#34 | Respuestas
La curiosidad siempre gana, aún sabiendo el riesgo, caemos en la tentación buscando respuestas.
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En alguna parte de la avenida principal un joven adulto se encontraba divagando, con la capucha puesta y sus manos puestas en sus bolsillos, miraba al frente sin un punto fijo y con un gesto completamente serio. Era así, algunas situaciones de su vida lo llevaron a dejar de temer y mantener las apariencias y a tomar decisiones que no eran propias, a ser fuerte y dejarse llevar por sus instintos.
Su teléfono vibra en su bolsillo trasero, realmente no lo nota o no le importa, no siente la necesidad de atender a quien intenta contactarlo, posiblemente sea alguno del club, preocupado de su repentina huida del local o alguno de sus amigos.
Quien sabe.
Lo que sí sabía era a donde se dirigían sus pies, aunque él no quisiera, su cuerpo mandaba orden de llevarlo hacia allá. Está bien, recordar hace fuerte a las personas o eso es lo que él pensaba.
Miró el mismo banco en donde tuvo su primera cita, rió en voz baja al presenciar cómo su mente daba la ilusión de volver a ese viernes del mes de octubre cuando estaba junto a él...
—Ya han pasado cinco meses, Hoseok —miró al cielo, buscando una razón para seguir entrando ahí parado.
Decidió entonces irse, «Solo atrasas más las cosas» pensaba.
Había tocado fondo, de eso estaba seguro, ya no podía irse más abajo y para salir de allí iba a ser difícil, su vida había dado un giro drástico al conocerlo.
El haberse enamorado no fue el error, el conocer esa faceta que jamás había mostrado a nadie era un buen recuerdo, el haberle fallado por cobarde, ese era el error que cometió.
Pero ya fue.
Ya no había marcha atrás, Taehyung contraerá matrimonio y por el bien de los dos era mejor olvidar, dejarlo ir, superarlo para darle un punto final a su historia y empezar otra al lado de otras personas.
Fue entonces cuando, durante los siguientes meses de enero y febrero decidió irse de lleno a alguna actividad física que acabara con sus energías, que todos sus pensamientos se enfocaran en otras cosas que no fueran él, él y su aroma a vainilla que desprendía su piel, la colonia que quedó en su ropa tras muchos abrazos fugaces después de algún evento o simplemente cuando estaban en casa y tenían que esconderse pero no por miedo, por diversión cosa que acabó siendo un desastre puesto que no midieron la magnitud de sus acciones siendo figuras públicas. Todo eso rondaba en su cabeza y parecía un cuento de nunca acabar, las pesadillas continuaban, a veces se levantaba exaltado buscando en la habitación de al lado a quien solo podía ver en sueños, en más de una ocasión juraba verlo y corría a su dirección pero se desvanecia al momento del levantar la mano para tocarlo, intentaba buscarlo con la esperanza de encontrarlo pero todo era en vano, él no estaba ahí.
Continuaba su camino directo a casa, pensando en alguna excusa que daría al día siguiente por llegar tan tarde, pensaba en la manzana a medio morder que había dejado en el refrigerador "¿seguirá ahí?" Se preguntó a sí mismo. Luego su mente se dirigió a lo que últimamente se había convertido en su distracción; EuJin.
EuJin, bonito nombre, pensó el día en que por fin le habló, parecía que ahí nadie lo conocía por ser una figura pública, solo era Hoseok, el chico serio apasionado al baile y con las ganas de vencerla.
Ella reía cada vez que lo veía fallar y caer, cada que el sudor lo empapaba y él ni siquiera lo notaba. Viéndola bien, Hoseok se dio cuenta de quien era ella, la razón por la cual su cabello rojizo le hacía recordar a las flores.
No fue hasta un martes de la ultima semana del mes de enero cuando ella le comentó acerca de las flores que meses atrás le había vendido.
—Sabía que me sonabas de algo —respondió el muchacho al tiempo que asimilaba la coincidencia de volverse a ver.
—Sí, te reconocí en cuanto te presentaste pero parecía que no estabas de humor o que no me reconocías así que preferí no molestarte —estiraba sus piernas largas en el barandas negro, se miraba tan concentrada en lo que hacia.
—Malos momentos —sonrió nostálgico, Taehyung volvía a su mente, se regañó, había prometido no volver a pensar en él. No de nuevo.
Los días iban tomando un curso nuevo, salía cada lunes, jueves y sábados al salón de baile, allí había encontrado a nuevos amigos y entre ellos a personas con actividades algo turbias donde conocido aquel lugar en el que ahora sus noches se resumían en un buen rato y una que otra conquista de una noche.
Sí, encontró el placer de sentir otras pieles a la espera de olvidar las caricias marcadas en su piel las cuales por más que buscara alguien distinto cada noche, seguían ahí, no había forma de borrarlas por más que se lo negara así mismo.
«Ya fue, olvídalo» Eran sus palabras favoritas después de su partida.
Había ocaciones en las que sentía repudio a sí mismo, pasó de cama en cama intentando olvidar, cambiaba de chicas y chicos cada noche, su favorito había sido el chico de los efectos especiales tras escenarios pero nada se comparaba a lo que ya había sentido, llegaba a casa y se metía a bañar, era suciedad lo que sentía después de hacer sexo con algunos, otros solo eran para pasar el rato.
Había caído bajo, se sentía un imbécil al despertar cada mañana y solo podía pensar en que de esa manera podría quitarse de encima sus problemas, mientras nadie se enterara de sus acciones no había ningún problema, mientras más chicas o chicos le quitaran los tragos amargos le bastaba.
Sonreía con sarcasmo, pensando en que este era el camino que tenia que tomar, tener que esconderse para borrar sus recuerdos, continuar su vida a base de mentiras e intentar aparentar ante todos que lo que fue hace meses era una mala versión de él, que sus acciones habían sido erróneas y que realmente era un hombre. Y lo es solo que no se puede escoger a quien amamos aunque eso es algo que jamás entenderán, juzgan y clasifican a su gusto arruinando vidas.
El teléfono continuaba haciendo un zumbido y la música que desprendía llamaba la atención de algunos peatones que cruzaban camino con él, dada la hora, llamar la atención no era bueno.
Pensándolo bien, llamar la atención fue la razón por la que ahora se encontraba recargado en la pared de una tienda a las dos de la madrugada, con un dolor de cabeza y mil pensamientos que lo llevaban a querer regresar y acostarse con cualquiera.
—Definitivamente te iras de mi mente, Kim TaeHyung.
Marcó ese numero que fue escrito en su mano esa noche, la chica rubia que lo presentaba había terminado por robar un bolígrafo y escribiendo su numero en su palma al tiempo que besaba sus labios y desaparecía entre la multitud.
El timbre sonaba, pensó en citarla y pasar un buen rato.
Colgó.
Frente a él, un carro pequeño y económico se acababa de estacionar, sonrió y levantó su mano a saludar a la persona que bajaba del auto.
—No te vayas así de nuevo —la pelirroja se acercaba al pelinegro con lentitud, cansada por la hora y haber estado conduciendo un buen rato.
—No tenias que salir a mi rescate —dijo burlonamente, ella frunció el ceño y golpeó la frente del mayor.
—Me dan ganas de patearte —renegó y ante esa reacción, el chico enlazó sus dedos y pasó sus brazos atrás de su cabeza.
—Todo tuyo —ella asintió y levantó un ceja.
—No deberías ofrecerte, podría secuestrarte y torturarte.
—Oh vamos, si eres una pequeña cosita de no más de un metro sesenta, ¿qué me podrías hacer? —La chica pasó su lengua por sus labios, aceptando aquel reto.
Sin ver los próximos movimientos de la chica, Hoseok se encontraba de cara contra la pared y su mano izquierda siendo retorcida en su espalda, culpó al alcohol por la falta de fuerza y soltó un gemido de dolor mientras golpeaba con su mano derecha la pared para rendirse.
—No me retes —lo soltó de golpe, alejándose unos pasos.
Hoseok empezó a reírse fuerte mientras sobaba su mano y miraba a la morena con la cara seria.
—Te dejé ganar —se burló pero luego levantó sus manos cuando ella hizo un movimiento— ¡Era broma, era broma! —ella rió con lo miedoso que era su amigo.
—¿Me dirás de una vez por todas la razón? —La chica se acercó a su auto y recargó su trasero en él.
—Sabes quien soy, busca información sobre mí y encontraras las respuestas que quieras —habló sin interés, Internet había desfigurado tanto la realidad de los hechos que ya le daba igual lo que ahí residía.
—No, no te conozco y no me interesan las mentiras —la chica fijaba su mirada en el semáforo, la calle desolada y lo solitario que se veía aquel chico alto que solo sonreía por reflejo no porque lo sintiera de verdad.
Había sido poco el tiempo que lo conocía, solo sabía que él era un cantante nuevo, nada más. No sabía nada de escándalos que lo rodeaban ni porque repentinamente se habían convertido en besos repentinos después de las presentaciones.
No quería enamorarse de él, no quería nada que no fuera amistad pero él se lo complicaba bastaste con sus acciones, con sus detalles al día siguiente por haber sido grosero con ella. Aun lo recuerda cuando lo vio por primera vez, la forma tímida en la que se comportó, esa sonrisa escondida bajo una gorra.
—Es mejor así, Eujin, mi vida se convirtió en un desastre y ahora tengo que resolverla solo, lo mejor es que te vayas a casa y no me hagas preguntas —puso sus manos de nuevo en sus bolsillos y se alejó de la pared para empezar su trayecto a casa— y contestando tu pregunta, sí, estoy listo, así que espero verte gritando mi nombre frente al escenario y apoyándome como lo vienes haciendo —se estiró unos centímetros para alcanzar la decolorada cabeza de la chica y alborotar su cabello.
No hacia falta decir más, realmente no estaba listo para volver a los escenarios y verlo cada día, solo se mentía a sí mismo.
Abril se acerca y con él, su regreso.
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