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I

—Pasa— indica la mujer parada en el marco de la puerta, sonriente, como de costumbre- siempre es un placer tenerte aquí.

Jung Eunsoo, una bella mujer, de veintitres años de edad, cabellos castaños y largos, tez clara, ojos grandes, cuya mirada desprendía un aura sexy que a la gran mayoría de los hombres podría engatusar. Estatura baja, midiendo aproximadamente un metro con cincuenta y siete centímetros. De anatomía peculiar, presentaba grandes cualidades, y una estrecha cintura que la completaba. A ojos de las féminas que la envidiaban, era una prostituta; pero a ojos de los hombres que la admiraban, era una diosa. Sus dotes sensuales eran capaces de seducir hasta al más frío.

—¿Estás sola, preciosa?— indaga él, desviando por un segundo su mirada oscura hacia adentro de la casa, pero en cuestión de segundos regresó a la fémina.

—Sí, Jimin— afirma con un tono retórico, acompañado de una rodada de ojos.

Park Jimin, un atractivo hombre de veintiséis años, cabello oscuro con flequillo, tez clara, labios grandes y seductores, mirada penetrante, fija y oscura, algunas la denominarían "mirada peligrosa". Estatura mediana, contando con un metro y setenta y cinco. De sonrisa chantajista, pero prácticamente imposible no fijar ojos sobre él cuando lo hacía. Y un cuerpo fórnido, para completar su perfecta descripción física. A ojos de los hombres, un engreído; pero a ojos de las féminas, la perfección en persona.

—Vamos— Eunsoo toma su mano, adentrándolo en su casa, para luego cerrar la puerta principal.

Después de una intensa ronda de miradas entre ellos, no dudaron comerse la boca a besos hambrientos, así como solían hacerlo cada vez que se veían cuando estaban a solas.

Eunsoo quedaba embobada con las habilidades que poseía Park Jimin a la hora de la acción, pero él no era el único, ella tenía sus increíbles dotes también.

Por un segundo, se separaron para reconectar sus ojos, en concordancia con sus pensamientos decidieron caminar hacia la habitación, subiendo las escaleras que hacia dicho lugar conducía.

Ya cerrada la puerta, ella giró hacia él, y una sonrisa coqueta apareció en sus labios jugosos y sensuales.

—Qué bien te ves hoy, Park— juguetea con los bordes de su camisa azul marino, sus gestos delataban sus intenciones.

Éste sonríe de lado y alza una de sus perfectas cejas, viéndola.

—¿Qué quieres de mí, Jung?— interroga conociendo las intenciones de la fémina, pero quería escucharlo por su parte.

Eunsoo no hace más que sonreír y desvía por un momento su mirada hacia otro lado de la habitación.

—Jimin, lo que se sabe no se pregunta— contesta, con un tono más bajo, acercando un poco más su rostro al suyo.

—Pero quiero escucharlo de tu boquita, ¿es eso un crimen?— agrega, de manera coqueta.

—Claro que no— niega embobada, observando sus labios carnosos y habilidosos, que a cualquier chica podía enloquecer.

—A ver, dilo— insiste.

La fémina sonríe torcido y aprieta sus labios antes de tomar una bocanada de aire para así decir lo que tanto el varón quería escuchar.

—Quiero que me hagas tuya, Park— susurra ella, manteniendo el contacto visual con él, a escasos centímetros de su rostro, pues sí, había dado un pequeño paso que terminó acercándola más al contrario.

Jimin sin más nada que agregar, le regaló una sonrisa orgullosa y posicionó sus manos en su diminuta cintura, haciendo desaparecer esa pequeña distancia entre ambos, haciéndola desvanecerse con un beso más apasionado que el anterior.

Caminando con los ojos cerrados hacia la cama, decidió tumbarla en ella, posicionándose encima, sin lastimarla, preparándolos para lo que se venía.

—Realmente quieres hacerlo, ¿eh?— indaga de manera provocativa, en medio del beso.

—Jimin.. deja de provocarme, ¿quieres?— suspira, impaciente.

—A la orden, bonita— susurró éstas últimas palabras para continuar lo que ambos querían.

Minutos después comenzaron a acariciarse, y con cada caricia, sentían que subía la temperatura y la necesidad aumentaba proporcionalmente.

Pero..

Cuando todo parecía estar bien, y ellos comenzaban a relajarse cada vez más..

Llegó él.

—Amor, ya llegué— sintió la chica desde el living.

Automáticamente se detuvo, y sintió si corazón latir con más intensidad, sin saber qué hacer y su mente haberse detenido por un momento.

Jimin, quien no escuchó con claridad la voz masculina del living, la observó confundido.

—¿Qué ocurre, por qué paras?

—Él está aquí..— murmura perdida, pero reacciona rápidamente y lo observa alarmada— ¡Jimin, está aquí!— grita en un susurro, indicándole que debía hacer algo.

—¿¡Qué demonios quieres que haga!?

Mientras debatían qué hacer, el varón comenzaba a subir las escaleras.

—¡En el armario, en el armario, métete!— insiste ella, con su voz ya temblorosa por los nervios.

Se comenzaba a girar el picaporte, pero por suerte al pelinegro le dió tiempo entrar en el lugar indicado por la fémina.

Finalmente, se adentra en el lugar el varón que recién llegaba de su trabajo. Pero extrañamente había llegado más temprano que de costumbre y por eso había tomado por sorpresa a Eunsoo y Jimin.

—¡Amor!— sonríe ella exageradamente, sintiendo los nervios matarla internamente— ¡qué gran sorpresa!

—Sí, es que hubo una plaga de ratas y decidieron hacer una limpieza general, así que nos incorporamos el miércoles— hace saber, mientras quita su reloj de pulsera.

Eunsoo asiente con la cabeza, viéndolo fijamente.

—Pero ¿por qué me miras como si estuvieras viendo un fantasma?— indaga él— soy tu esposo, Jeon Jungkook— recuerda él, en broma.

Jeon Jungkook, un hombre alto, de tez clara, cabellos largos oscuros, atractivo, ejercitado, tenía sus brazos cubiertos por tinta, adornando su piel con grandes tatuajes que debía tapar en el trabajo, de los cuales sólo su esposa conocía. Un hombre bueno, sonriente, un poco celoso, inteligente y un poco sarcástico al hablar, pero bien sabía disimular su sarcasmo cuando se expresaba.

—Es que estoy sorprendida, porque esto no suele pasar— miente ella y sonríe ampliamente, para levantarse de la cama a abrazarlo y besarlo. Éste acepta, pero la siente temblar.

—¿Estás bien? Estás temblando.

—No— niega riendo— ¿Será que ya estoy envejeciendo?— bromea y él sonríe un poco incómodo.

Sintiendo un sonido proveniente del armario, Jungkook rápidamente desvía su mirada hacia éste lugar y Eunsoo queda helada.

—Un momento— se dirige hacia el armario.

—¡Jungkook!

—Espera, deja ver qué hay aquí— insiste él y ella sentía su corazón salir de su pecho.

Sin más rodeos, el armario fue abierto, y Jungkook logró ver a Jimin en él. Abrió sus ojos estupefacto, e inmediatamente dirigió su mirada hacia Eunsoo.

—¡Eunsoo, ¿qué demonios está pasando aquí?!

Ella abre sus ojos sorprendida pero repentinamente sonríe de manera amplia.

—¡Con que ahí estabas metido, amigo!— se acerca hacia ellos temblando levemente. Jimin la observa confundido, pero guarda silencio.

—¿Qué amigo de qué?— interroga Jungkook, con molestia.

—Ay, no los había presentado, qué tonta soy— ríe levemente— Jimin, este es mi esposo, Jeon Jungkook— lo señala— te había hablado de él, pero no se conocían oficialmente. Amor, este es Park Jimin, mi amigo gay.



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