazo. Quizás eso le ayude a Aldebarán a recordar.
Mu asintió nuevamente. Después de todo, nada perdía con intentar.
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