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Capítulo 19

— No vas a creer quién estaba en el departamento con Kate.

— ¿Quién?

Christian se acerca para entregarme una copa y se sienta junto a mi en el sofá.

— Elliot.

— ¿Elliot?

— Al parecer se conocieron en el club, y me alegro, así deja de pensar en el idiota de Barry.

— ¿Su compañero del periódico? ¿No estaba él comprometido?

— Si. Pero olvidemonos de ellos por un momento, ¿Cómo te fue en la escuela?

— Bien. Lo mismo de siempre, mucha música y chicos ruidosos.

— Suena genial – dejo la copa sobre la mesa para que no me estorbe – Ven aquí.

Me siento a horcajadas sobre su regazo para poder besarlo. ¡Dios! ¡Cómo lo extrañé! Estira la mano para dejar la copa a un lado y sujetar mi cadera.

Mis dedos acarician su cabello suave mientras presiono mis labios sobre los suyos, quisiera ser más delicada pero no puedo pensar con claridad teniéndolo tan cerca.

Recorro su mandíbula con la punta de mi nariz para llenarme de su aroma y deslizo las manos hasta su pecho para desabotonar la camisa. No lleva la corbata ni el saco, así que son menos prendas qué quitar.

— Te extrañé mucho – beso su cuello y dejo una leve mordida – Quítate el pantalón.

— ¿Aquí? – se ríe.

— Elliot no va a venir, tenemos el departamento para nosotros solos.

— Bien.

Tengo que levantarme de su regazo para que se termine se quitar la camisa y le ayudo a jalar el pantalón para sacarlo. Me detengo frente a él para quitarme el vestido por encima de la cabeza.

— ¿Ansiosa?

— ¿Por ti? Siempre.

Me acerco para volver a sentarme en su regazo pero me detiene. Eleva una de las comisuras de su boca antes de sujetar los costados de mi ropa interior para deslizarla por mis piernas.

— Debería ponerle seguro a la puerta, por si acaso a Elliot se le hizo costumbre interrumpir.

— Bien – me río.

Se levanta del sofá con cuidado, pero sujeta mis muslos levantándose con él.

— ¡Christian!

Tengo que rodear su cadera con mis piernas y aferrar mis brazos a su cuello para no caer cuando nos lleva hasta la puerta. Mi espalda choca con ella cuando tiene que liberarme para pasar el seguro.

— Ahora si – susurra.

— Christian... – jadeo – Hazlo ahora.

Se ríe de mi impaciencia, pero levanta mi cadera para deslizarse en mi interior. Un gemido se escapa de mi garganta cuando lo siento completamente.

Lo único que puedo hacer es aferrarme con fuerza a su cuerpo mientras se mueve con fuerza. Jadeo sin control contra la puerta, complemente pérdida.

— Debería dejar que me extrañes más seguido.

— ¡No! No por favor – gimo – No te detengas.

Vuelve a sostenerme con fuerza para ir sobre sus pasos al sofá, dejándose caer conmigo. No puedo detenerme, froto mi cadera más cerca de él para obtener presión y placer juntos.

Su respiración agitada resuena en mi oído causandome otro escalofrío. Nuestros gemidos es todo lo que escucho antes de ese gruñido ronco de su garganta.

— Creo que ahora necesito una ducha.

Apoyo mi cabeza en su hombro para recuperar el aliento.

— Yo también, vamos.

Una relajante ducha, un poco de comida china a domicilio y su camiseta como pijama es todo lo que necesito para sentirme inmensamente feliz.

— Ahora que Elliot ya no es un problema – dice mientras me acomodo en su cama – ¿Podemos formalizar nuestra relación?

— ¡Si! Por supuesto – chillo de emoción.

— Entonces está dicho, eres mi novia.

— ¡Si quiero! – me lanzo de nuevo a sus brazos para besarlo.

— Mi primera noche con mi novia – sonríe divertido – Vamos a dormir, mañana podemos pasar el día juntos.

Se acomoda en la cama y me acurrucó junto a él para sentir el calor de su cuerpo. Observo atenta su pecho subir y bajar con su respiración hasta que me quedo dormida.

En algún momento empiezo a tener sueños extraños. Una voz que maldice y golpes secos contra la madera, una puerta tal vez.

— ¿Christian? ¿Escuchas eso? – pregunto pero solo gruñe.

Volteo hacia él para ver si despertó. De nuevo los golpes y la voz que grita, ¿Es un sueño?

— Christian, alguien grita – remuevo su hombro – ¿Dejamos el televisor encendido?

Me levanto con cuidado de la cama para ir a la sala, pero a medida que me acerco escucho con mayor claridad la voz.

— ¡Christian! ¡Idiota! ¡Abre la maldita puerta!

— ¿Elliot?

¡Mierda! Olvidamos quitar el seguro de la puerta. Quito el pasador para que el pelirrojo pueda girar la perilla.

— ¡Ya era hora! ¡Contesta el put...!

— Elliot – le gruño – Deja de gritar, idiota, ¿Qué haces aquí?

Él empuja la puerta con el pie y me mira con el ceño fruncido.

— ¿Qué hago aquí? ¡Aquí vivo!

— ¿Por qué no estás con Kate? Dijiste que no ibas a venir a dormir.

— Y no lo hice – me mira de arriba a abajo – Son las 7, es la hora del desayuno. ¿Christian sigue dormido?

— Si, ¿Por qué?

— Nada – se ríe – es extraño ver a una chica por aquí a estas horas de la mañana.

— Acostúmbrate – gruñe Christian desde la puerta – Verás a mi novia por aquí muy seguido.

— ¿De verdad? – me mira con las cejas arqueadas – Tú si que no perdiste el tiempo.

— ¿Y tú si?

— Bien – levanta Elliot las manos en señal de rendición – Yo solo quiero tomar una ducha.

Una sonrisa burlona se estira en sus labios, asi que cruzo los brazos sobre mi pecho para esperar el golpe.

— No es que te esté invitando, pero si quieres acompañarme...

— ¡Idiota! – chillo.

— ¡Elliot! – gruñe Christian.

— ¿Qué? ¿Muy pronto para hacer bromas?

— Si – decimos al mismo tiempo.

— Bien, entonces iré solo a la ducha.

El pelirrojo se ríe todo el camino a su habitación, palmea el hombro de su amigo cuando pasa junto a él y le susurra algo que suena como Solo bromeaba.

— Lo sabía – dice mi chico cuando se acerca a mi – Sabía que Elliot no lo iba a dejar ir tan pronto.

— No me molesta que bromee, siempre que sean solo bromas. Sabes que yo te quiero a ti.

— ¿Si?

— Claro, ¿Lo dudas?

— No. Yo también te quiero, Ana.

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