14-Catorce
Los reclamos de mi hermana me hacen sentir aún peor de lo que me hubiera gustado admitir. Maldice y blasfema en portugués o español y algunas veces se traga las palabras por no decirlas porque según ella si sigue de esa forma tendrá una gran deuda con el banco. En cambio yo, yo solo me acurruco en el sillón con las piernas contra mí y mis brazos al rededor escuchando los insultos de mi hermana para conmigo o el mundo.
Miro el reloj y suspiro, en
10, 09, 08, 07, 06, 05, 04, 03, 02, 01 …
La puerta se abre dejando ver a mi hermano mayor con ojeras muy marcadas con su porte masculino que me gusta tanto. Su rostro lo demuestra todo; está sorprendido e indignado a la vez. Baja la mochila enorme que cuelga por sus hombros dejándola en la entrada, cierra tras de sí. Mi hermana al verlo deja caerse en el sillón personal. Resignada.
——¿Pero qué… mierda?— pregunta caminando hacia nosotras. Todo está horrible, más de lo que esperé. Papeles aquí y allá, cristales en el suelo y el televisor aún en el mismo sitio desde la tarde.
—… Lo siento, de verdad. Perdóname, los dos. Sé que no pensé y merezco una buena paliza por todo el desastre…— digo en sollozos. El corazón me bombea tan fuerte que creo que se saldrá de su lugar para quedar en segundo plano en el suelo.
»—Se los pagaré todo, lo prometo. Por favor, solo no hablen. Maya si hay papeles tuyos ahí te ayudaré a realizarlos, Brad pagaré todo te lo prometo— sigo. Ellos no dicen nada, el silencio invade el hogar, el aire puede cortarse con un cuchillo. Advertí que me arrepentiría excepto que no se los dije a ellos. Tengo suficiente dinero para reparar los daños incluyendo la TV si no… buscaré otro trabajo.
—Escúchame, Kayla. Empieza a dar una buena explicación del por qué de éste desastre y espero que sea buena. Mejor de lo que espero. Te escuchamos, habla— Mi hermana tiene el carácter de mi padre. Es fría pero en un rincón tiene corazón. Brandon se coloca al lado de ella apoyándola y no me enfada.
—Esther todo éste tiempo estuvo viva y jamás lo supimos hasta hoy. Dijo muchas cosas. En resumen;nuestra amistad ya no valía la pena rescatar y que me odia— pasé el dorso de mi mano sucia en mi nariz.
—Sé que no justifica nada. El enojo se apoderó de mí. Lo siento— una vez más el peso de la ley cayó sobre mis hombros el cual creía que ya se había ido pero me equivoqué por milésima vez.
—Ah, bueno. Creo que voy sobrando acá. Luego limpaz— ordena Maya. Se levanta y sube las escaleras. Quedamos sólo él y yo. Espero que hable o se acerque para fundirme en un abrazo que tanto deseo para mí sorpresa no lo hace.
—Habla, por favor— suplico con desgano. Deja salir un suspiro en resignación. La he jodido y lo sé.
—Bueno, lo primero que vamos hacer es bajar la voz, son las once y media de la noche y la mayoría de personas normales duermen.
Asiento. Se desploma en la mesita de medio toma mi mano entre las suyas. Lo miro con los ojos rojos. Lo más horroroso de todo es que mañana voy a estudiar y verme más horrible que Fiona convertida en ogro no tiene precio.
—Dime exactamente lo que ella dijo.
—¿Recuerdas la serie de TV que Maya veía?, sobre las gemelas, la hermana menor y la herencia— mi voz es ronca. No dudo que mañana amanezca aún más y sin voz.
—La situación es igual. Scarlett ya sabe y yo tomaré cartas en el asunto mañana por la mañana.
—Admito que no creí que fuera tan grave. Kayla, si ella te alejó es por una simple y sencilla razón: jamás te quiso y no cambiará eso. Nunca quise decirtelo…— pausa y baja la cabeza. Una lágrima rebelde sale.
—Esther era una hipócrita. Cuando estaba contigo fingía ser alguien que no era y cuando tú no estabas su actitud cambiaba. Siempre tuvo celos de ti. Y me dí cuenta una noche que se quedó a dormir, tiene celos de lo que tú tienes… algo estúpido sin razones obvias porque no tiene nada…— lo veo a los ojos. ¿Ya he dicho que mi hermano es increíble?
—No entiendo, nunca noté algo así— confesé. La tierra que se quedó sujeta a mi piel ya está seca. Estoy sucia pero no tengo las ganas de darme una ducha. Colocó una de sus manos en mi mejilla limpiando la tierra seca.
—A lo económico no me refiero, ella tiene más que tú. Sino a Maya y a mí, así como Zefora algunas veces me llama por "hermanito" así lo hacía ella. Buscaba la manera de establecer una relación con nosotros dos, lo veía y sentía, hasta que lo confirme. Claro no te lo dije.
Aún en mi posición algo incómoda niego repetidas veces. Claro que no, o bueno ya no sé nada de nada.
—Kayla, eres demasiado buena para ella. No creas lo que te diga y dijo. Eres especial y yo te quiero como eres no como quiero que seas. Sino me crees míralo en los chicos que te rodean. En Zac que siempre llamó preguntando por tu bienestar, por Zefora. Kayla ellos te quieren y no lo digo por que sí. Así es, ahora— me obligó a bajar las piernas, con su rodilla abrió las mías para colocarse bien entre ellas. Cogió mi rostro entre sus manos y añadió:
—Prométeme que recuperarás el tiempo perdido siendo tú misma no pasándote detrás de ella pidiendo disculpas. Tú ya pagaste ahora es el momento en que ella pague. Se acerca tu cumpleaños y no quiero verte como una vagabunda así como hoy.
Reí, imitó mi gesto.
—Vete a descansar, mañana veré qué funciona y qué no. Luego me acompañarás al mecánico que el auto tiene problemas— besó mi frente en un acto tan íntimo de nosotros. Tiré de su camisa azul de trabajo atrayéndolo a mí. Rodeé su torso con mis brazos, él no dudó ni un segundo en sujetar mi cuerpo con fuerza; la que necesitaba tres horas atrás.
—Te quiero, Brad— admití. Se alejó. Sus hermosos iris se clavaron en los míos.
—Dices que me quieres solo cuando hay problemas, de lo contrario esas palabras no salen— me sentí ofendida —Vete a dormir— no dije nada e hice lo que demandó. La verdad es que siempre quiero a mis hermanos, son parte de mí. Son mi única familia, la cual va a entenderme y aceptarme como soy y se los agradezco demasiado.
Al entrar a mi habitación el cristal de la ventana ya no está y el viento entra con facilidad. Las fuerzas abandonaron mi cuerpo, entré al baño, lavo mis dientes sin nada más me tumbé boca abajo sobre el colchón que había colocado segundos antes en su lugar. No tardé en caer profundamente dormida.
Al día siguiente la alarma suena sin parar, la apago. Hice mis necesidades acomodé mi mochila lista sobre mis hombros y bajé. Les grité un adiós desde la puerta a mis hermanos. No quiero que vean que no me duché y sigo llena de tierra, antes de salir tomé prestadas las gafas de sol de Maya y una gorra roja de Brandon. No sé darán cuenta. Tengo los minutos contados así que apresuré el paso hasta llegar a la calle de Scarlett.
Toqué el timbre, personalmente salió ella con un jeans ajustado y una camisa mangas largas color verde, cabello suelto. Me vió de arriba abajo, le mostré mi dedo medio y subimos a su auto de lujo.
—Te…— la interrumpí.
—Sé cómo me veo, ahórrate los comentarios ¿Okay?. Conduce rápido que no tengo tu tiempo— tal y como había dicho; mi voz es ronca y apenas se oye. No dijo nada más y acató mi orden. La brisa fresca entra por la ventanilla azotando mi rostro.
Mi hermano tiene razón, debo recuperar el tiempo perdido. No voy a auto-castigarme por algo en lo que no tuve nada de culpa. Mi conciencia está limpia. Todo sucede por algo y como dijo el científico loco el cual no recuerdo su nombre “cada acción tiene una reacción”, no se equivocó. Al llegar a la universidad la calle ya está abarrotada de carros y chicos caminando por todas partes. Scarlett busca un lugar donde estacionar, nada. Decido bajarme y le digo que se quede ahí. Busco, busco hasta que encuentro una víctima.
Camino con porte amenazante a un chico lindo y sencillo que conduce un viejo auto de los ochenta, que no está mal.
—Hola, ¿cómo te llamas?— pregunto colocando una mano en su hombro. Jamás lo había visto, es de mi altura y su belleza empalaga.
—Joel— duda, sus ojos escanean mi semblante.
—Muy bien, Joel. Escucha porque no lo voy a repetir. Resulta que tengo un día terrible, una amiga, qué va, una conocida viene de paso y no tiene lugar dónde aparcar. Concédeme tu lugar llevará menos de quince minutos. Por favor.
El chico no dice nada, me mira directo a los ojos como si quisiera romper las gafas para ver al natural el color de mis ojos. Estoy por darle un puñetazo al no darme respuesta, al parecer lo nota ya que deja caer los hombros.
—Bien, los quince minutos empiezan a correr. Tic, tac— muestra su reloj de mano. Fue a su auto y lo sacó, rápido fui a donde la chica guiándola, sin demora aparcó con facilidad y bajó.
—¿Ahora?
—Ahora no sé dónde se encuentra la estúpida, descuida la encontraremos.
No sabía nada, si usaba bragas o no por lo que opté por preguntar por su nuevo nombre. Horrible como ella, una chica indicó el lugar y fuimos corriendo. Contaba los segundos y el tiempo corre. En la parte inferior lado izquierdo del parking estaba ella con su séquito de amigas a su alrededor.
—No irás corriendo a sus brazos. Ya no es la misma. ¿Okay?
Lo menos que soportaría ahora era que mi ex amiga se lanzará a los brazos de esa enana regordeta que tiene curvas apesar que tiene sobre peso. Yo tenía lentes de sol, a Scarlett nadie la conoce así que tuvimos un buen panorama de la chica. Tenía una cerveza en la mano y en la otra un móvil. No paraba de reír e insultar a las personas que pasan frente a ella. Se equivocó. Yo no fui la basura (aún pareciendo una), ella cambió su vida a una peor.
—¿Es ella? dime qué alucino, dímelo— ordena, su voz se quiebra, deja salir las lágrimas. Veo el reloj y falta poco para que los minutos acordados se acaben.
—Siento mucho que perdieras a tu amiga, Scarlett. Es ella, te lo dije— susurro disfrutando, saboreando las últimas palabras. Con brusquedad limpia las lágrimas. Se escapa de mi agarre, va hacia ella. ¡Joder!
No la seguí, suficiente tengo con lo mío cómo para presenciar otra pelea. Se ve que discuten, la rubia entra en calor y habla fuerte y tajante. Scarlett por otro lado no dice nada, no tarda en alzar la vos y venir a mí a zancadas. Los minutos se acabaron, la cojo de la muñeca. Hago que se monte en su auto, el chico que no recuerdo su nombre me ve mal.
—Ya estamos aquí, tranquilo que ya se va. Joder.
Me vuelvo para ver a la chica apretando sus manos al volante. Uy, debió ser fuerte.
—Escúchame bien Kayla. Sí necesitas ayuda con cualquier propósito contra de ella no dudes en llamar o visitarme. Estoy de tu lado, no importa nada, solo verla como alguna vez nos vimos nosotras en especial tú.
WOW WOW.
Díganme qué no estoy soñando. Pongo los ojos en blanco, resopla se da cuenta de sus palabras y el significado.
—¿Puedes repetirlo?, no oí bien— me burlo. Suelto una carcajada.
—Cállate nerd, aún lo sigues siendo para mí. Ya oíste. Soy mejor mala que buena. Adiós— arranca sale del campus y se va. El chico toma su lugar y le doy un saludo con la mano. Voy directo al otro lado del campus, la primer clase es de ciencias lo que significa que veré a Zac. Hará preguntas y más preguntas sobre mí aspecto, sé que me veo mal y huelo mal no lo tienen que decir.
El día está fresco, no hay sol. Cielo despejado, viento acogedor un día perfecto excepto que no estoy de buen humor para apreciarlo. Algunas miradas se posan en mí persona aunque ya no me molesta es algo que es parte de mí ahora. Veo mi reloj de mano, faltan pocos segundos para que inicien las clases. Respiro profundo y entro, ocupo mi lugar sin detenerme a nada y para mí sorpresa Zac ya está ahí, su mirada demuestra sorpresa.
—No dígas nada. Solo ignorame— ladro antes que sus preguntas me ataquen por todos lados. La maestra entra y saluda con respeto al verme dice:
—Señorita, le pido que se deshaga de sus lentes y gorra, por favor— resoplo. Hago lo que pide por el simple hecho que la cabeza me da vueltas y no tengo la necesidad de empezar una guerra. Guardo las cosas en mi mochila, concentro mis cinco sentidos en lo que sale de su boca.
Pasan los minutos tomo nota de lo más importante o solamente rayo con garabatos mi cuaderno a un cuarto de hora Zac no resiste más sus comentarios de mal gusto, acerca un trozo de papel cerca de mi mano.
«¿Por qué te ves más fea de lo que ya eres?»— lo miro, espera mi respuesta. Con el lapicero de tinta negra acomodo mi mano y con letras toscas escribo:
«No tienes que decírmelo, lo sé. Ahora ahórrate tus palabras que no diré nada más»—. Arrastré el mismo papel hasta las yemas de sus dedos, su piel rozó con la mía. Un calor indescriptible invadió mi cuerpo. Lo ví, su reacción fue entornar los ojos y matarme con esos hermosos ojos. Escribió rápido pasándome otro papel. Desdoblo.
«Te lo digo porque me importas, deberías irte a casa y descansar pasaré a verte…»— por un momento quise romper el papel pero me contuve.
«¡No! no voy hacer lo que tú digas. Siempre termina mal cuando estamos solos»—, lo que menos quiero ahora es discutir. Creí que se enojaría al leerlo, al contrario una risa ladina y pícara adornó su rostro. Ya no escribió más e hice como los últimos minutos no existieron.
*****
Voy por los pasillos en busca de algo para comer ya es el último receso que tenemos el día ha sido largo pero tranquilo espero que así siga y no pasé nada malo. Cuando estoy segura que el día terminará bien veo a Becca, viene a mí con su cabello negro brillante teñido de celeste claro, hematoma en su pómulo derecho y un raspón en el brazo.
Me quito las gafas y me acerco a ella: —¿Qué te pasó?— justo ahí me vi yo, meses atrás pero me dolió más. Quiero a Becca y me duele verla así.
—En la clase de artes una chica lo hizo. Dijo algo como: "dile a tu amiga que nuestra amistad es la herida y que yo soy la sal…"— se detuvo a pensar. El enojo creció en mí, Zefora se acercó y puso los ojos en blanco.
—No recuerdo qué más.
—Dime quién te lo hizo, ahora mismo voy y le saco los ojos— apoyé la idea de mi amiga pero tenía algo mejor en mente. Claro, equipo LGBT no sabe nada aún, se lo diré solo que no aún. Primero lo primero.
—No es nada, solo espero que la pintura salga…
—Ahora mismo voy a buscar al responsable…— la corte, me parecía algo extraño la actitud de ella.
—¿Por qué tanto enojo?— inquerí. No me molestaba sino al contrario, Zefora al enojarse así era por algo demasiado grave o la persona le importaba mucho. Ambas chicas se vieron a los ojos esperando que la otra hablará los segundos pasaron y yo las veía con insistencia. Hasta que Rebeca habló:
—Zefora solo quiere enmendar la pelea. Se preocupa así como tú. No es nada, Kayla de verdad— insistió. Entré en razón, ella siempre estuvo para mí y me parece bien que lo hago con ella.
—Bien—, bajé mi mochila y saqué todos mis cuadernos —¿Cuánto tiempo queda para que salgamos?— dije dándole mis cosas a Zefora la cual no decía nada pero sí que quiere.
—Una hora casi. ¿Por qué?— respondió Becca mirando cada movimiento de mis manos. Al tener la mochila vacía tomé su rostro entre mis manos y la acerqué lo más posible.
—Ya vuelvo ¿sí? lo que ella te hizo no se quedará así Becca, te lo prometo. Ahora quiero que tomes notas por mí— la abracé, es lo menos que podía hacer. Ella sin entender nada correspondió mi afecto.
—Pero si no tenemos las mismas clases— aclaró.
—Entonces solo cuida mis cosas. Ya regreso. Adiós, nos vemos en la salida— Salí corriendo de ahí hasta la salida del campus. Ya eligió su bando, bien. Me toca que jugar mis cartas. Llamé a un taxi porque a donde quiero llegar está muy lejos y el tiempo lo tengo medido. El taxi tarda en llegar pero lo hace, doy la dirección y sale.
No voy a permitir que se meta con Becca o Zefora, ellas no tienen nada que ver con lo nuestro. Becca no tiene idea de mi pasado y me duele que pague los platos rotos por mi culpa aunque es golpe bajo por parte de Esther. No se cuánto tiempo se tardó el taxi en dejarme en la entrada del lugar, le dije al conductor que me espera que ya volvía.
Entré corriendo en busca de la tumba vacía que odio con toda el alma. La verdad no sabía si el que cuidaba el cementerio me vió ayer haciendo destrozos pero al parecer le dió igual o no se ha dado cuenta de nada. Tal y como había dejado ayer está. Escarbe con las manos lo que faltaba para que la lápida saliera. Con las latas en aerosol cave un gran agujero así que no me llevó mucho tiempo. Abrí la mochila y como pude metí la roca pesada.
La arrastré por todo el suelo ya que pesa mucho. Joder, que pesa. Vi mi celular, si no me apresuro llego mucho después. Llegue a la salida, abrí y subí, acomodé la mochila en el asiento y le dije al conductor que me llevará de nuevo al campus. En total silencio hizo los que dije, el trayecto se me hizo más largo de lo que creí.
El sol ya estaba en posición de esconderse y darle lugar a la luna. Bajé del taxi y pagué una buenísima factura aunque el dinero no me importa ahora. Con cuidado de no ser vista por nadie me colé por el parking usando los autos como escudo para que nadie me vea. En realidad no sabía sí el auto de la mañana es de ella pero qué importa. Ella se metió con mi amiga, los autos no sienten ¡Becca sí!. Arrastré la pesada mochila por el asfalto estoy segura que debo comprar otra mochila. De tanto caminar tomé un descanso, vi mi celular y retome mi caminata, faltan segundos para que todos salgan. Encontré el auto, es un Mercedes Benz color rojo.
Saqué la lápida. Sí tiene suficiente dinero se comprará otro auto igual o mejor. Con la roca entre mis brazos me pare de lado de la puerta y dejé caer la pesada lápida sobre el capó del auto, claro con las letras que había pintado ayer al frente. Cogí mi mochila y salí corriendo hasta los baños de la universidad, no saldría hasta que todos salgan. Aunque me gustaría ver su reacción no puedo.
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