9
Por la mente de la pelirroja solo pasaba una cosa: “por que no eres tu hermana”. Eso le había dicho tres cosas.
Uno, tenía una hermana. Dos, su madre la odiaba y prefería a su hermana. Y tres, su madre la había tirado al agua y ahí se había desmayado.
Oía las palabras que el tal Gustavo le decía y se había sentido algo feliz al notar que a alguien le gustaba su cabello. Desde que había despertado solo había pensado en que su cabello y sus ojos eran su peor defecto, se sentía bien saber que al menos alguien no lo veía así.
—¿De quién sacaste tu color de cabello? —preguntó curioso el chico.
Laura recordó a la mujer de su recuerdo: cabello rojo en un moño alto, piel clara y unas manchas verdes borrosas que creía eran sus ojos, sus rasgos faciales eran borrosos e indescifrables.
—Saqué mi cabello de mi madre y mis ojos de mi padre, de resto no se a quién me parezco más —había deducido aquello pero sentía que estaba en lo correcto.
—¿No sabes? Yo soy más parecido a mi mamá, lo único que saque de mi papá fueron los ojos —rio un poco—. Por cierto, ¿porqué te diriges a tus papás como “padres”?
No sabía cómo responder a esa pregunta, sentía confianza en aquel chico y de una forma sabía que nada de lo que le dijera saldría a la luz. Optó por confesarle todo, necesitaba decirle a alguien sobre aquello.
—¿Puedo confiar en ti? —preguntó indecisa.
—Por supuesto, puedes hacer el ridículo conmigo y nadie se enterará —ambos rieron levemente.
—Tengo amnesia —dijo de golpe.
—¿Qué? ¿Porqué?
—Pasé cuatro años en coma, mi corazón se detuvo por unos minutos y no recuerdo absolutamente nada —explicó un poco.
—¿Cómo entraste al coma?
—Creo que mi madre me empujó al agua y yo no sabía nadar, no sé nadar —se corrigió al último.
—Por eso tu miedo al agua, ¿cierto? —la pelirroja asintió—. Lo lamento. Ya llegamos —dijo antes de que Laura respondiera algo.
—Tardamos un poco.
—Es una preparatoria muy grande, hay veces que me pierdo, pero mejor entremos antes de que me hagan trapear el suelo —empujó la puerta con la espalda y entró a la enfermería.
Al entrar sentó a la pelirroja en una camilla, le puso una toalla encima y agarró una para él. Laura ya estaba más calmada pero aún tenía esas palabras resonando en su cabeza, le iba a hablar al doctor lo más pronto posible.
—¿Qué sucede? —preguntó una chica.
—Mi amiga cayó a la piscina y casi se ahoga, ¿podría revisar que esté bien?
—Oh, yo solo soy una pasante, ahora llamo a la enfermera para que la cheque —sonrió y salió.
—Te noto muy pensativa, ¿pasa algo? —preguntó curioso.
—No, nada, no te preocupes —tranquilizó—. ¿Me podrías pasar el teléfono? —señaló el aparato en el escritorio de la enfermera.
—Si, claro.
El chico agarró el teléfono y se lo dio con una cara algo confundida. Laura ingresó el número del doctor y lo llamó, unos tonos después respondió.
—¿Hola? Habla el doctor González, ¿en qué puedo ayudarle? —habló el doctor amablemente.
—Hola, doctor. Soy yo, Laura —Gustavo alzó las cejas.
—¡Laura! ¿Sucedió algo? —se preocupó.
—No, nada grave. Solo quería saber si me podía pasar a buscar en un rato, creo… creo que recordé algo —dijo nerviosa.
—¡¿Enserio?! ¡Increíble! Estoy ahí en media hora, no tardo.
—No haré preguntas —mencionó el chico al notar la incomodidad de la pelirroja—. Apenas nos conocemos, pero me gustaría que fuéramos amigos —sonrió.
—Si, eso me gustaría —le devolvió la sonrisa.
En lo que la enfermera llegaba Laura decidió observar un poco a Gustavo, era de cabello rubio, ojos verdes, piel ligeramente bronceada y no era muy alto, pero si era bastante lindo y de rostro tierno.
Notó que era completamente diferente a Ben, uno parecía ser pura bondad y el otro el diablo encarnado, ya notaba porque eran los populares.
—Hola, bueno checaré a la chica ahora. Chico será mejor que vayas a tu clase, o antes a cambiarte. Estás muy mojado —dijo la enfermera entrando a la habitación.
—Oh, si, claro. Nos vemos mañana, Lau. Cuídate mucho —sonrió alegremente.
—Si, hasta mañana —le devolvió la sonrisa.
El rubio salió de la enfermería y Laura quedó sola con la enfermera.
Se encontraba en la puerta principal de la preparatoria esperando al doctor, ya se había cambiado y de paso le había avisado al director que se iba a ir temprano.
Se sentía muy bien de haber conocido a Gustavo, sentía que iban a tener una buena amistad.
Escurrió por segunda vez su cabello, aún tenía algo de agua haciendo que el suelo de cemento se mojarra un poco. Había prometido que no se dejaría pisotear otra vez y ahí estaba con el cabello mojado y con un nuevo recuerdo traumático. Increíble.
Un auto se estacionó frente a ella, la ventanilla se abrió y el doctor apareció con una amable sonrisa en el rostro.
—Hola, Lau. Ven, debes contarme lo que recordaste —mencionó.
La pelirroja se subió al auto y cuando el doctor arrancó él empezó a hablar.
—Empieza.
—La verdad es que desde ayer recordé unas cuantas cosas —el doctor la miró por unos segundos indicándole que siguiera—. Creo que no tenía una muy buena relación con mi madre.
—¿Porqué lo dices?
—Los recuerdos son de ella y yo discutiendo, sobre una supuesta hermana. Que la prefería a ella y que yo solo hacía berrinches y dramas —vio sus manos algo desanimada.
—¿Cómo qué la prefería a ella?
—No sé, solo son momentos cortos como un pequeño intercambio de palabras y gritos o algunas acciones, pero todos los rostros son… borrosos —explicó confundida.
—Ya veo, ¿recordaste algo más? —preguntó curioso.
Estaba entre decirle o no, si seguía hablando tendría que confesar cosas más íntimas como lo de su “primo”, aunque no sabía si la había violado o no. Fuera de eso tendría que decir hasta como la molestan en la preparatoria y la verdad quería esquivar lo más que se pudiera ese tema.
—Si —había dudado un poco en decirle pero era el doctor y debía saberlo—. Ella causó el coma.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro