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Capítulo 3: Consejos de amor

El silenció invadió el ambiente, acompañado de una pregunta surgida en la mente de Carlos.

—Emmm, Jared, ¿Cómo me ayudarás? —Preguntó dudoso el joven de cabello dorado.

—Te lo diré más tarde, ¿Está bien? —Dijo el joven elegante—. Ahorita mismo voy de camino a la biblioteca —Dijo.

—Está bien —Sonrió sin más.

—Nos vemos después —Esbozó para dirigirse hacia su destino.

Tan solo avanzó unos pasos cuando Carlos se le volvió a acercar.

—¿Ya me lo dirás? —Preguntó Carlos impacientemente.

—Pero si te acabo de decir que más tarde te lo diré —Expresó Jared rodeando al joven de color rojo, continuando así su trayecto.

—¿Y ahora? —Literalmente solo avanzó unos metros cuando el joven de cabellera dorada se le volvió a acercar, preguntándole la misma incógnita.

—Te dije que más tarde —Respondió con algo de desagrado.

Jared avanzó unos cuantos metros más, siendo detenido por el ya mencionado, quién seguía preguntándole lo mismo y lo mismo cada que avanzaba.

El joven Glimmer estaba a punto de salirse de sus cabales, sentía una enorme furia viniendo de su interior, furia que sería dirigida hacia el pobre enamorado.

Justo en ese preciso momento el timbre sonó, indicando que el receso había terminado.

—Veo que es hora de volver al salón —Jared soltó un suspiro de tranquilidad, sacando de su bolsillo derecho un reloj muy antiguo, un reloj de bolsillo color plata para ser francos—. Andando, no quiero llegar tarde, y creo que tú tampoco.

—¡Voy detrás de ti! —Exclamó Carlos al ver como su amigo avanzaba con rapidez.

El dúo llegó a su determinado salón, topándose con las jóvenes ya mencionadas, Carlos sintió como esa extraña sensación había vuelto de nuevo.

—¿Dónde estabas?, nos dejaste preocupadas —Le preguntó Pinkie a Carlos.

—Pues... estuve dando vueltas por ahí, jeje —Respondió algo nervioso. Su nerviosismo provocó lo acontecido en la cafetería. Jared solo frunció el ceño.

—Oh, ¿Tú eres Jared? —Cuestionó la chica de cabello rosado.

—Así es, ¿Y tú?, ¿Cómo te llamas? —La manera en cómo Jared se dirigió a ella dejó confundida a la joven imperativa.

—¡Yo soy Pinkie Pie! ¡Soy la organizadora de las mejores fiestas del mundo mundial! —Se presentó alegremente.

—Un placer, señorita Pinkie —Reverenció educadamente, dejándola aún más desconcertada.

—Hola, Carlos. Hola, Jared —De repente llegó una joven de cabello tanto rojizo como dorado.

—Hola, Sunset —Devolvió Carlos con una gran sonrisa.

—Hola... ehh —Dijo Jared a secas—. Discúlpame, ¿Cómo te llamas? —Inquirió.

—Me llamo Sunset Shimmer —Contestó—. Discúlpame por no habernos presentado antes. Me dejaste sorprendida en la clase de química, bueno, a todos nos dejaste sorprendidos —Alagó.

—Muchas gracias, aunque la verdad no fue nada impresionante —Rio levemente.

—¿Cómo que fue nada impresionante? —Cuestionó Twilight, acercándose hacia el joven elegante—. ¡Las mezclas que hiciste son asombrosas!, parecías un científico loco.

—Uy si, un científico loco —Ambos rieron.

Durante ese rato las 7 chicas se acercaron, uniéndose a la conversación y presentándose con Jared, quién también hizo lo mismo.

La profesora Cheerilee entró al aula, por lo que los alumnos fueron a sentarse a sus pupitres.

La clase transcurrió normal, nada fuera de lo común, solo que Jared notó como alguien lo observaba desde la lejanía, ese alguien era Carlos, quién lo quedaba viendo fijamente.

A la mitad de la clase la profesora salió del salón, dejando como encarga a Twilight.

La joven de anteojos, al tan solo escuchar que ella se quedaría a cargo, se sentó en el escritorio de la maestra, sosteniendo un cuaderno color morado entre sus manos.

El ambiente en el aula era muy pacífico, los compañeros platicaban entre ellos, todos menos un joven, él solo se limitó a levantarse para tirar una hoja de papel.

—Hola, Jared —Saludó Twilight cuando Jared estaba a punto de tirar aquella hoja en el bote de basura.

—Hola, señorita Twilight —Saludó Jared amablemente.

—No me llames así —Carcajeó—. Solo dime Twilight —Pidió.

—Muy bien, Twilight —Aceptó su petición.

—¿Vas a venir mañana a la exposición de robótica? —Quiso saber.

—No lo creo. No me llaman la atención —Comentó.

—Te va a encantar, además... no tengo con quién ir —Mencionó algo triste.

Jared lo pensó por un momento, mañana no tenía nada que hacer, salvo limpiar su casa, pero eso ya lo había hecho ayer.

—Está bien, te voy a acompañar —Confirmó el joven de cabello café y mechones morados.

Siguieron charlando un poco más, hasta que Twilight vio algo en las manos de Jared.

—¿Qué llevas ahí? —Inquirió la joven de anteojos.

—Nada importante, solo es un dibujo —Respondió, observando esa hoja en manos.

—¿Sabes dibujar? —Dijo admirada—. ¿Puedo ver lo que dibujaste?

—B.... bueno —Accedió, pasándole esa hoja.

Twilight observó el dibujo plasmado. Era una ciudad no tan detallada pero el como estaban dibujada las estructuras la sorprendieron bastante, destacando una enorme torre en el centro del poblado.

—Esa ciudad es... —Twilight estaba boquiabierta.

—París —Jared la Interrumpió, terminando de complementar sus palabras.

—Wow, dibujas muy bien —Elogió aun viendo la representación de una ciudad plasmada en un papel.

—¿Te gusta? —Dijo alzando una ceja.

—Me encanta —Respondió—. ¿Me lo puedo quedar? —Rogó.

—Está bien —Contestó, escapándosele una sonrisa. Para él ese dibujo era un asco, pero para aquella joven que recién conoció era una obra de arte.

Justo en ese preciso momento la profesora regresó, volviendo a impartir su clase.

Por más que pasasen las horas, el joven Glimmer sentía unas miradas fijas en él. Eso no era lo único, también le lanzaron varias hojas de papel que tenían escrito las siguientes palabras: "¿Ya me vas a decir?".

—"Carlos..." —Dijo Jared, él ya se estaba hartando.

Unas horas después las clases terminaron, Jared, luego de despedirse de las siete adolescentes y del joven imperativo, llegó a un susodicho lugar, el sanitario. Entró, hizo sus necesidades y luego tiró de la palanca. Por alguna razón sentía que lo observaban, por lo que alistó sus puños para golpear a quién quiera que estuviera ahí.

En un rápido movimiento abrió la puerta del cubículo, encontrándose cara a cara con Carlos.

—¿Ya me vas a decir? —Fue solo lo que dijo Carlos antes de llevarse una leve bofetada por parte de Jared.

—Muy bien... —Suspiró el de atuendo alegante derrotado—. Pues, antes que nada, tienes que entablar una conversación con ella sin ponerte nervioso —Habló Jared con determinación.

—Y... ¿Cómo hago eso? —Preguntó nuevamente.

—Oh, vamos, ¿Nunca en tú vida has hablado con mujeres? —Cuestionó rascándose la cabeza.

—Pues... pocas veces, la mayoría eran mis amigas de mi antigua escuela —Respondió.

—¡Ahí está! —Señaló—. Fluttershy también es tu amiga, por lo que fácilmente puedes hablarle.

—Pero yo no estuve enamorado de ninguna de mis amigas hasta que apareció ella —Argumentó—. Fluttershy es tan hermosa, su voz es como la de un ángel, y sus ojos son como la puerta al paraíso —Vociferó perdido en su imaginación.

—¿Quieres calmarte?, ni siquiera le has hablado y ya hablas como si fueras un poeta de la edad media —Dijo molesto, aun así, controló su tono de voz.

Jared acomodó la pluma de su sombrero, volviendo a hablar.

—Si quieres hablar con ella y causarle una buena impresión: Lleva un ramo de flores y habla con elegancia. Eso funciona la mayoría de las veces —Aconsejó el joven de sombrero gris.

—¿Qué más? —Preguntó Carlos apuntando la información anteriormente mencionada en una libreta sacada de quién sabe dónde.

—¡Más despacio, velocista! —Una pequeña sonrisa se formó en los labios del joven elegante—. También podrías invitarla a salir, ya sabes, ir a tomar un café, salir a caminar al parque o ir al cinema, pero eso quizá pueda ser después —Comentó.

—Okey, ¿Algo más? —Carlos estaba nervioso, aunque el estar recibiendo los consejos de su amigo lo mantenía tranquilo.

—Pues... eso es todo, creo —Exclamó tratando de recordar si se le había olvidado algún detalle.

—Muy bien, ¡Muchas gracias! —Agradeció—. Un momento... ¿Cómo sabes todo eso? —Cuestionó con los ojos entrecerrados.

—Pues... hace algún tiempo tuve una novia, una hermosa novia —Confesó de forma tranquila.

—¿Tenías?, ¿Qué le pasó? —Inquirió intrigado.

—Pues... emmm...

—¡Luego me dices!, ¡Tengo que ir a hablarle a Fluttershy! —Se despidió Carlos, saliendo del baño de un resoplido, Jared solo bufó.

Nuestro buen amigo de cabello dorado corría por los largos pasillos de la institución en búsqueda de su amada, encontrándola a las afueras del plantel, más en específico cerca de una gran estatua ubicada en la entrada de la escuela.

Carlos se detuvo en seco a tan solo unas pulgadas de ella, había recordado que tenía que darle unas flores, o al menos una. Así empezó una de las mayores carreras de su vida: Tener que recoger algunas flores del pequeño jardín de la institución sin que su amor platónico se diera cuenta.

—Me pregunto si algún día la volveremos a ver... —Dijo Fluttershy tristemente, recordando a cierta amiga.

—¡Hola, Fluttershy! —Gritó Carlos amistosamente detrás de ella, tomándola desprevenida.

—¡Ay!, oh... Hola, Carlos. Me asustaste —Reclamó ella sin sonar molesta.

—Perdón si se asusté, no era mi intención —Se disculpó, tratando de relajarse para así entablar una conversación—. ¿Cómo estás? —Preguntó tratando de hablar elegantemente como le había dicho su amigo, dándole las flores anteriormente arrancadas del pasto.

—Pues... bien —Respondió, dirigiendo su mirada hacia una parte específica de la base en donde reposaba la estatua.

—Oh, qué bien... emmm, ¿Tienes algo qué hacer mañana? —Inquirió.

—Creo que no —Respondió.

—¿Quieres salir a desayunar en la noche? —Soltó, luego recordó lo que dijo y se sintió el ser más tonto de todos los tiempos.

—¿Desayunar en la noche? —Fluttershy soltó una risita—. Ahora que recuerdo... mañana es la exposición de robótica —Recordó.

—¡¿Exposición de robótica?! —Vociferó emocionado—. Me fascinan los robots.

—Twilight me dijo que será emocionante.

—A puesto a que si —Recalcó—. ¿Vas a ir? —Quiso saber.

—No lo creo, ¿Y tú? —Negó para después preguntarle.

—¡Sí! —Afirmó—. En la escuela donde estuve hizo un evento similar, y te puedo asegurar que es increíble —Comentó—. Es más, ¿Qué tal si saliendo de la exposición vamos a comprar unos helados? —Sugirió.

—Me parece bien —Aceptó esbozando una grata sonrisa. Carlos casi se desmaya por tal escena.

Un pequeño silenció se empezó a presentar, por lo que Carlos actuó sin pensar.

—¿Ya vas para tu casa? —Esto le preguntó cuando la chica de cabello rosado se despidió de él.

—Sí, debo ir a ver cómo están mis animalitos —Respondió.

—Déjame acompañarte, hoy en día las calles están cada vez más peligrosas —Mencionó debido a que hace algunos días vio como un hombre asaltaba a una pobre ancianita.

—Oh, está bien —Accedió sin borrar su sonrisa.

Y así, el imperativo y la amante de los animales se dirigieron hacia el hogar de la segunda mencionada.

Mientras eso pasaba, un joven los observaba desde lejos.

—Parece que lo consiguió —Murmuró para sí mismo, acomodándose su sombrero—. Bueno, es hora de ir a casa —Dicho eso empezó a caminar hacia su hogar, el cual se ubicaba a las afueras de la ciudad.

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