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7: Un nuevo noviazgo

Días después...

19 de agosto de 2022.

Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica.

Universidad Autónoma de Nuevo León.

Un nuevo día en la ciudad. El clima estaba cálido, pero el cielo estaba nublado. Y para colmo, las nubes eran grises, y querían soltar la lluvia.

Habían pasado días desde que Santino había terminado con Soraya. Y se veía tranquilo desde que había terminado esa relación tan tóxica. No importaban los motivos Santino no estaba dispuesto a dar marcha atrás.

Santino estaba en la facultad. Portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.

El chico iba caminando hacia la salida de la facultad, y se encontró con Alessia. Ella portaba una blusa roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos negros. Ella se acercó hacia Santino para hablar con él.

—Hola, Santino —dijo Alessia tranquilamente y sonriendo.

—Hola, Alessia —dijo Santino sonriendo—. Disculpa, es que tuve un largo día de clases.

—Sí, yo también —dijo Alessia.

—¿Nos vamos? —preguntó Santino.

—Sí, claro —dijo Alessia.

Los dos chicos salieron de la facultad, y se dirigieron hacia la Torre de Rectoría. Querían descansar después de haber tenido un largo día de clases.

Ya en la Torre de Rectoría, los dos chicos empezaron a platicar mientras caminaban.

—¿Cómo te sientes después de haber terminado con Soraya, Santino? —preguntó Alessia.

—Me siento más tranquilo, muchas gracias —dijo Santino sonriendo.

—Es bueno saber que te sientes muy bien, después de lo que pasó —dijo Alessia amablemente—. De verdad, lamento cómo te ha tratado esa chica, desde que la dejaste.

—Sí. Y la verdad, es que Soraya no ha dejado de insistirme para que regresemos —dijo Santino—. Y se enoja cada vez que me niego. Pero la verdad, no me arrepiento de haberla dejado.

—No sabes cómo me alegro que te sientas mejor Santino —dijo Alessia sonriendo—. Olvidé decirte que hasta te ves más animado que nunca.

—Así es —dijo Santino sonriendo—. Oye, ¿ya te enteraste de que mañana va a llover?

—Sí —dijo Alessia—. Me enteré por las noticias. Creo que Oliver va a cancelar la fiesta de mañana.

—No creo que la cancele… —dijo Santino—. Me dijo que la iba a posponer.

—Esperemos que así sea —dijo Alessia tranquilamente.

—¿Qué tal si vamos a Plaza Fiesta Anáhuac en la tarde? —preguntó Santino.

—Claro —dijo Alessia.

Los dos chicos siguieron caminando hacia sus casas. Era obvio que ya habían tenido un largo día de clases, y querían disfrutar de algo de tiempo libre.

***

Más tarde...

Residencial Anáhuac, Quinto Sector.

Jeremías y Salomón estaban en el lugar donde estaba el tren abandonado. Jeremías usaba una playera blanca de mangas cortas, short rojo y un par de zapatos tenis blancos. Salomón portaba una playera gris de tirantes, short negro, una gorra negra en su cabeza y un par de zapatos tenis blancos.

Los dos chicos se sentían tristes, después de la muerte de Carlos, y platicaban tranquilamente.

—Es increíble que ya hayan pasado días desde que perdimos a Carlos, hermano —dijo Jeremías con tristeza.

—Sí, yo tampoco puedo superar que se haya ido… —dijo Salomón con tristeza.

—Dicen que nadie sabe quién lo mató… —dijo Jeremías con tristeza—. Pero yo sí sé quién lo hizo.

—Me imagino que vas a decir que fue Oliver Lattanzio… —dijo Salomón.

—Ese tipo. Sí, fue él quien lo mató… —dijo Jeremías con tristeza—. Estoy seguro de que fue él quien lo mató, Salomón.

—¿Y cómo estás tan seguro, Jeremías? —preguntó Salomón algo confundido—. ¿Acaso tienes pruebas de lo que estás diciendo?

—No, pero estoy seguro de que fue él quien lo hizo —dijo Jeremías molesto—. Y le voy a hacer pagar por haberle quitado a mi amigo.

—¿Y cómo vas a hacer eso? —preguntó Salomón.

Jeremías se quedó un poco pensativo, pensaba en la manera de vengar a su amigo muerto.

—Me voy a meter con lo que más le duele —dijo.

—¿Santino Alarcón? —preguntó Salomón.

—No, pendejo —dijo Jeremías molesto—. Me estoy metiendo con su novia. Soraya Díaz de León.

—¿Su amante? Vaya, a ver si ella quiere contigo… —dijo Salomón—. No será nada fácil.

—No, pero de esa manera me voy a vengar de Oliver Lattanzio, por lo que le hizo a nuestro amigo… —dijo Jeremías—. Le estoy sacando dinero, a cambio de quedarme callado.

—No creo que Soraya te acepte —dijo Salomón un poco confundido—. No querrá nada contigo, pues sabe que eres un drogadicto, y ella es de clase media alta.

—¿Acaso me importa? —preguntó Jeremías con una actitud retadora—. Sólo quiero usarla para vengarme de Oliver por lo que le hizo a Carlos. Y cuando lo logre, voy a deshacerme de esa morra.

—Tú sí que eres un vato muy vengativo, Jeremías... —dijo Salomón sorprendido, después de escuchar el juramento de Jeremías.

—Gracias, Y es que simplemente les muestro una fachada a mis enemigos —dijo Jeremías tranquilamente—. Y cuando ya es el momento, les muestro mi verdadera cara. Y te garantizo que mi venganza será lenta y muy dolorosa, Salomón.

Si bien Jeremías estaba dolido por la muerte de Carlos, estaba decidido a tomar venganza. Y no podía esperar a poner en marcha un plan para ello. No le importaba nada, sólo quería lograr su objetivo.

***

Más tarde...

Parque La Pérgola.

Oliver se encontraba en el parque La Pérgola. Estaba sentado en una banca, después de haber estado en la escuela y haber discutido con Daniela, su hermana menor.

De repente, un chico se acercó a él, y no era otro que Lorenzo. Él portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

Los dos chicos empezaron a hablar.

—Llegas tarde, Lorenzo —dijo Oliver un poco molesto.

—Lo siento, es que me levanté un poco tarde —dijo Lorenzo mientras se sentaba con Oliver en la banca.

—Siempre haces lo mismo —dijo Oliver molesto—. Siempre me pones excusas y llegas tarde.

—Esta vez sí se me hizo tarde, Oliver. Te lo juro —dijo Lorenzo tranquilamente.

—Bueno, como sea… —dijo Oliver un poco más tranquilo—. Lo que pasa es que quería decirte algo importante. Y no es sobre Soraya. Tú sabes que Santino terminó con ella.

—¿Y de qué querías hablarme, Oliver? —preguntó Lorenzo con curiosidad.

—Bueno, ya me metí con la novia de Santino… —dijo Oliver tranquilamente—. Ya le quité lo que más amaba. Ahora, me toca proceder a quedarme con Alessia. Pero lo voy a hacer otro día, porque me enteré de que va a llover mañana.

—¿Es en serio? —preguntó Lorenzo sorprendido—. Te acostaste con Soraya. ¿Y ahora quieres tener a Alessia para ti solito?

—Sí, no puedo dejar que Santino se quede con ella, Lorenzo —dijo Oliver tranquilamente—. Y la próxima semana en la quinta, debo aprovechar para tenerla para mí solita. Tengo que hacerla mía, sea como sea…

—¿Y qué necesitas para ello, Oliver? —preguntó Lorenzo.

—Pues, necesito unas pastillas de dudosa procedencia —dijo Oliver—. Ya sabré después qué hacer con ellas.

—Vaya, ahora sí que vas a tener que usar todo el arsenal, Oliver... —dijo Lorenzo sorprendido—. Porque hacer tuya a una chica como Alessia, no será nada fácil. Por cierto, voy al centro comercial. ¿Me acompañas?

—No, gracias. Yo voy a casa —dijo Oliver amablemente.

Oliver no estaba dispuesto a dejar ir la oportunidad de hacer suya a Alessia. Ya sabía lo que debía hacer para consumar su plan.

—De una forma u otra, Alessia Landeros será totalmente mía... —dijo mientras caminaba—. Y no me importa si tengo que esperar hasta la próxima semana.

No estaba dispuesto a dejarle el camino libre a Santino para que pudiera reparar su corazón con Alessia. Estaba decidido a todo, sin importarle las consecuencias de sus actos.

***

Más tarde...

Plaza Fiesta Anáhuac.

Alessia y Santino pasaban la tarde juntos en el centro comercial Plaza Fiesta Anáhuac. Alessia portaba una blusa celeste de tirantes, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Santino había cambiado su atuendo: ahora portaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla gris y un par de zapatos tenis blancos.

Los dos chicos estaban platicando, mientras caminaban por el lugar.

—Me da gusto saber que ya estás un poco mejor, Santino —dijo Alessia tranquilamente.

—Todo está bien, Alessia… —dijo Santino sonriendo—. De hecho, me siento un poco mejor después de haber terminado con Soraya.

—Eso me gusta, Santino —dijo Alessia sonriendo—. Es bueno saber que ya estás tranquilo. Pero, ¿no te ha llamado ni buscado?

—Sí, me ha llamado… —dijo Santino un poco preocupado—. Me dijo que quería arreglar las cosas, pero yo le dije que no. Que ya no había marcha atrás.

—Bien hecho, Santino —dijo Alessia tranquilamente.

—No descarto que quiera cometer una locura más tarde —dijo Santino—. Pero no pienso caer en provocaciones. Eso se lo tengo bien asegurado.

Los dos chicos se sentían contentos mientras paseaban en el centro comercial. De repente, todo se arruinó cuando de repente, Lorenzo llegó al lugar. Se acercó a los dos chicos y los enfrentó sin dudarlo. Alessia quedó sorprendida al verlo.

—¡Debí saber que ya estabas con otro chico, Alessia! —gritó Lorenzo furioso.

—¿Qué haces aquí, Lorenzo? —preguntó Alessia sorprendida y molesta.

—¡Sabía perfectamente que me ibas a cambiar por este chico! —gritó Lorenzo molesto, señalando a Santino.

—¿Cuál es tu problema, amigo? —preguntó Santino molesto.

—¡Pasa, que no deberías haberte hecho novio de mi querida Alessia! —gritó Lorenzo molesto—. ¡Ella es de mi propiedad, y lo sabes!

Varias personas estaban viendo la discusión, pero a Lorenzo no le importaba.

—¿Estás loco? ¡Yo no soy de tu propiedad, Lorenzo! —gritó Alessia molesta.

—¡Claro que lo eres, Alessia! ¡Nunca debiste haberme dejado hace seis meses! —gritó Lorenzo molesto—. ¡No sabes lo mal que me sentí cuando cortaste conmigo!

—¡Eso debiste pensar antes de haberme engañado con otras chicas, Lorenzo! —gritó Alessia molesta.

—¿Y por eso vas a chillar? ¡Qué lástima me das! —gritó Lorenzo.

—¡Tú también, Lorenzo! ¡Yo estuve contigo en las buenas y en las malas! —gritó Alessia molesta—. ¡Nunca creí que me pagaras de esa forma!

—¡Alessia es mi amiga, y no voy a dejar que le hagas daño! —gritó Santino molesto—. ¡No te la voy a poner tan fácil!

Lorenzo deicidó que ya había tenido suficiente, por lo que les lanzó una fuerte advertencia a Alessia y a Santino.

—¡Vas a lamentar haberme dejado, Alessia! —gritó Lorenzo furioso, antes de señalar a Santino—. ¡Y tú vas a lamentar habérmela quitado, Santino! ¡Te lo juro!

—Haz lo que quieras, Lorenzo! ¡No te tenemos miedo! —gritó Alessia molesta.

—Pues si tan valientes son, hagan lo que quieran —dijo Lorenzo burlón, antes de volver a lanzarse sobre Alessia—. Pero vas a volver a ser mía, Alessia. Te guste o no.

Después de esa escena de celos, Lorenzo decidió irse del lugar, caminando. Varias personas lo veían de reojo, y algunas otras con miedo. Alessia y Santino quedaron asustados después de la escena desastrosa.

—¿Quién era ese tipo, Alessia? —preguntó Santino asustado.

—Es mi ex novio, Lorenzo Covarrubias… —dijo Alessia nerviosa—. Terminé con él hace seis meses, desde que me engañó con otras chicas…

—Rayos… —dijo Santino asustado—. Debemos tener cuidado con él. No debemos dejar que se salga con la suya.

—Sí, tienes razón… —dijo Alessia aún nerviosa—. Debemos tener cuidado con ese tipo, quién sabe de qué sería capaz…

Los dos chicos tenían miedo de los alcances de Lorenzo, sobre todo Santino. Él le tenía miedo, pero aún así, no estaba dispuesto a dejarlo salirse con la suya.

***

Esa noche…

Casa de la familia Díaz de León.

Ya era de noche. El cielo estaba nublado, pero no estaba lloviendo.

Soraya estaba con Marcelo en su habitación. Ambos estaban sentados en la cama. Portaba una blusa roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Marcelo por su lado, portaba una playera negra de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

Los dos estaban platicando.

—¡No es posible que Santino me haya dejado por esa tal Alessia Landeros! —exclamó Soraya furiosa—. ¡No puedo creer que esto me esté pasando! Sé que ya han pasado días, pero lo siento como si hubiera sido ayer. ¿Qué carajos hice mal para merecer semejante castigo? ¿Qué hice mal para merecer esto?

—Vamos, Soraya —dijo Marcelo tranquilamente—. Ya pasaron tres días desde que Santino temrinó contigo. Se supone que tienes que superarlo, y pasar página.

—¡No me pidas que pase página, Marcelo! —exclamó Soraya molesta—. Como si fuera tan fácil dejar ir a un chico como Santino.

—Vamos, no estarás pensando en retenerlo por las malas. ¿O sí? —preguntó Marcelo tranquilamente.

—No lo sé, no puedo dejar a Santino, con lo que me costó hacerme su novia… —dijo Soraya molesta—. Me ha costado mucho trabajo volverme su novia, y ahora me sale con esto.

—Uno no elige de quién enamorarse, sino el momento justo para hacerlo, Soraya —dijo Marcelo amablemente.

—¡No me vengas con esas cosas, Marcelo! —dijo Soraya molesta—. Eso ya me lo sé. No me lo tienes que recordar.

—Lo sé, Soraya —dijo Marcelo amablemente.

Soraya se levantó de la cama y empezó a caminar de un lado a otro.

—¿Qué pasa? —preguntó Marcelo.

—No lo sé, estoy pensando a ver si se me ocurre pensar en un plan para recuperar a Santino —dijo Soraya mientras seguía caminando de un lado a otro.

—Bueno, a ver qué se te ocurre pensar… —dijo Marcelo.
Soraya se detuvo.

—Ya sé qué tengo que hacer… —dijo—. Para retener a Santino, lo tengo que drogar dentro de unos días en la quinta, Marcelo.

—Y yo tengo lo que necesitas, Soraya —dijo Marcelo, dejando impresionada a Soraya.

—¿Es neta que tienes drogas, Marcelo? —preguntó Soraya impresionada.

—Sí, y te lo puedo dar cuando quieras… —dijo Marcelo—. Pero me temo que tendrás que pagarme una gran cantidad de dinero.

—No te preocupes por ello. Tengo mucho dinero —dijo Soraya sonriendo, para después sentarse en la cama con Marcelo.

Marcelo sacó del bolsillo derecho de su pantalón, un paquete de pastillas blancas. Se las mostró a Soraya, y ella las vio con mucho asombro.

—Así que esto es lo que necesito para retener a Santino, ¿no es así? —preguntó.

—Sí —dijo Marcelo.

Soraya sacó su cartera del bolsillo derecho de su pantalón. La abrió y sacó diez billetes de 500 pesos. Se los dio a Marcelo, y él le dio a Soraya las pastillas.

—Muchas gracias por las pastillas, Marcelo —dijo Soraya sonriendo.

—No hay de qué, Soraya —dijo Marcelo sonriendo—. Para eso son los amigos.

—Con esto, voy a poner en marcha el plan, para retener a Santino, por las buenas o por las malas... —dijo Soraya, mientras veía las pastillas.

—Eso es todo lo que necesitas, Soraya —dijo Marcelo.

—Y que Dios me perdone, pero esto es necesario —dijo Soraya.

Soraya ya tenía lo que necesitaba para retener a Santino, y estaba deseosa de ponerlo a prueba aquel día en una quinta. Estaba segura de que iba a lograr su cometido, aún si esto traía graves consecuencias.

***

Más tarde...

Plaza Fiesta Anáhuac.

Había mucha gente en el centro comercial, pese a que ya era de noche. Especialmente en el área de comidas.

Katia se encontraba con Lorenzo en el centro comercial. Katia portaba una blusa blanca de tirantes, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

Los dos se encontraban sentados en una mesa, platicando tranquilamente.

—Muchas gracias por acompañarme Lorenzo —dijo Katia sonriendo.

—No hay de qué, Katia dio Lorenzo amablemente—. Sabes que me gusta hacerle compañía a mis amigos, y esta no es la excepción.

—Eres un chico muy amable, Lorenzo —dijo Katia sonriendo.

—No es por nada, pero te tengo un pequeño regalo. Espero que te guste —dijo Lorenzo.

—¿Y de quése trata? —preguntó Katia sorprendida.

Lorenzo sacó una bolsa de plástico blanca, y de ella sacó un collar de oro. Katia quedó completamente sorprendida al ver ese collar, y Lorenzo se lo puso en el cuello sin pensarlo dos veces.

—¿Esto es para mí? ¡Mucchas gracias, Lorenzo! —exclamó Katia sonriendo.

—No es nada, simplemente quería comprarte un pequeño detalle —dijo Lorenzo—. Sé que apenas nos estamos conociendo y todo, pero quisiera pedirte algo muy importante.

—¿De qué se trata? —preguntó Katia.

—¿Quieres ser mi novia, Katia? —preguntó Lorenzo sonriendo.

Katia quedó completamente sorprendida, después de haber escuchado esa pregunta. Era obvio que apenas estaba conociendo a Lorenzo, pero prefirió dar un gran paso.

—Sí, acepto —dijo Katia sonriendo.

—Me da mucho gusto, mi amor —dijo Lorenzo.

Lorenzo le dio un beso en los labios a Katia, y esta no hizo más que corresponder ese beso. Era obvio que su noviazgo ya había comenzado de forma oficial.

—No sé si tu hermano me vaya a aceptar como su cuñado... —dijo Lorenzo un poco nervioso—. Pero haré todo lo posible para que se sienta orgulloso de mí.

—Dale tiempo, lindo. Verás cómo sí te va a aceptar poco a poco —dijo Katia sonriendo.

Lorenzo estaba disfrutando de su noviazgo recién iniciado con Katia, pero ella no tenía la menor idea de que Lorenzo ya conocía a Santino, y se había peleado con él por Alessia.

***

Más tarde…

Parque La Pérgola.

Oliver y Soraya se encontraban en el parque La Pérgola, sentados en una banca y platicando. Al parecer, ella estaba muy preocupada por los chantajes de Jeremías.

—¿Está todo bien, Soraya? —preguntó Oliver preocupado.

—¿Cómo crees que voy a estar bien, Oliver? ¡Hay un idiota que me está chantajeando! —dijo Soraya muy molesta—. Y me anda sacando dinero, a cambio de no abrir la boca acerca de lo nuestro.

—¿Te están amenazando? ¿Quién? —preguntó Oliver preocupado.

—Uno de los amigos del chico al que mataste —dijo Soraya molesta—. Se llama Jeremías. Ese idiota me está sacando dinero, a cambio de no revelar las cosas que tú y yo le hicimos a su hermana.

—Caray… —dijo Oliver sorprendido.

—Lo que es peor, una noche intentó abusar de mí a manera de pago —dijo Soraya molesta—. De verdad que Jeremías está haciendo un dolor de cabeza para nosotros.

—Así es. Ese Jeremías nos está estorbando en nuestros planes —dijo Oliver sorprendido—. Lo único que podría hacer es deshacerme de él. Hay que hacer hasta lo imposible, con tal de silenciarlo para siempre.

—Así es, Oliver. Quiero callar a ese idiota para siempre —dijo Soraya molesta—. No quiero que se le vaya a ocurrir abrir la boca.

Es obvio que el terror de Soraya auimetnaba conforme pasaba el tiempo.

—Así es, Soraya. Tú tendrás que encargarte de silenciarlo —dijo Oliver tranquilamente.

—Nunca he matado a nadie, pero le dije a Jeremías que si se atrevía a abrir la boca, era capaz de matarlo —dijo Soraya molesta—. Y cuando tenga la oportunidad, le voy a mostrar a ese idiota de lo que soy capaz. Que conmigo no se juega.

—Así es, Soraya —dijo Oliver tranquilamente—. Y te recomiendo que lo hagas lo antes posible, pues con ese tipo nunca se sabe. De hecho, no se sabe que va a pasar cuando te enfrentas a gente de su calaña.

Soraya se quedaba muy pensativa mientras Oliver hablaba.

—Claro, con ellos nunca se sabe… —dijo—. Ahora sí tengo que desaparecer a Jeremías, de una forma u otra. ¡No voy a permitir que me siga provocando con sus chantajes!

—Tómate tu tiempo, Soraya —dijo Oliver tranquilamente—. No lo hagas de la noche a la mañana. Sé paciente, y no hagas ninguna tontería.

Soraya comprendió que tenía que deshacerse de Jeremías, si ya no quería seguir siendo víctima de sus chantajes. Pero el problema, era que no le sería nada fácil hacer ese trabajo.

***

Más tarde...

Parque Hundido Amado Nervo.

Daniela y Ángel estaban platicando en el parque, mientras caminaban. Daniela portaba una blusa blanca de tirantes, minishort de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Ángel por su parte, portaba una playera roja de tirantes, short deportivo negro y un par de zapatos tenis negros.

—¿Ya te enteraste de que Katia y Lorenzo ya son novios, Ángel? —preguntó Daniela amablemente.

—Sí, me lo dijo hace un rato por Facebook —dijo Ángel sonriendo—. Me dijo que al fin está feliz por haber conseguido a su primer novio.

—Así es, Ángel. ¿Tú has tenido novia? —preguntó Daniela.

—No… —dijo Ángel angustiado.

—No me imagino cómo te sientes… —dijo Daniela con algo de tristeza—. ¿Crees que sea por culpa de Soraya?

Los dos chicos se sentaron en una banca, con tal de seguir platicando.

—No sé qué decirte la verdad, Daniela —dijo Ángel con un poco de angustia—. Pero si te puedo decir que Soraya ha rechazado a todas y cada una de las chicas con las que he intentado salir.

—Me imagino que no quiere que tú tengas novia, pero ella sí puede tenerlo —dijo Daniela tranquilamente.

—Sí… —dijo Ángel angustiado—. Siempre he querido tener novia, pero nunca he podido conseguirla. Y Soraya que sí tenía novio, nunca lo valoró.

—Sí, ya hasta lo ha de haber engañado —dijo Daniela.

—No sabes cómo me duele que Soraya le haya hecho muchas cosas a Santino durante el tiempo que fueron novios —dijo Ángel con tristeza—. Y me duele mucho, pero yo no la voy a defender. Yo sí voy a conseguir novia muy pronto, y no voy a repetir los mismos errores que Soraya cometió.

—Me alegra por ti, Ángel —dijo Daniela sonriendo—. Pero no te desesperes. Ya verás que la indicada llegará muy pronto.

—Que así sea, Daniela —dijo Ángel ya sonriendo.

—Por cierto, ¿sí vas a ir a la fiesta de Oliver? —preguntó Daniela.

—Sí, me encantaría —dijo Ángel—. Mis papás nos dieron permiso a mí y a Soraya.

—Eso es bueno, a mí también me dejaron ir —dijo Daniela sonriendo—. Esperemos que todo salga bien.

A pesar de todo lo que estaba pasando, Ángel se mantenía firme, y no perdía las esperanzas de conseguir novia. Estaba decidido a lograr su objetivo algún día.

***

Más tarde...

Calle Juana de Ibarborou.

Santino estaba en la calle Juana de Ibarborou, en la esquina con la calle Porfirio Barba Jacob. Se encontró con Lorenzo cerca de una casa, y se acercó a él para confrontarlo.

—¿Así que estás de novio con mi hermana, Lorenzo? —preguntó molesto.

Lorenzo decidió confrontar a Santino sin pensarlo dos veces.

—Claro que sí, Santino. ¿Algún problema? —preguntó burlón.

—No me gustas para pareja de mi hermana, y mucho menos después de lo que pasó esa tarde —dijo Santino molesto—. Sé muy bien que andas detrás de Alessia, como si nada hubiera pasado.

—Eso no tiene nada de malo, Santino. Tengo derecho de antigüedad —dijo Lorenzo molesto—. Y para que lo sepas, sí puedo andar con Katia cuando yo quiera.

—Pues será mejor que te decidas, porque esto no te va a durar para siempre —dijo Santino molesto—. Si de verdad quieres recuperar a Alessia, aléjate de mi hermana.

—¡De ninguna manera! —gritó Lorenzo molesto—. No voy a alejarme de tu hermana, Sanitno. Mucho menos ahora que volví a ver a tu querida amiga. Puedo estar con dos chicas al mismo tiempo, y no me pasará nada.

—¿Pero cómo puedes estar tan tranquilo, sabiendo que estás jugando con dos chicas a la vez, Lorenzo? —preguntó Santino horrorizado—. ¿Cómo es posible que quieras recuperar a Alessia, mientras estás jugando con mi hermana? ¿Qué no te das cuenta?

Lorenzo se echó a reír después de haber escuchado las palabras de Santino.

—Vamos, Santino —dijo burlón—. Será mejor que tengas cuidado, porque en una de esas puedo volver a ganarme el corazón de tu querida amiga. Y nada me va a detener. Y al mismo tiempo, puedo estar con tu hermana. Claro, si me lo permites.

—Te exijo que termines tu relación con mi hermana, y te alejes de ella —dijo Santino muy molesto—. No voy a permitir que la lastimes, Lorenzo. Si te atreves a lastimarla, no sé de qué sería capaz.

Después de haber tenido esa discusión con Lorenzo, Santino decidió irse hacia su casa. Lorenzo simplemente lo veía con ojos de burla, pues sabía que tenía dos chicas a su lado, y podía jugar con ellas sin remordimiento.

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