16-Dieciséis
Día del cumpleaños:
No puedo creer que éste día haya llegado en un abrir y cerrar de ojos. Dejo de ser una carga para mis hermanos y desde hoy me hago cargo de mis actos. Soy independiente ahora, no dependo de nada; mis padres o mis hermanos. Claro que eso no significa que haré lo que me venga en gana. Siempre pediré su opinión hasta que muera o me ate al matrimonio. Mientras aún soy una cría que no sabe dónde está parada. La ley podrá decirme que soy mayor de edad, mi cerebro razonable dice que sigo sin madurar como fruta.
Aún no lo creo, dieciocho años en no tomar buenas decisiones. De los errores se aprenden.
Mis hermanos de buena mañana vinieron a despertarme (para ser específicos a las cinco de la madrugada) para felicitarme por mi cumpleaños. Me regalaron un pastel de almendras que solo apagué las velas y fue directo al refrigerador, más tarde los tres juntos lo comeremos. Disfruté del momento tan íntimo entre sus brazos mientras que recitaban el canto de feliz cumpleaños. Cómo habían dicho antes; no estarían para éste día. El simple hecho de abrazarme sobró y bastó.
Mi maleta con lo necesario ya está esperando allá en la sala. No sé realmente lo que espero, tal vez salir de mi shock. Sé que en el fondo muero de los nervios. Es la primera vez que celebro mi día en la Tierra. No es algo del otro mundo ¿no?
Respiré profundo, cerré los ojos mientras dejo salir el aire. Todo saldrá bien, nada malo pasará. Gozaré y mañana limpio el desastre. Cogí mi celular el cual había dejado cargando la noche anterior pues la batería se había acabado. Bajé las escaleras, robé un banano y una naranja. Agarré mi maleta eché pestillo a la puerta y salí. Ya he llamado a un taxi el cual llegó al mismo tiempo de mí salida.
Di la dirección, el día es calmado, silencioso y refrescante. Buen día para emborracharse hasta la coronilla, mañana estar enojada con el mundo por la resaca de los mil demonios. El taxista se detuvo justo en la entrada de la casa de mi amigo, bajé y pagué el trayecto. En la entrada de ésta varias serpentinas de diferentes colores cuelgan. Cris, realmente tiene buena mano.
No tuve necesidad de tocar, la puerta estaba abierta. Adentro ya está decorado de suelo a techo. Dejé la maleta en el sillón de la sala y me dediqué a ver todo a detalle. A deleitar mi vista con la perfección de la decoración. Del techo cuelga una enorme esfera de cristal, ¿dónde la sacaron?, globos en cada marco de la puerta. Serpentinas aquí y allá. Al fondo de la casa espera el sonido a ser utilizado. En las escaleras está escrito mi nombre letra por letra en cascada en fuente cursiva.
Los muebles desaparecieron, las puertas de cada habitación cerradas con llave. Evitar problemas es mejor que no evitarlo. Las únicas habitaciones disponibles eran la de los hermanos que no tardarán en estar cerradas y un baño al fondo de la casa. El segundo piso también decorado. Agradezco que Cristal se haya encargado de la decoración no imagino otro estilo.
—¡Mi Hacker favorita, feliz cumpleaños!— giré para ver a mi amigo caminando hacia mí. Corrí hasta sus brazos. Lo abracé como nunca, él respondió a mi asalto. Su aroma me inundó, jamás voy a cansarme de su aroma.
—Gracias, Liam—, dije al separarnos. Su coqueta sonrisa apareció.
—¿Por qué?—, achine los ojos. Sabe de lo que hablo, se hace el difícil.
—Por todo. Por tu amistad, tú apoyo...— soltó una risotada. Era lo que quería escuchar y lo ha conseguido. Cuando se proponía a ser un fastidioso lo logra sin tanto esfuerzo. Golpeé su pecho aunque no le dolió en absoluto.
—Lo sé, no tienes que decírmelo. Sabes que estoy para ti siempre— su tono es de superioridad pura y real. Una vez más nos fundimos en un abrazo tan cariñoso. Liam jamás me falló.
—¿Dónde está tu hermana?— bajamos al primer piso. Dejamos caer nuestros cuerpos al sillón que era el único en toda la estancia. La casa de mi amigo es enorme y sin muebles es más grande, más espaciosa.
—Fue a comprar los antifaces— respode. Fijé la vista en el techo, hay algo extraño ahí. No es el techo que veo, sino una manta de tela fina que cuelga de esquina a esquina de la vivienda.
—Liam—
—¿Sí?
—¿Qué es eso?— Abrió los ojos y miró el techo. Su rostro no se contrajo o algo similar, más bien se mantuvo sereno.
—Una sorpresa. Una que no te diré, lo sabrás hasta el momento adecuado—. Me guiñó un ojo, la curiosidad siempre no es buena aliada conmigo.
—Al menos dame una pista. No se vale ocultarme cosas mayormente sorpresas—, volví a la posición anterior. Recostó su cabeza en mi hombro. No dijo nada, creí que no diría nada hasta que abrió la boca de nuevo.
—Tendras que esperar, chula. Todo a su tiempo. ¿Tienes hambre?, muero por un café— su forma de llamarme hizo recordar a Damián, que olvidé al instante ante su propuesta de ir a la cocina.
—Lo olvidaré por ahora— musito, nos levantamos —Ojalá tengas buena comida en tu despensa.
—Créeme, no dejarás nada— sonreí. Estoy consiente que he comido mucho, que mi cuerpo aumenta en kilos. Mi ropa casi ya no me entra y estoy perdiendo la figura flaca que tengo ahora. Aunque no puedo evitar tener hambre a cada segundo. Debo parar porque después voy a llorar al verme gorda y fea más de lo que soy.
El cambio de apetito no lo entiendo, antes comía lo necesario ahora hasta demás. Maya dijo que debía parar porqué 1) no hago nada de ejercicio y soy una floja. Escuchar los consejos de ella me es imposible seguirlos. La pubertad está siendo efecto.
*****
Un cuarto de hora falta para que las siete y media, la casa ya se está llenando de chicos que consta decir que no reconozco pero algunos rostros los he topado en los pasillos de la universidad. La música ya suena a volumen considerado, la noche nos acompaña con el frío.
Doy una última mirada a mi aspecto en el baño del cuarto de Liam, me veo pasable, saco el antifaz color negro de encaje de la maleta. Lo ato tras de mí cabeza con cuidado de no halar mi cabello, lo ajusté a mis ojos, cubre la mitad de mi rostro. Recuerdo que tomé prestado un lápiz labial mate del mueble de mi hermana. (Prestado igual a robado)
Con cuidado de no pasarme en zonas no deseadas lo aplico. El color resalta el color café de mis ojos. Ahora sí, mucho mejor. Guardo mis prendas en la maleta, me hecho perfume y salgo. Reviso mi celular por algún mensaje de mis hermanos pero nada. Deben estar ocupados, mayormente Brandon que el trabajo en noviembre y diciembre aumenta mucho.
Salgo no sin antes cerrar con llave. Liam ya está abajo supervisando que no pase nada antes de la verdadera fiesta. La música abajo está más fuerte que antes. Unas luces de colores se mueven al compás de la música. Las pocas personas han cumplido con el único requisito de la investigación: antifaz.
Estoy segura que la mayor parte de ellas son conocidos de mi amigo porque algunos hablan con él, bajé del último escalón. Busco con la mirada a Cristal. Después de un buen rato buscándola la encuentro en la entrada de la casa dándole la bienvenida a los invitados como una buena anfitriona.
—Te he buscado por toda la casa—, exclamo por el volúmen. Sonríe inocente justificando su desaparición. Coge algo de una caja pequeña toma mi muñeca y lo ata.
—Es el recuerdo, mi hermano también tiene uno— explica. Lo veo, es una pulsera de lana con listón trenzado de cuatro hilos; azul, negro, morado y blanco.
—Está linda—, elogio. Un carro aparca cerca del garaje de la casa. Lo reconozco al instante, de ahí bajan tres personas; Zefora, Becca y... no, no, sofoco un grito.
«¡El mejor regalo que pude haber recibido hoy!»— pienso. Claro que no lo voy admitir en voz alta.
Los tres chicos caminan hacia acá, Zefora su antifaz es color azul rey.
Becca, antifaz es color blanco. Por último y el que me llama la atención a miles de kilómetros.
Zac; su antifaz negro. Su cabello alborotado lo hace ver más guapo que de costumbre. Cristal les coloca una pulsera a cada uno. Me pregunto cuántas tiene en esa caja.
—¡Feliz cumpleaños, Kayla! pasatela super bien. Toma, no es mucho, espero te guste— me felicita mi nueva amiga. Me abraza, correspondo su afecto. Me da una pequeña caja dorada con un moño.
Lo abro, es un cuadro de fotografía. La imágen es de las tres al segundo día de habernos conocido, estamos sentadas en el rótulo de ladrillo y piedra de la universidad. Amo. La abrazo de nuevo.
—¡Me encanta, Becca. Gracias!— beso su mejilla maquillada levemente. Imita mi acción.
—Creí que no te gustaría.
—Nada de eso.
—¡Hey, es mi turno!— grita Zefora alejándola de mi —Y tú Rebeca, cuidado en robarme a mi amiga— la amenaza. Becca rápidamente me ve. Le hago un ademán para que calle, no dice nada y entra a la casa.
—No le hables así a ella. Sabes que serás mi fantasía prohibida— recito las mismas palabras que un día ella me declaró. Las recuerda porque sonríe. Nos abrazamos con efusivad. Quiero a mi amiga y nadie podrá reemplazarla.
—Sé que no podrías vivir sin ésta belleza que tienes como amiga— ya decía yo que había tardado en hablar en su tono soberbio.
—Feliz cumpleaños amiga, te quiero y me alegra haberte conocido en una ocasión terrible— recita, rercuerdo el primer día que la ví.
Parada al lado de Tony, observándome con sus ojos color miel.
—Yo agradezco que seas prima de Tony y, aceptarme en ese tiempo—susurro. Nos separamos. Ella me entrega una caja cuadrada grande y pesada (no tanto) color plateado y una cinta. Retiro la tapa. Grito de la emoción.
«Joder, los mejores regalos»— pienso. Una computadora portátil de Apple último modelo. La abrazo de nuevo.
—¡Está de la p*ta madre!— grito a todo pulmón.
—Zefora, no debiste...
—Nada de eso. La tuya ya está vieja, además se veía en tus ojos. Solo observo— lleva dos dedos a sus ojos y me apunta —Y analizo—, deja un casto beso en mis labios. Hago una mueca y antes de poder hablar sale corriendo al interior de la casa.
El chico al que muero por ver cada día queda parado ante mí, nos miramos. Prefiero que sea él quién hable primero. Bajo de la acera al pequeño jardín, él me sigue, las personas siguen llegando y estorbo en la entrada.
—Sorpresa—, es lo primero que dice cuando tenemos un poco de privacidad.
—Liam y Zefora me invitaron. Claro, no lo pensé dos veces y bueno... aquí estoy. No te veo emocionada— claro que muero por ser abrazada por sus fuertes brazos.
—Solo me tomas por sorpresa— miento, en mi mente muchas Kaylas corren de alegría —Debiste traer a tu hermana.
—¿Quién dijo que no vendría?— suelta una risita. —La rubia invadió mi habitación y preguntó de quién era. Sobra decir que gritó como loca al saber que eras tú. Aún no entiendo qué hiciste para agradarle mucho.
—Nada—. Sin soportar un segundo más añado:
—¿No piensas felicitarme?— él ríe travieso. Se acerca a mí, me envuelve entre sus brazos. Deja un beso en mi mejilla y hunde su cara en el hueco de mi cuello.
—Esperaba el momento que te enojaras, porque iba a besarte para callarte. Arruinaste el plan— ahora soy yo quién ríe.
—Feliz cumpleaños, Kayla. Perdo...—, me alejo de golpe. Veo sus ojos.
—Zac, no hace falta que lo digas, yo ya te perdoné — sonríe a boca cerrada. Se acerca a mí, entre sus manos toma mi rostro y me besa. Un beso tierno y lento, que no hace falta las palabras para definirlo. Simplemente cariñoso.
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—¡Par de pervertidos! ¡Entren de una buena vez!— grita Liam. Ambos reímos, camino seguida de Zac que al estar adentro suelta un "WOW" de fascinación.
—Iré a dejar los regalos, ahora vengo—, él asiente. A pasos ligeros subo las escaleras. En el poco tiempo que estuve afuera la casa se llenó de más universitarios. La música resuena entre las cuatro paredes.
Quito el pestillo a la habitación de Liam, dejo mis más preciados regalos sobre la cama y salgo asegurando la puerta. Busco a los chicos que ahora se me hace más difícil, termino de bajar las escaleras y busco en la cocina donde se encuentran.
—Kayla, no te desaparezcas. Tú eres la principal en la fiesta—, sentencia mi amiga con un vaso rojo de plástico en la mano.
—La mitad de las personas no saben quién soy, prefiero así— defiendo mi ausencia. Me lanza una mirada asesina.
Los invitados siguen llegando, la música se eleva más, la sala se llena de universitarios bailando, restregando sus cuerpos. Todos gritan y saltan satisfechos por la fiesta, la verdad no creí que muchas personas vinieran, eso se lo agradezco a mis dos amigos. De apoco la comida de la isla va bajando, el alcohol es el que más se acaba.
Pasa más o menos una hora cuando Caleb y Justin aparecen bien vestidos como siempre, sus antifaces. Me abrazan no muy convencidos pero yo insisto. Me felicitan, Justin me regala un perfume el cual huele muy bien, Caleb por otro lado me regala una esclava/pulsera de plata con mi nombre el cual es de oro puro.
Se los agradezco montón y subo para dejarlos con los demás.
Al bajar encuentro a los chicos rodeando una mesa, voy hasta ellos. Varios vasos con alcohol están a un lado, al otro extremo están ellos intentado lazar una pelota de golf en el interior del vaso. Becca tira y justo la mete, agarra uno de los vasos y bebe.
Liam tira y da, imita la acción de Becca, todos los chicos hacen el mismo procedimiento mientras que yo solo bebo alcohol y como un pedazo de pizza con queso doble. Disfruto verlos, de repente veo que el chico organizador de la fiesta le come la boca una femenina, miro bien, por supuesto. La pelirroja ha venido también a la fiesta.
—¡Kayla, no seas aburrida y ven!— grita Justin en tono retador. Entrecierro los ojos. Saca la lengua burlándose de mi, okay. La fiesta se trata de divertirme ¿no?. Bien, ahí voy.
Me abro paso entre todos ellos, agarro una pelota y la lanzo por encima, golpea la boquilla del vaso, entra. Agarro el vaso y bebo de la forma que lo hizo Becca. Seguimos jugando, todos participamos, la hermana de Liam baila con sus amigas y media hora después Fer hace acto de presencia.
Nos fundimos en un abrazo cariñoso, había olvidado que vendría y me alegra que esté aquí conmigo. Como todos me felicita y me entrega dos regalos. La miro confundida.
—Uno es mío y el otro es de mi hermano— explica —El más grande es de él. Siempre queriendo sorprenderte, no los abras hasta mañana cuando estés descansada —, más confundida que al inicio acepto.
—Gracias, Fer. Por venir y tu obsequio, no hacia falta...
—¡Shh!, calla cuñada. Eres la novia favorita de mi hermano y la única que voy a aceptar.
Nos abrazamos de nuevo. Ella se va en busca de ve tú a saber, yo subo a guardar mis regalos. No creí que todos me regalaran algo, al menos no ellos.
Mi celular vibra, rápidamente lo saco pero la decepción me invade. Es un mensaje de promoción, odio. Al ir distraída mi cuerpo colisiona con otro de forma brutal de modo que voy al suelo cayendo de culo, maldigo por lo bajo pero la misma persona culpable (o no tanto) ayuda a ponerme de pie. No reconozco su rostro pero bien que conozco esos ojos azules como el mar que aprecié mucho tiempo el jueves.
—¿Qué haces tú aquí?
—La invitación me invitó— dictamina.
—Yo no te dí ninguna invitación, Damián.
—Tú no, la tomé a la vez que firmaste en la librería. No creías que todo el viaje iba ser gratis ¿o sí?
—No...
—Ahí lo tienes—, sacudo la cabeza. Me separo de él porque aún seguíamos abrazados. Su vestimenta es color negro al igual que su antifaz. Algunos mechones de cabello caen por su frente.
—¿Mi regalo?, no entras si no traes regalo—, por supuesto que juego. No me importa lo material pero si que importa joderle el momento.
—Si esperas que te haga un Strip tease estás de suerte. Por ser tú cumpleaños no voy a cobrarte.
—Eres un engreído, sabes que estás bueno no te hagas el loco.
—Ah, sí que te gusto. Dices todo el tiempo que no me soportas pero si que te gusto e intentas violarme.
—Cállate idiota. Yo jamás dije eso, tú solo inventas hechos que no vienen al caso, no te soporto y jamás cambiará.
—¿En serio?, ya morí porque tú no me aceptas. El sentimiento en mutuo, Eloísa.
—Entonces vete, nadie te llamo ¿cierto?.
—No, aquí me tendrás hasta que la última persona se vaya...
—¡Joder, no te soporto!—, cortó la distancia entre los dos, me tomó por la cintura. Nuestras respiraciones se mezclaron y su azulada mirada me penetró el alma.
—Repite "joder", tu boca se ve más sensual— una ola de calor invadió mi sistema de pies a cabeza. No dije nada, solo lo vi por unos segundos que parecieron eternos, parecía que solo éramos él y yo.
—Sueltame, Damián. No es gracioso— forcejeo, es en vano. Echa más fuerza a su agarre en mi cintura. Sus labios rozan mi mejilla, quedo estática. Mi respiración se cortó.
—No hasta que lo digas. Sabes mover tus labios al compás de tu enojo, así que repitelo— susurra en mi oído. La piel se me eriza.
—Vete a la mierda— ladro. Hago un intento en salir que consigo. Camino en dirección a la cocina donde están todos. Zac al verme se acerca a mí asaltando mi boca con su lengua.
—¿Dónde estabas?, tardaste tanto—, no puedo decirle que el idiota de Damián me retuvo. Así que sonríe débil.
—Ah... estaba hablando con Cris, la hermana de Liam— mentí. El susodicho apareció con cara alegre.
—Zefora, convenció a sus amigos para las piscinas— dijo en mi oído por el volúmen alto.
—¿Qué esperamos?
—Vamos— los demás chicos nos siguieron. Ya en la sala estaban las dos piscinas con slain color rojo. La música paró y la luz reposó en la escalera.
—¿Qué harán?— pregunta Becca a mi lado más ebria que sobria.
—Solo mira— digo bajo. En las escaleras aparece la amiga de Zefora que aún no sé su nombre. Viste una falda diminuta, medias de malla, tacones, camisa de tirantes, chaqueta y un sombrero de playa. Baja las escaleras con pasos provocativos, mueve sus caderas al ritmo de la melodía hasta llegar a las piscinas. Da una vuelta mostrando lo que Dios le regaló. Los pervertidos de los universitarios silván y sueltan cosas repulsivas. Ella solo ríe y se coloca adentro de la piscina con slain.
La música para, colocan otra del mismo ritmo. En las escaleras está el otro amigo de Zefora el mismo que tenía abrazada a la chica por la cintura.
Viste un traje a la medida y un maletín en manos, baja escalón por escalón con movimiento de caderas, algunas chicas silván ante el postre que está modelando. Da una vuelta presumiendo su bien trabajado cuerpo. Da otra vuelta y entra a la piscina. Cortan la música.
—Los chicos deben colocarse la ropa del otro en menos de un minuto, el perdedor pasará el resto de la noche en ropa interior— anuncia la novia de Liam. Todos gritan y aplauden.
—No tan fácil. Chicos—, llama. Unos tipos traen baldes de slain y se los echan encima.
—¡Qué comience el reto!— grita.
Colocan una canción de Beyoncé, en la pared donde está el sonido parecen los números en reversa. Ambos chicos se desnudan lo más rápido que pueden, quién termina primero es él, coge las prendas que ha tirado ella y se las coloca. Ella termina por quitarse las prendas quedando en un traje de baño, toma las de su oponente y se las pone con facilidad. Al chico le cuesta subirse la falda de vuelo pero lo logra, el reloj va en veinticinco segundos.
La chica se coloca la camisa de botones, abotona unos cuantos y se amarra la corbata como puede, él intenta ajustar la camisa, la chica le quita los zapatos y termina por colocarse la americana negra. Toma el maletín y da una vuelta dando a saber que ella ganó. Para la música.
—¡Nuestra ganadora es Mía!— habla por el micrófono la pelirroja. Todas las femeninas aplauden de la emoción incluyéndome.
—El chico se quedará en boxer hasta lo último de la fiesta— vuelve a hablar. Silván de nuevo. Los mismos tipos de los baldes les entregan una toalla a cada uno, ellos salen. Rápidamente los tipos se deshacen de las piscinas.
La sala queda libre de nuevo. La música regresa y todos bailan.
—¡Estuvo genial!— grita Becca.
——¿Cuánto has bebido?
—No lo sé. Mucho, mucho todo lo que Zefora dijo —. ¡Yo la mato!. La tomo del brazo a la cocina, ya casi no hay comida. La senté en un taburete.
—Toma esto—, dije pasándole un vaso con agua. Sí ella quería emborracharla debió cuidarla no dejar a su suerte.
—¿Te cuento un secreto, Kayla?— dijo derrepente.
——Por supuesto.
—No se lo digas a Zefora o se enojara. Será nuestro segundo secreto entre las dos...— se interrumpe por hipar.
—Bien, como tú digas, Becca.
—Ella dijo que te contaría... pero no sabe cuándo. Yo te lo diré—
—Ya, sueltalo.
—Zefora y yo somos novias. Desde la fiesta de Halloween...— hipo —No le digas o me matará—. Corte ahí. Retrocedan la cinta, no escuché bien.
Quería decir algo pero no pude, las palabras se quedaron en mi garganta.
—Mientes—, fue lo único que dije.
—No. Jamás miento.
Me toma por sorpresa, una enorme sorpresa que no vi venir. Al parecer la mencionada intuyó que hablamos de ella pues apareció.
—Hola, chicas.
Pasé la mirada a ella. Es tan mentirosa como yo, aún me criticó aquél día y ella también oculta esta información valiosa.
—Hola..—, logré decir —Cuida a Becca, es tu responsabilidad—. A tiempo Zac apareció lo tomé del brazo a la sala para bailar. Se dió cuenta de mi cara de mala leche porque pregunta:
—¿Sucede algo?
—Sí, acabo de enterarme que mis dos mejores amigas son novias.
Soltó una carcajada que apenas se logró oír. Nos movemos conforme la música. Sus manos están en mi cintura y las mías sobre su pecho.
—¿Malo o bueno?
—El problema es que nunca me lo dijeron, bueno yo también le oculto lo de Esther a Zefora...
—Entonces no tienes derecho a enojarte, las dos se ocultan cosas importantes. Verás que sus verdaderos motivos tienen— me aconsejó.
—Odio que tengas razón. ¿Desde cuándo eres razonable?— hace un gesto pensativo.
—Siempre lo tengo, no lo uso a diario.
—Ya me di cuenta.
Reímos.
Se inclinó hacia adelante aunque llevo tacones aún soy enena a su lado. ¿Por qué son gigantes? me puse de puntillas para alcanzarlo, su brazo me atrajo a sí. Nuestras bocas se unieron una vez más. Su lengua repasó el contorno de mis labios para luego meterse dentro de mí cavidad bucal. Le seguí el ritmo. Una corriente escandalosa sacudió mi cuerpo. Cada vez, cada unión de nuestros labios sabe mejor que el anterior. Mordió mi labio inferior tan duro que me sacó sangre. Maldije.
—¡Duele, idiota!—, decirle sus verdades en la cara jamás cambiará. Con su pulgar limpió la sangre que salía, hizo presión hasta que dejó de brotar.
—Te marqué como mía.
Eso me enfureció.
—No soy ganado para que calientes un fierro con tu inicial y marcarme de tu propiedad. No soy una puta vaca, Zac—. Comparé, él nada más rió. Joder, sigo sin entender porque éste chico tiene lindo todo.
—Una vaca con mal genio.
—Cállate, estúpido egocéntrico copia barata de Fer.
No dijo nada, más bien volvió a besarme con esa efusividad que tanto me gusta. Sus brazos me sujetan contra su cuerpo, se siente tan bien. El beso sigue hasta que una voz por micrófono se oye.
—... ¿Qué ganaré con ésto?— de inmediato reconocí la voz. Damián.
—El placer de ganar—. Esther.
—Tú sabés que conmigo no se juega, Kaylee. Si yo hago lo que me pides tienes suerte. Tu forma de pagar debe ser grande y aceptable, no recibo cualquier cosa mucho menos de segunda mano— advirtió él. No se distingue de dónde provienen las voces. Ellos no están acá.
—¿Qué tal yo?...
—Dije: «no recibo cualquier cosa, mucho menos de segunda mano»— repitió. Todos los precentes permanecen en silencio. Liam viene a mí.
—¿Qué pasa?
—No lo sé, ellos no están al vista.
—Iré a buscar...— lo detuve.
—No. Algún motivo debe tener ésto, sea bueno o malo déjalo hasta que ellos se den cuenta—, no tan convencido aceptó quedándose a mi lado. Los chicos no tardaron en unirse a nosotros.
—No decías eso el año pasado— recordó ella. Damián soltó una risita malévola.
—Kaylee, entiende que lo nuestro se terminó. Para siempre, ya no regresaré contigo. Acéptalo, un día lo tienes el otro ya no— contraataca él. ¿Ellos fueron novios?
—Solo hazlo y te pagaré una buena suma de dinero además te quedaré a deber un favor. Tú siempre necesitas favores en especial cuando...
—Ya basta— sentenció él —Bien, lo haré. Pero ésta es la última vez que tú y yo tenemos roce. Estás advertida, Kaylee.
—Será a tu manera. Aquí lo tienes— un largo silencio estuvo hasta que unos acordes de alguna canción comenzaron a sonar por el sonido de la casa. No entiendo el qué. La voz de Damián hizo acto de presencia.
—I know it's really bad, bad, bad, bad,
Dirtying your head, head, head, head
we Will go crazy, crazy, crazy crazy.
Comenzó a cantar. Al fondo una fotografía mía diciendo: «Feliz cumpleaños nerd», apareció. Él siguió.
—Just put your head on daddy's lap, you're a bad girl (bad), one, two, three, four
You know I'm a little tease, tease, tease but I want to, please, please.
Bad girls,
Bertter let's talk
about sad girls, sad and you
are Thompson
Abrí los ojos, ya sabía a dónde quería llegar Esther. Los chicos avanzaron, los retuve. Sí ya había comenzado que terminara.
—"Beep beep uh uh"
"Let's play now"
You can fuck me,
you can play with me
you can love me or
you can hate me
He has whimsical
Look, as he stares at me,
His, disgusting
whisper makes me shudder
Baby you know
I want a little taste, taste
so let me take you to the end
you know you'll
never be the same, the same (Damn bad girl)
Friday night the aunt is hot,
the sun has gone and Is about to mount you
"Toot toot hey beep beep"
Miss me, miss me,
now you want yo Kiss me
If you want yo have it,
I'll let you own it,
if you want to touch,
you Will understand
what to strive,
because only a good girl can turn the truth on you, and that's Kaylee speakin the truth to you
Please come take
it out, me, me
I know it's very bad, bad, bad, bad bad
Come get it, now or never
re let me do whatever
I'll be your bad, bad, bad bad,
Bad boy, here we go,
one, two, three four
"Beep beep uh uh"
Now you and me,
we're both the same
but you call yoursel by different names: bad girl, Hacker you're a fool (nerd)
Drow because I said so caress me and feed my ego
I've been a bad boy,
don't you know?
(Do not tell me what to do)
I'm a bad, bad, bad, bad Bad Boy
but love, that's what makes us good in bed
(Ah!) —gimió—
Yea we don't know
how to talk (mmm)
but damn we know how to fuck
and shoul his lips
be a cardinal sin, they taste like fuck every time
Without more to describe
I stop rhyming and I end up saying He doesn't know
How to fuck!!
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Ig. jakyCardona990
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