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Capítulo 27

Como lo prometió, Christian me lleva temprano a mi departamento para cambiarme y luego hasta la editorial. Su clase comienza hasta más tarde, pero yo tengo que estar en el trabajo a las 9.

— ¿Te veré más tarde? — pregunto.

— Si, claro. Ésta vez podríamos quedarnos en tu departamento.

— ¡Genial! Haré la cena.

— Y yo traeré mi cambio para irme de ahí a la escuela.

— Bien.

Le doy una última mirada antes de abrir la puerta del auto, pero no me muevo. Respiro una y otra vez armándome de valor.

— Adiós nena — Él habla primero — Te amo.

— Yo te amo más — sonrío sin poder evitarlo.

Bajo de su auto envuelta en una nube esponjosa de optimismo y buena vibra hasta mi escritorio. Apenas me he sentado cuando mis amigas aparecen con sus tazas de café.

— Rapidito — Dice Regina — Se ve que te fue bien, así que danos los detalles importantes.

— ¡Chicas! — chillo.

— ¿Qué? Solo queremos saber si aún es necesario deshacernos de la rubiecita esa — dice Vania con la ceja arqueada.

— Oye, ella se alegrará de conocerlas, pero por el momento no es necesario porque esta noche Christian va a mi departamento, y ¿Adivinen qué?

Ellas me miran confundidas, pero como no digo nada, comienzan a lanzar ideas.

— ¡Estás embarazada!

— ¿Qué? — Le grito a Lindsay — ¡No! Uso la inyección.

— Entonces te va a presentar a sus padres — Dice Regina.

— Su padre es viudo, pero no, tampoco es eso.

— Descubriste que ronca como oso y no te deja dormir — Me señala Vania.

— ¡No! — Y me detengo a pensarlo un momento — Es tan perfecto que hasta dormido parece modelo de Calvin Klein.

— Yo creo que estás enamorada — Mina rueda los ojos — Nadie es perfecto, Ana.

— Bueno, ya que dices que estoy enamorada... Le dije que lo amaba.

Las chicas sueltan un jadeo de sorpresa pero no dicen nada, esperando a que yo terminé de decirlo

— El dijo que también me amaba, así que estamos bien. Y mencionó algo sobre vivir juntos.

— ¡Esas si que son noticias! — Dice Lind.

— Bueno, solo lo mencionó pero significa que ya lo está considerando, ¿Cierto?

— Alguien se está poniendo sería en la relación — Se ríe Regi.

— Bueno, si supero la prueba de la amiguita rubia cariñosa, sabré que estoy lista.

El señor Hyde aparece por el pasillo hacia su oficina y rápidamente mis amigas se retiran a sus lugares. Centro mi atención en la lectura de una comedia romántica sobre política, pero no puedo dejar de pensar en mi chico.

Cuando es la hora de salir, voy directo  a Piket Market a conseguir vino y salsa de tomate para preparar Lasagna. Un par de velas y música tranquila harán el ambiente romántico.

— Gracias por su compra, aquí tiene — La chica de la tienda de licores me entrega la bolsa de mis compras.

Salgo del local hacia la calle, pero una pequeña pesadilla rubia y odiosa viene hacia mi.

— ¿Qué haces aquí? — Dice con su voz chillona.

— ¿Qué haces tú? ¿Por qué tengo que responderte?

— Vine por algunas cosas para la cena — Dice Mía — Para Elliot, Christian y yo.

— Oh, ¿No te lo dijo? — Finjo preocupación — Christian va a ir a cenar conmigo.

Ella tuerce la boca en un gesto de molestia, y solo puedo sonreír.

— Tengo que irme.

Intento pasarla pero Mía se atraviesa en mi camino. Aunque es más baja que yo, no pienso pelear con ella.

— Muévete niña — Le gruño.

— Y si no, ¿qué?

— Es una calle muy grande, ¿Sabes? No es difícil evitarte.

Intento pasar por un lado cuando una morena choca conmigo, empujandome hacia Mía.

— ¡Oye! ¿Que haces?

— ¡Ella me empujo!

Señalo a la chica morena, y es ahora la rubia la que la lanza contra mi.

— ¡Mía! ¡Basta! — Le grito.

La chica morena vuelve a empujarme para que me aparte y se lanza ahora contra Mía. No es mi asunto, así que prefiero no intervenir.

— Alto ahí — escucho una voz rasposa a mi espalda — No se mueva, señorita.

Giro para ver al hombre vestido de policía que apoya su mano en mi hombro. ¿Qué quiere? ¿Por qué me toca?

— ¡También a ellas! — Señala hacia Mía y la otra chica — Espósenlas.

— ¿Qué? ¿Por qué? — Chilla la rubia.

— Por alterar el orden.

— ¡Pero ella empezó! Me empujó primero — intenta defenderse.

— ¿Y tú? ¿Qué llevas ahí, cariño? — El policía dice cuando intenta quitarme la bolsa.

— Son mis compras, es la cena para mí novio.

— ¿Tienes algo que ver con ella? — Señala a la morena — ¿Con el robo?

— ¿Robo? ¿Cuál robo? — Balbuceo — No se de qué habla, yo solo vine a hacer esas compras.

— Tendrás que acompañarnos cariño, mientras aclaramos este asunto.

— ¡¿Qué?! ¡Pero yo no hice nada!

Sujeto la bolsa contra mí pecho mientras el hombre me empuja hacia la patrulla. Una mujer policía lleva a Mía y a la otra chica esposadas.

Las suben a un auto patrulla, y puedo ver a Mía gritar y patalear en el asiento, la otra chica en silencio.

— Esto es un malentendido — Le digo con mi mejor cara de inocencia.

— Si lo es, lo aclararemos pronto cariño. Sé buena y entra al auto, no quiero esposarte.

Me aferro a mis compras y levanto la barbilla mientras camino a la patrulla. ¡Qué desastre! Lo único que quería era estar con Christian.

Cuando llegamos a la estación, tengo que entregar la bolsa con las compras y mis pertenencias. Incluso mostré los tickets de las compras, pero piensan que Mia y yo somos cómplices de la morena.

— No me importaría que te quedarás aquí una noche — Se burla la rubia.

— Ya quisieras, ¿piensas que esto va a arruinar mi noche con Christian?

— Bueno, ya veremos lo que piensa cuando no te encuentre.

— Va a preocuparse, ¿pero por ti? ¿Alguien va a extrañarte?

Digo para molestarla, pero ella solo presiona los labios con fuerza y mira hacia otro punto de la pequeña celda en la que estamos. Se llevaron a la morena para interrogarla.

— Con arruinar tu noche me daré por bien servida.

— ¿De verdad? ¿Prefieres estar aquí que en el departamento con Elliot?

— Si.

Mierda.

Será una tarde muy larga.

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