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Capítulo 6: Matrimonio

- Pasamos por muchas cosas juntos.- Le dijo Mu, sonriendo, después de haber observado varias fotografías del álbum, contándole a Alde las historias detrás de cada una de ellas.- Incluso llegamos a la universidad juntos.

Aldebarán miró las fotos de la página que Mu le señalaba, había de todo un poco. En algunas aparecían con varios chicos, entre los que solo pudo distinguir a los tales Camus y Shaka. En otras aparecían con sus padres. En otras más con los que supuso fueron sus profesores... Pero hubo una, que sin una razón aparente, llamó por completo su atención, y Mu lo notó.

Se trataba de una foto dónde aparecían ambos, vestidos con ropa de gala en vez de sus togas, esclavinas y birretes. Por la iluminación dedujo que la foto había sido tomada durante la noche, probablemente durante la típica cena que organizan las universidades para despedir a sus alumnos recién graduados. Los dos sonreían para la cámara como si fuera el día más feliz de sus vidas.

Alde pensó que era lógico, pues se trataba de una fotografía tomada el día de su graduación, pero algo dentro de él le decía que había una razón mucho más fuerte que eso.

- Esta foto la tomaron después de que nos comprometiéramos enfrente de toda la generación, durante la cena.- Dijo Mu, con una hermosa sonrisa, mirando la foto.- Camus y Shaka fotografiaron todo el momento. Muchos incluso lo grabaron.

Entonces Alde había acertado, la graduación no era la única razón para sonreír en esa foto. Pero ahora tenía más dudas.

- ¿C-Cómo fue?- Preguntó tímidamente, captando la atención de Mu.- ¿Y-Yo te lo propuse a tí?

Mu dejó escapar una pequeña risa de forma inconsciente, y Aldebarán no entendió el porqué. Mu aún recordaba esa noche, y después de pasar la página para mostrar más fotografías, procedió a explicarse.

- En realidad, es una historia bastante graciosa, pero linda.- Le sonrió Mu, señalando las fotos, y Aldebarán las miraba conforme Mu le iba narrando.- Tan conectados estábamos, que incluso se nos ocurrió proponerle matrimonio al otro el mismo día. Así que en medio de la cena, ambos encontramos un anillo mientras comíamos el postre.- Explicó Mu, señalando una serie de fotos que parecían haber sido sacadas a escondidas. Una era de ambos comiendo un trozo de pastel. La siguiente lo mismo, pero ésta vez, con ambos buscando algo en la cuchara. La que le seguía, mostraba a ambos con una expresión de confusión, sosteniendo cada uno un anillo de compromiso. Y la última, ambos mirándose a los ojos, y con un leve rubor en las mejillas.- Todos terminamos riendo por la coincidencia, pero era un "si acepto", así que todo terminó bien.- Mu señaló otra serie de fotos. La primera los mostraba a ambos riendo, al igual que quienes estaban sentados a sus lados. La siguiente a ambos abrazándose. Otras dos dónde se colocaban los anillos mutuamente. Otra dónde se daban un beso. Otra más dónde ambos permanecían abrazados, con sus frentes pegadas, mirándose a los ojos y sonriéndose mutuamente. Y una última dónde mostraban orgullosos sus anillos a la cámara, tomándose de las manos.- Hasta hoy conservo ese anillo.- Suspiró Mu, mostrando y acariciando el anillo en su dedo anular. Era el mismo de la foto, acompañando a uno con un pequeño diamante lila incrustado.

Alde miró su mano, y notó que él también portaba dos anillos. Pensaba que después de haber estado hospitalizado y recibiendo todo tipo de tratamientos y revisiones, se los habrían quitado y entregado a Mu, pero al parecer, estaban ahí.

- Después de que te trasladaran a la habitación, y el médico confirmara que no había ningún problema, te los devolví.- Explicó Mu.- Después de todo, son tuyos. Yo te los regalé.

Alde miró los anillos en su dedo. Uno de ellos representaba su compromiso, y el otro su unión, su matrimonio.

Siguieron observándolo algunas fotos más. En algunas se mostraba a Mu portando vestuarios de bodas para Omegas, dedujo que eran fotos que mostraban las diferentes pruebas de vestido por las que pasó el peli-lila antes de encontrar su vestuario ideal.

En otras fotos aparecían ambos sonriendo, abrazados, haciendo diversas actividades juntos, como elegir el menú, caminando por el lugar dónde se realizaría el evento... Cosas típicas de una pareja preparando todo para su boda.

Aldebarán ya se sentía bastante mal de solo ver eso. Los dos parecían estar totalmente enamorados, y más que felices por casarse, pero él no recordaba absolutamente nada de esos días.

Siguieron pasando páginas, y él hizo lo que pudo para controlar sus emociones, hasta que llegaron a una que lo hizo dar un respingo. Mu lo notó, y al ver las fotos, suspiró antes de hablar.

- Estas son del día de nuestra boda.- Suspiró Mu, con una triste sonrisa.- ¿Quieres que te cuente cómo fue?

- P-Por favor.- Asintió Alde.

...
..
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Atenas, Grecia. 23/03/xxxx

Después de haber pasado casi un año planeando y preparando todo, finalmente el gran día había llegado.

Mu se encontraba en su antigua habitación en casa de sus padres, con su madre, su suegro, y sus amigos Omegas, terminando de alistarse.

Estaba nervioso, eso era innegable. Después de todo, no era un día cualquiera, era el día en el que caminaría al lado de su padre, y uniría su vida a la de la persona que más amaba, y quería que todo fuera perfecto.

- ¿Nervioso?- Preguntó Izo, terminando de cepillarle el cabello.

- Algo.- Respondió Mu, con una sonrisa, mirando su reflejo en el espejo del tocador.- ¿Cómo me veo?

Todos los Omegas presentes en la habitación se miraron entre ellos con una enorme y sincera sonrisa antes de responder.

- Estás hermoso.- Le dijo su madre, acariciando su mejilla.- Aún no puedo creer que el tiempo haya pasado tan rápido...

- Mamá, ¿estás llorando?- Preguntó Mu, incrédulo al ver a su madre limpiándose unas pequeñas lágrimas.

- No es nada, Mu.- Le respondió su suegro, imitando la acción de Shion.- Es solo que... No es tan fácil aceptar que tu hijo ya no es un bebé, y es hora de dejarlo volar con sus propias alas.

Mu se estaba contagiando de la emoción de su madre y su suegro, y sintió sus ojos picar levemente. Sentía que derramaría unas lágrimas en cualquiera momento, hasta que escuchó la voz de otro de sus acompañantes.

- Vamos, tranquilos todos.- Dijo un hermoso chico de cabellos y ojos turquesas.- Todos estamos emocionados, pero el maquillaje no es a prueba de lágrimas.- Añadió, pasándole unos pañuelos desechables a los tres.

- Gracias por ayudarme, Afrodita.- Le sonrió Mu al contrario, aceptando el pañuelo.- No solo me ayudaste con mi vestuario. De no ser por tí, me hubiera quedado sin maquillista y estilista.

- No es nada.- Le respondió con una sonrisa el peli-turquesa, dándole un abrazo.- Cualquier amigo de Shaka es amigo mío, y por mis amigos lo que sea.

Después de intercambiar una sonrisa, terminaron de alistar al peli-lila. Los toques finales del maquillaje por parte del maquillista de imprevisto, un par de broches en el cabello, un largo velo y estaban listos para salir.

- ¿Cómo está todo por aquí?- Preguntó Dohko, abriendo un poco la puerta de la habitación dónde estaban todos los Omegas.- ¿Ya están listos?

- Sí, papá.- Respondió Mu, dando la vuelta, y viendo a su padre con una leve sonrisa.- ¿Ya es hora?

Dohko se quedó mirando a su hijo por unos segundos, antes de que un par de de pequeñas lágrimas escaparan de sus ojos. A pesar de que estaba feliz de que su hijo hubiera encontrado el amor, y era feliz al lado de alguien que lo amaría y cuidaría toda la vida, le era imposible no sentir un cumulo de emociones al caer en cuenta de que ese día caminaría al lado de su hijo para entregarlo a alguien más.

- Papá, ¿estás bien?- Preguntó Mu, colocando su mano en el hombro de su padre.

- Si... No es nada, tesoro.- Le sonrió Dohko, limpiándose las lágrimas.- Vamos, tu Alpha te espera.- Añadió, volviendo a su habitual sonrisa y buen humor.

Todos bajaron las escaleras y después salieron de la casa, dónde ya estaban estacionados un par de autos esperándolos.

Shion le dió un último abrazo a su hijo, antes de abordar el auto que les correspondía. Y después le siguieron Afrodita, Camus, y por último, Shaka.

- Suerte.- Le sonrió su amigo rubio.- Nos vemos en la iglesia.

- Gracias por todo, Shaka.- Respondió Mu, abrazando a su amigo.- También dale las gracias a Afrodita por haber aceptado ayudarme con el maquillaje de último momento.

- Por supuesto. Pero te dije que no se negaría.- Asintió Shaka, volteando a ver al peli-turquesa, completamente enamorado.- Él es realmente dulce una vez que lo conoces.

- Por algo te fijaste en él, ¿no?

Shaka solo asintió, con las mejillas levemente sonrojadas. Mu dejó escapar una leve risilla ante la reacción del rubio.

- Cuando dijiste que nunca te gustarían los Alphas, vaya que lo decías en serio.- Comentó Mu, con una leve risa, recordando los tiernos años de su infancia.

Shaka solo rió levemente, y negó con la cabeza, para después ir con el resto. Mu imitó su acción, y subió al auto en el que le correspondía ir, junto a su padre.

Shion y el resto de los amigos de Mu fueron en el auto de Afrodita, y arrancaron unos cinco minutos antes que ellos. Después de todo, el Omega que se casaba debía ser el centro de atención y el último en llegar al lugar de la ceremonia, acompañado por su padre.

Mientras estaban en el auto, Mu y su padre hablaban tranquilamente, igual que cuando Mu era solo un niño.

- ¿Estás nervioso?

- Un poco.- Suspiró Mu, con una suave sonrisa.- Aún no puedo creer que ésto esté pasando. Casi siento que es un sueño.

Dohko rió levemente, palmeando la espalda de su hijo.- Tranquilo, es normal.- Le sonrió al peli-lila.- Después de todo, no te casas con el amor de tu vida todos los días.

Mu asintió, sin dejar de sonreír.- ¿Cómo fue cuando mamá y tú se casaron?

- Sabes que es una larga historia.- Respondió el mayor, intentando contener la risa.- Conoces bien a tu madre y su carácter. Estaba más nervioso que un pavo gordo en vísperas de nochebuena, y casi mata de un coraje al maquillista, a la estilista, a los Omegas de honor, y hasta a los pajes.- Contó Dohko.- Al final, se enojó demasiado por un broche que no aparecía, y se encerró en el baño a llorar. Su compañía no pudo más, y llamaron a su padre para que fuera a calmarlo, pero al final no pudieron hacer nada y tuve que ir yo a hablar con él.

- ¿Osea que fuiste de regreso desde la iglesia, hasta la casa del abuelo Hakurei por él?

Dohko asintió.- Si lo hubieras visto, ni siquiera creerías que se trataba de tu madre. Estaba vuelto un mar de lágrimas por un broche, es decir... Hablamos de Shion, un Omega que literalmente, tiene un clóset lleno de pantalones y camisas iguales porque siempre se pone la primer ropa que encuentra y a veces ni siquiera se peina, y que no lloró ni siquiera la vez que se resbaló en el trabajo y se torció el tobillo, llorando por un broche y creer que se veía "desaliñado" por eso.- Ambos dejaron escapar una pequeña risa al recordar cómo era Shion.- Pero supongo que fue solo el estrés y los sentimientos encontrados del momento. Así que hablé con él, me encargué de calmarlo, y sobretodo... Recordarle que me casaba con él, y no con ese condenado broche. Así que el broche se podía ir de vacaciones a las Bahamas, pero sin Omega no hay boda, así que debíamos ir a la iglesia cuanto antes.

Mu rió ante las últimas frases de su padre. Aún después de haber escuchado esa historia unas cuántas veces, seguía sin poder creer que su madre perdiera la cabeza y casi dejara plantado en el altar a su padre por un broche.

- Al final, llegamos juntos a la iglesia, y... Bueno, creo que la sacerdotisa ya sabía que muchos Omegas tienden a ponerse histéricos el día de su boda, y no quiso arriesgarse a que Shion la colgara con su sotana de la campana más grande. Así que nos casó sin poner peros.- Añadió Dohko, con una sonrisa nerviosa al recordar la cara que puso esa pobre mujer cuando sintió la mirada de Shion sobre ella.- Estoy seguro de que la pobre se llevó el susto de su vida... Pero en fin, fue un día felíz, y es todo lo que me importa. La verdad es que sin pensarlo dos veces, volvería a pasar por todo lo de ese día las veces que fueran.

- ¿Aún con mamá vuelto loco por un broche?- Comentó Mu, riendo ambos.

- Aún así.- Afirmó Dohko con una sonrisa.- Aún con su mal genio, su seriedad, sus enojos, sus celos, sus inseguridades y su dificultad para expresar amor abiertamente, no hay nadie más con quién pueda imaginarme envejeciendo, y eso es lo más importante en cualquier relación.

Mu sonrió al escuchar a su padre hablando así de su madre, y ver cómo sus ojos brillaban mientras lo hacía. Ellos habían sido su ejemplo a seguir desde niño, siempre había soñado con tener una historia como la de ellos.

- Y de seguro él puede decir lo mismo con mis bromas, con rara vez tomarme algo en serio, hablar con cuánta persona se me ponga enfrente, hacer el ridículo en público cada cierto tiempo...- Añadió riendo nervioso Dohko.- Pero con tu madre, creo que entendí que no necesitamos a alguien que vea lo bueno en nosotros, sino a alguien que vea lo malo, y aún así quiera quedarse.

Mu sonrió, mirando el ramo de flores en sus manos. La verdad era que él no podía estar más felíz de tener a Alde a su lado, ese Alpha era un sueño hecho realidad: siempre lo apoyaba en todo, lo hacía reír y lo animaba incluso en los peores días, aguantaba su mal humor y lo ayudaba a calmarse, siempre lo trataba como si fuera un tesoro invaluable... Era simplemente perfecto.

- ¿Pensando en Alde?- Lo sacó Dohko de sus pensamientos, y Mu solo pudo sentir.- De verdad que te sacaste la lotería con ese Alpha. No creo que pueda confiar en ningún otro para entregarle el cuidado de mi único hijo.

- Alde es todo y más de lo que yo podría querer en alguien.

Dohko le devolvió la sonrisa a su hijo, antes de hablar.- Lo sé, y espero que seas felíz. Solo no olvides a tu pobre y viejo padre.

- Ay, papá, qué cosas dices.- Sonrió Mu, abrazando al mayor.- Jamás me olvidaría de tí ni de mamá.

- Solo bromeo.- Rió Dohko.- Aunque debo admitir que no es fácil aceptar que ese pequeño bebé regordete al que ayer le cambiaba los pañales, lo bañaba, mecía para dormir, y llevaba de paseo en el auto a las tres de la mañana para que Shion no se volviera loco por la falta de sueño...- Añadió, sonando melancólico, pero sin dejar de lado su típico carácter alegre.- El día de hoy ya no es un bebé. Ya no necesita que le cambie los pañales, ni que lo bañe, ni que lo meza... Que ya es todo un Omega adulto, y dentro de unos minutos, tendré que cederle el puesto de cuidarlo a alguien más.- Dohko no pudo contener las pequeñas lágrimas, pero rápidamente las limpió, mostrando su mejor sonrisa.- Pero sé que es parte de la vida. Yo alguna vez estuve en el lugar de Alde, aceptando la responsabilidad de cuidar y amar al hijo Omega de alguien, y ahora me toca ocupar el lugar que alguna vez tuvo tu abuelo, entregando a mi hijo para que sea felíz.

- Te quiero, papá.- Le sonrió Mu, abrazando a su padre.- Gracias por todo. De no ser por tí, quizás jamás habría conocido a Alde.

- Lo sé, soy el mejor padre del mundo.- Sonrió Dohko, y ambos terminaron riendo.

Después de unos minutos, finalmente llegaron a su destino, y bajaron del auto. Primero Dohko, y después ayudó a su hijo a bajar, tomando su mano.

Los invitados que tenían la misión de esperar afuera la llegada del Omega y avisar a todos, rápidamente cumplieron su función apenas vieron a Mu bajar del auto, y fueron lo más rápido que pudieron a avisar al resto que ya esperaba en la iglesia.

Mu entrelazó su brazo con el de su padre, y ambos caminaron hasta la entrada de la iglesia, esperando que la música comenzara a sonar para iniciar la marcha.

- ¿Estás listo?

Mu miró hacía el frente, dónde lo esperaba Alde, y una sonrisa se formó en su rostro. Entonces respiró profundo, y habló más seguro que nunca.

- Sí.

Apenas asintió, la música de un piano comenzó a sonar, y padre e hijo iniciaron la marcha.

Todos tenían su mirada fija en Mu, y el peli-lila hacía lo posible por no ponerse nervioso ante tantas miradas sobre él, concentrándose en mirar a su Alpha, que lo miraba con una sonrisa que le decía: "Todo está bien".

Gracias a eso, el recorrido fue mucho más ameno y rápido, y para cuando se dió cuenta, ya estaba enfrente de Aldebarán.

- Aldebarán, hoy te entrego a mi hijo, confiando en que sabrás cuidarlo, honrarlo, respetarlo y hacerlo felíz por el resto de sus días.- Comenzó Dohko su pequeño discurso, mientras ambos novios se tomaban de las manos.- Yo, como su padre, lo he hecho hasta ahora, pero el día de hoy tú te convertirás en su esposo, y por eso te cedo esa responsabilidad.- Continuó, después de que Mu diera un par de pasos para quedar al lado de su futuro esposo.- Por eso, ante todos los presentes, afirmo que ustedes tienen mi bendición para casarse, y les deseo toda la felicidad del mundo en su matrimonio.- Finalizó Dohko con una sonrisa y un par de lágrimas escapando de sus ojos, para después retirarse a su lugar correspondiente.

Después de eso, la ceremonia siguió su curso. Desde el típico discurso del sacerdote diciendo que ese día estaban todos reunidos para presenciar la unión de dos personas y todo eso, pasando por otro discurso sobre el matrimonio y la importancia de honrarlo, hasta llegar a la entrega de anillos, acompañada por los votos de ambos.

Sus padrinos de anillos llevaron las sortijas de matrimonio, haciendo la entrega de la joya correspondiente a cada novio, y después volvieron a sus lugares.

Y entonces les tocó a ambos decir sus votos.

- Mu, te conocí hace dieciséis años.- El primero en decir sus votos fue Aldebarán.- En ese entonces, ni siquiera imaginaba que algún día llegaríamos hasta aquí. Siempre haz estado conmigo, en los peores y mejores momentos. En estos años, haz sido la luz que ilumina mi camino, mi motivación para levantarme y esforzarme por ser mejor cada día. Tú eres mucho más que solo mi pareja, eres mi mejor amigo, mi confidente, mi consejero, mi inspiración, mi luz... Eres lo que más amo en esta vida.- Añadió Aldebarán, tomando la mano de Mu, listo para colocarle el anillo.- Por eso, el día de hoy, te obsequio éste anillo, que representa mi amor por tí, mi compromiso por cuidar y cultivar ese amor todos los días, y por siempre estar a tu lado. Con este anillo, te pido que seas mío.- Finalizó, colocándole el anillo al peli-lila, que no pudo evitar derramar unas lágrimas, conmovido por las palabras de Alde.

Una vez que el sacerdote lo indicó, era el turno de Mu para decir sus votos. El peli-lila se limpió con cuidado las lágrimas, y se aclaró la garganta, antes de hablar.

- Alde, te conocí cuando éramos apenas niños. En ese entonces, yo jamás imaginé encontrar a alguien como tú, que me motivara y estuviera a mi lado siempre. Que pudiera comprenderme, escucharme y apoyarme. Alguien que siempre que lo necesito, llega justo a tiempo.- Comenzó a hablar Mu.- Aunque hace dieciséis años no podía siquiera imaginar estar aquí, hoy en día no puedo imaginar mi futuro al lado de alguien que no seas tú. Porque tú siempre me inspiras a dar lo mejor de mí, a continuar a pesar de todo, a luchar por mis sueños, a levantarme cada día...- Continuó Mu, haciendo todo su esfuerzo por no llorar de la emoción.- Eres mi mejor amigo, mi confidente, mi consejero, mi amante, mi luz, mi inspiración... Eres lo que más amo en esta vida, y que no cambiaría ni por todas las riquezas del mundo.- Añadió, tomando ahora él la mano de Alde, y comenzando a colocar el anillo.- Por todo eso y más, hoy te entrego este anillo, símbolo de mi amor por tí, y mi compromiso por cuidar y cultivar ese amor todos los días, y por siempre estar a tu lado. Con este anillo te pido que seas mío.- Finalizó, colocándole a Alde el anillo.

Después de finalizar el intercambio de anillos, Alde no dudó en abrazar a Mu para ayudarlo a calmarse. El peli-lila correspondió felíz el abrazo, realmente estaba emocionado por su día especial, y le fue imposible contener las lágrimas de felicidad.

Ambos se quedaron tomados de las manos todo el tiempo que restó, mirándose y sonriéndose mutuamente cada tanto, esperando la ansiada pregunta, que para ellos, tardó una eternidad en llegar.

- Aldebarán, ¿aceptas a Mu como tu Omega, para amarlo y respetarlo, y serle fiel, hasta que la muerte los separe?

- Sí, acepto.- Respondió el castaño, mirando a Mu, mientras ambos se sonreían, tomados de las manos.

- Y tú, Mu, ¿aceptas a Aldebarán como tu Alpha, para amarlo y respetarlo, serle fiel, en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, en la tranquilidad y en la adversidad, hasta que la muerte los separe?

- Sí, acepto.- Respondió Mu apenas el sacerdote terminó la pregunta.

- Por el poder que me ha sido conferido, yo los declaro Alpha y Omega.- Habló el sacerdote.- Puedes besar a tu esposo.

Apenas el sacerdote terminó de pronunciar esas palabras, Mu saltó a los brazos de Aldebarán, dándose finalmente su primer beso de casados, que fue vitoreado y aplaudido por todos los presentes.

Los dos estaban extremadamente felices por al fin estar casados, y las lágrimas de alegría escaparon de los ojos de ambos, mientras se miraban a los ojos.

- Te amo.- Le susurró Alde, aún sosteniéndolo en brazos.

- Yo también te amo.- Le respondió Mu, abrazándose con fuerza a su ahora esposo.

Se dieron un beso más, antes de salir de la iglesia rumbo a la fiesta en honor de su unión.

.......
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🌻

Mu recordaba ese día como uno de los más felices de su vida, y le fue imposible contener un par de lágrimas al narrar la historia.

Alde lo notó, y se sintió aún peor. Todo lo que Mu le había contado parecía sacado de un cuento de hadas o una película, un caso en un millón, una historia que cualquiera mataría por tener, y él había sido afortunado de tenerla, pero ahora no recordaba absolutamente nada.

- No, Alde... No te preocupes.- Tartamudeó Mu, limpiándose las lágrimas.- No es tu culpa haber tenido ese accidente.- Añadió el peli-lila, acariciándole la mejilla.- Verás que tu memoria volverá algún día, y todo volverá a ser como antes.

Aldebarán solo bajó la vista. No sabía qué decir. Aunque Mu recordara todo, él no recordaba a Mu. No sentía nada por él, no lo veía como su esposo, como su Omega. Era un completo desconocido.

- Te prometo que haré todo lo posible por ayudarte a recordar todo.- Añadió Mu, buscando su mirada con los ojos llorosos.- Y si... Si tu memoria nunca regresa... Entonces volveré a enamorarte, y crearemos nuevos recuerdos juntos.- Escuchar la voz de Mu a punto de romperse por el llanto era doloroso, incluso si no recordaba quién era él peli-lila.- Lo único que me importa es que tú estés bien, Alde. Eso es todo lo que deseo. Por tí soy capaz de dar hasta mi vida si es necesario.

Aldebarán quería decir algo, pero no sabía cómo ni qué decir. Mu realmente parecía un Omega que lo amaba, y Alde no podía evitar sentir que fracasó como Alpha al olvidar a su Omega.

- Tranquilo.- Suspiró Mu, volviendo a acariciarle la mejilla.- No es necesario que digas nada.- Le sonrió el peli-lila.- Creo que ya fue suficiente información por hoy. Será mejor que descanses, y podemos dejar esto para otro día.- Añadió Mu, dejando el álbum en la caja, que permanecía en el suelo. Después arropó a Alde, y acomodó la almohada.- Descansa. Te veo mañana.

Alde notó que Mu se levantó de la cama, y comenzó a caminar a la puerta de la habitación.

- ¿Dónde dormirás?- Se atrevió a preguntar.

- No te preocupes por mí. Kiki está con mis padres, así que dormiré en su habitación.- Respondió Mu con una sonrisa, volteando a verlo.- Cualquier cosa que necesites, llámame.

- Gracias.- Murmuró Alde, desviando la vista. Le era difícil no sentirse algo intimidado.

- Descansa.- Se despidió Mu, para después salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

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