Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24

Laura se encontraba en su aula totalmente concentrada, o al menos eso intentaba. Ya iban por el tercer ejercicio de química y aún estaba intentando recordar el primero. Definitivamente no le podía ir peor.

La puerta se abrió de repente y por ella apareció un pelinegro de ojos azules; Ben.

—¿Qué forma de entrar es esa jovencito? —preguntó la maestra molesta.

Ben la ignoró completamente, la mujer reclamaba mientras él se acercaba cada vez más a Laura con el rostro inexpresivo. La pelirroja por su parte no se enteraba de nada, estaba pendiente de sus apuntes del primer ejercicio.

Laura fue obligada a dejar de leer cuando Ben quitó su cuaderno de la mesa junto con sus plumas y guardó todo en la mochila de ella. Agarró el brazo de la chica confundida y la obligó a pararse.

Seguidamente empezó a caminar hasta la salida aún agarrando a la chica, ella solo intentaba seguirle el paso a tropezones.

—¡Hey, deja a la chica! —ordenó la profesora.

Ambos jóvenes salieron del aula y Ben guío a Laura por los pasillos hasta llegar a un aula completamente vacía, cerró la puerta con cerrojo al igual que las cortinas de las ventanas.

—¿Q-qué sucede? —preguntó Laura temblorosa.

Sin que la pelirroja se lo esperara el chico la acorraló contra una pared dejando sus rostros a escasos centímetros.

—¿Quién era ese hombre? —preguntó finalmente y con los dientes apretados.

Laura vio a Ben fijamente a los ojos mientras sus manos empezaban a temblar, no respondió ya que sabía que si lo hacía se soltaría a llorar ahí mismo.

—¡¿Quién mierda era ese hombre?! —golpeó la pared con sus puños lastimándose levemente y provocando que las venas en sus brazos se marcaran más.

—Y-yo… —se calló.

Ben la agarró firmemente por el cuello haciendo algo de presión para presionarla a hablar, claro que iba a parar si veía que no respondía pero necesitaba asustarla.

Laura sintió como el aire no podía pasar gracias al agarre de Ben, su corazón se agitó y su cuerpo empezó a temblar ferozmente, sus ojos se llenaron de lágrimas y ella los cerró provocando que las imágenes en dónde se ahogaba en el agua aparecían en su mente.

La sensación era tan similar.

—¡Responde joder! —gritó impaciente.

Un hombre de cabellos castaños y ojos ámbar aprisionaba a una pequeña niña con sus mismos ojos contra la pared, apretaba su cuello mientras observaba sus brazos y rostro marcado de moretones y algo de sangre.

Sonrió satisfecho con su obra de arte.

—¿Quiénes saber porqué preferimos a tu hermana? —se acercó a su oído—. Porque ella si acata órdenes, ella es talentosa, inteligente y… simplemente perfecta. Mi mejor obra de arte.

Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas, pero no por el dolor que por cierto era insoportable, sino que por las palabras dichas por el hombre.

Su cabeza se llenó de imágenes, recuerdos, momentos. Toda su vida pasaba por su cabeza, estaba recordando todo.

Sintió su corazón detenerse un segundo al recordar lo jodida que había estado su vida, llegó hasta a alegrarse de perder la memoria.

Empezó a sudar frío, su cuerpo siguió temblando y espasmos empezaron a atacarla. Tenía los ojos abiertos peor no veía lo que pasaba en ese momento, veía las imágenes de absolutamente todo lo que había vivido.

Su madre la odiaba, había habido infinidad de veces que la había insultado y se lo había recordado. También consentía a Lucía a montones. Tenía un rostro tan dulce que engañaba a todos.

Su padre la golpeaba, también había pasado a venderla y lo habría hecho de no ser por el incidente en la piscina. Él, por el contrario, tenía una expresión seria, no lo había visto sonreír nunca.

Y su hermana. Ella había hecho todo lo posible por hacerla sonreír pese a las advertencias de sus padres. Siempre le había levantado los ánimos aunque fuera la favorita. Y nunca había faltado esa escapada a su pequeño cuarto para decirle un “te quiero”.

Ben observaba asustado como la chica frente a él temblaba con fuerza, lloraba sin parar y parecía no notar lo que pasaba a su alrededor, la soltó pero ella cayó de rodillas al suelo.

Se hincó junto a ella y la tomó por los hombros sacudiéndola para sacarla de su trance, notó sus puños cerrados mientras empezaba a salir sangre pese a tener las vendas.

Tomó rápidamente sus manos y con algo de dificultad deshizo los puños para luego dar unos delicados besos en sus palmas, pero Laura no parecía darse cuenta.

—Perdón… Laura perdón. Tranquila, hey —se empezó a preocupar enserio.

Se empezó a inquietar y sus ojos brillaron por las lágrimas que empezaban a acumularse. No sabía porque quería llorar, pero sí sabía que estaba muy preocupado.

—Laura escúchame, no quería provocar esto… Laura —sollozó.

Sin importarle nada la abrazó con fuerza cubriendo casi todo su cuerpo con el suyo, sujetó la cabeza de Laura con su mano derecha y la ocultó en su pecho mientras que con la izquierda acariciaba su espalda.

Sentía los temblores en el cuerpo de la chica y sintió como empezó a sollozar contra su pecho. De su boca empezaron a salir palabras incoherentes sobre una tal Lucía, sobre una hermana y sobre sus padres. Decía haber recordado todo.

Ben estaba muy confundido. Recordar ¿qué?. Había algo que no sabía pero sentía que era algo muy importante.

—Laura, tranquila… por favor… ¿recordar qué? No entiendo —se obligó a no sollozar.

Si quería calmar a Laura debía calmarse a sí mismo, se forzó a respirar profundo para normalizarse y cuando lo consiguió volvió a hablar.

—Habla… Laura habla —la preocupación se hizo presente en su voz.

Laura dejó de temblar y de sollozar, dejó de apretar sus puños y apoyó su cabeza en el pecho de Ben. El chico pensó que finalmente se había calmado pero cuando se separó de ella notó que estaba desmayada.

Se preocupó aún más y optó por llamar a algún familiar de ella, tal vez sabría que hacer.

Tomó el teléfono de Laura y lo prendió, se dirigió a sus contactos y vio que habían únicamente tres.

Lucía Castillo. Le sonó el nombre, se preguntó porque tendría su número. Ximena. Nunca llamaría a esa chica. Doctor. Llamó a ese contacto.

—Hola Lau, ¿Sucede algo? —una voz un tanto joven respondió.

—No soy Laura —su voz tembló—. Ella se desmayó, empezó a decir cosas y… —el doctor lo interrumpió.

—Enseguida voy.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro