3: El fin de una relación amorosa
Más tarde...
Parque La Pérgola.
Katia se encontraba caminando por el parque, aún a pesar de que ya era de noche. Portaba una blusa azul de tirantes, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. Ella vio a un chico a lo lejos: él la vio y se acercó a ella para hablarle. Ambos se detuvieron para hablar.
Ese chico era guapo, de 18 años de edad. Era alto de delgado. De piel clara, ojos cafés y cabello corto castaño claro. Además, llevaba una playera rosa claro de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis grises. Los dos chicos empezaron a platicar.
—Hola, amigo… —dijo Katia con algo de nerviosismo.
—Hola… —dijo el chico sonriendo—. ¿Qué te trae por aquí?
—Nada, es que sólo quería hacer un poco de ejercicio… —dijo Katia sonriendo—. Disculpa si salgo a esta hora.
—No te preocupes, está bien —dijo el chico amablemente—. Uno a veces sale a caminar a un parque a estas horas.
—¿Y tú también lo haces? —preguntó Katia.
—Sí. A veces lo hago para hacer ejercicio, o para relajarme —dijo el chico amablemente—. Tú sabes, siempre tengo días duros en la universidad.
—Me imagino… —dijo Katia sonriendo—. Por cierto, me llamo Katia. Katia Alarcón.
—Lorenzo Covarrubias. Mucho gusto —dijo el chico, presentándose ante Katia como Lorenzo Covarrubias.
Katia y Lorenzo terminaron de hacer sus presentaciones, y siguieron platicando cómodamente.
—¿Vives por aquí, Lorenzo? —preguntó Katia amablemente.
—Sí, por aquí cerca —dijo Lorenzo.
—Me imagino. Así podremos vernos más seguido —dijo Katia sonriendo.
—¿Y entonces? ¿Qué tal si algún día salimos juntos, Katia? —preguntó Lorenzo sonriendo, poniendo un poco nerviosa a Katia—. Digo, en plan de amigos, para conocernos mejor.
—Sí, me encantaría. Algún día —dijo Katia sonriendo.
—Está bien. Quizá algún fin de semana. Es cuando estoy un poco más libre —dijo Lorenzo.
—Sí, los sábados es cuando estoy libre —dijo Katia sonriendo.
—Bueno, me tengo que ir. Nos vemos mañana —dijo Lorenzo.
—Sí, hasta mañana —dijo Katia.
Katia y Lorenzo se despidieron el uno del otro, mientras que Lorenzo se fue a caminar hacia su casa. Katia se fijaba en Lorenzo mientras él se iba, dando a entender que ya había hecho un nuevo amigo.
—No sé qué me pasa... —dijo Katia un poco nerviosa—. ¿Por qué estoy sintiendo algo que nunca antes había sentido...?
La joven estaba empezando a sentir algo por Lorenzo, aún a pesar de haberlo conocido en ese instante. Y Lorenzo también empezaba a sentir algo por Katia.
***
Más tarde…
Residencial Anáhuac Quinto Sector.
Carlos estaba en su guarida, junto con Jeremías y Salomón, los tres estaban sentados en el suelo. Tenían una bocina que reproducía canciones de Rap en español.
Jeremías usaba una playera negra de tirantes, short negro y un par de zapatos tenis negros. Salomón por su parte, portaba una playera gris de tirantes, short gris y un par de zapatos tenis negros.
Los tres estaban platicando tranquilamente.
—Es increíble que no le tengas miedo a ese chapulín, Carlos —dijo Jeremías sorprendido.
—Por supuesto que no le tengo miedo, Jeremías —dijo Carlos tranquilamente—. Sé muy bien de lo que ese tipo es capaz, pero no le tengo miedo.
—Si tan valiente eres, ¿por qué no lo chantajeas, Carlos? —preguntó Salomón.
—No lo sé… —dijo Carlos un poco pensativo—. No sé por qué no lo había pensado antes… Quizá pueda sacarle una buena cantidad de dinero a ese tipo.
—Claro que puedes sacarle dinero a ese tipo —dijo Jeremías—. Oliver Lattanzio es un chico proveniente de una familia de dinero. Quizá se te haga, y puedas sacarle una buena cantidad de dinero. Y te aseguro que si se llega a negar, puedes contarle a Santino la clase de escoria que es Oliver.
—Claro… —dijo Carlos tranquilamente—. Soy de las pocas personas que saben que Oliver pasó la noche con Soraya. Ese tipo va a saber de lo que somos capaces, chicos.
—Así se habla, Carlos —dijo Salomón sonriendo—. Es hora de que Oliver sepa lo que vamos a hacer con él. Especialmente yo…
Carlos y Jeremías empezaron a preocuparse por Salomón en ese momento.
—¿Acaso te hizo algo? —preguntó Carlos preocupado.
—¿Oliver te hizo algo, Salomón? —preguntó Jeremías.
Salomón se sintió un poco triste, y quería contarles algo acerca de Oliver. Sin embargo, se arrepintió a última hora.
—No, no me hizo nada, Jeremías… —dijo preocupado.
—Te entendemos, hermano… —dijo Carlos.
—Además, no tiene caso hablar sobre alguien a quien dejé de ver hace mucho tiempo —dijo Salomón—. Les informo que Oliver Lattanzio es parte de mi pasado.
—Está bien, Salomón… —dijo Carlos preocupado.
—Sólo no quiero tener que encontrármelo —dijo Salomón—. No quiero reencontrarme con Oliver Lattanzio. Sólo Dios sabrá por qué…
—Así es, Salomón. Sólo Dios sabe por qué hace las cosas… —dijo Jeremías.
—Está bien si no quieres toparte con ese tipo —dijo Carlos tranquilamente—. Sabemos que no quieres volver a encontrarte con ese tipo. Pero tarde o temprano, tendrás que decirnos si te hizo algo en el pasado.
—Y quizá podamos ayudarte, si así lo deseas... —dijo Jeremías.
—Muchas gracias, chicos... —dijo Salomón amablemente—. Ya después les diré las razones por las que no quiero volver a toparme con ese tipo.
Salomón estaba dispuesto a ayudarle a Carlos en sus planes. Sin embargo, no quería encontrarse con Oliver. Pero les ocultaba las razones a sus amigos, sin saber que esas razones tarde o temprano saldrían a la luz.
***
Más tarde…
Katia y Santino estaban caminando en la calle Juana de Ibarborou, ambos estaban caminando hacia su casa. Era obvio que ya querían descansar para recargar energías para el día siguiente.
Santino tenía una vestimenta diferente. Portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.
—Es bueno saber que ya casi llegamos a casa, Santino —dijo Katia sonriendo.
—Sí, Katia —dijo Santino sonriendo—. La verdad es que me divertí mucho con amigos.
—Eso es bueno, Santino —dijo Katia sonriendo—. Espero que no te hayas encontrado con la loca de Soraya.
—No, ni siquiera me ha llamado, ni contestado los mensajes —dijo Santino—. Como ya sabrás, me hizo una escena de celos, como ya es costumbre.
—Y me imagino que ni siquiera se ha disculpado por eso, ¿verdad, Santino? —preguntó Katia.
—No… —dijo Santino con algo de tristeza—. Ni siquiera me ha llamado para disculparse. Ni siquiera siente remordimiento por lo que hace. Y honestamente, no creo que le importe.
—Ya ves cómo es esa chica, hermano —dijo Katia un poco molesta—. No mide las consecuencias de lo que hace.
—Sí, lo sé. Pero pasando a otras cosas, me divertí mucho con amigos hoy —dijo Santino ya sonriendo—. Hoy nadé con Marcelo en el deportivo Anáhuac.
—Qué bueno, hermano —dijo Katia sonriendo—. Ya era hora de que te olvidarás por un rato de todo lo que te molesta.
Los dos chicos habían logrado llegar hasta la casa número 714, casa en la que vivían. Estaban a punto de entrar, cuando de repente apareció Soraya muy molesta. Ella se dirigió hacia los dos hermanos.
—¡Vaya, hasta que al fin se te hace aparecer, maldito infiel! —gritó molesta, provoacndo que Katia y Santino voltearan hacia ella y decidieran enfrentarla—. ¿Dónde rayos estabas, Santino? ¡Ni siquiera me has contestado ni un maldito mensaje!
—¿Qué es lo que quieres, Soraya? —preguntó Katia molesta.
—Para empezar, Soraya, fuiste tú la que ni siquiera me contestó los mensajes —dijo Santino molesto.
—¿Y qué querías que hiciera, Santino? —gritó Soraya molesta.
—Lo único que quería, era que te disculparas por lo de esta mañana. Pero ni siquiera eso sabes hacer —dijo Santino,
—No, no me voy a disculpar, no te lo mereces —dijo Soraya molesta—. ¡Tú eres el que debería disculparse! Porque seguramente anduviste con esa Alessia Landeros!
—Si mi hermano andaba con esa chica o no, a ti no te importa, Soraya —dijo Katia molesta.
—¡Tú cállate! —dijo Soraya molesta.
—¿Sabes qué? Yo no tengo por qué soportar esas estupideces. Así que ahí te ves, Soraya —dijo Santino molesto—. Vámonos, Katia.
—¡No me dejes hablando sola, que no he terminado! —gritó Soraya molesta.
Katia y Santino abrieron la puerta de su casa y entraron.
—Cuando estés de mejor humor, hablamos —dijo Santino.
Santino le cerró la puerta a Soraya en la cara, empeorando la furia de ésta. Ella empezó a patalear y hacer berrinches, pero no tuvo otra opción que irse de la casa.
—¡Caray, no es posible que me esté pasando esto, no puede ser! —gritó molesta mientras seguía caminando.
Después de ese momento tan incómodo, la joven decidió irse hacia su propia casa. Era obvio quue ya no quería seguir perdiendo su tiempo.
***
Más tarde...
Casa de la familia Lattanzio.
Oliver se encontraba en el patio trasero de su casa, después de un largo día. Se había cambiado de ropa, ahora portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón deportivo gris y un par de zapatos tenis blancos.
El chico se encontraba con su hermana Daniela, quien no volteaba a verlo. Ella portaba una blusa celeste de mangas cortas, pantalón deportivo blanco y un par de sandalias blancas.
—¿Por cuánto tiempo vas a estar así, Daniela? —preguntó Oliver un poco preocupado.
—¿Y cómo quieres que esté, idiota? —preguntó Daniela molesta, mientras volteaba hacia él para confrontarlo—. ¿Cómo quieres que esté después de lo que le hiciste a Santino?
—Vamos, hermanita. Yo no le he hecho nada a mi mejor amigo —dijo Oliver sorprendido.
—Claro que sí le hiciste, no te hagas —dijo Daniela molesta—. ¡Vi cómo te metías con su novia! ¡Los vi mientras estaban juntos! ¿Y aún así, dices que no serías capaz de hacerle algo a Santino?
—A ver, ¿cómo te explico? —preguntó Oliver pensativo—. Ah, es que Soraya me contaba que Santino ya no podía cumplirle como novio, eso.
—Ese cuentecito de que Santino ya no le cumplía a Soraya como novio —dijo Daniela un poco burlona.
—Sí, Soraya ya sentía que Santino ya no le era suficiente —dijo Oliver tranquilamente—. Así que decidí entrarle al quite, y enseñarle algunas cositas.
—No, Soraya no te buscó para que le ayudaras —dijo Daniela molesta—. Le puso el cuerno a Santino contigo. ¿Y así te jactas de ser su mejor amigo? ¿Cómo puedes ser capaz de hacerle algo así, Oliver? ¿Por qué le haces esto a quien dices que es tu mejor amigo? Si Soraya sentía que Santino ya no le cumplía como novio, ¿no sería más fácil terminar su relación con él?
—No, es muy terca —dijo Oliver burlón—. Soraya no quiere terminar con Santino, pero es obvio que siempre quiere buscarme. Ya sabes cómo es ella.
—Por el amor de Dios, Oliver. Yo nunca sería capaz de hacerle algo así a mi novio —dijo Daniela molesta—. Si yo estuviera en el lugar de Soraya ¡yo habría terminado con Santino desde hace mucho tiempo! ¡Jamás le pondría el cuerno de esa manera, mucho menos con mi supuesta mejor amiga!
—Pues cree todo lo que quieras, Daniela. Pero yo sólo hice mi trabajo —dijo Oliver un poco molesto—. Lo que quieras creer, no es mi problema.
Después de haber tenido esa discusión, Oliver decidió alejarse de Daniela y se marchó directamente hacia su habitación.- Daniela se quedó sola en el patio trasero de la casa. Estaba muy molesta por lo que había ocurrido, y no sabía qué decir o hacer al respecto.
***
Al día siguiente...
10 de agosto de 2022.
Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica.
Era una mañana tranquila. Todo transcurría con normalidad. El clima era cálido y el cielo estaba despejado, pero aún estaba oscuro.
Oliver y Santino caminaron hacia su salón de clases, ubicado en el edificio 3. Santino portaba una playera roja de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Oliver por su parte, portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos.
—Es increíble que Soraya se esté portando muy mal contigo, Santino —dijo Oliver preocupado.
—Sí, eso ya no me sorprende —dijo Santino preocupado—. Siempre ha sido así conmigo, me ha acusado de serle infiel muchas veces, y hasta me golpea, Oliver.
—Cierto… —dijo Oliver—. Soraya siempre ha sido así contigo. Y no es por nada, pero lo mejor será terminar con ella.
—Sí, para ponerle fin a sus malos tratos —dijo Santino con tristeza—. Quiero terminar con ella. No aguanto más sus malos tratos. Siempre me ha tratado así.
—Espero que no te ponga los cuernos, porque eso ya sería demasiado… —dijo Oliver preocupado.
Los dos chicos subieron las escaleras hasta llegar al tercer piso. Siguieron platicando mientras caminaban.
—Como te lo dije hace un momento, lo mejor será terminar con esa chica —dijo Oliver tranquilamente.
—Sí, es lo mejor. Es para no seguir haciéndome daño… —dijo Santino preocupado.
—Ojalá, porque no soportaría que Soraya siguiera haciéndote daño —dijo Oliver preocupado—. Sé que no te vas a recuperar tan fácilmente, pero con el tiempo vas a olvidarte de Soraya.
—Espero que así sea… —dijo Santino.
—Por cierto, ¿qué tal si nos vemos en la tarde en el centro comercial? —preguntó Oliver.
—Claro… —dijo Santino tranquilamente.
Los dos chicos caminaron hacia el salón 3307 y entraron. Era obvio que ya era hora de iniciar las clases. Los dos chicos tomaron asiento.
—Muchas gracias por tus consejos, Oliver —dijo Santino amablemente—. En serio, no sé qué sería de mí si no tuviera un gran amigo como tú.
—No es nada, Santino —dijo Oliver tranquilamente—. Sabes que siempre puedes contar conmigo para lo que sea. Te lo digo en serio.
A pesar de todo lo que pasaba, Santino sentía que podía contar con Oliver, ya que lo veía como a un hermano. Sin embargo, esa amistad no era recíproca, debido a que Oliver le profesaba un profundo odio. "Maldita sea la hora en que Alessia se fijó en ti, Santino Alarcón. Te vas a arrepentir por eso. Ya lo verás...", pensaba Oliver.
***
Más tarde…
Explanada de Rectoría.
Soraya se encontraba en la Explanada de Rectoría, después de un largo día de clases. Portaba una blusa negra de tirantes, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos, además de su mochila en la espalda. De repente, Lorenzo llegó al lugar y se acercó a ella. Portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos, además de llevar una mochila gris en su espalda.
—Hola, Soraya… —dijo el chico amablemente.
—¿Lorenzo? ¿Qué estás haciendo aquí…? —preguntó Soraya algo confundida.
—Pues, estaba pasando por aquí, Soraya… —dijo Lroenzo tranquilamente—. Es que quería buscarte, para decirte algo importante.
—¿Y de qué se trata? —preguntó Soraya con curiosidad—. ¿Se trata sobre Santino?
Lorenzo respiró profundamente antes de responder.
—Resulta, que tu querido noviecito está saliendo con esa tal Alessia Landeros —dijo Lorenzo tranquilamente.
—¿Sabes? Eso no me sorprende. Eso ya lo sabía —dijo Soraya molesta—. Pero ahora que lo dices…
—Está planeando terminar contigo, Soraya… —dijo Lorenzo molesto, provocando la ira de Soraya.
—¿Alessia le aconsejó al idiota de Santino para que termine conmigo? —preguntó molesta—. ¡Ah, ya lo sabía!
—Claro que sí, Soraya —dijo Lorenzo—. De hecho, creo que están saliendo. Si no me equivoco.
—Ese idiota… Me las va a pagar… —dijo Soraya molesta.
—De hecho, creo que estará en algún centro comercial. Seguramente te estará poniendo los cuernos… —le dijo Lorenzo—. Sin ofender, Soraya. Pero vaya alacrán que te echaste.
—No, tengo que verlo con mis propios ojos… —dijo Soraya molesta—. Tengo que ir al centro comercial, tengo que verlo todo.
Hecha una furia, Soraya decidió irse de la Explanada de Rectoría, pues estaba muy asustada, con la idea de que Santino la estaba engañando con Alessia. Fue hacia Plaza Fiesta Anáhuac, con tal de asegurarse de que Lorenzo le estaba diciendo la verdad.
Por otro lado, Lorenzo se mostraba tranquilo después de lo que había hecho. Sabía que Alessia y Santino se iban a encontrar con un gran problema.
—Vaya, parece que Santino Alarcón está en serios problemas. Muy serios… —dijo tranquilamente.
El chico decidió irse del lugar y empezó a caminar. Caminaba tranquilamente, como si nada hubiera pasado.
***
Más tarde...
Plaza Fiesta Anáhuac.
Mucha gente se encontraba en el centro comercial, con tal de pasar tiempo comiendo, viendo las tiendas o yendo al cine. Querían aprovechar el cálido clima, y que no estaba lloviendo, debido al cielo despejado.
Alessia y Santino estaban paseando por las tiendas. Aunque pensaban en querer comprar algo de ropa para estrenarla más tarde. Alessia portaba una blusa blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.
Los dos chicos se la pasaban felices juntos, y se llevaban muy bien como los mejores amigos, a pesar de tener muy poco tiempo de haberse conocido. Santino se encontraba tranquilo, a pesar de los problemas que enfrentaba con Soraya.
Mientras ambos paseaban, Oliver llegó al lugar y se acercó hacia donde estaban Santino y Alessia, con tal de unirse.
—Hola, chicos —dijo amablemente—. Lamento llegar tarde.
—No pasa nada, amigo —dijo Alessia sonriendo.
—No te preocupes, hermano —dijo Santino.
—Oye, ¿tú eres Oliver Lattanzio? —preguntó Alessia sonriendo.
—Sí, soy yo —dijo Oliver sonriendo.
—Mucho gusto, soy Alessia Landeros —dijo Alessia, presentándose ante Oliver.
—Bueno, ya que hicimos las presentaciones, ¿qué tal si vamos a comer, chicos? —preguntó Oliver sonriendo.
—Claro —dijo Alessia sonriendo.
—Sí, es que tengo hambre —dijo Santino.
Y así, los tres chicos decidieron ir hacia el área de comidas, con tal de comer algo y recargar energías. Los tres chicos se la pasaban muy bien mientras paseaban por todo el centro comercial.
Sin embargo, Oliver no quitaba el dedo del renglón. Estaba profundamente enamorado de Alessia, y no estaba dispuesto a dejar que Santino estuviera con ella.
Los chicos estaban ya en el área de comidas, comiendo hamburguesas tranquilamente.
—¿Es cierto que te mudaste hace dos semanas, Alessia? —preguntó Oliver sonriendo, antes de darle un mordisco a su hamburguesa.
—Sí, Oliver —dijo Alessia sonriendo—. Al principio no fue fácil, pero ya me fui acostumbrando.
—Así es, Alessia —dijo Santino, antes de darle un mordisco a su hamburguesa. Tras masticar y tragar, siguió hablando—. De verdad que no es fácil acostumbrarte a una nueva ciudad ,y menos de un día para otro.
—Y que lo digas, Santino —dijo Alessia, antes de darle un mordisco a su hamburguesa. Tras masticar y tragar, siguió hablando—. Batallé un poco para acostumbrarme, pero poco a poco trato de acostumbrarme a mi nuevo hogar.
—Tú no te apures por eso, Alessia —dijo Oliver amablemente, antes de darle un mordisco a su hamburguesa. Tras masticar y tragar, siguió hablando—. Créeme que ya te acostumbrarás con el pasar del tiempo. Este centro comercial es el que frecuentamos Santino y yo a veces.
—Eso me gusta, chicos —dijo Alessia sonriendo—. Todavía no me acostumbro por completo. Pero al menos ya sé qué sitio frecuentar con mis nuevos amigos.
—Puedes venir cuando quieras —dijo Santino sonriendo—. Este centro comercial es el que más frecuentamos los jóvenes que vivimos aquí.
Los chicos estaban platicando felices y contentos. Todo era felicidad y tranquilidad entre amigos. No había nada de qué preocuparse. Pero lamentablemente, esa felicidad era efímera, debido a la aparición de Soraya. Llegó molesta al lugar y, ni corta ni perezosa, se acercó a la mesa donde estaba Santino con Alessia y Oliver, y enfrentó al primero sin dudarlo.
—¡Ya lo veía venir, maldito infiel! —gritó furiosa—. ¡Debí saber que me estás engañando con esta chica, Santino!
Santino, Alessia y Oliver voltearon hacia ella, y quedaron impactados. Sobre todo Santino.
—¿Qué te pasa, Soraya? —preguntó Santino molesto.
—¿Qué haces aquí, Soraya? —preguntó Oliver.
—¿Qué está pasando? —preguntó Alessia confundida.
Varias personas estaban viendo la escena de celos que Soraya le estaba haciendo a Santino, mientras que algunos otros sacaron sus celulares y comenzaron a grabar el momento.
—¿Qué pasa? Que este perro infiel me ha estado engañando con esta chica —dijo Soraya furiosa, señalando a Alessia—. ¡Tú eres la chica con la que este idiota me ha estado engañando!
—¡Eso es mentira, Soraya! —gritó Alessia molesta—. ¡Además, Santino y yo apenas nos conocimos ayer! ¡Sólo somos amigos!
—¡Mientes, Alessia! —gritó Soraya furiosa, para después señalar a Santino—. ¡Yo sabía perfectamente que tarde o temprano me ibas a engañar, Santino! ¡Pero nunca me imaginé que lo hicieras con esta chica! ¡Siempre me has engañado con más de mil chicas desde que nos hicimos novios!
—¡Ya deja de mentir, Soraya! —gritó Santino molesto—. ¡Yo no te he estado engañando con esta chica!
—¡Vete al diablo, Santino! —gritó Soraya.
Soraya tomó la bebida de Santino y se la derramó sobre su playera. Después de este acto, Santino ya tuvo suficiente. Sin pensarlo dos veces, se levantó de la mesa para confrontar a Soraya.
—¡Ya basta, Soraya! ¡Ya no tengo por qué soportar tus locuras! —le gritó muy enojado—. ¡Siempre me has estado haciendo la vida miserable, desde que nos hicimos novios! ¿Sabes qué? ¡Tú y yo terminamos! ¡Búscate otro que aguante tus estupideces!
—¿Estás terminando conmigo, Santino? —preguntó Soraya furiosa—. ¿Acaso me estás dejando? ¿Estás terminando conmigo?
—¿Y tú qué crees, Soraya? —preguntó Santino molesto—. ¡Claro que lo estoy haciendo! ¡Desde ahora, tú y yo ya no somos novios! ¡Hasta nunca!
—¡No me puedes dejar así tan fácilmente, Santino! —gritó Soraya molesta—. ¡No puedes terminar conmigo así nada más!
—¡Pues ya lo hice! —gritó Santino al borde de las lágrimas.
Santino se fue muy molesto del lugar, mientras que Alessia y Oliver miraron de reojo a Soraya después de lo ocurrido.
—¿Y ustedes qué? ¿Qué me miran, par de idiotas? ¿No tienen alguien a quién seguir? —les dijo muy enojada.
—Mira lo que hiciste, Soraya... —dijo Alessia molesta.
—Ahí te ves, Soraya... —dijo Oliver molesto.
Alessia y Oliver se fueron del lugar y decidieron seguir a Santino, dejando sola a Soraya.
—¡Santino, no te vayas! —gritó Alessia.
—¡Santino! —exclamó Oliver—. ¿A dónde vas, hermano?
Muchas personas veían a Soraya, mientras ella perdía la cabeza. No soportaba que Santino hubiera terminado con ella. Algunos se burlaban de la joven por la escena de celos que ella misma había iniciado.
—¿Cómo es posible que Santino me haya dejado así de fácil...? —preguntó molesta—. ¿Cómo es posible que me esté pasando esto...?
Decidió irse del lugar, con tal de dirigirse hacia otra parte y olvidarse de la escena de celos que ella misma había provocado.
De repente, tres chicos estaban en el centro comercial, viendo cómo Santino se iba llorando del lugar con sus amigos, después de lo ocurrido. Y no eran otros que Carlos, Jeremías y Salomón.
Carlos portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro, una gorra negra en su cabeza y un par de zapatos tenis negros.
Jeremías portaba una playera negra de tirantes, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros.
Salomón portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis negros.
—¿Ya vieron, vatos? —preguntó Carlos sorprendido—. ¡Santino Alarćon acaba de cortar con su novia!
—No puedo creer lo que vieron mis ojos, wey —dijo Jeremías sorprendido.
—Al fin ese vato dejó a la morra —dijo Carlos—. Parece que el chapulineo dio resultados.
—Banda, no creo que haya sido por el chapulineo de Oliver —dijo Salomón.
—¿Por qué será, Salomón? —preguntó Carlos.
—Sí, ¿por qué lo dices? —preguntó Jeremías.
—Pues, saben que esos dos estaban peleando, y es por eso que Santino ya no aguantó más —dijo Salomón.
—Tienes razón... Dios me libre de tener una novia como Soraya... —dijo Jeremías un poco asustado por la escena que había visto.
—No lo sé, wey… —dijo Carlos—. Pero si es así, me alegra que Santino la haya dejado. Pero sea como sea, ese vato tiene que saber que lo ha estado engañando con su compa.
—Sí, Carlos. Espero que muy pronto lo sepa… —dijo Jeremías—. Bueno, vámonos de aquí.
—Sí, Jeremías. Vamos —dijo Carlos.
Los tres chicos decidieron irse del área de comidas, con tal de dirigirse hacia otro lugar.
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