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Capítulo 5: Primer amor

Después de escuchar la historia detrás de la primera foto del álbum, Alde no sabía qué más decir.

Esa historia parecía demasiado linda. Prácticamente había sido un pequeño flechazo que tuvieron desde niños, y no podía dejar de sentirse mal por no poder recordar nada.

- No te preocupes, todo estará bien.- Le sonrió Mu, tomando su mano.- Ya te dije que cada foto tiene una historia detrás... Como ésta.

Mu señaló otra foto, una dónde aparecían ambos, unos cuántos años más crecidos, probablemente rondando los once o doce años, y otros dos niños que no tenía idea de quiénes eran. Todos usando el mismo uniforme escolar.

- Este es Camus.- Señaló Mu a un niño de cabellos azulados.- Y este Shaka.- Señaló Mu al otro niño de cabello rubio.

Reconoció los nombres de los niños por la mención que había hecho Mu de ellos anteriormente, pero no tenía ni idea de cómo eran, o si siquiera se llevó bien con ellos.

- Esta foto la tomaron el primer día de nuestro último año de la escuela primaria.- Le explicó Mu, mostrando inconscientemente una sonrisa al observar aquella foto.- Jamás olvidaré ese año.

...
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Atenas, Grecia. 18-08-xxxx

Un nuevo ciclo escolar había comenzado, el último para ellos, antes de pasar al siguiente nivel educativo, en una nueva institución.

Para muchos no era fácil, tanto por la presión de tener que dar lo mejor de ellos al ser su último año, como por el hecho de comenzar aquella etapa de la vida llamada "pubertad", su primer paso en el proceso de convertirse en adultos.

Para la mayoría de las castas era difícil saber que no solo su cuerpo, sino absolutamente todo en ellos estaba cambiando, pero en especial la pasaban peor los Omegas y las chicas Beta.

Algunas compañeras Beta ya habían tenido su primer periodo, la mayoría no se salvaron de sufrir al menos una burla cuando una mancha de sangre apareció en sus faldas de pronto.

Muchos de sus compañeros y compañeras Omegas ya habían tenido su primer celo, y para los pocos Omegas que aún no pasaban por eso, era cuestión de tiempo para que pasaran por lo mismo.

Mu no podía evitar sentirse nervioso. Él era de los pocos Omegas que aún no habían tenido el celo. En las clases los profesores les habían explicado que con los supresores no había absolutamente nada que temer y todo estaría bien. Pero los chicos y chicas que ya lo habían tenido no dejaban de decir que era horrible en todos los sentidos, en algunos casos los supresores no cumplían bien su trabajo, y que si pudieran, decidirían haber nacido Betas, Alphas o Deltas.

Camus ya había tenido su primer celo durante las vacaciones de fin de curso, y por lo que les había contado, su medio hermano y su padre, ambos Alphas, por precaución habían tenido que irse a casa de sus abuelos durante las dos semanas que duró su celo. Él se quedó al cuidado del esposo de su padre, que a pesar de no ser su madre biológicamente, lo quería como si lo fuera.

El galo les dijo que había sido un poco doloroso las primeras horas, pero con los supresores todo estuvo bien, y con el apoyo de Radamanthys, su "madre adoptiva", todo quedó como una anécdota más para contar en el futuro.

Eso había tranquilizado a Mu por un tiempo, pensó que si para Camus todo había salido bien, para él también. Pero el miedo de ser un Omega a punto de desarrollarse por completo, lo invadió nuevamente al enterarse cómo había sido el primer celo de Shaka.

El rubio le contó que fue bastante doloroso, los supresores no sirvieron de nada, y tuvo que pasar las primeras horas completamente solo.

Bueno, Shaka había tenido la mala fortuna de ser el único Omega además de su madre en casa.

El día que el celo lo sorprendió por primera vez, estaba en casa con dos de sus primos, su tío y su padre, todos Alphas. Su madre se encontraba en cinta, y había sido ingresado al hospital un par de días atrás, por una complicación del embarazo, así que no podía acudir a su ayuda.

Dijo que todos sus familiares tuvieron que irse de casa para prevenir cualquier riesgo, dejándolo solo. Por más que quisieran ayudarlo, sabían que debido a su casta, no podían hacer nada más que alejarse, y tratar de localizar a su primo Caín, el único Omega de la familia disponible para ayudar.

Su madre estaba en el hospital, su tío Shijima estaba cuidando de Asmita. Así que Caín era la única opción que quedaba, el único problema, era que Caín tardaría al menos tres horas en llegar a Atenas.

Shaka les contó que Caín llegó tan rápido como pudo, pero poco pudo hacer por él además de administrarle unos supresores inyectados y acompañarlo.

El rubio afirmaba que fueron los peores días de su vida. Fue demasiado doloroso e incómodo, y la sola idea de tener que volver a pasar por eso cada mes lo hacía temblar del miedo.

Mu ya no sabía qué pensar. Si para la mayoría de los Omegas que ya habían pasado por eso, había sido una experiencia horrible, ¿por qué él sería una excepción?... Si el celo le llegaba de pronto, cuándo su madre aún no estuviera en casa, ¿qué podría hacer su padre por él, siendo un Alpha?... ¿Sería tan horrible como Shaka decía?... Ahora tenía miedo hasta de estar cerca de Alphas.

- Mu, ¿estás bien?

Escuchar la voz del que consideraba su mejor amigo lo devolvió a la realidad, dónde ambos caminaban juntos de regreso a casa después de la escuela.

- S-Si, Alde.- Tartamudeó nervioso.- No es nada.

- ¿Estás nervioso por lo de tu celo?- Le preguntó el Alpha castaño, y Mu solo asintió levemente.- No te preocupes, Mu. Los profesores dijeron que a algunos Omegas el celo les llega por primera vez hasta los dieciséis años, o incluso después. Estoy seguro de que no hay nada malo contigo, y pronto te llegará.

- Eso es lo que no quiero, Alde.- Suspiró el peli-lila, deteniendo su andar, mientras escondía su rostro entre sus manos.- ¿Que tal si me pasa lo mismo que a Shaka?... No quiero que me duela todo, ni sentirme incómodo, ni estar débil, ni correr riesgo de que me ataquen... No quiero pasar por todo eso.

Aldebarán le hizo descubrirse el rostro, y después le tomó de la mano.

- Tranquilo, todo estará bien.- Le sonrió el castaño.- Si te llega en la escuela, los profesores sabrán qué hacer. Si es en tu casa, tu papá puede llamar a tu mamá o al mío para que vayan a ayudarte. Además, dijiste que tu mamá ya te enseñó a usar los supresores y te dijo dónde están guardados en caso de una emergencia, ¿no?- Le dijo Alde, intentando hacerlo sentir más tranquilo.- Además, estoy seguro de que ni tu papá ni tu mamá van a permitir nunca que alguien te lastime... Y yo tampoco lo voy a permitir.

Mu se sonrojó levemente con la última frase de su amigo, pero no dijo nada.

- L-Lo que q-quiero decir es que si te llega en la escuela, no voy a permitir que nadie te haga daño.- Tartamudeó Alde al caer en cuenta de que quizás había hablado demás.- T-Te prometo que voy a cuidarte, así que no tengas miedo.

- Gracias, Alde.- Le sonrió Mu, para después abrazarlo.- Te quiero.

- Y-Yo también te quiero.- Respondió nervioso el castaño.

Después de eso, ambos continuaron su camino, hasta llegar a casa de Mu.

Al poco tiempo de haberse conocido, comenzaron a pasar bastante tiempo juntos, tanto dentro como fuera de la escuela. Dos días a la semana, Mu se quedaba en la casa de Alde, al cuidado de Ox o Izo, otros dos días, Alde se quedaba en la casa de Mu, al cuidado de Dohko o Shion. Y los viernes intercalaban, casi siempre siendo día en que se quedaban a dormir en la casa de alguno.

Ese viernes no fue la excepción, ambos llegaron, y después de saludar al cuidador de turno – Shion en esa ocasión. –, fueron a la habitación de Mu para cambiarse el uniforme por ropa más cómoda, y después bajar a comer.

La comida transcurrió de una forma bastante amena, hablando con Shion sobre cómo les había ido en la escuela a ambos, escuchando cómo había sido el día de Shion en el trabajo, y otros temas triviales más.

Aldebarán siempre se ofrecía a ayudar a Shion a limpiar, y el mayor no se negaba. Mu también ayudaba, y en pocos minutos, todos los platos, vasos y cubiertos utilizados se encontraban limpios y en su lugar.

Después de eso, los dos niños volvieron a la habitación de Mu para jugar un rato, mientras el sol reducía su intensidad para poder salir a jugar al patio.

A ambos les encantaba pasar tiempo juntos. Algunas cosas habían cambiado desde que se conociesen aquella tarde, hace unos cinco años, como el hecho de que ahora era mucho más fácil para ambos socializar con otros niños.

Alde llamó la atención de varios niños Alphas desde su primer día en la nueva escuela, no del todo para bien, pero tampoco fue un resultado fatal.

Pero bien dicen que el tiempo hace maravillas, y vaya que lo hizo con ellos dos. Desde hace un par de años, Alde tenía detrás de él a varios compañeros y compañeras de escuela, para ser sinceros, el castaño cumplía totalmente los estándares de un Alpha: Alto, con una notoria y bien desarrollada masa muscular, facciones marcadas... Era la envidia de más de un Alpha, que no dejaban de ir tras él pidiéndole consejos para tener tantos músculos. Y obviamente, no faltaban los Omegas, Gammas y Betas que quisieran una oportunidad.

Podía decirse que los Alphas lo habían aceptado como el "Alpha líder", a quién debían seguir. Y eso a su vez, ocasionó que los integrantes de las demás castas quisieran tenerlo para sí, con el fin de mostrar superioridad ante sus semejantes.

Por otro lado, Mu poco a poco comenzó a defenderse de sus agresores. Pero al crecer y desarrollarse aún más, no tardó en tener a varios Alphas detrás de él, incluso los que alguna vez lo molestaron.

Mu cumplía con los estándares de un Omega perfecto: Delgado, lindo, cabellos suaves, ojos hermosos, piel suave y lechosa, sin tomar en cuenta que tenía el favor del "Alpha líder" de la escuela... Podía decirse que los únicos Omegas que le hacían competencia en cuanto a belleza eran Camus y Shaka, pero nadie en cuanto a tener siempre cerca a Aldebarán.

Sin embargo, y a pesar de todo, ambos rechazaban a todos los que habían intentado conseguir una oportunidad con ellos.

En la escuela muchos hacían rumores de que ellos dos eran pareja, pero lo ocultaban por diferencias entre sus familias... "Vaya que han leído demasiadas veces 'Romeo y Julieta', ¿que sigue?, ¿alguno de los dos fingiendo su muerte?" Reían ambos al hablar de los rumores que rodeaban su amistad.

Les daba igual lo que pensaran sus compañeros. Entre ellos solo había una amistad muy linda, y que cualquiera envidiaría... ¿O no?

¿Realmente lo veía solo como un amigo?, ¿o aspiraba a algo más que eso?... Eran las preguntas que desde hace un tiempo no dejaban de invadirlos a ambos.

Se sentían bastante tranquilos y a gusto con la compañía del otro. Les encantaba jugar juntos, incluso cosas tediosas como hacer las tareas se les hacían fáciles si estaban juntos. Pero a la vez, un pequeño revoloteo en el estómago los invadía cada vez que el otro se acercaba demasiado... No entendían nada, y preferían no darle importancia.

La tarde y la noche transcurrieron con normalidad, siguiendo la rutina de cada fin de semana: jugar en el patio, cenar en familia, después mirar una película y comer algo de pizza, y después a dormir.

Mu se encontraba ya arropado en su cama, desde hace ya un buen rato que debía estar dormido. Pero tenía una pequeña duda que no lo dejaba conciliar el sueño.

- Alde.- Llamó Mu a su amigo, que se removió un poco en su saco de dormir.- ¿Estás despierto?

- ¿Pasa algo, Mu?- Murmuró el castaño, tallándose los ojos.- ¿Te sientes mal?, ¿quieres que llame a tu mamá?

- No, no te preocupes. Estoy bien.- Respondió Mu rápidamente, antes de que su amigo saliera corriendo a llamar a sus padres.- Es solo que... No puedo dormir.

- ¿Por qué?

Mu no sabía cómo preguntar la duda que tenía, y que le estaba robando el sueño. La verdad, era algo bastante tonto para él, y temía que su amigo pensara lo mismo, así que estuvo por desistir, pero la insistencia de Alde no lo dejó.

- Es solo que... ¿Ya diste tu primer beso?- Preguntó Mu tímidamente.

- ¿P-Por qué lo preguntas?

Ambos estaban nerviosos y sonrojados por la pregunta, pero quizás más por la respuesta.

- Es... Es solo que... Y-Yo aún no lo he dado, y... C-Creo que soy el único.- Explicó Mu con timidez.- Aioria le dió un beso a Shaka cuando teníamos ocho años, y Milo le dió uno a Camus hace un año... C-Creo que soy el único que no ha dado su primer beso.

- N-No eres el único.- Le dijo Alde, agachando la vista.- Yo tampoco.

Ambos se quedaron callados, para después soltar un suspiro.

- Al menos cuando lo des, ya sabes que los besos no embarazan.- Comentó Alde, con una leve sonrisa.- No como Shaka, que casi mata a Aioria, creyendo que lo había embarazado.- Añadió, sin poder contener su risa al recordar aquella vergonzosa anécdota, contagiando a Mu.

Ambos soltaron a reír al recordar aquel episodio de su infancia. Después de que Aioria le diera un beso a Shaka por cumplir un reto, y el pequeño Omega rubio respondiera con un puñetazo, gritando que lo había embarazado. La maestra y los padres de toda la clase no sabían si reír o llorar por el malentendido, terminando en largas charlas entre padres e hijos sobre cómo se hacían los bebés.

- Aún recuerdo la guerra que se desató ese día entre Omegas y niñas Betas contra Alphas y niños Betas.- Comentó Mu, riendo.

Ambos rieron por unos segundos más, hasta que sus estómagos comenzaron a doler. Era algo bastante común entre ellos, reírse por varios segundos, incluso minutos, hasta que les doliera el estómago, y después sonreírse mutuamente. Cualquier momento era especial si estaban juntos.

- Alde...- Llamó Mu nuevamente a su amigo, fiando su vista en el techo.

- ¿Qué pasa, Mu?

- ¿Te gusta alguien?- Preguntó el peli-lila, sorprendiendo a su amigo.

- ¿A tí te gusta alguien?- Respondió nervioso con otra pregunta Alde.

- No lo sé.- Admitió Mu.

Alde se incorporó en su saco de dormir, y Mu imitó su acción, sentándose en su cama.

- ¿Cómo que no sabes?

Mu abrazó sus rodillas, escondiendo su rostro, antes de responder.- No sé qué se siente cuando te gusta alguien.- Suspiró Mu.- Así que no lo sé.

Alde guardó silencio por unos segundos. Parecía que quería decir algo, y sin embargo no se atrevía. Pero finalmente respondió un:

- Y-Yo tampoco sé.

Después de unos segundos de profundo silencio, Mu bajó de su cama, sentándose en la alfombra junto a su amigo.

Alde no dijo nada, y simplemente le hizo un espacio en el saco de dormir, y Mu se acomodó. Era algo bastante común, y más de una vez, Mu se colaba junto a él durante la madrugada.

- ¿Cómo se sentirá dar un beso?- Murmuró Mu.

- N-No lo sé.

- Shaka dijo que por poco vomita cuándo Aioria le dió un beso, y que si antes no le gustaban los Alphas, después de eso jamás le gustarán.- Murmuró Mu, recordando las palabras de su amigo.- Camus nunca quiere hablar del beso que le dió Milo, y dice que no es la gran cosa.- Añadió el peli-lila.- Pero mi papá dice que un beso es algo muy especial y que si es con una persona que quieres mucho, es muy bonito... La verdad no sé a quién creerle.

- M-Mi mamá dice lo mismo que tu papá.- Respondió Alde, escondiéndose detrás de la manta.- Además... Ellos son adultos, y están casados... Quizás ellos tengan razón.

- ¿Tu mamá te ha hablado sobre como conoció a tu papá?- Preguntó Mu, genuinamente interesado.- A mí mi papá me ha contado que conoció a mi mamá cuando iban en secundaria, pero se hicieron novios hasta que estaban en la universidad. Después de muchos años se casaron y me tuvieron a mí unos meses después.

- Mi mamá dice que mi papá y él se conocieron durante un viaje.- Contó Aldebarán, recordando las palabras de su madre.- Dice que fue cuando tenía como 20 años, y quiso viajar solo por primera vez, así que durante sus vacaciones compró un boleto en el primer vuelo que encontró. Y la persona junto a la que le tocó sentarse fue mi papá.- Añadió, con una leve sonrisa.- Mi mamá dice que mi papá parecía nervioso y ni siquiera volteaba a verlo... Pero mi mamá dice que le gustó mi papá, así que comenzó a hablarle, hasta que se ganó su confianza durante el vuelo. Ambos estaban en busca de aventuras y experiencias viajando, así que decidieron compartir su viaje... Después de un par de meses, yendo de un lado a otro por varios países de América Latina, los dos se enamoraron y se casaron en secreto en su último destino, antes de volver a su punto de partida.

- Nunca me cansó de escuchar esa historia.- Dijo Mu, con una sonrisa.- La historia de tu mamá y tu papá parece un cuento de hadas.

- Es lo que dice mi mamá.- Le sonrió Alde de regreso.

Ambos se quedaron en silencio, con una sonrisa dibujada en sus labios, mirando al techo.

- Alde...

- ¿Qué pasa?

- C-Creo que si me gusta alguien...- Tartamudeó Mu, captando la atención de su amigo.

- ¿Quién?- Preguntó curioso el pequeño castaño.

Mu dejó escapar una pequeña risa antes de responder.- No puedo decirte.

- ¿Por qué?

- Porque si te lo digo, esa persona lo sabría.

Mu pensó que Aldebarán había captado su indirecta, y esperaba nervioso una respuesta, pero la que recibido no era la que esperaba.

- ¿Por qué lo sabría?

Mu no supo si reírse o llorar por lo despistado que podía llegar a ser su amigo, y no captar su "indirecta tan directa".

- N-No es nada... Olvídalo.- Suspiró resignado el pequeño peli-lila, poniéndose de pie.- ¿Me acompañas a la cocina por agua?

- Claro.- Le sonrió Aldebarán, siguiéndolo.

Ambos caminaron por el pasillo, con cuidado de no hacer demasiado ruido ni despertar a los padres de Mu. Bajaron las escaleras, y fueron en silencio hasta la cocina.

Alde ayudó a Mu a alcanzar un vaso de la alacena, que aunque ya no era necesario, seguía siendo un hábito que conservaban de cuando eran más pequeños. Mu bebió el agua que quería, y después de ingerir la última gota, sostuvo el vaso de vidrio en sus manos por unos segundos, pensando si debía volver a intentar lanzarle otra indirecta a su amigo, esperando que ésta vez sí la entendiera.

Alde estaba bebiendo algo de agua, sin percatarse de cómo Mu lo observaba fijamente.

Entonces Mu pensó que su amigo no entendería nada si no se lo decía directamente. Y aunque con todo el miedo del mundo a flor de piel, decidió hablar claramente.

- Alde...- Llamó a su amigo, una vez que el castaño terminó su agua.- ¿R-Recuerdas lo que dije hace rato?- Tartamudeó Mu, apretando el vaso en sus manos.

- ¿Sobre quién te gusta?- Respondió Alde, sin entender el nerviosismo de su amigo, a lo que Mu solo asintió.- Si, ¿por qué?

Mu suspiró profundamente, intentando darse valor a sí mismo. Dejó el vaso en el lavamanos, y se acercó a su amigo.

- Alde...- Dijo con dificultad, agachando la mirada.- Y-Yo... M-Me... C-Creo... Creo q-quem-meg-gustastú.

Los nervios lo traicionaron, y terminó hablando demasiado rápido, pronunciando palabras inentendibles. Alde lo miró confundido, sin haber entendido ni media palabra.

- ¿Qué?- Fue lo único que dijo Alde.- Habla más despacio.

- Alde... Yo...

Mu sintió como su amigo le tomaba de la mano, y al alzar un poco la vista, se topó con esa cálida sonrisa que lo hacía ponerse tan nervioso como tranquilo por igual.

- Tranquilo.- Le sonrió Aldebarán.- Puedes confiar en mí.

Mu le devolvió la sonrisa de forma inconsciente, y después asintió. Suspiró profundo por última vez, cerrando los ojos un momento para tranquilizarse, y finalmente habló:

- M-Me gustas.

No escuchó ninguna respuesta de Alde, y Mu no se atrevió a alzar la vista.

Después de unos segundos, Mu suspiró derrotado, asumiendo que su amigo no le correspondía, y que probablemente acababa de echar a perder una linda y larga amistad por nada.

- N-No te preocupes, yo-

- Mu...- Le interrumpió Alde, tomando su mano, y Mu pronto se dió cuenta de que su amigo estaba igual o más nervioso que él.- Creo que tú también me gustas.

Los dos se miraron por un momento, ambos con las mejillas completamente ruborizadas, y muertos de los nervios, pero sin soltarse de las manos en ningún momento.

- Alde...- Le llamó Mu.- ¿Q-Quieres ser mi novio?

- S-Sí.- Le respondió Alde con una tierna sonrisa que Mu correspondió.

Sin saber qué más hacer, ambos se abrazaron, sonriendo embobados por la inesperada confesión.

- Te quiero.- Le dijo Mu, después de separarse un poco.

- Yo también te quiero.

Estar juntos les transmitía una enorme sensación de paz y tranquilidad. Se conocían desde hace años, habían pasado por momentos increíbles juntos, y no podían ignorar los saltos que daban sus corazones en ese momento.

Estaban tan perdidos y sumidos en su pequeña fantasía de cuento de hadas, que ni siquiera se percataron de dos personas que habían observado toda la escena, hasta que el ruido de un objeto cayendo los alertó.

- ¡Dohko!

Al escuchar la voz de la madre de Mu, de inmediato voltearon hacia esa dirección, topándose con ambos adultos escondidos detrás de la entrada de la cocina.

- ¡Mamá!, ¡papá!- Exclamó Mu con las mejillas ruborizadas al ver a sus padres.

- Ignoren que estamos aquí.- Dijo Dohko, intentando contener la risa.- Nosotros solo bajamos a ver qué hacía ruido, pero ya nos íbamos, ¿verdad, Shion?

- ... Claro.- Respondió el peli-verde, fulminando a Dohko con la mirada.- No se duerman muy tarde.

Después de esa escena, los dos adultos se retiraron de vuelta a su habitación, dejando solos a los dos pequeños.

Mu estaba más rojo que las manzanas que Milo siempre llevaba al escuela para la hora del almuerzo. Alde solo atinó a abrazarlo contra su pecho y acariciarle la espalda hasta que se calmara.

Ese fue solo el inicio de una larga historia.

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Esa era la historia detrás de algunas fotos más.

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