#47 | Nuevas personas
Vuelves al mismo lugar.
Las mismas sombras, el dolor desgarrando la piel, el humo del cigarro cerrando su garganta, las mismas pistas, el ensordecedor rugido de las bocinas.
Vuelves con la misma expresión con la que saliste.
¿Feliz?
Lo fue por efímeros momentos.
Con el alma destrozada, continua sonriendo, nadie debe enterarse que ha sido roto, con los pies ardiendo baila las mismas canciones, el calor es asfixiante, le roba los pensamientos, el sudor recorre su piel lentamente, tan lento que duele.
¿O solo es él el que lo siente?
Quiere ahogar su mente, triturarla, tirarla a la basura, él solo quiere olvidar.
Unas manos suaves enfocan su atención en algo más que imágenes dolorosas, la calma lo toma desprevenido y para.
—No debiste volver.
—Me pides algo difícil, siendo que tú quien me enseñaste.
—¿Tanto duele?
—Creo que nunca dejó de hacerlo.
—Entonces ven conmigo y olvídalo todo.
—¿Prometes arrancarlo?
—Nunca se olvida lo que realmente se ama, solo se deja ir.
—Yo no soy bueno para ti, soy un monstruo.
—Me gustan las cosas rotas.
—Entonces te encantaría conocerlo, lo rompí demasiado.
—Algún día podrás repararlo.
—Ese día nunca llegará.
—Entonces busca las piezas y deja que él lo haga.
—Temo que me olvide.
—Yo te recordaré.
—Tú no eres él.
—Entonces déjame ser yo a quien le sonrías de verdad. Si tanto deseas olvidar, olvídalo conmigo.
. . .
AGOSTO.
Hoseok observaba desde la esquina las diferentes actitudes de cada uno de sus compañeros, con sus brazos cruzados sobre su pecho, esperando.
¿Esperando qué?
El momento.
La ultima carta que jugaría.
Ahí estaba él, con una pequeña sonrisa adornando sus labios, moviéndose al ritmo de la música, la nueva música que pronto saldría, sus manos viajaban por su cuerpo, con movimientos delirantes, no sabiendo el poder que tenían. Y continúa observándolo, fijando en sus ojos en alguien prohibido.
El canto de NamJoon lo saca de su gran distracción sobre el moreno y vuelve a su seriedad que lo caracteriza desde hace pocos meses.
Siente los brazos de Jimin rodear sus hombros, el más bajito lo ánima.
—Hoseok, ¿por qué tan callado? —pregunta sin poner atención a donde mira, tropezando con Jin.
—Estoy cansado.
Alejó las manos ajenas y se encaminó a la puerta, saliendo primero de la habitación, JungKook iba detrás de él, siguiendo sus veloces pisadas, en cuanto el mayor abandonó el edificio directo al auto, llamó su atención.
—Te llaman —JungKook sacó de su trance a Hoseok, poniéndole el teléfono frente a su cara.
—Ah, sí gracias —bajó la vista, dándose media vuelta hacia la puerta.
El nombre resaltaba en la pantalla, sonrió un poco antes de contestar.
—Jackson.
—¡Hey, rompe corazones! Quedemos esta noche, hace semanas que no vas al club —Hoseok rascó su cabellera.
—No lo sé.
—Ya es tiempo de que vuelvas —la voz del chino sonó más seria—. Hiciste una promesa, ¿lo recuerdas?
Hoseok bufó, rehaciendo memoria.
—Estaré ahí, iré con alguien, un amigo.
No puede evitar voltear a ver a TaeHyung, siente un agujero en su estómago al notar que él también lo mira.
—Nos vemos esta noche.
Cerró el móvil y se adentró a la camioneta.
Todavía era de día, siendo un miércoles por la tarde, con todo preparado para que, dentro de ocho días, el nuevo álbum salga a la luz y con ello su regreso como BTS, sin duda fueron demasiados meses y el miedo porque sus fans los olvidaran era latente.
Pero eso no era algo que ocupara la mente de Hoseok en este momento, mientras la música hacía su hechizo, su mente mantenía albergada muchas dudas, demasiadas y no podía esperar para cuando el reloj marque las siete treinta. Cuando todos salen y solo se queda él y TaeHyung en casa.
—¿Te quedas? — Decía Jimin, con una sonrisa en su rostro, observando a NamJoon bajar torpemente.
Hoseok miró por las escaleras, esperando que Tae no bajara también.
—Saldré, más tarde —contestó, un poco ido mentalmente.
El silencio después de que el ultimo de los integrantes saliera dejó un vacío en casa, el agua corría despacio en el piso de arriba mientras Hoseok subía lentamente las escaleras.
El tiempo estaba curando un poco esa herida que descansaba en el lado izquierdo de TaeHyung, si bien, seguía doliendo, el cansancio más el ánimo por volver a los escenarios iban sirviendo de analgésicos.
En ese momento en el que tomó las riendas de su vida decidió parar aquel viaje sin frenos, cortando ese hilo rojo que lo ataba a la única persona por lo que dejaría todo, todo menos su dignidad. Y es que el distino siempre estuvo en su contra desde un principio, obstáculo tras obstáculo iban dirigidos a ellos.
Kim TaeHyung posó sus manos sobre la puerta de vidrio, dejando caer el agua sobre su delgada anatomía, su cabello ya bastante crecido caía en sus ojos, las gotas de agua resbalan una tras otra sobre sus labios.
El dolor sigue ahí, no hay duda. Está presente en los tatuajes invisibles marcados en cada rincón, sus besos continúan quemando y es algo que no puede borrar.
—Todo está bien.
No lo está.
Sin embargo, aunque la mente intente alejarlo, el cuerpo es otro asunto del cual lo tiene preocupado, sus ganas de abrazarlo eran constantes, el extrañarlo gastaba sus pocas energías que había reunido hasta ahora para no ir a él de nuevo.
No, no otra vez.
Y eso es algo que ninguno de los dos merecía, había sido tan injusta la vida con ellos, llevándolos por caminos oscuros, a ciegas y sin ningún seguro de que todo saldría bien.
Tontos enamorados que encontraron el camino a la vida real.
TaeHyung para la corriente de agua y vuelve al tiempo real agitando su cabeza cual cachorro recien bañado y decide sonreír para sí mismo, ignorando la sensación de vacío que se forma al verse envuelto una y otra vez en esos pensamientos.
Lástima, el destino es cruel.
La puerta se abre, un segundo. Su corazón para de latir, una pinchazo en su pecho lo hace retroceder un paso.
Tiempo sin verse a los ojos realmente.
No estoy listo.
Nunca lo estarás.
—Hola —El menor gira el rostro a otra dirección, no puede mantener la mirada.
¡Demasiado rápido, deja de de latir así!
—Hola.
Intenta evadir el acercamiento que tiene el castaño, solo necesita llegar a su habitación y todo estará bien.
—Necesito hablar contigo —se siente pesado el ambiente más Hoseok mantiene su voz firme, TaeHyung lo observa.
—Ya lo hemos hablado todo y...
—No aquí —tomó su mano en cuanto el menor quiso huir.
Quema.
Lo entendió, de la manera más cruel, supo que aquella decisión sería la cura a esa herida, sobre todo porque ya no podía continuar así, arrastrando a su paso al corazón lleno de espinas que alguna vez fueron rosas.
Jala de su mano sin esperar a que el otro acceda, abriendo la puerta y dirigiéndose a la habitación para luego dejar a Tae dentro.
—No te pido que lo hagas por mí, pero necesito que, solo por hoy, me consedas una noche —sus ojos suplicantes atacan al menor de una manera brutal, su corazón se oprime y no salen palabras de su voz muda.
—¿Puedo saber cuál es la razón? —Después de segundos, logra formular ese cuestionamiento que demostraba su fortaleza adquirida durante estos pocos meses, no accediendo tan pronto a los impulsos.
—Quiero hablar, esta vez hacerlo en serio —no espera una respuesta y deja solo a TaeHyung.
Baja las escaleras con el corazón latiendole, volcando sus pies en el camino por lo distraido que se encontraba.
¿Estaba seguro?, ¿era realmente capaz de hacerlo?
Se dirigió al primer piso, sentándose frente al televisor a la espera de que TaeHyung baje, su cabello iba bien peinado y su ropa completamente negra, a excepción del logo en color blanco de su playera delataba que era una invitación formal. Miró nuchas veces el reloj antes de escuchar lo que su mente creyó ser un abismo, volteó rápidamente al pasillo y observó a su invitado, vistiendo una playera blanca y unos pantalones mezclillas rotos de las rodillas.
—No sé a qué estes jugando, Jung Hoseok, pero espero no arrepentirme de esto —hizo hincapié en las ultimas palabras, marcando el entrecejo para que se note que hablaba en serio.
Hoseok sonrió lentamente, quitó el seguro a la puerta y esperó a que TaeHyung lo siguiera.
El silencio incómodo estaba presente en ambos, caminaban con una distancia bastante exagerada y sin verse ni una sola vez, el menor empezaba a arrepentirse, queriendo parar sus pies.
Pero su cuerpo no quería parar, tenía la esperanza de que era algo necesario y...
Un lugar abandonado.
Hoseok paró frente a un deteriorado local de comida ya cerrado, frenó antes de chocar contra la espalda del mayor y luego lo miró con interrogación.
—¿Pretendes hablar aquí? —Hoseok lo miró desde su hombro, curvando un poco sus labios.
—Aquí es el inicio de nuestro recorrido, TaeHyung —empujó con una mínima fuerza la puerta ya gastada y chirriante, un poco de polvo les dio la bienvenida y, un poco más adentro, unas luces producto de los hoyos en las paredes dejaban entrevisto una mesa con una bandeja en el centro—, entra.
Y así lo hicieron, abriendose paso por las cosas aún regadas por el paso del tiempo, caminando directo a la mesa.
—¿Sabes? Para hablar no necesitabas hacer un show tétrico —Habló un poco irritado, Hoseok ignoró su comentario y lo invitó a sentarse.
—Supongo que no te has dado cuenta de donde estamos —bajó el rostro y destapó el traste. El olor a comida los invadió.
A decir verdad no tenía ni la más mínima idea, no le parecía conocido ni familiar.
—Aquí me hiciste una escena de celos hace un año atrás, aquí dijiste algo que desató en parte muchas locuras —prestó atención a la reacción de TaeHyung, esperando que lo que pasó hace meses, haya quedado en su mente.
Y sí lo hizo; recordó cuando llegó a él y lo levantó, con una sonrisa en su rostro y luego alejándose hasta Jimin, también la forma en la que confesó sus celos y cómo empezaron ese juego de miradas.
—Te apuesto a que puedo hacerte sufrir, es más, no es apuesta, lo haré, te haré pasar las peores bromas —la voz de Hoseok repetia sus palabras, mientras servía la carne sobre un plato, sin expresión volvió a verlo—. Dime, TaeHyung, ¿quién ganó esa apuesta?
Cruel.
Un silencio dejó una huella en ese sitio, observando las castrantes miradas que se dirigian ambos.
Tú. Dijo cada uno en su mente.
—Supongo que fue un empate —el menor apartó la vista y tomó los palillos para empezar a comer, sin esperar a que el otro tomara asiento.
—Tienes razón, no hay forma de equilibrio en cuanto a sufrimiento —pegó su mano a su vientre y se sentó justo frente al otro.
Empezaron a comer sin decir nada más, TaeHyung porque no podía quitar esa sensación de vacío en su estómago incluso cuendo estuviera comiendo, continuaba allí y Hoseok no quería arrepentirse cuando apenas estaba empezando.
—Entonces, ¿de qué quieres hablar? —Su plato estaba limpio, pero su mente llena de preguntas que no quería que fueran respondidas.
—Antes de empezar, y creo que es necesario saberlo, quisiera saber qué es exactamente lo que terminamos —con una servilleta limpió sus labios, en un lento movimiento que TaeHyung no perdió de vista.
—Terminamos todo, Hoseok.
—¿Y qué es todo?
—Todo lo que implique el sentir algo más que compañerismo el uno por el otro —tensó su mandíbula al decirle aquello.
—¿Y tú realmente ya no me amas? —El rechinido de la silla en cuanto TaeHyung la arrastró hacia atrás para luego ponerse de pie, le hizo saber que estaba pisando campo minado.
—¿Piensas que soy estúpido? —Hoseok también se puso de pie, mirándolo directamente a los ojos.
—Ni en mil años podría pensar que lo eres.
—Entonces deja de hacer preguntas tontas o me iré —volteó a la puerta, haciendo verídico su dialogo.
—Está bien, no lo haré de nuevo, siéntate —lo invitó con un gesto a que volviera a tomar asiento.
Se quedaron un momento sin hablar. TaeHyung tomó la iniciativa al lanzar una pregunta.
—Ya que estás curioso y, creo que yo también, quiero que respondas algo —tragó saliva.
—Adelante —inclinó su cuerpo contra el soporte de la silla y esperó.
—¿En cuanto tiempo te llevó olvidarme? —Fue el turno de Hoseok para sentir la sangre hervir. La sonrisa en el rostro de TaeHyung al saber que dio en el clavo era de pura satisfacción.
—Difícil pregunta —llevó su uña del meñique a sus dientes, figurando que quitaba restos de comida de ellos—. Creo que debo empezar por un "no fue fácil" y "amigos ayudaron un poco", pero aquello sería levemente mentira porque eso simplemente me hizo tapar el hoyo más no por completo, así que diré que estoy en proceso.
TaeHyung asintió y tomó la misma postura que el contrario.
—¿Esa es tu respuesta final?
—Quiero estar seguro de ello —sonrió de forma inusual, torcida, como no creyendo absolutamente nada de lo que dijo—. Me toca, ¿estuviste con alguien más mientras estuviste en tu ciudad?
TaeHyung no pudo evitar rodar los ojos.
—Yo sí fui sincero en eso, nunca estuve con nadie, con nadie mientras tú estuviste con cuanto se te antojó o ¿me equivoco?
Incomodo.
—No te equivocas —al menor le dolió un poco, pero no dejo entre visto ese quejido—, estuve con cuanto se me ponía frente a mí y, ¿sabes?, ninguno te pisó los talones, he de decir, mujeres y hombres, ninguno me hizo sentir la sensación de poder tocar las nubes sin perder el equilibrio en el piso, con eso me di cuenta de un error; yo puedo estar con otros, pero solo un hombre, en este caso tú, me ha movido el mundo entero y por desgracia mi error fue no darme cuenta antes y antes de que me digas que pare, siendo sincero, fuiste el primero en todo, porque antes de ti yo me imaginaba una vida aburrida y llegaste tú a poner mi mundo de cabeza.
TaeHyung no pudo decir nada, mentía si dijiera que sus sentimientos no se alborotaron cuando le confesó aquello.
—Realmente me arrepiento, Kim TaeHyung, de todo —alargó su mano sobre la mesa, esperando que TaeHyung la tomara, no, TaeHyung no lo haría—, pero no de ti, nunca lo haría porque eres lo mejor que me ha pasado y te estaré agradecido toda la vida por enseñarme qué es sentir un amor de verdad, incluso cuando fue doloroso y agobiante, tenerte durante efimeros momentos fue, es y será mi mejor recuerdo, inclusive puedo jurarte, aquí donde no hay nadie más que tú yo yo que realmente somos nosotros sin cámaras a nuestro alrededor, si pudiera volver el tiempo las cosas serían otras y en este momento yo estaría tomandote de la mano para llevarte a otro lugar, no para pedirte perdón.
Alejó su mano al ver que Tae no la tomaría.
—Si tan cierto fue tu amor, ¿por qué nunca luchaste? —La gruesa voz del menor sonó tan indefensa, la incredulidad lo forzó a toser y volver a formular su pregunta sin mostrar debilidad.
—Porque tenía miedo a perderte —una burla salió de ambos, una burla dolorosa—, miedo a sentir, miedo a ser señalado por otros, miedo a amarte al punto de que no pueda alejarme nunca más de ti, miedo a mi mismo y mi propia mente, miedo a lastimarte y lastimarme en el proceso, miedo a estar enamorado de un hombre.
Sin duda la sociedad tuvo un punto culminante en ese cambio drástico, entre ellos se encontraba todavía la duda, las ganas de amarse, pero sus destinos no estaban hechos para continuar juntos de la manera que querían, la sociedad se encargó de sembrar el miedo al rechazo, las mentiras, engaños, amor a medias.
Amar no es suficiente si solo uno está dispuesto a darlo todo.
—Y aunque suene estúpido pues ya todo ha pasado, sigo teniendo miedo a que nunca salgas de aquí —señaló su pecho, poniendo su palma abierta y estrujando la ropa en el proceso.
—Hoseok —lo sentía, de nuevo llegaban las lágrimas—, ¿cómo puedes decirme todo esto? —Pasó su mano por su mejilla al sentir el calido roce del agua salada recorrer un camino invisible.
—Estoy siendo sincero, sacando cada cosa que nunca te dije en el momento indicado, ahora lo digo en el menos indicado e incluso tardío ya que de nada sirve.
Era el momento de cambiar de lugar, levantó su cuerpo de la silla y miró a la cara al moreno, siendo consciente de que apenas empezaban.
—No puedes decírmelo ahora, Hoseok, estás siendo tan injusto conmigo —el mayor sonrió al ver que llevó sus manos a su rostro para tapar esas inevitables lágrimas, se aguantó con todas sus fuerzas de no abrazarlo al verlo en ese estado—. ¡Tan injusto!
—¡Hey, Tae! —Colocó sus manos sobre su hombro, agachando su rostro hasta el tamaño del menor —. Deja de llorar.
Quitó lentamente sus manos, al verlo así, con su nariz un poco roja y sus mejillas humedas lo dejó indefenso, no podía verlo, no de nuevo.
Se fuerte. Por ti, por los dos.
—Aún hay lugares en esta ciudad tan grande que quiero que vayamos —Hoseok mostró una sonrisa y fue lo suficiente para que TaeHyung dejara de llorar, mostrando un rostro más serio, odiando haber sido tan debil otra vez—. La noche todavía no termina, limpia esas lágrimas y ven conmigo.
Dio media vuelta y clavó sus manos a sus pantalones, disimulando la impotencia que sentía, en cuanto vio a TaeHyung caminar hacia el frente empezo a seguirlo.
—Entonces sorprenderme.
Volvieron a tomar camino, ahora un poco más acercado a la ciudad, caminaron pasando frente a la casa, siguiendo un camino que ya los dos tenían en mente, preparándose mentalmente.
Sí, ese día, bajo el frío invierno de septiembre volvían al mismo punto en donde no solo se cruzaron sus caminos, la unión sentimental fue también el principio al dolor.
—Estoy seguro que lo recuerdas —recargó su peso sobre su pie, cruzando sus brazos al tiempo que su espalda y la pared se unían.
—Lo recuerdo —TaeHyung echo una vista rápida, recordando poco a poco la forma tan...—. Me rompieron el corazón por primera vez aquí —rió amargamente.
—Mi yo del pasado fue algo cruel.
—¿Algo?
Pareció convertirse en un chiste malo aquella pregunta pues los dos soltaron la risa poco a poco y fueron reaccionado de diferente forma.
—Entiendeme, mi primer beso con un hombre, ¡plash! Un boom de emociones.
—Entonces no me hubieras besado —la risa se marchó, en un lecho frío y triste.
—No me arrepiento.
—Ni yo.
—Aunque tengo una duda —Hoseok mantuvo la mirada en el suelo—, ¿seguías siendo novio de Dara cuando nos besamos?
—Nunca fuimos novios —el semblante serio le hizo saber a Hoseok que habla en serio.
—Te confesaré algo —TaeHyung lo miró curioso—, el día que Jimin me besó y tú nos miraste, yo salí a buscarte al día siguiente, creo, cuando te fuiste y te miré, con esa chica y mis celos brotaron cual volcán —tapó su boca con su puño—. Sentí celos de una chica, jaja.
—Y yo de Jimin, supongo que es válido —subió sus hombros, restando importancia.
—¿De verdad?, ¿Jimin?
—Siguen siendo mejores amigos, él sabe más cosas de ti de lo que yo hubiera podido aspirar y en parte eso era lo que siempre me molestó —caminó libremente por la acera, notando como iba disminuyendo el tránsito y los locales iban perdiendo clientela.
—Jimin siempre supo todo sin si quiera contarle, supongo que soy demasiado fácil de leer.
—Nop, no lo eres, más bien eres como un laberinto, facil de entrar, dificil de encontrar la salida.
—¿La encontraste?
Su mirada se clavó en el castaño de ojos curiosos y playera negra.
—Difícilmente podré contestar esa pregunta.
—Te haré esta misma pregunta al terminar la noche.
Se quedaron en silencio de nuevo.
—Algo que quiero saber es qué te dijo YoonGi cuando fue a ti —cambió su peso al otro pie, alejando sus manos de su pecho y dejandolas a sus costados.
—Me dijo que los idiotas son idiotas por naturaleza y no existe razón por las cuales llorar. Supongo que él ya se lo olía desde antes lo que sucedió.
YoonGi, él lo sabía, siempre lo supo, siendo el más observador lo notó mucho más rápido que cualquiera.
—Jimin... —TaeHyung dejó la frase incompleta.
—Jimin... ¿qué?
—Jimin estuvo contigo toda la noche, ¿pasó algo que nunca supe? —Hoseok casi se atraganta con su saliva al recordar el mejor sermón que Jimin había dado y también que lo besó.
Pero no era necesario decir aquello.
—Me dijo que era un idiota, que era raro y que si no aceptaba las cosas, seguiría siendo un idiota, muy infeliz, claro —ignoró la gracia que esto le causó al menor—. El mejor discurso en la corta vida de Park Jimin.
Un ligero ambiente sin tanta tensión empezaba a sentirse entre ellos aligerando el molesto silencio y tomandolo más bien como pausas necesarias.
—Tae, ¿por qué lo hiciste?
El viento empezaba a correr fuerte, el cabello largo de TaeHyung evitaba el contacto visual con Hoseok, de pronto su boca se quedó seca y no supo qué contestar.
—¿Por qué te hiciste tanto daño?
—Yo no encontré otra forma de quitar ese rechazo, ese dolor que dejaste en mí, fue una estupidez y estoy seguro que será lo más imbécil que llegaré a hacer —miró al suelo, avergonzado de aquella acción tan inmadura.
Sin pensarlo se acercó, poniendo sus brazos al rededor de su cuerpo, cubriendo su rostro en el cuello de Hoseok, quiso alejarse pero cuando las manos de Hoseok se situaron en su espalda y nuca, las ganas de permanecer un momento más fueron más fuertes que él.
—Nunca me cansaré de pedirte perdón por hacerte tanto daño.
—Fue un daño, sí, pero me diste una cura perfecta.
El abrazo duró más de lo que ambos hubieran permitido, se separaron poco a poco y sonrieron, recordando que, esa noche Hoseok corrió hasta su habitación y confesó, quizas, el secreto más importante de su vida.
Pero no quisieron hablar de eso, no porque quisieran evitarlo sino porque hay cosas que son mejor guardarlas como un grato recuerdo.
"Lo siento, te amo."
El primero de tantos que se dijeron, todos reales.
Continuaron caminando, con la noche sobre ellos, al último lugar donde terminaría la noche.
—Tae —el nombrado volteó a verlo—, ¿qué ha sido de Dara?
Las fotos... sus padres, reporteros.
El principio del abismo.
—Dara... —el nombre le supo agrio al pronunciarlo—. Hubo un loco, junto a la costa un día, llegó a mi vida de imprevisto y me hizo una promesa, "naranjita sin esposa", me dijo, tan confiado en sus palabras que incluso temí de él, sonrió y se convirtió en un grano en el trasero, él la conoció, no sé cómo, el caso es que ahora ellos son pareja y todo el rollo de odio se fue, luego me enteré de muchas cosas que me ocultó y bueno, resumiendo, Dara está ahora con él y son felices.
—Ese loco, de casualidad, ¿es HeoJun? —El moreno se sorprendió de que supiera su nombre—. Digamos que llegó a darme sus saludos en algunas ocasiones —hizo una mueca de disgusto.
—No me sorprende si me dices que te dijo cosas, él te odia.
—Es mutuo —susurró.
—¿Qué?
—Que no se nota —sonrió, evitando repetir lo que dijo.
—Yo nunca tuve nada que ver con él si eso es lo que quieres preguntar —se adelantó—. Pero fue él quien me sacó de toda la mierda que me rodeaba y eso se lo agradeceré siempre.
Dicen que la vida es como una moneda, a veces te sonríe, a veces no, ella fue formando piedras en su camino con nombres y apellidos, pero también brindándoles una mano que los guiaba después de cada caída. Sí, fue injusto, fue doloroso y sobre todo fue un antes y un después en la vida de ambos.
—Me alegra saber eso... —dijo sincero—, me alegra que él te quitara un poco el peso de todo.
—Qué valiente, has dicho algo bueno de él sin insultarlo.
—No me agradó saber de él, pero si fue lo mejor entonces está bien, igual no quiero saber detalles.
—Y dime, ¿quién es ella?
https://youtu.be/9w7fWgSeAZw
Les dejo la canción que escuché mientras escribía 🙊💕
Me quedó re largo el capítulo, ya no se pueden quejar que no los quieeeero mis bolitas de amor, cuánto los extrañe 💕
Y ahora pasando al asunto del capítulo, pienso que fue dificil recopilar cada situación inportante de toda la historia, personalmente yo siendo la escritora me costó trabajo acordarme de muchas escenas significativas así que me imagino que a ustedes les costó más jajaj, en este caso, siento que fue buen capítulo, se arreglaron muchos platos rotos y la charla por fin se dio, igual díganme ustedes cómo me quedó.
¿Ustedes qué opinan?
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