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V

Ataque de pánico [parte 1]

Miércoles 26 de marzo

Definitivamente venir a una fiesta un miércoles no había sido una de sus grandes ideas.

Los seis chicos se encontraban en casa de Maddie Charmin, quien los había invitado a una fiesta "tranquila" en su casa.

Nada que incluya alcohol y muchos adolescentes podia ser tranquilo.

Unos que otros se encontraban bebiendo tragos, de los que probablemente mañana se arrepentirán.

Ronnie y Lincoln estaban cerca de la piscina, charlando.

O mejor dicho, se burlaban de su situación con Peyton.

-Si no te escribe no te quiere, Anne. -Chasquea el albino.

Ella vuelve a llenar su copa de alcohol, mientras suelta una risa sarcástica.

Se suponía que Peyton debía estar ahí, y no había dado señales de vida.

-Te dije que no te convenía. -Recuerda Lincoln.

-Y yo creo que debe estar en camino.

-Si claro, lo que quieras. -Desvía la mirada y se centra en donde estaban Alex y Maddie- ¿No te parece que llevan algo entre mano? 

-Todos sabemos que si, Linc -Concluyo y bebió su copa una vez más, ahogando sus penas en el alcohol. El chico volvió su mirada a su mejor amiga, y se dio cuenta de que estaba comenzando a emborracharse.

-Yo creo, que es suficiente por una noche. -Le quito la batalla y la copa.

-Eres tan aburrido. Seguro te la tomaras luego tu solo.

-¿Por quien me tomas? -Ambos volvieron a reír, y luego la latina prendió su teléfono, esperando el mensaje de su cita.

El mensaje que nunca llego.


Noah se había quedado solo en la cocina, esperando que Clyde volviera, quien se había ido con Sid hace no más de veinte minutos en algún lado.

Ignorando el hecho de que su mejor amigo se encontraba con su novia, decidió quedarse ahí, lejos de los demás, sabía que si iba con Lincoln y Ronnie, ellos estarían hablando de sus cosas, como videojuegos, programas, deportes o algo así, algo que no le llamaba mucho la atención.

Tomo un sorbo de su vaso de Smirnoff y siguió esperando.

Pero no por mucho tiempo.

Un ruido se presento en algún lugar de la oscura cocina, haciéndolo temblar.

Sabía que no podían ser sus amigos, ellos estaban al tanto de su condición.

Dio un paso, acercándose al refrigerador, podía seguir escuchando escuchando el sonido claramente.

Mentiría si dijera que no tenía miedo.

Y algo tomo su hombro.

Lo ultimo que pudo ser capaz de escuchar era la respiración de alguien más.

Y un pañuelo en su boca con un color bastante peculiar cubrió su boca y su nariz.

[⛤]

Despertó en alguna parte, sin saber bien en donde.

Y no sabía que hacer.

Sintió miedo y angustia. Arrepintiéndose de haber asistido a esa maldita fiesta y haber elegido quedarse solo.

El terror se apodera de el, dejándolo congelado en aquella cama donde lo habían recostado.

La habitación estaba vacía, y las luces apagadas.

Y el tenía demasiado miedo como para buscar un interruptor y encenderlo.

Sin darse cuenta, una lagrima resbalo por su mejilla.

Estaba teniendo un ataque de pánico.

Trato de tomar la mayor cantidad de aire que pudiera, y no lo lograba, quería salir de ahí y encontrar a sus amigos para irse, pero no podía, estaba congelado, sin tener la capacidad de elegir si salir o no.

Cerro los ojos, tratando de buscar paz mental, y no podía, no si seguía escuchando un sonido que el no provocaba.

Se desespero, agarro fuertemente las sábanas y las arrugo en sus puños, sintió su cara empapada y se sintió como un verdadero idiota por no poder calmarse solo.

No respiraba, no podía, su mente se centraba en el estúpido sonido que provenía de algún lugar.

Su cabeza daba muchas vueltas, sus lágrimas adornaban sus mejillas y se estaba asfixiando.

Lo primero en lo que pensó es lo que le daba más pavor aún.

Morir.

Sintió que lentamente estaba muriendo, y no había nadie que pudiera socorrerlo, nadie que lo ayude.

Perdió el control de si mismo, temblaba desenfrenadamente.

Transpiración, palpitaciones, dolores en el pecho, mareos, nauseas, pánico a morir.

Todo se juntaba y había comenzado a creer que probablemente iba a cerrar los ojos y no volver a abrirlos.

Temblores, terror, sofocación.

Era demasiado para él.

Y cuándo sentía que estaba en su peor momento, escucho la puerta abrirse rapidamente.

Vio a la castaña entrar, y por más de que en otras ocasiones ellos se llevaban muy bien, ahora no era así, estaba desesperado.

Sid puede notar aquello, nota que estaba teniendo un ataque de pánico, se da cuenta de lo mal que su amigo la esta pasando y siente mal por saber tan poco sobre el tema.

-Escúchame Noah, mírame. Tienes que calmarte. -Toma su rostro, mirándolo a los ojos- Respira conmigo, Noah, por favor, respira conmigo. -Su voz se traba y siente que también se esta ahogando con él, como si estuvieran cayendo abrazados al abismo. El no parece mejorar y siente un dolor en el pecho y una gran nudo en la garganta, pero no se daría por vencida aún.

-¡Noah, necesito que me escuches! -Dice casi en un grito- ¡Respira, Noah, se que puedes, respira, por favor, respira....! -Pide y no sabe en que momento comenzó a llorar.

Los dos estaban demasiados desesperados como para saber que hacer.

-Noah... -Lo llama, y este, siente como sus ojos se cierran.

Para cuándo la castaña lo nota, solo siente desesperación, y lo único que se le ocurre es besarlo.

Bueno, no besarlo como si fuera de amor, era un intento desesperado de pasarle aire.

Estaba besando a uno de sus amigos. Y era el ultimo a quien se imaginaba besar.

No es algo largo o extenso, solo ayuda a cortar la respiración de el otro castaño, lo suficiente para que el abriera lo ojos.

Una vez que se separaron, el dio una gran bocanada de aire, y ella solo puede abrazarlo, jamás se había sentido tan desesperada en todas su vida, excepto una vez, cuándo la latina tuvo su primer ataque de ansiedad y casi muere, al igual que el chico a quien estaba abrazando, casi lo pierde para siempre.

Pero el seguía ahí.

Con ella, con todos.

-¿Como sabias que...?

La asiática le dio una linda sonrisa, de esas sinceras, las que Noah esta acostumbrado a ver, no como las demás, sarcásticas.

-He visto que podía retener tu respiración y sentí que podía ayudarte. -Contesto con una voz tranquila, calmándolo por completo.

Sin embargo, ambos sabían que estaban "traicionando" a su amigo afroamericano, y por más que ella no sienta algo por el, sabía que habían hecho mal.

Pero es que simplemente no lo pensó.

Tuvo que actuar.

Y si Clyde no entendí eso, era obvio que era tan idiota como para creer en traición, en vez de pensar que si no hubiera actuado, Noah no estaría con ellos.

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