Capítulo 2: Recuperar el paraíso
- Mu, entiendo que pudo ser difícil para tí eso, pero quizás solo fue un susto.- Le consolaba su padre, abrazándolo.- Solo respira. No es bueno que te alteres demasiado.
- Es... Es que yo...
- Mu Wang, cálmate ya.- Le dijo ahora su madre.
Dohko miró a Shion con un leve reproche. Eran prácticamente polos opuestos en ese tipo de situaciones. Dohko era quién corría a abrazar y consolar a su hijo, y Shion quién se mantenía siempre con la cabeza fría sin importar la situación.
- Entiendo que te sientas mal, Mu.- Añadió Shion, sin cambiar su postura.- Pero estás en cinta, es peligroso para tí alterarte de ésta forma. Así que trata de calmarte, quizás solo haya sido un susto, y al volver todo habrá pasado.
Mu asintió, sin separarse de Dohko, que miró con reproche a Shion.
- Llamaré a Izo para decirle lo que sucede.- Dijo Shion.- Y también a Shiryu para decirle que volveremos tarde a casa y que no nos esperen despiertos él y Kiki.
Después de decir aquello, el peli-verde se retiró a otro lado del hospital, dejando solos a Dohko y Mu.
Los minutos pasaban, Dohko siguió consolando a su primogénito hasta que finalmente consiguió que dejara de llorar y pudiera hablar sin romper en llanto. Shion volvió acompañado de los suegros de Mu, que no tardaron en llegar al recibir la noticia sobre su hijo.
Todos se encontraban esperando que el doctor apareciera, pero los minutos continuaban pasando, y no sabían nada sobre Aldebarán.
Izo y Shion eran quiénes se mantenían más calmos. Mu estaba al borde de sufrir otro ataque de nervios. Y Ox y Dohko intentaban calmar al pobre Omega.
Hasta que finalmente, después de una larga espera, el médico hizo acto de presencia, calmando a todos, aunque poco duró ese alivio al recibir la noticia.
- Me temo que tal vez el traumatismo fue más grave de lo que pensábamos.- Dijo el médico de cabello blanco.- El paciente presenta amnesia retrógrada.
Las lágrimas escaparon de los ojos de Mu, y su padre y su suegro rápidamente intentaron calmarlo.
- ¿Qué podemos hacer?- Preguntó Shion, manteniéndose calmado.
- De momento, esperar.- Respondió el médico.- La amnesia puede durar solo 24 horas, así que antes de dar un veredicto final, debemos esperar y ver cómo evoluciona.
- ¿Y qué pasa si no recuerda nada aún después de 24 horas?- Sollozó Mu.
El doctor respiró profundo, y después respondió.- Me temo que la evolución de la amnesia es prácticamente imposible de predecir.- Suspiró el albino.- En caso de que su memoria no regrese en 24 horas, no tenemos más opción que darle tiempo al tiempo. Podría tardar días o años en recuperar sus recuerdos.
Mu casi se desmaya al escuchar al médico, siendo sostenido por el padre de Aldebarán. Dohko intentaba calmarlo, pero de nada sirvieron todos sus esfuerzos.
Mu en ese momento se sentía destrozado, solo quería llorar, no podía imaginar qué haría si Alde no recuperaba su memoria.
[...]
Las veinticuatro horas ya estaban cumplidas, y la memoria de Aldebarán no presentaba ninguna mejoría.
Habían intentado de todo, desde preguntas sencillas como cuál era su nombre, hasta llevar a sus padres con él. Pero nada dió resultado, Alde no recordaba absolutamente nada.
- Lo lamento mucho.- Suspiró el médico.- El paciente perdió completamente la memoria. Se trata de un caso grave de amnesia retrógrada.
Mu rompió a llorar. Dohko no dudó en recibir en brazos a su vástago. Ox intentó mantenerse tranquilo, fallando en su cometido y derramando unas cuántas lágrimas. Izo hizo lo que pudo para no perder la compostura, pero un par de lágrimas traicioneras lo delataron. Y Shion solo suspiró, luchando por no quebrarse, alguien debía mantener la calma.
- ¿Qué debemos hacer ahora?- Preguntó Shion.
- Como les dije, la amnesia es muy impredecible. Su memoria podría volver en días, semanas, meses, años, o nunca.- Respondió el médico, poniendo aún más nerviosos a Mu y a los padres de Aldebarán.- Sin embargo, el pasar tiempo en lugares o con las personas importantes para él, podría hacer que su memoria vuelva.
Todos guardaron silencio. El veredicto que les daba el médico no era alentador, y no había hecho más que estresar a todos.
Sin embargo, sabían que no tenían nada más qué hacer. El doctor les dijo que en un par de días lo darían de alta, así que, por lo mientras, debían tratar de ayudarlo a al menos entender lo que sucedía.
Iba a ser sumamente doloroso para todos, pero era necesario. Así que, intentando contener sus lágrimas, y mostrar la mejor de sus sonrisas, Mu y los padres de Aldebarán fueron con el doctor, hasta llegar a la habitación.
- Hola, Aldebarán.- Saludó el médico a su paciente.- ¿Cómo te encuentras?
- Supongo que bien.- Respondió inseguro el castaño, sin saber a dónde mirar.
Estaba confundido. Hace un día se había despertado en aquella habitación, sin recordar absolutamente nada.
No sabía quién era él, no sabía su dirección, su fecha de nacimiento... Nada. Por más que lo intentaba, su memoria era un espacio en blanco.
- ¿Recuerdas a alguno de ellos?- Preguntó el doctor, señalando a los tres familiares del paciente que lo acompañaban.
- No.- Susurró, agachando la mirada.
Escuchó sollozar bajo a alguien, y se sintió aún peor. Ni siquiera se atrevió a alzar la vista.
- Entiendo.- Respondió el doctor.- Bueno, como te dije, tu nombre es Aldebarán. Ellos son Izo y Ox, tus padres.- Añadió el albino, señalando a los dos mayores. Alde sintió un nudo en la garganta al alzar la vista y ver los ojos llorosos de aquel Omega de cabellos negros y los de aquel hombre alto e imponente. Se suponía que eran sus padres, quiénes lo habían criado, pero él no los recordaba.- Y él, es Mu, tu esposo.- Añadió el doctor, señalando ahora a aquel Omega peli-lila. Lo único que sabía de él, era que fue la primera persona que vió cuando despertó. Aldebarán vió como el peli-lila hacía su máximo esfuerzo por no romper en llanto, y no pudo hacer más que agachar la cabeza nuevamente.
Tenía tantas dudas en la mente, pero a la vez se sentía demasiado inseguro como para preguntar.
¿El nombre que le habían dicho, era en verdad el suyo?, ¿ellos eran sus padres?, ¿ese lindo Omega de cabellos lilas y finos rasgos era su esposo?... Había tantas cosas que no entendía, tantas a las que no tenía respuesta.
- Les daré un momento a solas.- Escuchó la voz del doctor Odysseus.- Estaré en el pasillo por si me necesitan.
El doctor salió de la habitación, dejándolo solo con esas tres personas que afirmaban conocerlo, pero que para él eran unos completos desconocidos.
El silencio se adueñó del lugar por unos segundos, hasta que el Omega mayor de cabellos negros habló.
- Alde, ¿de verdad no me recuerdas?- Le preguntó, tomando su mano.- ¿No recuerdas a tu madre?
- Lo siento, no lo recuerdo.- Murmuró apenado, manteniendo baja la vista.
- ¿Recuerdas a tu padre?- Insistió el azabache.- ¿Recuerdas cuando te llevaba a los partidos de fútbol?, ¿o cuando te enseñaba a cocinar?, ¿o cuando entrenaban juntos?
Ni siquiera se atrevió a alzar la vista. Todos esos recuerdos sonaban a la vida que cualquier niño desearía tener, y él había sido afortunado de tenerla, pero no podía recordar nada. Así que simplemente negó con la cabeza en silencio.
- ¿Y qué hay de Mu?, ¿no recuerdas a tu Omega?- Siguió insistiendo el Omega que decía ser su madre.- ¿Recuerdas que están casados y tienen un hijo de tres años?, ¿recuerdas a Kiki?
Alde abrió sus ojos, y alzó la vista, mirando sorprendido al peli-lila, que no dejaba de mirarlo, con los ojos cristalizados por las lágrimas.
¿De verdad, un Omega tan lindo como ese, se había casado y tenido un hijo con alguien como él?, ¿había sido un buen esposo?, ¿había sido un buen padre?, ¿Kiki era el nombre de su hijo?, ¿cómo era ese niño?
Tenía mil dudas en mente, pero simplemente negó en silencio nuevamente.
Al escucharlos sollozar, supo que los estaba destrozando, pero no veía el caso de mentir. Él no tenía idea de quiénes eran ellos, no los recordaba, no sabía ni siquiera quién era él.
Todos guardaron silencio, intentando calmarse. Aldebarán solo mantuvo baja la vista y cerró sus ojos.
Internamente deseaba que todo eso fuera un especie de sueño espantoso, del que despertaría en cualquier momento, y al hacerlo, sabría quién es él, recordaría todo, y no estaría tan confundido con todo.
Entonces sintió un cálido tacto sobre sus manos, y al alzar la vista, se topó con esos hermosos ojos verdes, húmedos por las lágrimas, pero una linda sonrisa adornando esos rosados labios.
- No te preocupes.- Le susurró el peli-lila, apoyando sus pequeñas y suaves manos en las suyas.- Te ayudaré a qué recuerdes todo... Te lo prometo.
Él no supo qué decir, y simplemente se quedó callado. Pero sintió como el peli-lila besaba su frente.
Ese tacto... Se sentía tan suave, tan cálido, tan sincero, lo hacía sentir protegido, amado... Era una sensación tan linda, que maldecía no poder recordar nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro