EPÍLOGO
Meses después...
23 de enero de 2023.
Monterrey, Nuevo León.
Era un buen día en la ciudad. El cielo estaba nublado, y caía una ligera llovizna, además de que el clima estaba muy frío.
Habían pasado ya varios meses desde que Oliver había atacado a la familia Alarcón. Santino había resultado herido, pero había sobrevivido.
Santino estaba en el Parque Fundidora con Alessia y Katia. Portaba una sudadera roja, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Alessia por su parte, portaba una sudadera gris, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Katia portaba una sudadera morada, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.
Los tres chicos platicaban tranquilamente mientras caminaban.
—Todavía no puedo creer que la vida me haya dado otra oportunidad... —susurró Santino con nostalgia.
—Sí, y eso que Oliver casi te mata ese día, hermano —dijo Katia.
—Pero lo bueno es que ya estás mucho mejor, Santino —dijo Alessia con una tímida sonrisa.
—Sí, chicas... —dijo Santino nostálgico—. Pero a pesar de todo lo que me hizo Oliver, no puedo evitar sentir lástima por él.
—Yo tampoco... —dijo Katia—. ¿Sí sabes que terminó muy mal desde que te disparó, Santino?
—Y que lo digas... —dijo Santino.
—Dicen que está internado en un hospital psiquiátrico —dijo Alessia—. Dicen que está muy, pero muy dañado.
—Quizá deberíamos ir a verlo para ver cómo está... —dijo Santino.
—Sí... —dijo Katia—. Quién sabe cómo habrán terminado Marcelo y Lorenzo.
—Pues, dicen que Marcelo no murió a manos de Oliver, pero quedó en estado vegetativo irreversible —dijo Santino—. Y Lorenzo, le dieron 40 años de prisión por lo que te hizo, Katia.
—Qué horror que esos dos hayan terminado de esa forma... —dijo Alessia consternada.
—Sí, pero no podemos hacer nada más que seguir adelante con nuestras vidas —dijo Santino.
—Cierto —dijo Katia—. Ahora podemos estar más tranquilos, sabiendo que ya nadie nos va a hacer daño.
—Sí, tienen razón... —dijo Alessia tranquilamente.
Los tres siguieron caminando, sabiendo que ya nada ni nadie los iba a hacer sufrir más.
***
Más tarde...
Hospital Psiquiátrico SSNL (Servicios de Salud de Nuevo León)
La señora Alarcón y sus hijos estaban en el Hospital Psiquiátrico, preocupados por la salud de Oliver. Y hablando del Rey de Roma, Oliver estaba en una habitación aislada blanca, acostado en posición fetal y vestido con una camisa de fuerza blanca.
—¡Santino! ¡Santino! ¡Santino! —gritaba Oliver como loco—. ¡Santino! ¡Santino! ¡Santino!
La familia Alarcón estaba horrorizada al ver lo que pasaba. Una doctora pelirroja lo estaba observando todo.
—Desde que Oliver Lattanzio le disparó a su hijo, no ha salido de ese problema, señora —dijo la doctora.
—No puede ser... —dijo la señora Alarcón, muy consternada.
—Ese vato ha estado así desde ese día —dijo la doctora—. La neta, sólo ha gritado el nombre de Santino. Y no dice ninguna otra palabra. Es como si fuera lo único que supiera hacer.
Santino se mostraba muy consternado al ver a Oliver en tan deplorable estado. Ese chico seguía en posición fetal, gritando el nombre de Santino.
—¿Y cree usted que se vaya a recuperar? —preguntó Santino preocupado.
—No, Santino —dijo la doctora—. Al chile, es muy probable que el vato nunca se recupere de esa tragedia. Posiblemente se va a quedar así para siempre. Con permiso.
La doctora se fue del lugar, mientras que la familia Alarcón veía a Oliver por última vez.
—¿Quieres ir con nosotras, hijo? —preguntó la señora Alarcón.
—No, ahorita vengo —dijo Santino, sin dejar de mirar a Oliver.
—Está bien. Te esperamos afuera —dijo Katia.
Katia y su mamá salieron de la habitación, mientras que Santino miraba a Oliver. Éste sólo gritaba el nombre de Santino, y no decía ninguna otra palabra.
—¡Santino! ¡Santino! ¡Santino! —gritaba Oliver, mientras aún estaba en posición fetal—. ¡Santino, Santino, Santino!
Santino quiso decirle unas últimas palabras antes de despedirse para siempre de él.
—Esta será la última vez que nos veamos... —dijo con lágrimas en los ojos—. Que Dios te perdone, porque quién sabe si yo pueda hacerlo. Adiós para siempre, Oliver Lattanzio.
Santino se despidió para siempre de Oliver y se fue de la habitación. Oliver no dejaba de estar acostado y en posición fetal, mientras seguía gritando el nombre del chico al que le disparó.
***
Más tarde...
CERESO (Centro de Reinserción Social) de Apodaca.
Varios reos estaban en el CERESO de Apodaca, vistiendo camisas y pantalones grises. Varios estaban cumpliendo sus condenas, mientras que otros estaban en prisión preventiva.
Lorenzo estaba en su celda junto a Marcelo, quien sorprendentemente, había quedado postrado a una silla de ruedas, en estado vegetativo. No podía moverse, mucho menos hablar. Lorenzo se le acercó y quiso hablar con él.
—Caray, es increíble que hayas quedado así, Marcelo —dijo tranquilamente—. No puedo creer que hayas sobrevivido a ese tiro. Vaya que Oliver no se salió con la suya después de todo. Me dicen que terminó muy mal, después de dispararle a Santino. Sólo se la pasa gritando su nombre una y otra vez.
Lorenzo hablaba, pero Marcelo no respondía. Escuchaba todo lo que Lorenzo le decía, pero no reaccionaba. Sólo movía los ojos.
—Y sí, dicen que se va a quedar así para siempre —dijo Lorenzo tranquilamente—. Pero tú, es increíble que hayas terminado en estado vegetativo, y dicen los doctores que te vas a quedar así para siempre. Pero por mi parte, me dieron una larga sentencia, 40 años de cárcel. Pero está bien, sé lo que hice, y debo pagar por ello.
A pesar de todo, Lorenzo se mostraba tranquilo, y aceptaba lo que le había hecho a Katia.
—Y no sé cuánto te vayan a dar a ti, hermano —le dijo a Marcelo—. Pero espero que te den arresto domiciliario, pero no creo que sea posible... Bueno, veamos qué nos depara el destino.
Lorenzo aceptó con dignidad su destino. Sabía los errores que había cometido, y estaba decidido a pagar por todos y cada uno de esos errores. Marcelo había quedado en estado vegetativo, y no había marcha atrás. Él también era consciente de que ya se había encontrado con su destino.
***
Más tarde...
Parque La Pérgola.
Aprovechando que ya no llovía tanto, Katia estaba con Salomón y Ángel en el parque La Pérgola, caminando tranquilamente. Salomón portaba una sudadera blanca, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Ángel portaba una sudadera azul, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.
Los tres platicaban mientras caminaban.
—Les juro que no pude evitar sentir pena al ver a Oliver así —dijo Katia consternada—. Hubieran visto cómo estaba.
—Sí, yo lo vi hace unos días —dijo Salomón—. Sólo gritaba el nombre de tu hermano una y otra vez, parecía disco rayado.
—Sinceramente, no puedo creer que Oliver haya terminado así —dijo Ángel consternado—. De verdad que nunca le hubiera deseado algo así.
—Yo tampoco, chicos —dijo Katia consternada—. Además, Lorenzo está en la cárcel, y Marcelo en estado vegetativo.
—Sí, esos tipos terminaron muy mal —dijo Ángel.
—Pero el peor caso es Oliver —dijo Salomón—. No me imagino estar así, gritando el nombre de un amigo una y otra vez.
—Lo sé, Salomón. Lo peor de todo, es que aún cree que mi hermano murió ese día —dijo Katia preocupada, antes de dirigirse a Ángel—. Y tú, Ángel... ¿Cómo la estás pasando sin Soraya?
—Peues, aún sigo muy triste por lo ocurrido —dijo Ángel con algo de tristeza—. Aún sigo mal por lo que le pasó, pero poco a poco estoy sanando. Estoy asistiendo a terapia con mis padres.
—Eso es bueno, Ángel —dijo Katia empezando a sonreír—. Ahora ya podemos vivir en paz.
—Sí, Katia —dijo Salomón tranquilamente—. Ya he dejado de consumir drogas desde hace varias semanas. Me dicen que al fin podré empezar a estudiar una carrera.
—¿Es neta? ¡Qué bien, Salomón! —dijo Katia sonriendo.
—Me dicen los doctores que ya puedo empezar a estudiar una carrera —dijo Salomón sonriendo—. Puede que empiece a estudiar letras o idiomas.
—Pues deseo que te vaya muy bien, Salomón —dijo Katia sonriendo—. Ya verás que te va a ir muy bien.
—Gracias, Katia —dijo Salomón sonriendo.
—Al fin podremos vivir tranquilos, sin que nada ni nadie nos haga sufrir más —dijo Ángel.
Los tres chicos siguieron caminando, estaban contentos de que al fin, todos sus problemas habían llegado a su fin. Aún les quedaban sueños por cumplir, y estaban decididos a cumplirlos muy pronto.
***
Semanas después...
6 de marzo de 2023.
Hospital Psiquiátrico SSNL (Servicios de Salud de Nuevo León)
Era un nuevo día en la ciudad. Estaba nublado, estaba lloviendo ligeramente, y el clima estaba algo cálido.
Había pasado tiempo desde que Santino se despidió de Oliver para siempre. Oliver seguía en su habitación aislada, mucho peor que nunca. Estaba sentado en posición fetal, gritando el nombre de Santino. Portaba una camisa de fuerza blanca.
—¡Santino, Santino, Santino! —gritaba como loco—. ¡Santino, Santino, Santino!
Dos doctores, uno de cabello corto castaño, y otro rubio, lo veían desde afuera de la habitación, preocupados por lo que estaba pasando.
—Chale, ese vato está peor que nunca —dijo el doctor de cabello rubio—. Está más dañado de lo que creía.
—¿Y qué esperabas, Ramsés? —preguntó el doctor de cabello castaño—. Oliver Lattanzio sólo se la pasa así, en posición fetal, y gritando el nombre de Santino una y otra vez. Y así ha estado desde hace varios meses.
—Pues hay que amarrarlo, Pablo —dijo Ramsés, el doctor de cabello rubio—. Hay que actuar antes de que empeore.
—Hecho —dijo Pablo, el doctor de cabello castaño.
Los dos doctores entraron a la habitación para amarrar a Oliver. Lo sometieron, mientras él seguía gritando como si estuviera poseído por el demonio.
—¡Santino! ¡Santino! ¡Santino! —gritaba cada vez más y más fuerte, mientras los doctores lo acostaban en una cama blanca—. ¡Santino, Santino, Santino!
Ramsés y Pablo acostaron a Oliver en la cama blanca y lo amarraron muy bien. Oliver trataba de zafarse, mientras seguía gritando el nombre de Santino, cada vez más y más fuerte. Los doctores se salieron de la habitación, mientras los gritos de Oliver se hacían cada vez más y más fuertes.
—¡Santino! ¡Santino! —gritaba Oliver más fuerte, mientras trataba de zafarse de la cama, sin éxito—. ¡Santino! ¡Santino! ¡Santino!
Oliver siguió gritando el nombre de Santino a todo pulmón, a la vez que trató de zafarse de la cama. Básicamente, se había encontrado con su destino: pasar el resto de sus días en un hospital psiquiátrico, gritando el nombre de Santino una y otra vez, como si fuera un disco rayado.
***
Tiempo después...
7 de abril de 2023.
Puerto Vallarta, Jalisco.
Playa Conchas Chinas.
El clima en Puerto Vallarta estaba cálido, y el cielo estaba despejado. Mucha gente aprovechaba el clima para divertirse en la playa, en plena semana santa. Muchas familias estaban en la playa para divertirse.
Entre esas familias, se encontraba la familia Alarcón. Alessia y Ángel también se encontraban en la playa. Santino, Salomón y Ángel portaban trajes de baño tipo short: Santino uno rojo, Ángel uno azul con flores blancas, y Ángel uno gris con tonos blancos. Alessia y Katia portaban bikinis de dos piezas: Alessia uno azul, y Katia uno verde oscuro.
Los cinco chicos se divertían en la playa de muchas maneras. Construyendo castillos en la arena, jugando en el mar, entre muchas otras cosas. Todo estaba bien, los chicos se divertían al máximo, como si no hubiera un mañana.
Con el pasar del tiempo, los chicos también hacían otras cosas, como tomarse fotos y selfies del recuerdo, para después subirlas a sus redes sociales.
Finalmente, los cinco chicos se juntaban para otra foto del recuerdo. La señora Alarcón, madre de los chicos, era la encargada de tomar la foto.
—¡Chicos! —gritó la señora, mientras se preparaba para tomar la foto—. ¡Sonrían!
Los chicos sonreían, mientras la señora Alarcón tomaba la foto. Más tarde, se unió a los chicos para tomarse una selfie con sus hijos y sus amigos.
Básicamente, todo era amistad y diversión. Alessia y Santino eran los que más estaban felices, pues en medio de la diversión en la playa, todos sabían que ya no había de qué preocuparse por todo lo que habían vivido, sólo debían mirar hacia el futuro.
La amistad que habían formado era tan sólida, que ya nadie tenía que preocuparse por las envidias del pasado.
Mucho menos por ser...
Amienemigos.
¿Qué opinas del final?
¿Qué opinas de la historia?
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